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P. Jorge Eduardo Acero López

+Medellín, 18 de septiembre de 2015

En Pamplona (Norte de Santander) nació Jorge Eduardo el 27 de mayo de 1923; sus padres fueron don Hipólito Acero y doña Cecilia López, quienes tuvieron otros siete hijos. Ingresó a la Compañía en el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo el 20 de enero de 1940, y emitió los votos del bienio el 2 de febrero de 1942; en esta misma casa hizo el Juniorado durante los siguientes tres años. Luego, cursó la Filosofía en Chapinero de 1946 a 1949 y, seguidamente, fue destinado a Tunja para su etapa apostólica en el Colegio José Joaquín Ortiz (1950-1952), entonces regentado por la Provincia. Después fue destinado a Bogotá, donde hizo los estudios de Teología en la Javeriana, entre 1953 y 1956. Habiendo sido ordenado presbítero el 3 de diciembre de 1955, fue enviado a realizar la Tercera Probación en La Ceja (1957-1958). Emitió lo últimos votos el 2 de febrero de 1959. Falleció en Medellín, el 18 de septiembre de 2015.

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Breve semblanza del P. Jorge Eduardo Acero, SJ

Por Alberto Múnera Duque, SJ

Conocí al P. Jorge Eduardo Acero al iniciar mis estudios de Teología en Chapinero, en razón de mi afición por los medios impresos de comunicación. La Provincia contaba con su excelente Editorial Pax, ubicada con su imprenta frente al actual Palacio Presidencial sobre la Carrera Séptima. Allí se publicaban importantes textos para la docencia en nuestros Colegios, y tres Revistas: El Mensajero del Corazón de Jesús, la Revista Javeriana y la revista vocacional Si Quieres que en su último período se llamó Avance Juvenil.

El P. Acero durante este tiempo estaba muy vinculado con la Editorial Pax [19621975] y para el tiempo de mi ordenación

presbiteral (1966) ya era su director. Con gran entusiasmo la había desarrollado y para ello había adquirido un edificio de siete pisos sobre la carrera sexta al frente de la actual Librería del Seminario y al lado de la Librería Stella de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. En los sótanos de ese edificio se encontraban los linotipos, los depósitos de papel y las máquinas impresoras. Varios pisos del edificio estaban alquilados para oficinas y ese ingreso ayudaba a pagar el costo de la compra del inmueble y el mejoramiento de las máquinas.

Además de gerenciar la Editorial Pax, el P. Acero se distinguía por su inconmovible y permanente visita a gerentes de importantes empresas para que pautaran en nuestras Revistas, lo que las hacía sostenibles financieramente. Era reconocida por todos la tenacidad y persistencia del P. Acero para parquearse en las oficinas de los gerentes, aunque dijeran que no estaban o no pudieran atenderlo, hasta que lograba encontrarse con ellos para lograr un aviso para las Revistas. Desde esta época el P. Acero apoyaba al Colegio Mayor de San Bartolomé en la publicación e impresión de su periódico El Bartolino. Y poco a poco se fue encargando de publicar en Editorial Pax los Anuarios del Mayor y de La Merced, a la vez que conseguía publicar los Anuarios de muchos Colegios de Bogotá e incluso de otras ciudades. Por supuesto, en la Editorial Pax se publicaban los Catálogos de la Provincia y las gallofas.

Personalmente me correspondió ser editor de las Revistas durante los años 1967 y 1968 dirigidas por el P. Ángel Valtierra, en estrecha colaboración con el P. Acero. Desde mi regreso en 1973 terminados mis estudios en la Gregoriana, ya en la Facultad de Teología mantuve una permanente amistad con el P. Acero y fui testigo de los grandes problemas que tuvo que afrontar en la Provincia en razón de las deudas que había adquirido y siguió adquiriendo para sostener la Editorial Pax y sus publicaciones. Ante la imposibilidad de sostenibilidad financiera de estas obras, el P. Provincial terminó por vender el edificio de la carrera sexta, cerrar la Editorial y liquidar sus activos para sanear las deudas, lo que significó un doloroso golpe para el apostolado de la Provincia en medios escritos.

A raíz de esta situación, el P. Acero se vinculó con el Periódico de la Arquidiócesis El Catolicismo como Jefe de Redacción [1976-1987]. Para su trabajo periodístico en este medio eclesiástico, realizó muchas interesantes entrevistas con diversos personajes de la vida eclesiástica y de todo tipo de sectores de la sociedad. Estuvo muchísimos años a cargo del Apostolado de la Oración y del Movimiento Eucarístico Juvenil (MEJ) en todo el país. Esto lo mantuvo vinculado permanentemente con muchos sacerdotes y religiosas que lo apreciaban por esta actividad tan propia de la Compañía.

Durante toda su actividad en la Editorial Pax y en las Revistas, el P. Acero residió en el Centro Loyola, la Residencia que funcionaba en el Colegio Mayor de San Bartolomé y que después se fusionó con la Comunidad del mismo. Allí lo encontré

cuando el P. Provincial me encargó primero la Rectoría del Colegio y poco después también de la Comunidad, con motivo de la enfermedad del P. José Carlos Jaramillo – quien era su Superior – que lo llevó a la Residencia Arrupe donde después falleció.

La figura del P. Acero en las Comunidades en que trabajó se destacaba por su dedicación incansable por su trabajo apostólico, y por su inagotable humor y estilo de “pone pereque”, que en ocasiones lo llevó a pasar dificultades con sus compañeros desde sus años de formación como lo recordaban muchos de ellos, debido a las bromas que se inventaba con toda la buena voluntad de hacer agradable la convivencia. Defendía con ahínco sus posiciones conceptuales bastante radicales en cuanta materia de conversación se presentaba. Pero siempre quiso ser un buen compañero, dispuesto a colaborar y a servir a los demás. Como podía, conseguía ayudas para atender a personas o familias pobres que lo visitaban asiduamente. Mientras el Templo de San Ignacio estuvo abierto al culto, colaboró con entusiasmo en las Eucaristías y pasaba horas atendiendo a los fieles para la confesión. Siguió luchando por volver a publicar El Mensajero del Corazón de Jesús que resurgió después de un período de cierre y del que fue director durante muchos años. Por diversos medios se las arreglaba para seguir colaborando en la publicación de los Anuarios de diversos Colegios. Los golpes que le dio la vida nunca lo amilanaron y confiaba irrestrictamente en el Sagrado Corazón de Jesús, centro de su devoción y de su vida consagrada.

El P. Acero fue en la Provincia un pionero del trabajo apostólico jesuítico en medios de comunicación escritos, y de paso fue soporte y propiciador del trabajo intelectual de muchos Jesuitas de la Provincia a quienes dio oportunidad a través de las Revistas de hacer públicos sus escritos de toda índole, especialmente en el área de la Teología y de la Espiritualidad. Fue meritorio en la búsqueda pertinaz de recursos para el sostenimiento de las obras apostólicas de la Provincia en los medios escritos y siempre fue reconocido por su dedicación incondicional al trabajo.

En sus últimos años en la Enfermería de Chapinero y en la Residencia Arrupe asumió su enfermedad con paciencia y con su tradicional humor. El Señor habrá premiado todo su generoso esfuerzo por servir a la Iglesia y a la Compañía en el terreno de los medios impresos de comunicación.

Referencia: Noticias de Provincia, N° 9, septiembre 2015, pg. 12-13.

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