en la línea de vuelo DESDE LA PAZ,BCS. CPA. ENRIQUE A. GUERRERO OSUNA
Las
transiciones de los pilotos
TRANSICIÓN ES EL CAMBIO DE UNA FORMA A OTRA DE UN ESTADO A OTRO, DE UN ESTILO DE VIDA A OTRO,
DICIEMBRE 2020
10 piloto femppa
T
DE UN AVIÓN A OTRO.
oda mi vida como piloto ha estado llena de “transiciones. Les voy a contar algunas de las que a mí me tocó vivir en suerte. Por voluntad propia y por un deseo muy grande de llegar a volar tuve que hacer la transición de la apacible vida civil de un muchacho de la ciudad de Mexicali a la vida ajetreada y vertiginosa en una escuela militar. Estamos hablando de cambios radicales. Detalles tan insignificantes como la de tender o “hacer” una cama cobran relevancia. Allá en mi pueblo (bastante grande, pero pueblo al fin) el levantarme, el vestirme y el de decidir qué hacer con mi vida no le daba la mayor importancia. En una escuela militar la cama donde uno reposa (cuando se puede) debe ser reflejo de la disciplina a la que estábamos haciendo la transición. Una cama no se puede “tender” o “hacer” como a uno le guste, no, señor, aquí todo tiene un orden riguroso y se debe seguir día y noche. Las sábanas deben de quedar de una forma, la cobija de otra, y si al pasar una revista no rebota una moneda sobre ellas, tenemos que volverla a “hacer” hasta que brinque el veinte. Como ya no está mamá, tenemos que aprender a realizar todo tipo de labores “domésticas”: coser, planchar, lavar, etc., esto incluye hasta diagnosticarse uno mismo enfermedades ligeras y aprender el remedio sin visitar la enfermería. Cuando ingresé a una escuela militar el cambio fue vertiginoso. En mi pueblo, ya quedamos, nadie me obligaba a estudiar como lo aprendí a hacer aun bajo las más duras circunstancias. En estas escuelas era y sigue siendo una vergüenza reprobar una materia, además la espada de la “eliminación” pendía
constantemente sobre nosotros, como un ominoso aviso. Correr, marchar, estudiar y bañarse antes de que se consuma un cerillo, fue para mí una gran “transición”. El tiempo se nos fue “volando”. Cuando a toda mi generación, una vez terminado nuestro compromiso de servicio con la nación, nos tocó elegir qué camino seguir; algunos decidimos incursionar en el medio civil, otros decidieron continuar con su vida militar. Un viejo dicho entre pilotos militares dice: “afuera (en la vida civil) no tocan rancho” (llamada al comedor) lo cual traducido significa que teníamos que empezar prácticamente de cero. Otra transición. Nos quitamos el compromiso con la Fuerza Aérea, pero adquirimos el de poder desenvolvernos en un medio extraño al que eventualmente pronto nos acomodamos. Para poder trabajar tenía que hacer una transición a alguno o a varios aviones civiles, nada extraordinario, lo curioso es que para muchos de ellos no había cursos, solo manuales y por supuesto se deben volar correctamente. Para otros equipos ya más pesados sí había cursos, pero costaban y siguen costando mucho dinero. Algunos decidieron intentar entrar a una compañía comercial, era solo prepararse, estudiar y echarle ganas en el examen y lo lograron. Otros fallaron, algunos más ni siquiera lo intentamos por varias razones, hubo incluso los que se dedicaron a fumigar y otros dejaron de volar. De entrada tenemos lo que para mí es un verdadero problema para las compañías: los sindicatos. Como yo no estoy de acuerdo con esos procederes (los de los sindicatos) preferí mantenerme al margen y me quedé en la aviación general, además, entrar a las “grandes ligas” implicaba, en aquel entonces, ya no, aclaro, radicar en la Ciudad de México, algo que yo no tenía