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P. Roberto Triviño Ayala
+ Bogotá, 23 de noviembre de 2020
Hijo de don Víctor Triviño y doña Laura Ayala, nació el 4 de noviembre de 1939 en Pasto. De sus cinco hermanos una fue religiosa. Fue exalumno del Colegio San Francisco Javier. Ingresó en Santa Rosa el 7 de septiembre de 1955 e hizo los primeros votos el 8 de septiembre de 1957; en esa casa hizo también el Juniorado (1958-1960). En el Colegio Máximo cursó la Filosofía (1962-1964) y la Teología (1967-1970), después de la Etapa Apostólica que hizo en Barranquilla (1965-1966). Fue ordenado el 29 de noviembre de 1969. Hizo la Tercera Probación en Medellín (1973) y los últimos votos el 15 de agosto de 1974. Infatigable director de Ejercicios Espirituales Ignacianos, especialmente al clero de Colombia. Hombre de oración y discreto guía espiritual. El P. Roberto dedicó toda su vida a dar Ejercicios Espirituales, para lo cual obtuvo un diploma en Teología Espiritual en la Universidad Gregoriana (1978-1980) y un máster en Teología en la Javeriana. Inició su oficio de acompañante de ejercicios en 1971, residiendo en la Comunidad San Pedro Canisio. Colaboró como capellán de la Estación IX de la Policía Nacional en Bogotá, fue director de la Casa de Ejercicios Espirituales Bethania en Barranquilla y en esta misma ciudad fue director de la Congregación Mariana. Hizo parte del comité de dirección y redacción de la Revista El Mensajero. También fue secretario del Apostolado de La Oración (Roma, 1989). Su vida transcurrió discretamente impartiendo Ejercicios a sacerdotes, seminaristas y religiosos a lo largo del país. Resultó positivo para Covid-19 a finales de 2020.
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Sobre Roberto Triviño
Por P. Iván Restrepo, SJ
Todos guardamos el recuerdo de Roberto como un hombre sencillo y sin pretensio-
nes, que puso al servicio de Dios y de los demás lo que él mismo vivía. Su vida estuvo marcada por una firme adhesión a un camino espiritual que cultivó con una constancia y devoción inalterables. Lo hizo con esfuerzo y dedicación exclusiva, al mismo tiempo que con gusto y satisfacción, de tal manera que los Provinciales nunca pensaron en cambiarle el rumbo a su apostolado, que desde los años setenta se orientó al conocimiento y la práctica de dar los Ejercicios Espirituales, como uno de los miembros fundadores del equipo original del centro de espiritualidad CIRE.
Por eso la persona de Roberto está asociada de forma indeleble a la práctica pastoral realizada durante toda su vida ministerial, de proponer los Ejercicios ignacianos a públicos muy diferentes. Gracias a su pertenencia al CIRE durante sus primeros treinta años, colaboró y se aprovechó del enorme interés que el conocimiento de los mismos suscitó en las décadas posteriores al Concilio Vaticano II. Esa preparación progresiva le permitió ir adaptando su propuesta a los grupos a los que incansablemente los ofreció. En ese servicio pastoral fue encontrando un nicho particular que consistió en dar los Ejercicios espirituales a innumerables tandas de sacerdotes de muchísimas diócesis del país. Como sabemos, por un buen número de circunstancias no es este un candidato fácil para la experiencia de los Ejercicios y, con todo, Roberto fue adquiriendo una práctica y un gusto particular de ofrecer este servicio a todos los obispos que lo pedían para el clero de sus diócesis. Fue allí donde Roberto dio lo mejor de sí en un ministerio que, aunque decididamente no fácil y aun algo ingrato, supo dedicarse por entero a responder los pedidos que incesantemente recibía.
Fue precisamente atendiendo a esos múltiples pedidos, cuando en una ocasión en la que tuvo que dar varias tandas seguidas, experimentó un primer accidente cardiovascular que, con el paso de los días se fue acentuando hasta llevarlo a la Comunidad San Alonso en donde pasó sus últimos años, con la misma bondad y devoción que lo acompañó toda su vida. Esperamos que el Señor le haya concedido experimentar en su plenitud y floración, la propuesta que los Ejercicios desarrollan y contienen.
Referencia: Jesuitas Colombia, enero 2021, Pg. 26-27.