10 minute read
EL AMIGO SECRETO
Todos los días me levanto con miedo a sentir algo, cuando escribo esto se cumple una semana de haberme expuesto a un positivo, han sido días de incertidumbre, desasosiego y ansiedad. No hay día en que no me detenga cada hora a analizar lo que estoy sintiendo, a respirar conscientemente, a escuchar mi cuerpo, a sentir mi cuerpo, pero nada, no siento nada, los días pasan y pasan y yo no siento nada, el problema es que los positivos aumentan, los negativos quedan con dudas y yo, yo no siento nada.
Durante meses nos hemos cuidado como nos han indicado, salimos lo menos posible y solo cuando ha sido estrictamente necesario, hemos tomado las medidas de bioseguridad que se han establecido, es más, cada que salimos somos más paranoicos que cualquiera. Por lo general salimos Morado, Rosa, Amarillo, Negro y yo, vamos a restaurantes al aire libre, a cafés con medidas y siempre usamos tapabocas, desinfectante y alcohol. Hemos trabajado muchas veces juntos, incluso con Rojo, Gris y Naranja, y todos hemos sido responsables en nuestra cotidianidad, en nuestras casas y con nuestros familiares.
Advertisement
Sin embargo, bajamos la guardia, no hay otra expresión que explique por qué hoy la mitad del grupo es positivo y la otra mitad vive en la incertidumbre y la paranoia, y luego estoy yo, que no siento nada.
La cosa es así, llevábamos meses sin vernos, sin salir y sin encontrarnos. Antes solíamos vernos cada quince días, para charlar, comer o tomar licor. Eran encuentros esporádicos y anhelados por todos, teníamos el protocolo de cuota monetaria y demás, Morado prestaba la casa, Celeste y Negro se encargaban de la gestión del licor; Rojo, Gris y Azul nos acompañaban por gusto, aunque ellos nunca consumían alcohol, y siempre me designaban a mí los asados, la comida y la mantequeada. Eran reuniones muy tranquilas, en el mejor de los términos, tranquilas es que hasta hoy no hemos llorado a nadie, en el sentido de que nadie se ha muerto, porque de resto, las anécdotas dan para un libro entero.
Completamos 3 años seguidos celebrando el día del amigo secreto, la excusa era vernos, hace un año fue increíble, quizás por el hecho de que las probabilidades de volvernos a reunir eran mínimas y cada uno empezaba a buscar su propio camino en la vida, decidimos que esa celebración sería épica, aunque siempre son épicos nuestros encuentros, en todo caso, este año no podía ser la excepción y mucho menos no intentar superar la anterior, con todo y pandemia, era la excusa perfecta para hacer como si no pasara nada y reunirnos, charlar y celebrar. A principios de mes hicimos el sorteo, metimos los papelitos a la espera de quién sacaría a quién, usamos una aplicación para esto y el amigo secreto nos llegaba a nuestros correos, no había endulzada ni encuentros previos porque la situación no lo permitía y como siempre hemos sido borrachos pero buenos muchachos, dijimos que solo nos veríamos un día para repartir los regalos y entregar las endulzadas, era solo un día, nada podía salir mal y teníamos un mes entero para prepararnos.
De todos los más responsables con las normas han sido Morado, Negro y Rojo, siempre tienen alcohol en sus vehículos, salen lo menos posible y por lo general cuando nos vemos son quienes nos surten de implementos de aseo y están a la expectativa de a dónde vamos, con quienes y por qué. Morado teme más por su familia que por su vida, como todos, Negro y Amarillo siempre cuidan sus hogares y obvio Rosado y yo también, pero ya saben a lo que me refiero. La finca ya estaba reservada, nos iríamos el sábado en la tarde y volveríamos el domingo en la mañana. El sitio era alejado, solo estábamos nosotros y eso nos daba un poco más de seguridad, el contacto con los dueños fue a la entrada cuando nos tomaron la temperatura, nos dieron desinfectante y nos mostraron la casa en donde nos hospedaríamos; era una finca campestre, tres cuartos dispuestos para quince personas, una piscina mediana, mesa de billar y una zona de BBQ que al final de la noche fue la discoteca improvisada de todos nosotros. Realmente no quería ir, sospechaba que Negro ya era un impostor y por ende prefería mantenernos a la distancia, pero Rosado y Morado insistieron en que quizás sería el último espacio para compartir, además que como todo estaba pasando, quizás Amarillo no volvería tampoco a estar con nosotros. De todas formas, había una responsabilidad adquirida, yo había sacado a Blanco y hubiese sido muy triste para ella que su amigo secreto no estuviera. La paranoia y ansiedad que me caracterizan lograron que no me sintiera cómodo rodeado de todos en un momento de incertidumbre y de aumento de positi-
vos, además de otras cosas que no vienen al caso, resulta pues que desde el inicio me alejé del grupo entero, me fui a jugar con Azul un rato, y luego compartí con Morado y Rosado. El día se terminaba, la noche empezaba y todos nos dirigimos a nuestros cuartos para arreglarnos, prepararnos, bañarnos y tener todo listo para la repartición de regalos. Previamente decidimos que comeríamos arroz chino, era lo más fácil en el momento y el domicilio podía llegar hasta la finca en donde nos encontrábamos. Todo estaba listo, aunque Celeste y Rojo no dejaban de toser, sin embargo, nadie hacía aspaviento de nada, pues todos somos amigos, somos equipo, quién sería capaz de traicionar a uno de nosotros, nadie, eso pensábamos y hasta el momento los años no lo habían demostrado.
El juego fue sencillo, cada uno hablaba de un momento que vivieron a lo largo de estos cuatro años con el amigo que sacaron, inició Rojo, había sacado a Gris y recordaron sus primeros días en la Universidad, desde siempre han sido los mejores amigos, compañeros y casi hermanos. Luego Amarillo habló de su cariño hacia Morado, todos nos reíamos y recordábamos ciertos momentos que mencionaban pues casi en todos estábamos presentes los diez, a veces once, a veces quince, a veces veinte, otras veces solo cuatro, o dos, pero han pasado años y la amistad se conserva, por eso confiamos en todos, hasta ahora nadie ha sido traicionero, al menos no de forma consciente.
Resulta pues que Blanco me sacó a mí, y yo la saqué a ella, fue muy chistoso porque de todos, nosotros hemos sido
compañeros desde siempre, desde el primer día de la primera clase del primer semestre, hemos trabajado juntos, discutido juntos e incluso todos dicen que tenemos algo más, pero no es cierto, somos amigos, todos somos amigos y nos cuidamos los unos a los otros, nos respetamos, nos valoramos y nos defendemos. El momento cúspide de la noche inició, los protocolos disminuyeron, la cercanía se hizo presente y la música sonó más alto, las quince copas se redujeron a dos, los metros de distancia disminuyeron a centímetros y los gritos, alaridos y risas aumentaron de forma exponencial; bailamos, saltamos, nos abrazamos; hablamos, dijimos y nos reímos; recordamos, añoramos y prometimos; bailamos, bailamos y saltamos, bebimos, bebimos y bebimos y al final de la noche, todos juntos nos dormimos.
Como siempre, fui el primero en caer, quizás por la edad, la paranoia, el desasosiego, o simplemente las semanas de trabajo que tuve. En el cuarto junto a mí durmieron Gris, Amarillo y Azul. Al lado del baño el otro cuarto estaba para Naranja, Blanco y Celeste y en el último, Rojo, Morado y Rosado. El primero en despertar fue Amarillo, había carrera de carros y él no se la podía perder, Azul también es amante de los deportes así que se despertaron y prendieron el televisor, yo me levanté después, era una mañana soleada, curioso es que siempre que estamos en una finca los días son soleados, no importa si es lunes o martes, o sábado o domingo, esos sitios parece que fueran dispuestos en zonas donde no llueve, al menos mientras uno está. Azul me sugirió preparar café, porque claro, todos se iban a levantar malucos por la noche, así que me puse en gestión, conseguí una olla, alisté la estufa, prendí el fogón y empecé a calentar el agua, a falta de colador de café, tuve que utilizar una camiseta vieja, obviamente muy limpia y pues el café había sido el regalo que me dio Blanco, así que todo estaba preparado, el agua empezó a calentar y yo me dispuse a la preparación, entre tanto se levantaron Rojo, Naranja y Celeste. Las escuché de lejos pues Rojo estornudó y realmente Celeste nunca dejó de hacerlo, todos estaban pendientes de lo que sentían, pero ambas afirmaron que no pasaba a mayores, que era una simple gripe. Yo terminé de preparar el café, alisté los vasos desechables y empecé a servir. Como buen anfitrión empecé a repartir a todos los que querían y por último me senté junto a Amarillo y Gris a hablar de cosas.
La mañana avanzaba, cada uno se preparaba y se arreglaba, debíamos dejar la finca antes de las diez de la mañana y como era domingo, todos nos encontrábamos listos para descansar antes de la semana siguiente. Luego de todo, nos quedamos Rosado, Morado, Amarillo, Blanco, Azul, Celeste y yo para desayunar, fuimos a un restaurante cercano del pueblo en donde nos encontrábamos y pedimos el menú que nos ofrecieron, algunos tomaron caldo, otros pidieron arepa y otros simplemente querían tomar mucha agua. Al final de la tarde estaba nuevamente en mi casa, descansando, alistando cosas para el otro día madrugar.
Eran las once de la mañana cuando un mensaje en el grupo “La Épica” nos alertó, como estaba ocupado, miré el grupo media hora después, ya había 50 mensajes 10 audios y un montón de stikers que alertaban sufrimiento, miedo y llanto. Empecé a leer y con el paso de cada mensaje mi corazón se fue acelerando. No sabemos cómo o por qué, pero no fue en la finca, resulta que Rojo dio positivo, y Gris también, todos quedamos alterados; Rosado y Morado propusieron hacerse la prueba, pero aún era muy pronto para esto, aunque muy tarde para lo demás. Todos se quedaron asustados esperando lo que acontecería. Algunos empezaron a llamar a las EPS y otros empezaron a gestionar los laboratorios para hacerse la prueba particular. Yo me quedé de una pieza, no sabía qué hacer, ni qué decir en mi casa, casi no salgo y preciso cuando me voy regreso contaminado, era lo peor, la paranoia me invadió y un dolor de cabeza se apoderó de la tarde que siguió. Al día siguiente Rosado empezó a sentir síntomas, preguntamos por los primeros positivos y pedimos que todos nos fueran diciendo cómo se sentían: Maluco, normal, normal, maluco, normal, normal, normal, maluco, maluco, normal, maluco, y yo, que no sentía nada, que no siento nada y sigo sin sentir nada. La Secretaría de Salud de Armenia ya estaba informada de la situación, el miércoles empezó a llamarnos a todos para realizar el cerco epidemiológico y claramente ya avergonzados tuvimos que confesar nuestra irresponsabilidad. No había más qué hacer o pensar, solo quedaba esperar, hacernos la prueba y aislarnos definitivamente de la familia, amigos y la calle. Los resultados se dieron así 5 positivos, 6 negativos y yo que no sentía nada, aunque la prueba de sangre que me hice pasados los once días arrojó un rotundo negativo, como bien es sabido la EPS nunca me respondió para darme una cita, simplemente quedaron informados de la situación tanto por mí como por la Secretaría de Salud, pero ni esto valió para que tomaran cartas en el asunto. Me la hice el día 11 aún sin sentir nada. Es increíble el comportamiento del virus, no entendemos, nadie entiende, y todos quedamos sorprendidos. Ser negativo me tranquilizó, sin embargo, todos los días los síntomas de todos aumentan. Rojo no tiene sabor, Rosado se la pasa durmiendo, Gris tiene congestión y maluquera, Blanco no siente nada pero al parecer contagió a su familia, Amarillo fue negativo pero de la EPS lo llamaron a decirle que no bajara la guardia pues quizás podía ser un falso negativo, Morado y yo nos quedamos simplemente con la angustia y cada día pasamos revista en el grupo sobre el comportamiento de cada uno, somos amigos, en todo caso, que a alguno le pase algo nos duele a todos, el amigo secreto fue extraordinario y hoy nos queda la lección de la irresponsabilidad, pues en todo caso ¿qué podía salir mal en plena pandemia? Era solo una reunión entre conocidos.