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LA CASA DE ACOGIDA, por Claudia Pelluz
Martínez
1.º
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Bachillerato
Esa casa escondía misterios, pero no quise darle mayor importancia, ya que era mi última opción de tener un hogar. Mis padres murieron cuando era pequeña, quedándome sola y con miles de sentimientos en mi interior: pérdida, rabia, tristeza…, que rondaban mi cabeza cada vez que levantaba la mirada de aquellas zapatillas andrajosas que decoraban mis pies.
Desde ese día en el que mis padres yacían sin pulso bajo mis pies, mi vida se ha tornado en visitas a familias de acogida, ya que la mía propia no se quería hacer cargo de una niña frágil como yo.
Cuando, por fin, llego a mi destino, me embriaga una sensación enigmática que me pide a gritos recorrer cada lugar oculto, cada rincón lleno de polvo, cada historia ocurrida en aquel laberinto erigido entre escombros y cenizas.
Una señora de ojos azules y cabellos plateados como el reflejo de la luna, me recibe con una cálida sonrisa y un fuerte abrazo, parecido a un encuentro común familiar cercano. Al principio, me separo abrumada por tanta calidez; sin embargo, acepto aquel gesto de afecto. Ahora que la tengo delante, su rostro se me hace peculiar.
¡Buenos días!, tú tienes que ser Megan me exclama abriendo animadamente la puerta de aquella mansión victoriana. Buenos días, soy Megan Miller, la nueva chica de acogida respondo repitiendo lo que siempre suelo decir en estas incómodas bienvenidas, siendo el primer contacto con dicha familia y su correspondiente adaptación.
Me alegro mucho de que estés aquí, es un gusto tener un espíritu joven en un espacio tan sombrío y lúgubre comenta entre tanto dando órdenes a sus sirvientas, pero un tatuaje capta completamente mi atención. Este está por encima del antebrazo dejando entrever un círculo y, con él, una cruz, e imágenes de aquella noche, de la sangre saliendo furiosamente de sus inertes cuerpos,demisgritosdesesperadosenbuscadeayuday esasonrisa, esos ojos azules como el cielo, que en este instante me observan con alegría, me han perseguido durante años.
Finalmente mi mente logra conectar y responder, como si de un rompecabezas se tratara, todas esas dudas, esas preguntas a las que no les hallaba respuesta. La mujer que tengo delante es la asesina de mis padres, a la que juré venganza el día que me encontrara con ella. Decidida, voy directa hacía la cocina, cojo un cuchillo y, con la última fuerza que me queda, se lo clavo en el corazón.
Recuerda bien mi nombre, porque hasta en el infierno te voy a buscar y con su cuerpo en el suelo y gritos de miedo detrás de mí, cumplo con aquella promesa que me hice.
HISTORIA DE UN AMOR PROHIBIDO, por Lucía García Benítez
1.º Bachillerato
Yo sabía que lo que estaba empezando a sentir me podía herir y que estaba mal, pero ¿cómo le iba a decir a mi corazón que no se enamorase de alguien prohibido? Él era mi vecino de toda la vida, con el que jugaba de pequeña en aquella piscina que montaba en el porche de su casa, nuestras madres eran mejores amigas y nos llevaban juntos al parque… Y yo también pensé que seríamos esos mejores amigos conocidos gracias a nuestros familiares, pero no, todo este tiempo estuve confundiendo sentimientos, suponiendo que sería un gran amor de amistad simplemente y sí, me di cuenta tarde, cuando ya éramos mayores y él había empezado una nueva vida en otra casa con su pareja y yo cada vez me encontraba más dentro de la soledad. Mi corazón se rompía en pedazos al verlo pasear con su novia por aquel paseo en el que mil veces jugando nos caímos. Pero, bueno, al menos, me dije, tiene una mujer que lo merece.
Aunque, al tiempo, a toda esta historia se le dio la vuelta, porque no era todo lo que parecía o aparentaban por la calle cogidos de la mano y, de fondo, con un sonido de pájaros y árboles.
Al cabo de unos meses, me llegó un mensaje de él, diciéndome que si podíamos quedar para hablar y desahogarse sobre lo que le había sucedido recientemente. Yo le dije que sí, y resultó que lo habían dejado y ahora supuestamente se había dado cuenta de lo mismo que yo anteriormente, pero yo seguía locamente enamorada, y mi corazón sentía que le podía dar una segunda oportunidad, porque dicen que la distancia destruye el amor que no es verdadero y fortalece el que sí lo es.
A partir de ese día, comenzamos poco a poco a formar una nueva vida, inclusoigual de emocionante y divertida que cuando éramos pequeños.
Él me confesó todo lo que anteriormente había sentido por mí y se callaba por el carácter tan tímido que siempre ha tenido, pero ya no era hora de callarse, llegó el momento de abrirse al máximo parano volveraperdereltiempo comose habíaperdido en todo aquel entonces que habíamos dejado ir tontamente.
Íbamos cumpliendo años juntos y celebrándolos como cuando en el parque celebrábamos nuestros diez años y abríamos regalos que ahora sustituimos por un “te quiero”.
Ya habían pasado varios años y nuestro primer hijito venía en camino, coincidiendo con la boda, parece que nuestras vidas nunca dejarán de ser como una caja de sorpresas y emocionantes comohansidosiempre,yaqueaquínuncanosesperábamoscada detalle que ha ido surgiendo.
Espero que nuestra relación se vaya desarrollando igual de bien que nos fue el viaje, con nuestros más y nuestros menos, pero siempre tirando para adelante y más reforzados que nunca.