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1) una clase dominante -la burocracia-, raíz de los procedimientos y métodos que influyen y orientan las acciones de los hombres, garantizan que sus intereses se correspondan con los del autócrata; 2) un autócrata, cuyas decisiones están protegidas por la burocracia; y, 3) la estratocracia, la casta militar, procura el ejercicio efectivo de la vinculación de la burocracia con el autócrata y que las acciones de los hombres se realicen de conformidad con ese vínculo, por medio de la fuerza bruta (coacción, coerción, represión). Así, la sociedad totalitaria como institución histórica-social está encarnada en la burocracia como institución. Es impuesta a los hombres creándolos a su medida, algunos cientos aceptarán este modelo y así lo transmitirán. Esta institución se impone mediante la explotación económica del hombre por el hombre sometiéndolos a faenas que traspasan los límites de su capacidad. Nacionaliza los medios de producción. Expropia. Elimina la propiedad privada adueñándose de las empresas, de la economía del Estado, crea un partido único. Todo lo anterior, es cubierto con leve maquillaje de “nuevas” formas jurídicas atribuyéndole así la ficción de legalidad y legitimidad. De este modo, subyugan a los hombres determinando y dirigiendo su comportamiento en la vida social. Así que, los hombres representan las significaciones imaginarias que la burocracia desea. Los hombres pasan a ser asalariados, alienados por los procedimientos burocráticos, sin derechos políticos, cívicos, sindicales. Controlados por un cuerpo policial, se convierten, paradójicamente, en perseguidores y perseguidos capaces de cometer delación entre sus iguales o con otro.