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Entrevista a Isabel Jiménez (Royal Canin
from Argos 231
by Grupo Asís
¿Por qué es tan importante hablar de la tos de las perreras?
Queremos dar respuestas a algunas consideraciones clínicas sobre la “tos de las perreras” desde un punto de vista principalmente clínico, no epidemiológico. Es importante valorar si hay nuevos agentes etiológicos implicados, así como conocer las actualizaciones sobre las pautas vacunales y la efectividad de las pautas terapéuticas.
Milagros Benito
Doctora en Veterinaria Departamento Medicina y Cirugía Animal. Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera mbenito@uchceu.es Imágenes cedidas por la autora
La tos de las perreras, también conocida como traqueobronquitis infecciosa canina o complejo respiratorio infeccioso canino (CIRDC o canine infectious respiratory disease complex) es un síndrome muy común, de distribución mundial, que cursa con signos respiratorios agudos. Puede ser causado por una amplia variedad de patógenos virales o bacterianos entre los que se encuentra Bordetella bronchiseptica, que cobra especial importancia por su potencial zoonótico, detectándose en humanos incluso casos de coinfección con el virus SARS-CoV2. No obstante, gracias al desarrollo de las técnicas de biología molecular, en los últimos años se han identificado nuevos patógenos involucrados en el CIRDC (Miranda D. Vieson et al., 2012).
Agentes etiológicos
Los agentes tradicionalmente implicados son Bordetella bronchiseptica, virus de la parainfluenza canina y adenovirus canino tipo 2. Pero este complejo no es estático, no siempre intervienen los mismos agentes. Pueden ser diferentes no solo en el tiempo Figura 1. Radiografía de tórax de un perro de 7 meses infectado con B. bronchiseptica que muestra una fuerte opacificación pulmonar intersticial y alveolar (Nafe, 2014).
sino también entre las distintas colectividades que las presentan (ver cuadro). La verdadera importancia de la tos de las perreras viene de su alta contagiosidad, su clínica y su capacidad de provocar síntomas graves.
Diagnóstico
El periodo de incubación varía de 2 a 10 días. Los signos clínicos más frecuentes son secreción nasal mucopurulenta, estornudos y tos. Se han informado formas más graves con depresión, disorexia y fiebre (Bemis et al., 1977). El diagnóstico se basa en tres pilares fundamentales: epidemiología, signos clínicos y pruebas laboratoriales. para demostrar la opacificación pulmonar de tipo bronquial, intersticial y/o alveolar (figura 1). Se puede realizar un hemograma para buscar un cambio en la fórmula leucocitaria. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el diagnóstico de tos de las perreras no es etiológico porque los signos clínicos respiratorios no son específicos (Reagan & Sykes, 2020).
Agentes infecciosos principales
Bordetella bronchiseptica (Bb) Bacteria aerobia cocobacilo gram -
Virus parainfluenza canina (CPIV)
Paramyxoviridae, Rubulavirus Adenovirus canino tipo 2 (CAV-2) Adenoviridae, Mastadenovirus
Agentes patógenos secundarios
Herpesvirus canino tipo 1 (CHV-1) Herpesviridae, Alphaherpesvirus
Reovirus mamífero (MRV) Reoviridae, Orthoreovirus
Virus del moquillo canino (CDV) Paramyxoviridae, Morbillivirus
Otras bacterias (Streptococcus canis, Pasteurella spp,. Pseudomonasspp., Staphylococcus spp., Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae) Agentes patógenos emergentes
Streptococcus equi Bacteria coco gram+ Mycoplasma cynos yMycoplasma canis Bacterias Mollicutes intracelulares Virus influenza canino (CIV) H3N8, H3N2 Orthomyxoviridae, Influenzavirus
Coronavirus respiratorio canino (CRCoV) Coronavirus pantrópico canino (CCoV)
Coronaviridae, Betacoronavirus Coronaviridae, Alphacoronavirus
Bocavirus canino (CboV) y Buffavirus canino
Parvoviridae
Pneumovirus canino (CnPnV)
Pneumoviridae, Orthopneumovirus
Hepacivirus canino
Flaviviridae, Flavivirus
Diagnóstico epidemiológico
Factores de riesgo: • Edad del animal: <2 años. • Forma de vida: perros adoptados recientemente, o que asisten a clubes o eventos caninos. • Estancias ocasionales en perreras. No se encontró que el género o la estación fueran factores de riesgo significativos (Augustin, 2014). La mayoría de los agentes tienen tiempos de incubación de menos de dos semanas, por lo que saber si el paciente ha entrado en contacto con otros animales que muestran signos respiratorios o ha estado en un área con una alta densidad de perros puede indicarnos que estamos ante un caso de tos de las perreras (Reagan y Sykes, 2020).
Diagnóstico clínico
El diagnóstico se basa en un examen físico completo del animal: tos seca grave, secreción ocular, secreción nasal y estornudos son los signos clínicos más comunes. Generalmente se mantienen el apetito y el estado general. Un síndrome febril con letargia y disorexia u otros signos más graves, que pueden conducir a la muerte del paciente, puede ser consecuencia de una infección bacteriana secundaria. Este examen clínico cuidadoso puede complementarse con exámenes radiográficos
Diagnóstico laboratorial
En los casos en que los signos clínicos sean más graves, prolongados, contagiosos o que haya un empeoramiento es interesante realizar un diagnóstico etiológico. Los exámenes microbiológicos se pueden realizar con hisopos nasales, orofaríngeos, lavado broncoalveolar o aspiración transtraqueal. Estas muestras pueden someterse a un cultivo bacteriano seguido de un antibiograma para hacer un uso óptimo de la terapia antibiótica y no promover las resistencias. El diagnóstico por técnica de biología molecular, en particular el basado en PCR, se ha vuelto mucho más accesible y su utilidad será mayor, siempre y cuando se realicen a diferentes ejemplares en caso de colectivos.
Tratamiento
Sintomático
Para los signos clínicos de baja intensidad presentes durante menos de una semana
Importancia de la tos de las perreras
+ Al ser una causa posible de anosmia en perros, su control y prevención es aún más importante en perros de detección olfativa, en los que la vacunación se hace prioritaria. + En perros de deporte es causa de exclusión en competición, por su alta contagiosidad. Además, cualquier causa que aumente la cantidad o viscosidad del moco traqueobronquial o produzca cualquier cambio en el diámetro de vías respiratorias provoca: fatiga, tos e intolerancia al esfuerzo y, por tanto, pérdida de rendimiento, que puede prolongarse en el tiempo, según el estado inmunitario del animal. + En perros con patologías cardiorrespiratorias asociadas o con riesgo de padecerlas, exacerbará su clínica. + Cuando no realizamos una buena desinfección de tubos endotraqueales empleados en anestesia inhalatoria, ponemos en riesgo a los pacientes que vienen a cualquier cirugía.
Figura 2. Técnica de fisioterapia respiratoria destinada a movilizar las secreciones bronquiales mediante percusión del tórax con las palmas de las manos. Figura 3. Las inhalaciones de antibióticos también pueden estar indicadas en infecciones bacterianas graves que no responden a la terapia convencional.
y acompañados de buen estado general, no se recomienda ningún tratamiento específico. No existe un tratamiento antiviral recomendado, de forma general, para todos los casos de tos de las perreras (Lappin et al., 2017). Algunos supresores de la tos pueden usarse para la comodidad del perro; sin embargo, los supresores narcóticos de la tos como la hidrocodona o el butorfanol disminuyen el aclaramiento bacteriano y predisponen a infecciones secundarias en perros con tos productiva (Thrusfield et al., 1991). Deben utilizarse con moderación en perros con tos improductiva. Los broncodilatadores como la teofilina y la aminofilina también pueden usarse para mejorar los signos clínicos. Previenen la aparición del broncoespasmo y actúan como supresores de la tos (Sykes y Greene, 2013). Puede ser necesario plantearse cuidados intensivos que incluyan fluidoterapia, oxigenoterapia, soporte nutricional, inhalaciones e incluso el ”clapping”, técnica de fisioterapia respiratoria destinada a movilizar las secreciones bronquiales mediante percusión del tórax con las palmas de las manos (Sykes y Greene, 2013) (figura 2).
Antimicrobiano
Se debe prescribir terapia con antibióticos para perros que muestren signos clínicos durante más de una semana o signos compatibles con neumonía bacteriana como fiebre, depresión, disorexia o una radiografía de tórax que muestre opacidad alveolar. Idealmente, debe realizarse un cultivo bacteriano asociado con un antibiograma para seleccionar el antimicrobiano más adecuado. Si el agente sospechoso es: • B. bronchiseptica o Mycoplasma spp.: doxiciclina a dosis de 5-10 mg/kg por día. • Infección bacteriana secundaria a una infección viral: - Amoxicilina/ácido clavulánico (11 – 20 mg/kg dos veces al día). - Cefalosporinas (10 - 25 mg/kg dos veces al día). - Fluoroquinolona (5 – 20 mg/kg de enrofloxacina por día o 2,7 -5,5 mg/kg de marbofloxcina por día).
- Lincosamidas como clindamicina (10 mg/kg dos veces al día). Las inhalaciones de antibióticos como el sulfato de kanamicina o el sulfato de gentamicina también pueden estar indicadas en infecciones bacterianas graves que no responden (figura 3).
Profilaxis sanitaria
Se deben tener en cuenta varios factores en centros o áreas de alta densidad de perros (residencias, protectoras, criaderos, clubes caninos, etc.), donde los veterinarios se hacen indispensables: • Procedimientos de cuarentena. • Control de densidad de población. • Ventilación. • Plan de limpieza y desinfección periódica de locales y equipos. • Registro de frecuencias de operaciones de limpieza y desinfección (incluir dilución de cada producto, temperatura de uso, tiempo de aplicación y la necesidad de aclarado), con responsable de limpieza y operaciones de desinfección para cada sector. • Control de la temperatura del local (1025 °C), de la entrada y salida de animales y de la presencia de parásitos externos. • Visitas sanitarias por el veterinario dos veces al año. Se precisa limpieza y desinfección periódicas para limitar el desarrollo de patógenos. Para los tres patógenos principales se recomienda usar desinfectantes a base de amonio cuaternario viricida, bactericida y fungicida. La inmunidad conferida por el calostro materno a los cachorros comienza a disminuir alrededor de las 6 semanas, por lo que es recomendable reforzar los planes de desinfección a las 4 y hasta las 9 semanas (una semana después de las primeras vacunaciones).
Vacunación como medida de prevención
La mayoría de los cachorros, de madres inmunocompetentes, están protegidos en las primeras semanas de vida. La inmunidad pasiva habrá disminuido a las 8-12 semanas a un nivel que permitirá la inmunización activa. Según la WSAVA, se considera una vacuna no esencial, recomendada según el estilo de vida y riesgo de cada perro.
Vacunación parenteral
En el caso de una administración parenteral se recomienda una vacunación inicial del cachorro con dos dosis (una a las 6-8 semanas de edad y otra a las 10-12 semanas) y una continuación anual o más, frecuentemente para perros de alto riesgo no protegidos. Si, además, seguimos las recomendaciones de la AAHA de 2017, se preferirá no realizar la vacunación de tos de las perreras en la misma cita, junto con el resto de vacunas esenciales, con el fin de evitar reacciones adversas, particularmente en perros de razas pequeñas (< 10 kg). En este caso, puede estar indicado un esquema de vacunación alternativo, consistente en retrasar la administración de esta vacuna no esencial 2 semanas después de las vacunas consideradas esenciales.
Vacunación intranasal
La vacunación con una vacuna viva atenuada intranasal da como resultado la excreción de esta cepa durante algún tiempo después de la vacunación (RuchGallie et al., 2016). Su principal desventaja: que revierta a una forma virulenta y cause enfermedades, especialmente en animales inmunodeprimidos o en perras gestantes. La vacunación intranasal se enfrenta a muchos desafíos: • Necesita superar muchos, si no todos, los mecanismos inmunitarios innatos presentes en las vías respiratorias superiores. • Vehículos de administración de vacunas: presenta incapacidad de administrar o cuantificar con precisión la cantidad de antígeno administrada. Presenta un problema adicional: administrar una vacuna oral o intranasal a un perro grande defensivo puede no ser una tarea sencilla. Además, aunque parece brindar una alta protección local, en relación a la vacunación parenteral, una revisión reciente cuestiona esta ventaja (Ellis, 2015).
Vacunación intraoral
Empleada también, como la intranasal, para proteger igualmente contra el desarrollo de la enfermedad, esta vacuna reduce el riesgo de daño pulmonar y la intensidad de los signos clínicos, pero se considera menos eficaz que la intranasal en la producción de anticuerpos. Es necesario recordar a los veterinarios que las vacunas intranasal y oral NO deben darse por inyección parenteral, ya que pueden producir una reacción adversa, e incluso la muerte.
¿Posibles soluciones?
• Individualizar las pautas según colectivos/entorno. • La vacunación parenteral reduce los riesgos que presenta la intranasal y se convierte en la opción más segura, tanto para los veterinarios clínicos como para el entorno del perro. Queda, por tanto, la necesidad de continuar investigando sobre la inmunidad a largo plazo de entre las diferentes opciones de vacunación posibles (Mitchell y Brownlie, 2015).
Resumen del webseminar impartido por Milagros Benito en junio de 2021.
Conclusiones
1. Es un síndrome endémico en todo el mundo que involucra múltiples patógenos virales y bacterianos. El agravamiento de la enfermedad suele ser debido a co-infecciones de varios agentes infecciosos, algunos de ellos emergentes. 2. Aunque afecta igualmente a los perros de forma individual, su mayor importancia clínica y epidemiológica se focaliza en los colectivos, donde alcanza una morbilidad del 100% durante los brotes, tras estancias en lugares donde se congregan tales como protectoras, exposiciones caninas, clases de entrenamiento o reuniones durante los paseos. 3. La mejor opción de control y prevención es la vacunación, ya que no solo disminuye la morbilidad cuando se exponen a los agentes etiológicos, sino que reduce la gravedad de los signos clínicos. 4. El interés por esta vacunación es aún mayor en perros de deporte y de utilidad. En competiciones de mushing, es obligatoria, al considerarla esencial para preservar la salud de los perros atletas. 5. Se dispone de vacunas frente a los principales patógenos involucrados, que confieren ventajas clínicas y epidemiológicas. De ellas, se desaconseja la vacuna intranasal cuando en el entorno del perro existen personas inmunodeprimidas, que deberán evitar todo contacto con la vacuna y los animales vacunados hasta 6 semanas después de la vacunación. 6. La prevalencia de los agentes involucrados en CIRDC está cambiando a medida que se identifican nuevos patógenos y se requiere una vigilancia continua en toda Europa para rastrear la evolución del síndrome.