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P. Enrique Gaitán Dávila

+ Villeta, 28 de junio de 2014

Nació en Bogotá el 19 de diciembre de 1929. Su familia la conformaron sus padres, Régulo Alberto Gaitán y María Victoria Dávila, su hermano Juan y su prima hermana Constanza. Ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo, el primero de marzo de 1948. Allí emitió los votos del bienio el 20 de marzo de 1950, e hizo el Juniorado (1950-1951); luego fue enviado a Bogotá a hacer la Filosofía (1952-1954). La Teología la inició en Inglaterra (1958) y la terminó en la Universidad Gregoriana (1958-1961). Fue ordenado sacerdote en Roma el 9 de julio de 1960 y realizó la Tercera Probación en Granada (España) en 1961-62, de donde pasó a París para adelantar estudios de literatura comparada en la Sorbona (19621966). Emitió los últimos votos en Bogotá el 2 de febrero de 1979.

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Hombre de personalidad contundente y firme, entregó toda su vida apostólica a la Universidad Javeriana en el área de Literatura, en la Facultad de Filosofía y Letras, y luego de Ciencias Sociales, donde fue profesor de lingüística y semiología, director de departamento, de carrera, de post grado y decano del medio. Durante 45 años, fue formador de varias generaciones de literatos javerianos, a través de estrategias pedagógicas innovadoras y propias de su amplia y profunda formación humanística. Su legado académico se hizo palpable a través de cátedras que se convirtieron en referentes de los Estudios Literarios en el ámbito académico colombiano: sus cursos de Propedéutica, Bases semiológicas y lingüísticas de la Literatura, Fuentes pre-literarias y Literatura comparada. En nota de homenaje póstumo, Cristo Rafael Figueroa, académico de la Universidad, discípulo y colega del P. Gaitán, habla del impacto de su presencia en la Javeriana: “sin duda que la labor docente y pedagógica del padre Enrique Gaitán Dávila evidenció en la comunidad

javeriana una vocación, un compromiso y una altura académica reconocidos en nuestra universidad, en Bogotá, y por medio de los egresados, en la comunidad literaria del país.” Lo recuerda además como un hombre que, con el tiempo, se hizo amigo entrañable y sensible a la riqueza de lo simple y lo cotidiano: “Durante los últimos años, los vínculos de amistad y afecto con el padre Gaitán se proyectaron a mi familia cercana y a gentes de mi pueblo natal, se comunicaba con mis hermanos, nos reuníamos en mi casa, celebrábamos los relatos orales, la culinaria costeña, el buen vino, las rancheras y le enseñé el valor cultural de los porros y fandangos sinuanos y sabaneros; la muerte repentina de mi hermana me acerca aún más al sacerdote amigo, quien me lleva de la mano y me enseña a acceder a los misterios de la vida y de la muerte.”

También fue ministro de juniores (19661969) y vicerrector del Juniorado (19691973), cuyo traslado a Bogotá lideró en 1969. Como sacerdote fue capaz de percibir las necesidades del otro; dedicó parte de su tiempo al acompañamiento espiritual de religiosos y laicos dentro y fuera de la Universidad, y fue sensible a ayudar a personas pobres que conoció de primera mano. En la homilía de exequias, el P. Francisco de Roux, SJ evocó un rasgo particular de la vida del P. Gaitán: “Sobre todo tuvo un gran sentido de la dignidad humana de todas las personas. Siempre nos mostró que para él toda mujer, todo niño, todo adulto se merecían el mismo respeto, la misma acogida, la misma sinceridad, el mismo derecho a ser recibidos, independientemente de si eran ricos o pobres, jesuitas o pobladores de la calle, universitarios o ignorantes”. Falleció el P. Gaitán de manera inesperada en la finca San José de Potosí de Villeta, el 28 de junio de 2014. En el borrador de unos versos inéditos que dejó escritos de su puño y letra en un papel envejecido, plasmó la forma como concebía su vida. Aquí algunos apartes:

Soy un hombre que anhela, y a mis años, todavía se despierta. […] Es un vivir sin calma que se entrega y se aleja. Es un vivir inmenso, como el alma y el mundo, que no sabe de nada, pero siempre regresa. Veo un tú en cada hombre y lo acojo, será siempre el recuerdo de las cosas ajenas. Yo no sé si esto es vida pero gozo y me duele, cuando todo está cerca.

Referencia: Noticias de Provincia, N° 6, julio 2014, pg. 10-11; N° 7, agosto 2014, pg. 7-9.

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