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Luego, la imaginación radical comienza a cuestionar, transformar y producir nuevas significaciones. Este movimiento perfila la creación del modo de ser por parte del individuo. Por lo que el individuo es un alguien haciéndose que crea su ser en la medida que la vinculación de su imaginación con lo imaginario le proporciona sentido al ser que construye y a su continua actividad de hacerse a sí mismo. De acuerdo a lo ya explicado sobre la tesis de Castoriadis, el individuo apunta a “cuatro regiones –viviente, psíquico, individuo social, sociedad- …”360. Se trata de un individuo del cual emergen representaciones y también acoge imágenes establecidas; pero lo que destaca Castoriadis es que el individuo social tiene la capacidad de tomar la red simbólica de significaciones y de hacer con este flujo algo para sí y para el colectivo. Es la capacidad reflexiva y deliberativa del individuo sobre lo instituido y su potencialidad creadora a partir de lo cual construye su imagen social. Lo imaginario actúa sobre el individuo, pero el individuo reacciona ante lo imaginario. Lo que caracteriza el nacimiento del individuo es su fuerza imaginativa, reflexiva y reactiva. La cuestión radica en lo siguiente: ¿qué va a hacer el individuo socializado con lo imaginario establecido? ¿Lo va a recibir pasivamente? ¿Va a evadir su responsabilidad social? O ¿Va a cuestionar y rechazar lo que considere? ¿Asumirá el compromiso de ser un individuo social? La construcción del individuo consiste en su capacidad de manifestarse como una fuente indeterminada de innovación. El individuo tiene capacidad de reflexionar, deliberar, actuar, decidir, hacer, crear, imaginar. Para ello debe asumir el compromiso y aceptar que es un individuo social, es decir, le preocupa lo privado y el terreno de lo público. Un individuo que asume la postura
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Castoriadis, Cornelius. Sujeto y verdad en el mundo histórico-social. Ob. cit., p. 55.