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H. Rafael Ángel González Vergara
+ Taipei, 26 de septiembre de 2020
Rafael González nació en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá), el 2 de julio de 1929, en el hogar de don Lisandro González y doña Josefina Vergara, quienes tuvieron siete hijos más, dos de los cuales también fueron jesuitas: Luis Antonio (dejó la Compañía en 1973) y Antonio María (dejó la Compañía en 1960). Ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Santa Rosa el 14 de febrero de 1950 y emitió los votos del bienio el 16 de febrero de 1952. Después fue enviado a Bogotá a la Curia Provincial, donde sirvió en la portería y la ropería hasta 1956, cuando fue enviado a Medellín como sacristán de la Iglesia de San Ignacio. En 1959 regresó a Bogotá a colaborar en la portería de Chapinero. En Santa Rosa de Viterbo realizó la Tercera Probación entre marzo y mayo de 1960 y ese mismo año hizo los últimos votos el 15 de agosto. A partir de 1961 fue enviado a colaborar en la Apostólica de San Alonso en Santa Rosa, pasando algunas temporadas en Bogotá para aprender algunos oficios manuales. A partir de 1962 regresó a Chapinero, donde comenzó a aprender inglés con el P. Oñate.
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Su vocación de misionero surgió, a sus 30 años de edad, en los ejercicios del año 1959, inquietud que transmitió al entonces Provincial, P. Emilio Arango, SJ, a quien le ofreció sus servicios para la misión del Río Magdalena; sin embargo, las circunstancias especiales por las que se pasaba con ocasión de la división de la Provincia impidieron complacer ese deseo al H. Rafael. Sus anhelos misionales se aclararon poco a poco, y en 1961 comenzó a aprender chino con el P. Alberto Martínez. Después de insistir durante los siguientes tres años, finalmente pudo realizar su deseo de iniciar el peregrinaje a la misión en China. Haciendo una escala en Tokyo – donde pudo saludar a los padres Osuna, Andrade y Barrera –, su prime-
ra estación fue Manila en enero de 1965, donde fue recibido por el P. José Vicente Caycedo Dávila, SJ, misionero colombiano que para entonces era el ministro y ecónomo del Colegio Xavier, en el que el H. Rafael se dedicó al estudio del inglés antes de iniciarse en el chino en junio de ese año en Hsinchu – Taiwan. Estudió chino hasta 1967, cuando fue destinado a Hsinkang, Chiayi, como asistente de mantenimiento de un dormitorio de estudiantes, y después entre 1969 y 1970 en St. Ignatius High School como enfermero. En 1970 fue enviado a España a realizar estudios en medios de comunicación.
En noviembre de 1975 el Provincial de la Provincia China, P. Bernard Chu, SJ, solicitó al P. Gerardo Arango, SJ, Provincial de Colombia, la transcripción del H. Rafael a esa Provincia. Entretanto, el H. Rafael se dedicó a prestar sus servicios en el campo audiovisual en Taipei, como cooperador en producción de televisión. Problemas de salud de su madre lo llevaron a retornar a Colombia, donde permaneció entre 1980 y 1984; durante este tiempo hizo parte de la comunidad del Colegio Mayor de San Bartolomé hasta 1982 y después pasó a Medellín donde colaboró en el CECIL. A mediados de 1984, tras superar algunas dificultades personales, el H. Rafael regresa a Taipei con el consentimiento de los provinciales de ambas Provincias, José Adolfo González y Aloysius Chang.
Desde su regreso a China, colaboró primero en el Centro Audiovisual de la ciudad de Hsinchu hasta 1993; los tres años subsiguientes estuvo en la Curia en Taipei como subministro y asistente de los padres Provincial y Socio. Después, entre 1996 y 2003 estuvo en la comunidad de la Sagrada Familia de Taipei como ministro y prefecto de salud, y en Taipei TEC como asistente del ministro entre 2003 y 2020. Falleció el 26 de septiembre de 2020 en St. Joseph’s Province Infirmary de Xinzhuang (New Taipei City).
Referencia: Archivo de Provincia, documentos varios.
Familia misionera
Por Antonio González Vergara
A la sombra de los alisos, los manzanos, los naranjos, las ciruelas, las curubas y del guamo, pastoreando las ovejas y las vacas, unas veces a caballo, casi siempre a pie enjuto, trascurrían nuestras vidas, cultivando con esmero ya el trigo, la cebada, ya hortalizas y gallinas, en la vereda la Creciente, donde corren aguas límpidas que descienden abundantes de Tungón, el cerro que toca con su pico las hermosas nubes blancas. En ese entorno, nuestros padres Don Lisandro y Josefina, con su amor y con su ejemplo, nos mostraron el camino y el estilo de una vida recta, cultivando la tierra con esfuerzo, dando siempre gracias a Dios por la cosecha, repartida entre quienes ayudaron y dando siempre una parte a los más necesitados.
Aprendimos en la escuela, además de compartir, jugar, gozar e imaginar, a pen-
sar y actuar, a sabiendas que el futuro ya venía, así que, si no lo preparábamos, él nos iba a buscar. Por entonces unos jóvenes de la Quinta en Santa Rosa, venían a enseñar el catecismo; su simpatía nos atrajo y allá fuimos los seis hermanos hombres a parar, otras sendas las dos hermanas, deberían ellas buscar. Cada hermano halló el sentido para consagrar su vida: cuatro de ellos eligieron la familia conformar. Sólo siguió la senda Ignaciana hasta el final, Rafael Ángel, dando a Dios su vida entera, tal como lo hiciera su guía San Francisco Javier, obteniendo ser enviado a Taiwan, donde consagró su alma sirviendo con amor a los demás. A su familia y sus amigos nos mantuvo siempre al tanto, enviando diariamente el Evangelio a través de la red. Dios bendiga su alma consagrada y ahora unida con Dios a la Familia universal.
Referencia: Jesuitas Colombia, noviembre-diciembre 2020, Pg. 16.