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teología

Líder Juvenil

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El Espíritu Santo en la Biblia: Dios no pertenece a ninguna denominación «¿A qué tipo de iglesia asistes?» La respuesta tendrá que ver con doctrinas y prácticas relacionadas de alguna manera con el Espíritu Santo. Calificativos de iglesias tales como «vivificadas», «en avivamiento» o, por otro lado «conservadoras» o «tradicionales» se asocian muy de cerca con la manera en la que se concibe la acción del Espíritu en nuestras congregaciones. por alan perdomo

M

ientras unos hacen alarde de las obras espectaculares y hasta pretensiosas de la Tercera Persona de la Trinidad, otros llegan a medir la fidelidad al Señor con base en una actitud algo fría que sospecha de lo milagroso y sobrenatural. Lo interesante de esta dicotomía con respecto al Espíritu es que las opiniones son, muchas veces, muy fuertes y cerradas, de modo que las conclusiones se ofrecen como una medida de la vitalidad o de la ortodoxia de cierta iglesia o ministerio. De hecho, algunas de las prácticas y creencias más populares en las iglesias de hoy provienen de estas firmes –y muchas veces petrificadas– convicciones con relación al Espíritu Santo. En esta oportunidad examinamos algunas secciones de la Biblia que sonarán equivocadas a los oídos ortodoxos y avivados de estos tiempos.

Antiguo Testamento: El Espíritu tiene un poder avasallante

Desde el inicio del Antiguo Testamento, la Persona del Espíritu Santo se presenta como Soberano que ejerce su autoridad, a veces fuera de los límites que le hemos impuesto los cristianos actuales. Considera los siguientes hechos:

1. En Números 24 se narra la historia de cómo el falso profeta Balaam estaba listo para maldecir al pueblo de Dios. La 10 LiderJuvenil.com

Escritura dice que «le invadió el Espíritu de Dios» (Núm. 24:2, BJ); es decir, que «el espíritu de Dios tomó control de él» (Núm. 24:2, TLA). ¡Aleluya! ¡Una manifestación del Espíritu! Aunque ¿qué hace el Espíritu manifestándose en, un falso profeta? Los patrones actuales de orar y tener fe para recibir una experiencia sobrenatural parecen quedar a un lado. Lo que enseña esa historia es que nadie puede traspasar los límites de Dios, por lo cual el Espíritu actúa decisivamente para detener a Balaam y que no haga lo que él desea, sino que se haga la voluntad de Dios. ¡Él es soberano!

2. Una de las historias que más se citan en referencia a la acción del Espíritu está en 1 Samuel 19. Allí, el rey Saúl, lleno de envidia y celos, persigue a David para matarlo. Después de enviar a tres grupos de guardias para apresarlo, el rey decide ir personalmente a hacer la captura de su enemigo fugitivo. Sin embargo, antes de llegar a su destino, la Escritura dice que «también de él se apoderó el espíritu de Dios, entró en trance y caminó así» hasta Ramá (1 Sam. 19:23, NBE). Además «se quitó la ropa y, desnudo y en el suelo, estuvo en trance en presencia de Samuel todo el día y toda la noche» (1 Sam. 19:24, NVI). Obviamente, no se trata de un milagro basado en la espiritualidad o deseo de agradar al Señor de Saúl. Nos preguntamos, ¿por qué el Espíritu se manifiesta sobrenaturalmente en Saúl? Los criterios denominacionales no nos brindan una

respuesta satisfactoria. Las frases claves en este pasaje son «se apoderó de él» (v. 23) y «en presencia de Samuel» (v. 24). El Espíritu muestra su Soberanía, pero esta vez no es sólo para obligar a Saúl a cumplir la voluntad divina, va más allá. Lo que el Espíritu hace, además de detener las intenciones pecaminosas de Saúl, es humillarlo públicamente y exaltar a Samuel como la autoridad que cuenta con su divino respaldo. ¡Nadie puede enfrentarse con el Todopoderoso Espíritu de Dios!

3. Un pasaje que ilustra el concepto que muchos tenían sobre el Espíritu de Dios es el de 2 Reyes 2:15-16. El profeta Elías ha sido llevado al cielo en un carro de fuego y el profeta Eliseo recibe la comisión de ser su sucesor. Después de golpear las aguas del río Jordán con el manto de Elías, se encuentra con un grupo de profetas, los cuales, al no ver a Elías, ofrecen cincuenta hombres fuertes para ir a buscarlo porque «quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle» (2 Rey. 2:16, NVI). Por supuesto, no se trata de buscar una experiencia similar, sino de señalar que el concepto del Espíritu no es el de un poder impersonal o domesticado al gusto de algún predicador o denominación. Esos profetas reconocen que el Espíritu posee el poder de arrasar de manera absoluta con quien se ponga enfrente. No es una persona lejana, fría o inofensiva. ¡Qué profundo respeto infunde


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