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PERMANECER ENFOCADO, por Ana María Ramos Dumitrascu

1.º Bachillerato

Día 1

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Nunca me volveré a enamorar hasta que te encuentre. Haces que mi corazón salte de alegría con solo oír tu voz, haces que me desvele por las noches hablando contigo y pensando únicamente en ti, nopuedo sacarte de mi mente.Adoroesta sensación, nunca había sentido lo mismo antes, me haces muy feliz.

Espero ansioso el día que nos veamos de nuevo, tengo ganas de ti.

Día 6

Fui a la playa y en la arena escribí tu nombre de nuevo. Imagino el momento en el que pueda hacerlo junto al mío contigo a mi lado, los dos jugando a ver a quién le pillan antes las olas. Pero ¿por qué no me has hablado aún hoy?

Día 18

Una cita, ¡una cita! ¡UNA CITA! Dios mío, qué emoción, ¡este es el día más feliz de mi vida!

Día 32

Hoy no te vi en clases, debes de estar enferma, pienso ir a tu casa esta tarde con algún dulce y darte apuntes de hoy de las clases.Quéganasdeestarlosdostranquilosestudiandojuntitos.

Día 52

Estabas tan linda hoy, tus amigas y tú estabais haciendo tonterías y no parabas de reír, tienes una sonrisa tan bonita que podría enamorar a cualquiera, pero, por suerte, solo es mía, aunque nadie lo sepa.

Hoy tenemos otra cita juntos, veremos una película.

Día 99

Y tú crees que esto es muy normal, tan acostumbrada estás al amor que no te das cuenta del daño que haces.

Y tú te vas… jugando a enamorar, cuando yo te ofrezco algo incondicional.

Estoy harta, harta de ese estúpido moreno alardeando de sus poderes, creyéndose el mejor de todos, estoy harta, ¡harta! Humillándome, riéndose de mí.

¡Mierda! iba tan metida en mis pensamientos que no me fijé en que me había puesto la zancadilla uno de los de su grupillo . ¿Por qué no te centras en tus cosas de descerebrado en vez de molestarme?

¡Oh! Vaya, estás muy graciosilla hoy, ¿no? Deberían coserte la boca en dirección, pero eres tan fantasma que ni saben que existes.

¡Habló el cabeza hueca!

Este cabeza hueca saca matrículas, deja de intentar superar a gente inalcanzable, fantasma, no sé por qué te esfuerzas en venir a clases, la verdad, ay, cierto, no te quieren ni en tu casa todo el salón comienza a reír y yo solo pude huir hasta los aseos.

Me encerré en el baño ya sabiendo que estaría vacío. Mis lagrimas comenzaron a brotar rápidamente y me desgarré internamente.

¡No puedo más! ¡De verdad que no puedo! me miré al espejo, me vi con el maquillaje corrido, destrozada, sin ganas de seguir con nada, y me quedé en silencio . No, estoy cansada de todo, pero no pienso dejar que se salgan con la suya.

Solo podía huir, esas feroces bestias me perseguían sin fin, no sabía qué más hacer, sentía que cuanto más corría, más me metía en un callejón sin salida, no podía más, solo corría y corría, mis piernas ligeras y delgadas empezaban a pesar con el tiempo, mi cuerpo se inclinaba ligeramente hacia adelante, mis brazos iban al son de mis piernas intentando impulsarme, mi frente se llenaba de sudor, un sudor frío.

Esas bestias seguían acechando desde muy de cerca, tenía tanto miedo que no podía ni girar la cabeza para mirar hacia atrás, pero podía jurar que cada vez eran más las que me perseguían.

Se oye como se obliga a una máquina de escribir a comenzar en una nueva línea.

Día 100

¿Cómo fue que me dejaste de amar? Yo aún podía soportar tu tantafalta dequerer,peropreferistelavía fácil, dejartellevar por unas simples caras bonitas... Te odio.

Llenéellavabodeaguafríaparasumergirmicaraenellapara que con el cambio de temperatura drástico pudiera calmarme de una vez.

Mis piernas cada vez pesaban más, mi cuerpo en sí pesaba toneladas, sentía a mis espaldas la presencia de las bestias. No… se vuelve oír la máquina de escribir.

Día 105

Esto me sobrepasa, no puedo seguir con esto, cruzarme contigo… Verte con ellos… No puedo…

Saqué mi cara del agua, terminé de desmaquillarme y fijé mi mirada de nuevo en el espejo.

Mi respiración estaba muy agitada, mi boca se secaba, mi cuerpo me pedía a gritos pararme. Agh… No el sonido suena de nuevo.

Día 109 No puedo más, no puedo más, si quieres acabar conmigo, ¡hazlo ya! Por favor…

Se escucha cómo comienza una nueva línea. Ya no quiero ser personaje principal, quiero ser antagonista.

Alcé mi vista después de mucho tiempo, y entonces me encontré lo peor.

De nuevo sonidos de la máquina para seguir escribiendo

Día 112 ¡BASTA! Por favor… ¡Ya mátame!

De nuevo la máquina sonaba.

Me van a oír salí del baño decidida.

Se oye el comienzo de una nueva línea.

Una pared, ese era mi fin

Te quiero, mamá…

El sonido de unas manecillas de reloj es lo único que acompaña la máquina de escribir con su característico sonido de repiqueteo, provocando que se vuelva a regresar el carro para comenzar una nueva línea y seguir escribiendo.

Alejando la escena de ese primer plano se observa una mesa repleta de cachivaches, libros viejos cogiendo polvo, trillones de tazas de café vacías… En ella se visualiza a un ser escribiendo ciego de sentimiento alguno, con ímpetu, dispuesto a no pararse hasta terminar, consciente de su arduo trabajo e inconsciente de su psicosis. Las persianas se encuentran bajadas y las cortinas corridas, la habitación no tiene luz exterior alguna pese a ser medio día, solo unas velas consumidas de altas llamas son las que dan luz a este ser penoso que da grima.

Saliendo de dicha habitación, se encuentra el resto del hospedaje. Cubículos en penumbra y mudas hasta la planta de abajo. Otro ser se encuentra en una sala totalmente contraria al resto, viva, iluminada y alegre, bien vestido y con una máscara inviable, se encuentra contando dinero tras su sencillo trabajo vendiendo en su pequeño quiosco, un libro de los que tenía había sido un éxito.

Saliendo de dicho lugar se observan inmutables seres yendo deunossitiosaotros,ocupados,sintiempo,cansados,conojeras hasta el suelo, alegres; otros, no tanto, otros, en penurias… Parpadeé algo confusa cuando mi profesor de literatura dijo que eso era un gran resumen de la obra original del autor tan conocido que hubo, el cual expresaba exageradamente el surrealismo que se aplicaba en dicha época y que criticaba a la sociedad en su final no definitivo.

Guayoyo Molinero, autor cuya intención es que el lector pierda el hilo y obligarlo a empezar de nuevo, así, necesitando terminar de leer para saber qué pasa en ese final sin sentido.

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