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P. Tulio Aristizábal Giraldo
+ Medellín, 8 de abril de 2019
Con estas palabras calificaba Tulio su primer año de estancia en Cartagena en septiembre de 1993. Tenía 72 años de edad. Había sido destinado allí por el entonces Provincial, P. José Adolfo González, SJ, en junio de 1992, llegando de Tierralta (Córdoba) donde había hecho un aporte importante al Museo Sergio Restrepo. El Santuario de San Pedro Claver y Cartagena fueron para Tulio elementos fundamentales de su vida como jesuita; a ellos dedicó buena parte de su energía y de su servicio apostólico, así como varias publicaciones de carácter histórico. Tulio nació en Medellín el 29 de junio de 1921, en el hogar de don Santiago Aristizábal y doña Margarita Giraldo, quienes tuvieron siete hijos más. Sobre los orígenes de su vocación nos dice Tulio: “Nunca había yo pensado hacerme sacerdote, ni mucho menos jesuita; deseaba, después de terminar el bachillerato, dedicarme a la ingeniería. Pero la Providencia Divina, que no quería esto de mí, se valió de medios completamente naturales para darme a conocer su voluntad.” En efecto, además del acompañamiento espiritual en el Colegio San Ignacio de Medellín mientras ter-
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He considerado siempre una especial gracia de Dios vivir en esta casa del Santuario de San Pedro Claver. No me imaginé que el Señor me concediera la gracia que yo siempre había deseado de vivir aquí. Sin pedirlo y casi por accidente, vine a parar a Cartagena, donde me encuentro muy feliz, y donde precisamente por eso, he querido trabajar duro, ya que el Señor me ha concedido hasta ahora buena salud.
Tulio Aristizábal, SJ
minaba el bachillerato, la lectura del librito Hacia un ideal, publicación de promoción vocacional por aquellos años 30, definitivamente animó a Tulio a pensar en serio su vocación. Con esta determinación, se puso en contacto con el P. Ángel María Ocampo, SJ, quien lo dirigió y confirmó en su vocación, para luego presentarlo al entonces Maestro de Novicios, P. Germán Mejía, SJ.
Ingresó Tulio el 17 de marzo de 1938 al Noviciado de Santa Rosa de Viterbo, donde emitió los primeros votos el 19 de marzo de 1940. En esta misma casa realizó el Juniorado entre 1940 y 1942, para luego pasar a Chapinero a realizar los estudios de Filosofía, de 1943 a 1946. Durante el trienio siguiente hizo el Magisterio en El Mortiño como profesor de literatura, y en Barranquilla como profesor de historia y literatura. Regresó a Chapinero para adelantar los estudios de Teología (1950-1953), siendo ordenado sacerdote el 3 de diciembre de 1952. La Tercera Probación la hizo en Santa Rosa en 1954. Entre 1955 y 1956 hizo estudios de Arte y Literatura en Namur (Bélgica), y allí hizo sus últimos votos el 15 de agosto de 1955.
Terminados sus estudios, inició su labor apostólica en 1956 en el Juniorado de Santa Rosa como profesor de historia, literatura, arte y lenguas clásicas; a partir de 1957, fue nombrado ministro de juniores con la misión de apoyar al P. Briceño y de fomentar entre los jóvenes estudiantes jesuitas el celo por la formación clásica. En 1962 fue enviado a Medellín a colaborar en la Congregación Mariana, en el Colegio San Ignacio y en Villa Gonzaga, trabajo que se extendió hasta 1969, salvo una corta interrupción entre 1965 y 1967, cuando fue rector del Colegio San Juan Berchmans de Cali. Entre 1969 y 1990 trabajó en la Universidad Javeriana, en el Medio Universitario y en la Facultad de Arquitectura, además de una intensa actividad en los Ejercicios Espirituales en la vida corriente. Durante algunos años de ese período, también sirvió como ministro de la comunidad jesuita de la Javeriana. A finales de 1990, después de 20 años de fecunda labor, no sin dolor, pero con mucha generosidad y con el ánimo de dejar espacio a las nuevas generaciones de jesuitas en la Universidad Javeriana, Tulio adelantó un discernimiento que lo llevó a proponer a la Compañía el ser enviado a Tierralta (Córdoba). Allí fue enviado a manera de experimento en los primeros días de enero de 1991 y fue recibido por el entonces superior de dicha comunidad, el P. Gustavo Jiménez, SJ. Esta experiencia, en la que Tulio centró sus esfuerzos en apoyar la labor del Museo Sergio Restrepo, se prolongó hasta junio de 1992 cuando fue destinado a la Residencia San Pedro Claver de Cartagena.
Como anticipamos con palabras del propio Tulio, esta fue una misión que él recibió a la edad de 71 años y que llevó a cabo con mucha alegría y cariño hasta septiembre de 2018, cuando fue destinado a hacer parte de la Comunidad Pedro Arrupe de Medellín, debido a los deterioros de salud propios de una persona de 97 años de edad. Durante esos 26 años, Tulio apoyó no solamente el trabajo pastoral del Santuario,
sino que promovió la dimensión histórica y cultural del mismo. Puede decirse que, gracias a su amplia experiencia académica previa a su llegada a Cartagena – era además miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia y miembro de número de la Academia de Historia de Cartagena –, uno de sus mayores aportes lo hizo Tulio por medio de diversas publicaciones de orden histórico; estas fueron no solo sobre el Santuario de San Pedro Claver, sino sobre la historia de la Compañía ligada al mismo y a Cartagena, así como sobre la riqueza de la arquitectura religiosa de la misma. Dejando de lado profusos artículos académicos sobre estos temas, puede hacerse referencia a algunas de sus obras principales.
La primera publicación la realizó Tulio en 1993 bajo el título: Claver y Cartagena. Apuntes sobre la vida y la obra de San Pedro Claver, SJ. No se trata de una biografía del Santo, como el mismo Tulio aclara, sino de un escrito breve que busca ubicar al visitante del Santuario en la vida de Claver y en los lugares concretos que visita. Para ello, ofrece respuestas precisas, basado sí en la crítica académica, a algunas preguntas con las que los visitantes suelen llegar a visitar el Santuario. Dos años más tarde, con ocasión del aniversario del centenario de la segunda llegada de los jesuitas a Cartagena, dedica su siguiente trabajo a la Compañía de Jesús: Retazos de historia. Los jesuitas en Cartagena de Indias. Es propiamente un homenaje a la labor de la Compañía de Jesús en esta ciudad, entre 1896 y 1996, a través de una historia atenta a los detalles; combina un trabajo serio de fuentes con el uso de un lenguaje sencillo y accesible al lector no especializado. Un pequeño librito acompañó la publicación del anterior; se trató de Biffi Misionero y Obispo, cuyo centenario de la muerte, acaecida en Cartagena el 8 de noviembre de 1896, coincidió con el centenario del regreso de los jesuitas a Cartagena. Es un pequeño homenaje, nos dice Tulio, a “Un hombre de alma tan grande como todo el mundo, y de ideales que se van más allá de cualquier perspectiva; angustiado por una única inquietud y anhelo: hacer siempre el bien.”
En 1998, dedica esta vez un trabajo a los hombres concretos que, a la luz de la vida del Patrono de la ciudad, asumieron la misión de la Compañía en Cartagena: Bajo la sombra de Claver. Memoria de los jesuitas en Cartagena de Indias. Es un intento por armar, de la manera más completa posible, un elenco de los sacerdotes y hermanos jesuitas que ofrecieron sus servicios apostólicos en Cartagena, desde la fundación del primer Colegio hasta finales del siglo XX. El mismo año, con el apoyo fotográfico de Juan Diego Duque, publicó un trabajo dedicado a la riqueza de la antigua arquitectura religiosa cartagenera: Iglesias, conventos y hospitales en Cartagena Colonial; el objetivo de esta obra fue fortalecer la recuperación de la memoria del legado espiritual español a través de los monumentos religiosos, muchas veces olvidados, de Cartagena. En 1999 elaboró un pequeño libro: El Templo de San Pedro Claver en Cartagena, que dedica, como herramienta de trasfondo histórico, a la restauración
del Templo. En 2004 ofreció al público un escrito muy interesante, que hace un inventario y una breve presentación de los santuarios dedicados al Señor, a la Virgen y a los santos en Colombia: Santuarios de Colombia. Quizás el trabajo más significativo lo realizó Tulio al lado de la académica Ana María Splendiani: Proceso de beatificación y canonización de San Pedro Claver. Se trató de un trabajo de colaboración a través de correcciones, aclaraciones, complementos sobre la vida jesuítica, que Tulio realizó al trabajo previo de investigación realizado por la profesora Splendiani sobre la Inquisición en Cartagena, del cual surgió la idea de esta obra común sobre San Pedro Claver: la obra es “un invaluable documento de testimonio presencial, que nos descubre el Claver auténtico, tal como vivió en su oscuro aposento del colegio de Cartagena, y como murió en aquel amanecer del 9 de septiembre de 1654.”
No cabe duda de que San Pedro Claver marcó la vida de Tulio, quizás particularmente su modo de ver su propia existencia, ya desde la perspectiva del ocaso de la misma: “Todo se compendia en un amor inmenso del Señor por estas pobres criaturas que somos nosotros, tan limitados, tan ingratos y tan llenos de egoísmo, no por su culpa, sino por no haber sabido responder a tantas predilecciones. Hay que mirar con profunda alegría y agradecimiento todos los regalos del Señor en el pasado y en el presente, y los que confiamos recibir en ente próximo futuro, ya pequeñito, pero bien atareado preparando el equipaje. No importa que todo no haya salido como lo soñamos: ningún artista se siente satisfecho de su obra, y en mi caso no ha habido ni mucho menos ninguna obra de artista. Lo mediocre realizado, lo pongo en sus manos con la confianza del hijo calavera. Me gusta repetir una breve oración que leí, no sé dónde: gracias Señor, porque las cosas no me salieron como yo quería.” Con este sentimiento de humildad y con la franqueza que siempre lo caracterizó, Tulio entregó su vida a Dios el 8 de abril de 2019 en Medellín.
Referencia: Archivo de Provincia, documentos varios.