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P. Gustavo Andrade Lleras
+ Bogotá, 8 de abril de 2015
Gustavo Andrade, nacido el 21 de febrero de 1931 en Bogotá, era el tercer hijo de don Enrique Andrade y doña Sofía Lleras, quienes tuvieron cuatro hijos. Fue familiar de dos expresidentes de la República: Carlos Lleras Restrepo y Alberto Lleras Camargo. Sus padres se preocuparon por darle a él y a sus hermanos una excelente educación, que marcó desde su niñez su talante intelectual. Su padre murió bastante joven, por lo que doña Sofía tuvo que hacerse cargo de sus cuatro hijos; fue ella quien apoyó la vocación de Gustavo a la Compañía de Jesús, a la cual ingresó el 23 de febrero de 1946 en el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo. Allí mismo emitió los primeros votos el 19 de marzo de 1948, y realizó el Juniorado entre 1948 y 1951; al final de esta etapa de formación, Gustavo manifestó al entonces Provincial, P. Ramón Aristizábal, SJ, su deseo de convertirse en misionero en el Japón. Recibió la aprobación del P. Jean Baptiste Janssens, SJ, prepósito General de los Jesuitas. Comenzó así un nuevo capítulo en la vida del joven jesuita bogotano, quien para entonces contaba con 20 años de edad. En sus Memorias, Gustavo cuenta que su viaje al Japón no fue inmediato. Tuvo que esperar a realizar estudios de Filosofía en la Javeriana, pues por aquella época la Compañía no contaba con casas de formación en Filosofía ni Teología en el Japón. Fueron algunos de sus profesores los padres Fernando Barón, SJ, Jorge Noriega, SJ y Lorenzo Uribe, SJ; se graduó con una disertación sobre Etienne Gilson, dirigida por el P. Gustavo González Sánchez, SJ.
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Después de despedirse de sus compañeros novicios y juniores en Santa Rosa de Viterbo, en 1955 Gustavo emprendió su travesía hacia el Japón. Viajó a Washington para estudiar inglés en la Universidad de Georgetown, donde se encontró con Luis Guillermo Vélez quien también adelantaba estudios de lengua inglesa. Terminado el curso, a inicios de febrero de 1956 se trasladó a San Francisco donde se embarcó, junto con otros cuatro jesuitas,
en un barco de carga y pasajeros que arribó a Yokohama el 28 de febrero en medio de una tormenta. Así terminó la espera de cinco años de su anhelo de llegar a tierras japonesas. Permaneció en la ciudad costera de Yokosuka consagrado al estudio del japonés: “Allí estudié por dos años con varios profesores japoneses. El Señor Chiba, el hoy jesuita Takahashi, el profesor Keneko, el profesor Yamaura y otros más […]. Teníamos que aprender cinco caracteres todos los días.” Al cabo de esos dos años, inició su etapa de Magisterio como profesor de seminaristas en Tokyo: enseñó latín, griego y metafísica basado en un libro del P. Dezza. Allí entró en contacto con los jesuitas colombianos Javier Osuna, SJ – escolar en ese momento – y el P. Pastor Gutiérrez, SJ – misionero en China –, así como con el P. Pedro Arrupe, en ese momento Viceprovincial del Japón. En 1959 comenzó la Teología en Tokyo con otros 14 compañeros jesuitas; la terminó en 1963 con un trabajo de teología bíblica sobre San Juan. Recibió la ordenación sacerdotal el 18 de marzo de 1962 y, tres años más tarde, hizo la Tercera Probación en Hiroshima. Se incorporó de manera definitiva a la Compañía el 15 de agosto de 1964, fecha de sus últimos votos.
En estos primeros años de su estancia eran muy pocos los latinos en el Japón; su presencia básicamente la conformaban funcionarios diplomáticos, comerciantes y empresarios, principalmente peruanos y ante todo brasileños. Así lo recuerda Gustavo en 1996 tras cuarenta años de vida misionera en ese país, al recibir del gobierno japonés la Orden del Sol Naciente, Rayos Dorados y Roseta, por su incesante trabajo de promoción del intercambio de ciencias y arte entre Japón y Colombia. Puede decirse que este reconocimiento recapitula la labor de Gustavo en el Japón. Sirvió por más de 30 años como profesor de la Facultad de Estudios Extranjeros de la Universidad de Sofía en Tokyo y fue cofundador del Instituto Iberoamericano de la misma, del cual fue director por 27 años; a través de este trabajo buscó dar a conocer a los japoneses la realidad latinoamericana, sumamente sesgada por la información ofrecida allá por los medios de comunicación en ese momento. Sin duda, esta labor constituyó su principal aporte y ocupación como misionero en Japón. Sin embargo, su contribución en el ámbito pastoral no fue menor; en efecto, Gustavo fue apoyo invaluable, de manera particular, para las latinas casadas con japoneses, a quienes ayudó a comprender la cotidianidad de la cultura japonesa. También fue muy activo en organizar campañas humanitarias para dar la mano a las víctimas de los terremotos en Perú (1970) y México (1985), y la tragedia de Armero en Colombia (1985). El final de su carrera lo repartió a medio tiempo entre Colombia y Japón, dedicándose a ofrecer conferencias en la Universidad Javeriana. Los últimos años de su vida no fueron fáciles para el P. Andrade, debido a la enfermedad y el desgaste de los años que lo acosaron. En el año 2003 fue aplicado a la Provincia Colombiana, donde falleció el 8 de abril de 2015 en la Residencia San Alonso Rodríguez de Bogotá.
Referencias: Noticias de Provincia, N° 4, abril 2015, pg. 5.
Gustavo Andrade, SJ, Memorias. 2013.
P. OSCAR MEJÍA LLANO
+ Bogotá, 22 de mayo de 2015
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Memoria biográfica del P. Oscar Mejía Llano, SJ
Por P. Germán Bernal, SJ
Nació en Salamina (Caldas) el 26 de abril de 1955. Sobrino del padre Francisco Javier Mejía y hermano del padre Mario Mejía Llano, jesuitas. El hogar formado por don Faustino Mejía Londoño y su esposa Rosa Llano de Mejía. Sus hermanos ya fallecidos: Norberto, Mario, Ruth, Jesusita, Francisco Ignacio y Merceditas. La única hermana que les sobrevive a todos: la hermana Graciela, religiosa Dominica de la Presentación.
Cuando tenía 16 años ingresó a la Compañía de Jesús en Santa Rosa de Viterbo, el 27 de noviembre de 1951. Allí hizo sus dos años de Noviciado y tres de Juniorado, con especial dedicación a estudios de humanidades. Un año de ciencias matemáticas, física y química en Chapinero y luego los estudios de Filosofía de 1957 a 1960. Un tiempo de práctica pedagógica y pastoral
La vida del P. Óscar fue testimonio del amor sincero a Jesús de un hombre que se hizo a un lugar en su Compañía, que puso en Él toda su confianza, que disfrutó profundamente de su amistad y no ahorró esfuerzo alguno por anunciar su mensaje.
Carlos Julio Cuartas Chacón
en el Colegio Berchmans de Cali, los años 1961 y 1962. Como preparación a la ordenación sacerdotal realizó sus estudios de Teología de 1963 a 1966. El 3 de diciembre de 1965, fiesta de San Francisco Javier, fue ordenado presbítero en Bogotá.
Terminados sus estudios y etapas de formación en la Compañía de Jesús, fue destinado al Colegio San Luis Gonzaga de Manizales durante un año, de 1967 a 1968. En Boston College realizó estudios para el Doctorado en Educación entre los años 1969 y 1975. El último período de formación jesuítica, la Tercera Probación, la hizo en el año 1976. Se incorporó en forma definitiva en la Compañía de Jesús, con sus últimos votos solemnes, el 16 de agosto de 1977.
Enumeramos sus diversas actividades y misiones apostólicas en la Provincia Colombiana de la Compañía de Jesús: Profesor en la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana, 10 años de 1976 a 1986; Superior del Filosofado (conocida en esos años como Etapa Media) de 1979 a 1986; Secretario Ejecutivo del Comité de Planeación Pastoral de la Provincia de 1982 a 1984; Rector del Colegio Mayor de San Bartolomé, 6 años de 1986 a 1991, y en ese mismo período Director de la Fundación Carlos González con diversas obras sociales y educativas; Superior del Teologado en Villa Javier de 1992 a 1996 y en el mismo período, nombrado Decano Académico de la Facultad de Ciencias Sociales y Educación en la Pontificia Universidad Javeriana; Rector y Superior del Colegio San Juan Berchmans en Cali de 1996 a 1999; Rector y Superior del Colegio San Bartolomé La Merced de 1999 a 2003.
Luego de este período prolongado dedicado por casi 30 años a las labores educativas en la Pontificia Universidad Javeriana y los Colegios, fue nombrado Superior de la Comunidad de Profesores de María Inmaculada en Bogotá, del año 2004 a 2012. Y en ese mismo tiempo fue Secretario de Exalumnos de la Pontificia Universidad Javeriana y Consiliario Nacional de ASIA, (Asociación de Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús). Con admirable celo y dedicación atendió el Centro de Pastoral de la Facultad de Ingeniería de la Javeriana en varios períodos prácticamente hasta su muerte, mientras sus fuerzas físicas se lo permitieron. En momentos de especial dificultad, el P. Provincial le encargó la coordinación de una Oficina de Desarrollo de la Fundación del Colegio Mayor de San Bartolomé en el 2011.
En unas vacaciones de comunidad, estando en Armenia en el mes de enero de 2012 sufrió un severo accidente cerebro-vascular. Desde entonces vivió períodos más o menos cortos de recuperación. Y desde entonces sus facultades motoras, de memoria, de locución y destrezas manuales, fueron disminuyendo gradualmente. A raíz de una caída, aproximadamente un mes antes de su muerte, su estado general de salud se complicó en varios de los sistemas fundamentales. Fue llevado al Hospital San Ignacio y se decidió no internarlo en las salas de cuidado intensivo.
Desde el año 2012, estuvieron al frente del cuidado de su salud con gran generosidad y sabiduría, el doctor Carlos Alberto Arango y otro grupo de médicos del Hospital Universitario San Ignacio. Al Dr. Carlos, a su esposa María Eugenia, médicos, enfermeras, Comunidad de San Alonso, amigos, religiosas, sacerdotes y familiares, una gratitud sincera por su amistad para con el P. Óscar, que descansó en la paz de Cristo, al mediodía del viernes 22 de mayo de 2015. Dos días después, en la fiesta de Pentecostés, confiamos en los brazos amorosos del Padre a este hermano nuestro, amigo entrañable lleno de detalles, apóstol generoso y hombre amante de la educación y formación de la juventud. En esta solemnidad de Pentecostés, la paz y la plenitud del Espíritu de vida, que se ha derramado en nuestros corazones, lo acompañen en este tránsito a la Vida en Dios.
Referencia: Noticias de Provincia, N° 5, mayo 2015, pg. 5-7.
P. GONZALO SUPELANO SÁNCHEZ
+ Medellín, 15 de junio de 2015
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En Duitama (Boyacá) nació Gonzalo el 1 de agosto de 1928, en la familia de don Cipriano Supelano y doña Josefina Sánchez, y otros seis hijos. Ingresó al Noviciado de Santa Rosa de Viterbo el 22 de febrero de 1946, y después de emitir los primeros votos el 24 de febrero de 1948, permaneció en esta misma casa para la etapa del Juniorado. Los estudios de Filosofía los hizo en Bogotá de 1952 a 1955. Entre 1956 y 1958, hizo su magisterio en la Apostólica de El Mortiño, en Cali y en San Bartolomé La Merced. Entre 1959 y 1962 volvió a Bogotá para hacer la Teología. Recibió la ordenación sacerdotal el 3 de diciembre de 1961. La Tercera Probación la realizó en La Ceja en 1963, y emitió los últimos votos el 15 de agosto de 1964.
Semblanza de Gonzalo Supelano Sánchez, SJ
Por Roberto Caro, SJ
Con Gonzalo nos encontramos dos niños de recién cumplidos quince años, compañeros y amigos en San Bartolomé La Merced – uno de ellos Gustavo Andrade –, después de un pintoresco viaje en tren, dentro de los muros imponentes del edificio de “La Quinta” en Santa Rosa de Viterbo. Era un joven ya mayor (¡iba a cumplir 18 años!), serio, silencioso, amable, con ganas de ser como nosotros: futuros jesuitas. Con él y con el otro “niño” de nuestra edad – Eduardo Pinzón – iniciamos el largo camino de nuestra formación como jesuitas, en el que Gonzalo fue ese compañero querido, de pocas palabras pero cierto gracejo y humor para acompañar las conversaciones de las “quietes” después de las comidas, hábil para las manualidades con las que elaboraba para la comunidad los “instrumentos de penitencia” y con las que nos ofrecía con eficiencia el necesario servicio de peluque-
ría, sencillo y fiel en la rutina de cada distribución de nuestra vida comunitaria.
Fuimos la terna escogida sabiamente por nuestro maestro de novicios, el P. Germancito [Germán Mejía], para realizar nuestra aventura de peregrinos por el oriente de Boyacá, tierra natal de Gonzalo, quien como “persona mayor” fue el conciliador para resolver las diferencias de opinión sobre los mejores “atajos” en los caminos y la difícil decisión de quién debería tomar la iniciativa de pedir limosna, la comida o la bebida en las humildes casas campesinas del camino. Persona responsable y metódica, tomó la iniciativa de llevar un diario de nuestra experiencia, donde describía fielmente los pormenores – a veces trágico-cómicos – de nuestro hospedaje en algunas de las casas curales y consignó con delicadeza los problemas de salud que nos fueron aquejando a uno y a otro, desde las ampollas en los pies, hasta la indisposición general de otro, “justificación” para la aceptación prohibida de un caballo para que el enfermo pudiera realizar la jornada establecida en el itinerario de la experiencia.
Terna reunida nuevamente por el destino “provincial” en la experiencia apostólica del “magisterio” de entonces en el Colegio Berchmans de Cali, donde Gonzalo tuvo la oportunidad de desarrollar ese carisma pacífico y amable de su personalidad en la difícil dirección de la división de chiquillos de 10 a 12 años en un ambiente de paz y serenidad, sin estridencias, en coordinación amable con las características bien diferentes de otros miembros del trío. Terna que los avatares de la vida disgregaron a partir de la ordenación sacerdotal y del inicio de caminos apostólicos diferentes hacia los años 60. Para Gonzalo, después de unos años en que, como ministro del Seminario Menor de la Diócesis de Barrancabermeja [1974-1975], aprovechó sus cualidades prácticas y su disponibilidad incondicional de servicio, [ese camino] fue integrarse plenamente y durante muchos años al sacrificado trabajo apostólico de la Provincia en el servicio a las parroquias del Magdalena Medio [1976 a 1989, salvo los años 84 y 85 en que fue ministro de juniores y teólogos], principalmente en Puerto Wilches, donde su sencillez y amabilidad le facilitaron un contacto auténticamente evangelizador muy cercano y profundo con las comunidades y personas. Cuando la Provincia comenzó a retirarse del servicio a la Diócesis de Barrancabermeja, continuó con su ayuda silenciosa, consagrada, metódica y fiel a las parroquias del Sagrado Corazón en Cali y en San Pedro Claver en Bucaramanga [1990-2004]. [Colaboró además en la pastoral del Hospital San Ignacio de Bogotá entre los años 2004 y 2006]. [Falleció Gonzalo en la Casa Pedro Arrupe, el 15 de junio de 2015].
Referencia: Noticias de Provincia, N° 6, junio 2015, pg. 5-6.