RECUERDOS JARREROS A mis queridos padres Aureliano Fernández y Laura Gutiérrez
“Los Barquilleros” Por Cruz Fernández Gutiérrez
Desde bien jovencillo y ganándose el pan de cada día, mi padre aprendió el oficio en Logroño.
Con los años la familia de mi padre decidió acercarse a vivir a Haro. Pasando el tiempo mi padre conoció a
Laura, una mujer maravillosa, trabajadora y formal que con el tiempo se convertiría en su mujer. La época era difícil, por lo que para poder subsistir había que continuar con el duro oficio y más en pleno verano cuando un calor sofocante apretaba delante de la fragua. Hoy en día hubiera sido muy distinto gracias a los modernos obradores... eso sí, el sabor de esos barquillos, en la actualidad, no hubiera tenido precio. Aquellos ingredientes tan naturales y frescos como la harina, la canela, la vainilla, el aceite o el azúcar, hacía que fueran muy especiales, tanto que un día en la radio Fernando Sarasa haría mención a esos barquitos rosas y amarillos tan bonitos que tanta ilusión hacían a los niños. Con esa publicidad no es de extrañar que gente de Bilbao, San Sebastián, Vitoria… vinieran a comprarlos para incluirlos en sus festejos, ya fuesen bautizos, comuniones o bodas. A mi padre lo conocía todo Haro, sobre todo los niños y mozos que se acercaban a jugar a la raya, por ejemplo los hijos de Berti la de la mercería el Sol, Rafa Martínez o los hermanos Barriocanal, entre otros. ¡Vaya risotadas se echaban! Mi padre era una persona muy simpática y le encantaba la chiquillería así que sabía cómo integrarse con la juventud, y ésta se aceraba a comprar barquillos con toda tranquilidad.
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