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P. Luis Carlos Herrera Molina
+ Bogotá, 11 de noviembre de 2020
Nació el 6 de septiembre de 1926 en Gigante (Huila), en el hogar de don Fortunato Herrera y doña Teresa Molina. Tuvo nueve hermanos, de los cuales uno jesuita: Fortunato. Ingresó al Noviciado en Santa Rosa el 31 de octubre de 1944 y emitió los primeros votos el 13 de noviembre de 1946; en esta casa hizo también el Juniorado (1947-1949). Estudió la Filosofía en la Javeriana (1950-1953) y realizó la Etapa Apostólica en Medellín y Bucaramanga (1954-1956). Cursó la Teología en la Javeriana (1957-1960) y fue ordenado el 3 de diciembre de 1959. Realizó la Tercera Probación en La Ceja (1961) y emitió los últimos votos el 15 de agosto de 1962. Conocedor profundo de la literatura. Apasionado por su tierra huilense y su poeta José Eustasio Rivera. Profesor universitario, formador de los nuestros y rector de varios colegios de la Provincia.
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Semblanza
Por P. Gerardo Remolina Vargas, SJ
El formador de jóvenes jesuitas
Después de su Ordenación sacerdotal (1959), terminado su cuarto año de Teología (1960) y hecha su Tercera Probación (1961), la primera misión apostólica que recibió Luis Carlos (1962) fue la de ser formador de los jóvenes jesuitas en el “Colegio Noviciado del Sagrado Corazón” en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá). Allí fue enviado como Ministro de Juniores y profesor de Historia de la Literatura, latín, Lengua Española y oratoria.
El cargo de “Ministro” de escolares -Juniores, Filósofos, Teólogos- era indispensable en ese entonces, dado el gran número de escolares que vivían en las comunidades de formación. Ese número impedía que el Rector pudiera atender de manera persona-
lizada a las necesidades de todos los miembros de su comunidad y especialmente de los que estaban en formación. Cuando Luis Carlos llegó a Santa Rosa, la Comunidad constaba de 9 sacerdotes, 12 hermanos coadjutores veteranos, 43 juniores, 38 novicios escolares y 23 novicios coadjutores, para un total de 135 miembros bajo la responsabilidad del Rector y del Maestro de Novicios.
La misión del “Ministro” de juniores comprendía la atención directa e inmediata de casi todos los aspectos de la vida cotidiana: organización de la vida religiosa y comunitaria, distribución del tiempo dedicado a los estudios y al descanso, días de vacación, actividades deportivas y culturales, apostolados, vacaciones de fin de año, etc. En el ejercicio de su cargo, Luis Carlos se distinguió por su delicadeza en el trato, por su finura y discreción en su modo de proceder, y por el respeto y comprensión de las personas al ejercer su autoridad religiosa. Al mismo tiempo, como profesor se caracterizó por su amor al lenguaje y a la literatura, por su talante poético y a veces místico, que les imprimía a sus clases. Esto llevó a que algunos de sus discípulos lo recordaran posteriormente con la denominación de “el divino Herrera” … (divus).
Para perfeccionar sus estudios literarios, a los que había sido muy aficionado desde su juventud, Luis Carlos fue enviado a Madrid (1966 -1967) en donde obtuvo un brillante doctorado en Literatura. A su regreso fue destinado nuevamente al Juniorado (1968), en donde ejerció su magisterio. Y al trasladarse el Juniorado de Santa Rosa a Bogotá, fue nombrado (1969) Superior religioso de un grupo de nueve jóvenes jesuitas que hacían sus estudios de Ciencias naturales en el Colegio Máximo de la Compañía. En los dos años siguientes (1970-1971) estuvo encargado del acompañamiento espiritual de los estudiantes jesuitas de filosofía. Durante este tiempo comenzó a ejercer su profesorado en el Departamento de Literatura de la Universidad Javeriana.
El profesor y “Maestro” universitario La labor desarrollada por Luis Carlos en el departamento de Literatura y en la Universidad Javeriana (1963-1984) fue tanto administrativa como académica. Durante estos años, además de su profesorado desempeñó varios cargos: fue Director del departamento de Literatura, Codirector y Jefe de redacción de la Revista Javeriana, Decano del Medio Universitario y Secretario de la Facultad de Comunicación Social (1974–1977), Asesor de Medios de Comunicación Social (MCS) en América Latina DECOS- del CELAM.
Pero además de profesor, Luis Carlos fue un “Maestro” en la formación de varias generaciones de literatos. Quien mejor puede dar testimonio de esta labor es el profesor Cristo Rafael Figueroa, hoy Profesor titular emérito del Departamento de Literatura. Según su valioso testimonio, “el padre Herrera, fue uno de mis formadores en mi carrera de Filosofía y Letras y luego mi Maestro-colega que asesoró varios proyec-
tos míos sobre García Márquez y durante uno de mis períodos como director del departamento de Literatura, él se desempeñó como profesor-investigador tanto sobre Rivera y García Márquez, como sobre temáticas de ética y literatura”.
“Varios de sus estudiantes y luego colegas dentro y fuera de la Javeriana no olvidaremos sus clases sobre textualidad y sobre su célebre método de buscar la palabra-tema en el universo literario de los autores como una manera productiva del análisis semántico de los textos, asunto que desde la Javeriana resonó en otras universidades y academias de Bogotá y del país como un aporte en la búsqueda de especificidad de la naturaleza de los estudios literarios en el país durante los años setenta y ochenta.”
Luis Carlos fue un investigador incansable de la obra literaria de José Eustasio Rivera, cuyo fruto maduro fue publicado por la Editorial Javeriana con el título José Eustasio Rivera. Obra literaria. Edición crítica (2009). Además, el interés literario de Luis Carlos por la obra de Gabriel García Márquez, le permitió publicar varios artículos de crítica literaria sobre los escritos de nuestro Premio Nobel, así como acerca de la ética en Cien años de soledad.
El Rector de Colegios
San Luis Gonzaga - Manizales
Ya que toda su vida sacerdotal había transcurrido en la academia, y a nivel universitario, no poca sorpresa debió de causarle la misión que le dio el P. Provincial como Rector del Colegio San Luis Gonzaga de Manizales. A pesar de su sorpresa, aceptó este cargo con total disponibilidad, y con gran entusiasmo. Durante su rectorado (1984-1990) continuó, en el periódico “La Patria” de Manizales, la labor periodística cultural que había iniciado en 1973 como colaborador del Magazín Dominical de “El Espectador”. En 1987 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Cultural, premio que dedicó a don Guillermo Cano.
Como Rector, puso al servicio de la comunidad educativa no solo sus dotes humanas de gentileza, finura y respeto por las personas, sino también su experiencia como formador de jóvenes, su capacidad de renovación y emprendimiento, así como sus dotes administrativas. Puso especial atención a la sección de “Infantiles” del Colegio, renovando los métodos pedagógicos y adaptando su estructura física. Hizo además la renovación curricular del Bachillerato Comercial Nocturno y semestralizó su actividad académica. Como administrador logró equilibrar las finanzas (tarea difícil debido a las deudas de algunos padres de familia), y además recuperó un lote adyacente al Colegio que estaba en disputa por una supuesta invasión.
San José – Barranquilla
Al terminar su rectorado en Manizales, y considerando los éxitos obtenidos en el colegio San Luis Gonzaga, el P. Provincial lo envió como Rector al Colegio San José
de Barranquilla, cargo que desempeñó desde 1990 hasta 1993. Allí puso especial empeño en atraer a los padres de familia, poniendo a su disposición las instalaciones del Colegio (campos deportivos, piscina, casa de Puerto Colombia). Amplió la Junta de la Asociación y estableció en ella una democracia participativa, dando también cabida a empleados y estudiantes. Procuró establecer la “matrícula diferencial”, tarea que resultó imposible. Terminada su labor en Barranquilla, fue destinado de nuevo a la Universidad Javeriana y a atender a los estudiantes jesuitas en su formación del estilo literario.
El poeta
Aunque la gran mayoría de sus escritos fueron en prosa, el alma de Luis Carlos fue profundamente poética. En el año 2011, la Universidad Javeriana publicó una corta selección de sus poemas, bajo el título Más allá del viento vespertino. Luis Carlos vivía todo desde la belleza, fue un contemplativo no solo desde un punto de vista religioso, sino de toda la realidad del universo: el mundo, el sol, el río, los colores, las flores, los niños. La estrofa de uno de sus poemas podría enmarcar toda su personalidad y la poesía que se reflejaban incluso en conversaciones ordinarias. “Si buscas la belleza/ y no la llevas dentro/ recorrerás el mundo y no la encontrarás/. Si buscas la armonía y tu vida es tan solo el ruido y la estridencia… /No encontrarás “la música escondida” / que brota de como fuente de la herida/ que el corazón labró con tu existencia. Si buscas fuera / lo que llevas dentro/ ¡lo perderás.” Sus poemas reflejaban también su finura y su delicadeza: “Si vas a mi jardín, y ves la rosa, / ¡no la toques! … Es bella. / Quizás por ser efímera…. / Déjala ser hermosa a la luz vespertina… / Las rosas me han dejado… Una verdad divina, / Por cultivar las rosas, conocí las espinas”.
El sacerdote y religioso
Más allá de sus cualidades humanas, que hizo rendir al máximo, Luis Carlos se distinguió por sus virtudes sacerdotales y religiosas. Desde niño quiso ser sacerdote. La víspera de su ordenación escribió: “He esperado esta aurora tanto, tanto… / que el corazón se enciende en llamaradas. / ¡Y mi silencio es cántico!” “¡Por fin el sol entre mis manos nace!”. Y describe así su labor sacerdotal: “Han venido a mi hogar/ mil hombres y mujeres/ a recibir en mi rincón la lumbre/ que no supe robar a las estrellas/ y que bebí de los atardeceres” ... “Vienen a mi cisterna/ exhausta y agrietada, / a sostener la débil existencia”. Su vida religiosa la fue tejiendo con gran sencillez, discreción, modestia y fidelidad a su vocación ignaciana y jesuítica.
El ocaso de una mente privilegiada
En sus últimos años, Luis Carlos conoció también las espinas. Sus facultades mentales fueron decayendo a un ritmo acelerado. En los inicios de su ocaso, se dedicó a revisar sus escritos, a regar las rosas plantadas en el antejardín de la comunidad, a cuidar de unas palomas que habían puesto sus huevos y tenido sus pichones en el rincón
de una cornisa en la terraza de la comunidad. Finalmente, encontró lo que buscaba al ir tras la belleza. En una estrofa de su poema Zarza ardiente expresa el anhelo de su corazón: “Sigo, Señor, tus pasos. Y el sol de sangre y oro/ deja en las tardes trágicas su más bello tesoro: / ¡tu imagen esplendente! Quiero verte, ¡Señor!”
Referencia: Jesuitas Colombia, enero 2021, Pg. 11-15.
Publicaciones (algunos títulos) • José Eustasio Rivera. Obra Literaria.
Edición crítica. Editorial Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2009.
• Profetas de nuestro tiempo. Javegraf,
Bogotá, 2004.
• Más allá del viento vespertino. Poemas. Javegraf, 2000.
• El cuento, estructura y símbolo. Análisis de los cuentos de Gabriel García
Márquez. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Sociales, Bogotá, 1998.
• José Eustasio Rivera. Obra Literaria.
Fondo de Autores Huilenses, 1988.
• Senderos y sueños. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Comunicación, Bogotá, 1979.
• Exégesis de “Tierra de Promisión” a través de la “Palabra-Tema”. Centro de Investigaciones Literarias, Universidad Católica “Andrés Bello”, Caracas, 1973.
• Rivera lírico y pintor. Biblioteca Colombiana de Cultura, Bogotá, 1972.