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P. Leonardo Ramírez Uribe

+ Bogotá, 29 de noviembre de 2020

Por P. Germán Neira, SJ

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Una mamá generosa y un hijo único sereno y valiente

Leonardo nació en Bogotá el 6 de mayo de 1930, en el hogar formado por don Noel Martín Ramírez y doña Sofía Uribe. Realizó sus estudios de bachillerato en la Escuela Apostólica de Nazaret (El Mortiño) y en el Colegio de San Bartolomé La Merced. Como narrara Leonardo en la homilía de sus 50 años de Compañía (31 de octubre de 1995), doña Sofía envió al P. Provincial (P. José María Posada) una carta en que decía claramente que ella no necesitaría para su futuro sostenimiento a Leonardo, y que apoyaba claramente su deseo de entrar a la Compañía a pesar de ser hijo único. Ese 31 de octubre fue recibido en el noviciado de Santa Rosa de Viterbo por el P. Germán Mejía, SJ, Maestro de Novicios, como uno de los 19 jóvenes que entraron ese año. Allí hizo los votos del bienio el 13 de noviembre de 1947. Posteriormente, en esa misma casa, realizó el Juniorado (194849), después, la Etapa Apostólica en Pasto y Bogotá (1958-61) y la Teología en Bogotá (1958-61).

Se ordenó de sacerdote el 10 de febrero de 1960 y realizó la Tercera Probación en 1962, para incorporarse definitivamente a la Compañía por los últimos votos el 15 de agosto de 1963. Leonardo tenía una forma de ser muy abierta a las circunstancias y problemas actuales, y siempre estaba en búsqueda. Fue profesor de filosofía en el Colegio Mayor de San Bartolomé (19631969). Enseñó Mariología y latín en el Colegio Máximo de la Compañía de Jesús (Universidad Javeriana) casi 20 años (19751994). Fue Vicario Pastoral en la Iglesia de la Macarena, Bogotá; y colaboró en la Emisora Kennedy (1996-2000).

Hacia 1990 (no tengo la fecha precisa) le hicieron una operación de reposición de cadera que resultó muy difícil, pues tuvieron que llegar hasta raspar el hueso, y el médico no pudo terminar la operación, pues había una infección muy grande. El resultado fue negativo: le quedó una pierna más corta que la otra, alrededor de diez centímetros. Dada la cojera por la desproporción de la altura de una de las piernas, le acomodaron un botín con los 10 cm. de altura que le faltaban. Esta situación lo obligó a dejar de manejar carro, y a cierta incomodidad para caminar. Sin embargo, sin quejarse, siguió todas sus actividades: visitas a las cárceles, rezo del rosario los domingos en la ermita de la Virgen María en el Parque Nacional, actividades de la Sociedad Mariológica, clases… Tomaba taxi, o algún amigo lo llevaba y lo traía. Al principio usaba bastón, y en los últimos años utilizaba un caminador.

Un gran promotor de la devoción a la Santísima Virgen

En 1965 fue Cofundador y Director de la Sociedad Mariológica de Colombia, con la que siguió colaborando hasta el 2020. Recibió de su mamá, doña Sofía, la herencia de una casa ubicada a una cuadra del Colegio del Pilar de Bogotá, la cual donó como sede a la Sociedad Mariológica.

Fue muy amigo del P. Ricardo Struve Haker, sacerdote diocesano alemán quien fue nombrado párroco del Santuario de la Peña en el año 1968, e hizo una hermosa remodelación del santuario. Esta imagen, que estaba en una capilla de un cerro del oriente de Bogotá, fue trasladada con mucho cuidado al Santuario remodelado: aparece la Virgen María con el Niño en los brazos, San José y dos ángeles. La última restauración la hizo el P. Hernando Rojas (sacerdote diocesano), y actualmente funciona en el Santuario del Seminario Redemptoris Mater de las comunidades catecumenales. Leonardo siempre estuvo en contacto con el P. Struve y con este santuario de La Peña que difunde mucho la devoción a la Virgen María.

Hasta cuando pudo montar en taxi y caminar con su caminador (mediados de 2020), Leonardo tuvo una devoción muy linda: iba algunos días, sobretodo los 13 de cada mes, al Parque Nacional, donde en una zona verde hay una ermita con una imagen de la Virgen María. Allí rezaba el rosario en honor de la Virgen, con algunas personas que lo acompañaban. En la portería de la Compañía de Jesús en Chapinero, Leonardo siempre dejaba estampas, oraciones y medallas de la Virgen y de Nuestro Señor, que quienes llegaban allí iban llevando.

Una herencia no fácil: capellán de las cárceles Distrital y Modelo

El P. Jaime Santander, SJ era el capellán de estas dos cárceles, y en el año 1967 fue destinado a un trabajo social muy complejo en Barranquilla y sus alrededores. Le pidió a Leonardo si lo podía reemplazar, pero sin saber si podría volver. Leonardo aceptó con gusto. Jaime Santander murió en Barranquilla el 15 de marzo de 1975, y Leonardo siguió su trabajo como capellán cercano a

los presos desde 1967 hasta 2019. Llama la atención esta dedicación continuada a este trabajo en las cárceles que, en general es difícil: fuera de oír y acompañar con afecto a los presos, no tiene muchos resultados tangibles. Leonardo fue fiel durante 52 años a este apostolado, y siempre lo consideró como una de sus prioridades apostólicas.

Referencia: Jesuitas Colombia, enero 2021, Pg. 36-38.

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