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Emiliene D’Alençon: ¿La Muñeca de La Perla?
José Antonio Ruiz Tierraseca
Terminé el pasado artículo diciendo “¿y todo esto, a son de qué viene?”. Pues bien en esta cuarta y última parte se revelará el secreto de La muñeca de La Perla (Se hace el silencio, redobla el tambor, se apagan las luces, sale el presentador y con voz retumbante y arrastrada…
¡“señoras y señores, niños y niñas, distinguido público, ante ustedes, ¡la auténtica! ¡la original! ¡la única… Muñeca de La Perla!”.
Las litografías proceden de un muestrario llegado desde Estados Unidos, impresas en azul, sepia y negro, conjunto de colores “marca de la casa” que nos encontramos con frecuencia en sus creaciones y como curiosidad vemos los precios: un centavo y medio la vista y un centavo la papeleta, precios que hoy serían inconcebibles.
Su título, Full Bloom, podemos traducirlo cómo “Plena Floración”, o bien, “Flor en Plenitud”, aludiendo sin duda a la “plena belleza” de la señorita representada. A su vista, el meollo de la cuestión: ¿Cómo pudo llegar esta Full Bloom a convertirse en La Muñeca?
Pues para elaborar una teoría, repasaremos el vitolario de La Perla y saquemos conclusiones de dónde proceden una buena parte de sus anillas más significativas y que no es otra casa que la Litográfica Gebruder Klingenberg, situada en Detmold (noroeste de Alemania) aunque según José Luis Fernández Manovel que en su historia de La Perla, publicada en la revista número 100 de la Asociación Viltolfílica Española (marzo-abril de 1966) afirmaba que procedían de la Herman Schött. Como vemos es una creación de Heppenheimer
Si repasamos el Catálogo de La Perla, sólo hay una anilla con el anagrama de la Herman Schött y está como las que hay a su lado, a pesar de la coincidencia del nombre, no parece lógico que fueran usadas en la fábrica: no indican razón social, no indican la ubicación de la fábrica, no indican el número de registro, datos todos ellos que las fábricas mexicanas en general y, por supuesto, La Perla, hacían figurar con profusión en sus anillas.
¿Y de la Gebruder Klingenberg? Pues curiosamente también hay una sola anilla en la que figura su anagrama, pero así como de la Herman Schött no se ha conseguido encontrar nada contundente que relacionar con La Perla; de la G. K. se reúnen pruebas suficientes para que no haya la menor duda.
Esta pruebas empiezan por la anilla gigante, pues vemos el modelo original sacado de un muestrario de la delegación de la Gebruder Klingenberg en Nueva York, aunque sin duda, su creación sería en Alemania.
Como vemos está numerada con el 850 y no hay error o “invento” posible pues es el mismo el que figura en la tarjeta del muestrario y el marginal de la anilla. En cuanto al vitolario normal, algunos ejemplos que he sacado de mi colección, en la cual, por otra parte, tampoco tengo mucho entre lo que escoger, pero yo diría que suficiente.
Con esto, se diría que podría ser suficiente, pero todavia existe la “prueba capital”, pues existe esta joya, la cual además de servir como testimonio, aporta algunas cosas interesantes que comentaré. ¡Chanchán!
Como podemos apreciar, una prueba litográfica de una vista y un tapaclavos para La Perla (la imagen está reducida), no dice nada de lo que nos interesa pero sí el reverso, pues está sellado por “Gebr. Klingenberg” y con los números 10052 para la vista y 10055 para el tapaclavos.
¿Qué nos dice de interesante? Pues varias cosas. En primer lugar, si nos atenemos al estudio de la casa litográfica que hizo en su día el estudioso D. Julio Herrero, dichos números corresponderian a 1894, y aquí tenemos la primera “manzana de la discordia”, pues Fernández Manovel afirma con rotundidad y precisión que La Perla se fundó el 3 de mayo de 1898.
Lo afirmaba con rotundidad y llevaba razón, y esta es la prueba que lo corrobora, la primera hoja de inscripción del libro diario de La Perla posiblemente presentado para su registro el día que pone en la hoja:
Por lo cual no parece lógico que las pruebas litográficas empezasen cuatro años antes de la fundación de la fábrica. El otro dato significativo que nos muestra la litografía es que la razón social es “Madrazo y Corrales”.
Los primeros escritos sobre La Perla dan lugar a una apasionada controversia acerca de cual sería la primera razón social, con partidarios de “Andrés Corrales” y partidarios de “Madrazo y Corrales”. La litografía parece inclinar la balanza del lado de “Madrazo y Corrales”.
Si nos atenemos a las fechas, parece obvio: Hippenheimer y Maurer existe desde 1872 hasta 1885, o sea, en el peor de los casos, 13 años antes de la fundación de La Perla.
La Gebruder Klingenberg funciona como litografía desde 1867 y podríamos suponer que en sus primeros tiempos ya creara una litografía que representase a la Muñeca y luego fuera copiada por Heppenheimer y Maurer, posibilidad en mi opinión demasiado improbable. Hubo que darse mucha prisa en instalarse en Estados Unidos, “crear” la muñeca, que la viera Heppenheimer y Maurer y la copiara y que además coincidieran los colores, los cuales son de uso habitual por ellos. En cualquier caso, si esta suposición fuera cierta, Emilienne d’Alençcon ni siquiera habría nacido.
Tambien podríamos suponer que la Gebruder Klingenberg vio el angelical rostro de Emilienne y le “vistió” con los aditamentos de la Full Bloom. ¿Una casa litográfica con miles de creaciones y quizá docenas de artistas para crear algo original?
Por último y desde otro punto de vista, ¿una casa con miles de creaciones y quizá docenas de artistas copiando a otra? Pues yo diría que esto era algo muy común. Si repasamos nuestras colecciones veremos cientos, quizá miles de ejemplos de anillas y habilitaciones similares de distintas casas litográficas. Aquí observamos dos ejemplos que no copian la imagen pero copian el título (que tambien es copiar). Ninguna de las dos es de la Heppenheimer y Maurer. ¿Quién copió a quién?
Y otro ejemplo más. La papeleta ovalada creación de Heppenheimer y Maurer parece hecha a imitación de La Africana cubana o para “despistar” acerca de su título, Seminola, de impresión mucho más reciente.
Después de todo esto, señoras y señores del jurado, las conclusiones finales serían que Heppenheimer y Maurer son los autores de la original (en una fecha en la cual Emilienne d’Alençon era una niñita viviendo su triste infancia), y cuando llegó el encargo a la Gebruder Klingenberg de crear algo para la imagen de La Perla, vieron la Full Bloom, les gustó, la modificaron a su estilo y ahí quedó (no olvidemos que en 1898 hacía seis años que todo lo relacionado con Heppenheimer se habia “diluido” en la American Lithographic Co.).
Ahora, espero que se hayan formado su opinión, que hayan tomado un (mental) veredicto y que hayan disfrutado con la historia.