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Aplica lo aprendido: La vida oculta de los objetos
El andaluz Vicente Aleixandre (1896-1984) fue uno de los máximos representantes del grupo del 27. Tras la Guerra Civil, se convirtió en referente para los jóvenes poetas: en 1934 ya había recibido el Premio Nacional de Literatura por el libro de poemas La destrucción o el amor. Ingresó en la Real Academia Española en 1950, y en 1977 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Su obra, de tinte surrealista, busca constantemente la integración con la naturaleza, aunque no renuncia a poemas más clásicos. Su lenguaje es rico y complejo, y los temas fundamentales sobre los que se construye su obra giran en torno al amor y la muerte. Definió la poesía como «comunicación» (antes que «belleza»), por eso no hay palabras feas o bonitas, sino necesarias. Al poeta lo define como «una conciencia puesta en pie hasta el fin». Son propios de su estilo el versículo libre y el uso de metáforas grandiosas, cosmogónicas. En su producción sobresalen, entre otros, poemarios como La destrucción o el amor, Sombra del paraíso, En un vasto dominio y Poemas de la consumación.

Actividades
22 ¿Qué relación existe entre el título del libro de Vicente Aleixandre, La destrucción o el amor, y el tema de esta composición? 23 ¿De qué manera se expresa la concepción romántica del amor en este poema?
Unidad en ella
Cuerpo feliz que huye entre mis manos, rostro amado donde contemplo el mundo, donde graciosos pájaros se copian fugitivos, volando a la región donde nada se olvida.
Tu forma externa, diamante o rubí duro, brillo de un sol que entre mis manos deslumbra, cráter que me convoca con su música íntima, con esa indescifrable llamada de tus dientes.
Muero porque me arrojo, porque quiero morir, porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera no es mío, sino el caliente aliento que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.
Deja, deja que mire, teñido del amor, enrojecido el rostro por tu purpúrea vida, deja que mire el hondo clamor de tus entrañas donde muero y renuncio a vivir para siempre.
Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente que regando encerrada bellos miembros extremos siente así los hermosos límites de la vida.
Este beso en tus labios como una lenta espina, como un mar que voló hecho un espejo, como el brillo de un ala, es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo, un crepitar de la luz vengadora, luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo. Vicente Aleixandre La destrucción o el amor
Dámaso Alonso (Madrid, 1898-1990) llegó a ser director de la Real Academia. Marcó la lírica de la posguerra española con Hijos de la ira (1944), visión desgarrada de la injusticia y el odio. Pregunta a Dios sobre el sentido de la vida y la miseria de la condición humana. Obras suyas son también Poemas puros. Poemillas de la ciudad (1921) y El viento y el verso (1925), anteriores a Hijos de la ira, en los que hace una poesía sencilla y transparente, pretendidamente ingenua. Son relevantes también sus estudios como crítico e investigador, sobre todo, de la figura de Luis de Góngora.
Todos los días rezo esta oración al levantarme:
Oh Dios, no me atormentes más. Dime qué significan estos espantos que me rodean. Cercado estoy de monstruos que mudamente me preguntan, igual, igual, que yo les interrogo a ellos. Que tal vez te preguntan, lo mismo que yo en vano perturbo el silencio de tu invariable noche con mi desgarradora interrogación. Bajo la penumbra de las estrellas y bajo la terrible tiniebla de la luz solar, me acechan ojos enemigos, formas grotescas que me vigilan, colores hirientes lazos me están tendiendo: ¡son monstruos, estoy cercado de monstruos!
No me devoran. Devoran mi reposo anhelado, me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma, me hacen hombre, monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible como este Dámaso frenético, como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos, como esta bestia inmediata transfundida en una angustia fluyente; no, ninguno tan monstruoso como esa alimaña que brama hacia ti, como esa desgarrada incógnita que ahora te increpa con gemidos articulados, que ahora te dice: «Oh Dios, no me atormentes más, dime qué significan estos monstruos que me rodean y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche».
Monstruos


¡OJO!
Hijos de la ira
En 1944 Dámaso Alonso publicó una obra fundamental en nuestra literatura: Hijos de la ira. Este libro, junto a Sombra del paraíso —de Vicente Aleixandre—, se convertirá en referente de los jóvenes poetas de la posguerra. Dámaso fue, además, uno de los grandes estudiosos del grupo del 27 y de sus vínculos con Luis de Góngora.

Actividad
24 Analiza este poema temáticamente, ¿qué o quiénes son esos monstruos? ¿Cómo se expresa la crisis de la posguerra?