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EL ÚLTIMO PARPADEO, por María Elena Gómez Ripoll
1.º Bachillerato
Todo se quedó en un susto dijo Edgar. Maddy Jones Brown nació en Reedlay, California, en 1858. Ella era huérfana, sus padres la abandonaron a los tres años en un portal, en concreto, el portal de los Poe, debido a la situación económica que tenían, ya que debían mucho dinero y no podían cuidar de ella. Estos eranuna familia adinerada,formada pordos niños llamados Jeffrey y Dylan, que ejercían de hermanos mayores. Ellos siempre les habían tenido un tanto de rencor a Maddy, además de ser la más pequeña, era la más atendida y consentida de esa casa, a pesar de no llevar la sangre de los Poe, aunque eso no quitaba que la quisieran hasta el punto de entregar su vida por ella.
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Maddy, con tan solo ocho años, comenzó a interesarse por los libros, sobre todo por los de terror, y por suerte o casualidad a su madre siempre le había gustado leer. Tan fuerte era esa pasión que esta mujer tenía, que en la casa había una habitación tan grande como te puedas imaginar llena de libros. Esta era una de las salas más querida por Britney, la madre de Maddy. Ella se pasaba horas y horas sentada en ese sofá de piel que tanto apreciaba junto a la lampara de metro y medio que le acompañaba cada noche alumbrándole el camino de las letras.
La madrugada del dieciocho de enero, Maddy se levantó a beber agua y cuando quiso volver a dormirse no pudo. Comenzó a sentirse incomoda, agobiada y decidió ir a su lugar favorito:
“La habitación de los sueños”, así es como ella llamaba a la pequeña biblioteca de su casa.
Procede a levantarse y, cuando va caminando por ese largo pasillo que separa la biblioteca de su habitación, siente un sudor tan frío y tan odioso por unos segundos que hace que se desmaye y se derrumbe, cayendo sobre la alfombra de terciopelo que cubría el suelo.
Al día siguiente, nada más abrir los ojos, se encuentra en su cama rodeada de su familia y a Edgar, el mejor doctor que había en el pequeño pueblo, contando lo sucedido detrás de la puerta a alguien que no conocía de nada, pero ella sabe que algo no va bien. Sus pequeñas pupilas comienzan a dilatarse y, de repente, comienza a observar cómo todos aquellos que la rodeaban se vuelven de color negro y cierra rápidamente sus pequeños y brillantesojos.Vuelveaabrirlosdenuevoyseencuentraenunsitio totalmente diferente al que había visto hace escasos segundos. Este nuevo lugar era lo más extraño que había presenciado en su corta edad, todo su alrededor era blanco, iba cubierta con un camisón que cubría todo su cuerpo, llevaba puestas unas zapatillas de color blanco perlado y una pequeña cadena en la que tenía grabado su nombre. No sabe ni cómo ni por qué está ahí, pero aun así ella sabe que algo no va bien y vuelve a cerrar sus ojos.
Pasan los días y ella se despierta, se levanta, se encuentra el desayuno preparado, como todas las mañanas, en la mesa que hay en medio de la cocina, y por alguna razón que desconoce, empieza a retroceder sus pasos hasta llegar al lugar donde ella había tenido ese pequeño accidente. Esta vez comienza a escuchar a alguien hablando en su habitación y, como le causa curiosidad, se asoma para observar qué estaba sucediendo. Era ella rodeada de toda su familia. Estaba tumbada en la cama como la primera vez que abrió los ojos.
El veintidós de febrero del año 1870 a las diez y veintinueve de la mañana, sal de casa y ve en busca de ayuda le susurró una voz espeluznante que no sabía de donde provenía.
Llegó ese veintidós de febrero y quedaban tan solo cinco minutos para que el reloj de péndulo que colgaba en la pared de esa casa tan grande sonara. Maddy ya estaba preparada para salir de casa cuando su madre la llamó para hablar con ella. Maddy, ven un momento, que tengo que contarte algo muy importante dijo Britney mientras se dirigía a la cocina.
En esos momentos Maddy no sabía qué hacer, pero su ingenuidad salió lo más rápido que pudo y se le ocurrió la maravillosa idea de decirle que no podía, ya que su padre, que trabajaba en un banco, la había llamado para que fuese un momento hasta donde él estaba para darle el almuerzo.
La joven salió en busca de ayuda y, efectivamente, esa voz tan misteriosa que apareció de la noche a la mañana no se equivocaba. A los quince minutos de haber salido de casa en busca de ayuda, el pueblo escandalizado se dirigía hacia una misma dirección, su casa. Un terrible calor inundaba todo su cuerpo y una sensación de temor rellenaba el hueco que sobraba en su corazón. El corazón le saltó desbocado al ver aquella imagen tan tediosa, toda su casa estaba cubierta entre llamas, pero lo que no sabía es que nada de lo que había ocurrido era real, pues ella llevaba en coma cinco años por un derrame cerebral.
HA PASADO UN ÁNGEL, por Marina Mateos Martínez 1.º Bachillerato
Nunca creí en todas esas historias que la abuela me contaba cuando era más pequeña para aterrorizarme cuando no quería dormir en las noches. Recuerdo perfectamente todas y cada una de estas historias, aunque hace ya un tiempo que nunca más podré escucharlas, la abuela falleció y mamá pensó que era buena idea mudarnos para “cambiar de aires”. Así lo hicimos; a pesar de que me rebelara varias veces contra esa decisión, nunca conseguí que cambiara de opinión.
Nos instalamos en un pequeño apartamento a las afueras de una ciudad, era un edificio nuevo, por lo que teníamos pocos vecinos, aunque hubo algo que me inquietó bastante: justo enfrente estaba situado un gran descampado, el cual tenía un cartel que decía: “Próxima instalación del cementerio municipal”. Íbamos a vivir frente a un cementerio y, aunque mamá intentó convencerme de que esa obra nunca se llegaría a completar, sí lo hizo, aunque tardó sus años.
Un día, mientras estudiaba, miré por mi ventana, la cual tenía estas maravillosas vistas a un lugar donde yacían miles de personas fallecidas. Ya no me parecía algo raro, sin embargo, cuando iba a bajar la mirada hacia mis apuntes, algo llamó mi atención y me provocó volver a mirar hacia delante: una estatua de un ángel. ¿Cuándo habían instalado eso ahí? Nunca antes la había visto. Pero eso no fue lo que creó mi curiosidad, sino que este ángel tenía un brazo levantado apuntando con un dedo, aparentementeaunlugar cualquiera, perolo que sucedía era que ese lugar era mi ventana, me estaba apuntando a mí. Pasé noches pensando en esa estatua, cada vez que miraba por la ventana me sentía vigilada, pero nunca vi a nadie que no fuese esa tétrica estatua. Fue tanto el miedo que tenía que llegué a tener incluso pesadillas con esa figura, así que decidí contarle a mi madre mi miedo. Tengo que admitir que me sentí un poco ridícula al contarlo. ¿Quién le podría tener miedo a una estatua? Mi madre llegó, incluso, a gastarme bromas como, por ejemplo, cuando comíamos juntas y me quedaba en silencio soltaba comentarios como estos: “Parece que ha pasado un ángel por aquí”, refiriéndose a mi silencio.
Llegué a mi límite, lo de dormir poco ya era habitual y se podían ver unas profundas y oscuras ojeras bajo mis pestañas, por lo que decidí invitar a mi mejor amigo, Izan, un chico bastante aventurero que parecía no temerle a nada y que, por supuesto, no creía en los cuentos paranormales, qué tontería. Así pues, acordamos pasearnos por el cementerio para poder ver de cerca la estatua, pero cuando llegamos al lugar donde debía de estar mi pesadilla, Izan siguió adelante, como si no hubiera nada en ese lugar, mientras que yo me quedé petrificada como una más de las lápidas que llenaban el lugar. Recuerdo perfectamentecómose giró, memiróyme dijo: “¿Quéhaces ahí parada? Aún no hemos llegado”. Lo miré perpleja y le dije: “¿Cómo que no, si está justo aquí, es que estás ciego o qué?”.
Señalé con mi dedo tembloroso hacía el panteón, pero mi amigo me juró y perjuró que ahí no había nada, o que al menos él no lo veía, para salir de mis dudas decidí acercarme un poco más y juntar mi dedo con el de la fría piedra para asegurarme de que era real y de que no era mi falta de sueño. Tenía miedo, pero lo hice, grité cuando sentí cómo algo me pinchaba en la punta de mi dedo anular, como si el suyo tuviese una fina aguja, aunque del tamaño suficiente para hacer que mi dedo sangrara y manchara un poco la estatua. Izan se fue a casa mirándome como si me estuviera volviendo loca, pero yo sabía que lo que veía era real.
Después, cuando entré a mi cuarto, encendí mi móvil y decidí buscar información en foros sobre una misteriosa estatua de un ángel, indagué durante horas hasta que me topé con un comentario que relataba algo que me resultaba familiar. Se me quedó la cara a cuadros cuando terminé de leer, pues este comentario estaba relatado por un familiar del dueño de la cuenta, que presentabajustamentelosmismossucesosqueyohabíavivido,solo que este chico había fallecido en extrañas circunstancias y es eso por lo que su hermana buscaba hasta respuestas paranormales a esto. Seguí leyendo durante horas muchos más comentarios que aseguraban que ellos también habían visto esa estatua, encontré a alguien que resolvió varias dudas contando una especie de leyenda que terminaba así: “Todo aquel que sea apuntado por el ángel de la sangre, estará condenado a una muerte próxima y no hay nada que podáis hacer para evitarlo, solo quien está destinado a morir en sus manos podrá verlo; de lo contrario, estaréis a salvo, por el momento”. Rompí a llorar, estaba aterrorizada.
A día de hoy sigo esperando que algo ocurra, han pasado tres meses desde que mi sangre rozó aquella piedra, es medianoche y he conseguido conciliar el sueño después de llegar a necesitar medicación para mi insomnio, pero una pesadilla me ha despertado, como de costumbre, esa horrible figura otra vez, solo recuerdo una hora de este sueño, las 12:30, no voy a mirar la hora para no desvelarme, pero escucho un ruido en la calle que me hace levantarme y asomar mi cabeza, las luces de las farolas están alumbrando el cementerio. Me limpio los ojos para ver bien, porque mis ojos no se creen lo que ven, ha desaparecido, la estatua, ya no está. Vuelvo a la cama y ahora sí que decido mirar la hora, parece que esta pesadilla ha llegado a su fin, pero ahora escucho el mismo estruendo dentro de mi habitación. La hora: son las 12:29. Temblando, me levanto de la cama y miro entre sombras. A pesar de la escasa iluminación, consigo vislumbrar algo en la esquina del cuarto, no me lo puedo creer, es él, es el ángel, pienso que sigo durmiendo, me pellizco el brazo pero no despierto, vuelvo a mirar el reloj, está marcando las 12:30 y noto un dedo en mi espalda, aquí me despido, ya ha llegado a por mí, aún estás a salvo, pero por poco tiempo.
EL GRAN DÍA DE MARÍA, por María Balsalobre Real
María es una chica a la que le gusta mucho desde siempre bailar, lleva diez años preparándose para cumplir su sueño, que era ganar el premio de jóvenes talentos de su provincia. Como os dije antes, se preparó y se formó en una pequeña y humilde academia de su pueblo llamada The Talent Cotillas, tenía tres profesores de tres destrezas del baile, que eran flamenco, clásico y moderno. Ella había entrado en esa academia hacía siete años, y tres años atrás salió a la luz que en su ciudad, que era Murcia, habían sacado un concurso de jóvenes talentos. Su ilusión era ganar ese concurso o, al menos, entrar y pasar de prueba, así que se lo comunicó a sus profesores y ellos se quedaron impactados por esa gran noticia, ya que la academia de María podía hacerse más conocida en Murcia y también porque ellos querían que su gran alumna cumpliera sus sueños de entrar a ese concurso.
María empezó a preparar su gran actuación con la ayuda de sus tres profesores, ella quería hacer una fusión de las tres destrezas del baile que conocía y sabía hacer bien. El problema vino cuando solo le quedaba un mes para la actuación y solo llevaba la mitad del baile: se empezó a agobiar y a ponerse negativa porque decía que no llegaba a terminarlo.
Sus maestros intentaron animarla, pero casi que no pudieron, quería abandonar, hasta que llegó una de las mejores amigas de María, que se llamaba Claudia, y le empezó a dar grandes consejos para no abandonar, ya que Claudia también había pasado por otros concursos y pasó por lo mismo que estaba pasando María en ese momento.
Claudia era otra bailarina de la misma academia, ella había ganado varios premios de danza y su amiga María la admiraba mucho. Empezó a ayudar a María con el baile y estuvo más de dos semanas ayudándola, hasta que solo faltaba una semana para el concurso…
María estaba muy nerviosa porque le quedaban horas para su gran actuación.
Llegó la hora. María se calmó y salió a sorprender a todo el público con su maravilloso baile. Pasó a semifinales, eso significaba que tenía que volver a sorprender otra vez, así que ahora, no con la ayuda de sus profesores sino con la ayuda de su amiga Claudia, se puso manos a la obra para hacer un magnífico baile de flamenco fusionado con el clásico. Salió a actuar, los jueces se quedaron impactados y le dieron el pase directo a la final, en la que competiría con su enemiga Elena, una malabarista malvada. Elena hizo su espectáculo de circo, pero falló y se le cayeron los malabares. Mala suerte. María volvió a salir a actuar y a los jueces le gustó tanto el espectáculo que hizo María que tardaron muy poco en decidirse en quién ganaba el concurso de grandes talentos: María ganó.
Así María llegó a ser alguien en el mundo de la danza y cumplió sus metas y sueños.
MI NIÑA KAI,
por Lara M.ª Membrilla Lorenzo
1.º Bachillerato
✉Correo entrante
Hola, Lucía:
Hace mucho tiempo que no te escribo y quería contarte cómo voy.
Últimamente lo veo todo mejor con tu ayuda, pero cada vez es más raro y yo me siento más rara.
Ayer nos fuimos a una casa rural en las afueras, en Alicante, sabes que allí vivían mis abuelos. La cosa es que la casa era preciosa y estaba fascinada con la familiaridad que desprendía. Era como la típica casa de cuento, con enredaderas y esos ladrillos blancos y rojizos que son tan bonitos, me sentía como la Blancanieves de verdad.
Bueno, voy a deshacer la maleta, que si no…, ya sabes cómo se pone mi madre.
Otra cosa más: estoy perfectamente bien, espero que este viaje me ayude a despejar la mente.
Pásalo bien en tus vacaciones. Nos vemos, un beso.
✉Correo entrante
Hola, Lucía:
Este sitio es muy bonito.
Aún no conozco a nadie, pero me lo paso bien jugando con el abuelo al dominó. Hace mucho que no jugaba. Desde que…, bueno, falleció mi hermano. Con la tontería, ya han pasado cuatro años, pero aun así lo echo de menos.
El abuelo está diferente desde que Edu no está. Antes solía jugar él con el abuelo o le acompañaba haciendo las figuritas de madera de las que te hablé. Sigue haciendo de vez en cuando. Le preguntaré si puedo llevar una para ti, :).
Quiero ver alguna foto tuya con tus hijos en tu casita de campo. Cuando vuelva, ¿me las enseñas? Yo también haré unas cuantas.
Nos vemos, un besito para todos.
✉Correo entrante
Hola, Lucía:
Ya llevo una semanita aquí con los abuelos, no te voy a mentir esto es más bonito que la clínica.
Hoy bajé al pueblo con los abuelos. El abuelo me dijo que iba a comprar madera y la abuela que fuera con ella mientras el abuelo compraba las cosas y así le ayudaba con la compra. El problema es que volver con la compra y subir la pendiente es complicado.
Pero el abuelo me regaló un blog para dibujar con carboncillos de colores, me dijo que los hacían naturales con las plantas de aquí. Me puse muy feliz y mi abuela me llevó “al jardín de artistas”, o así lo llamaba. Ese sitio era mágico y me encantaba estar allí dibujando. Tanto, que no me fijé en la hora y se me hizo de noche.
Bueno, ya te contaré más, Besos.
Kai.
✉Correo entrante
Hola, Lucía:
¿Cómo estás?
Ya llevamos dos semanas sin vernos.
Yo estoy…, no diría que bien en mi totalidad. Últimamente me está doliendo mucho la cabeza y apenas puedo hacer algo sin tomar alguna pastilla.
Peroporlodemásestoybien.Yaconozcoaunoscuantoschavales que están por la zona de mi abuela y la del jardín. Hablo bastante con una chica que se llama Delia. Me siento segura con ella. Ella también dibuja, pero le va más la música, el otro día trajo su violín y lo tocó en directo. Se sentía como si las flores bailaran. Muy bonito.
Ya solo me queda la mitad del blog que me regaló el abuelo.
Bueno, me voy, que la abuela me ha preparado ñoquis, lo que más me gusta, y más los suyos.
Espero que tú también te lo estés pasando muy bien.
Un beso grande de Kai, tu favorita.
✉Correo entrante
Hola, Lucía:
Tengo miedo. Ayer pasó lo de siempre.
Estando en el jardín me dio un dolor de cabeza extremadamente malo, no me podía ni mover, solo podía llorar y retorcerme.
Y me desmayé.
Me desperté y mágicamente dejó de dolerme, pero no despertéeneljardín,medespertéenlaclínicaynoestabastú,estaba un señor al que no conocía pero me estaba dando Prolixin, no me estaba dando, me estaba asustando y obligándome. No sabía qué hacer…
Salí corriendo afuera y la puerta de salida por la que siempre salimos al patio conectaba con mi casa, la antigua. Conectaba directa con el baño, pero no era mi baño, era mucho más grande y estaba mi hermano… metido en la bañera con los brazos sangrando, como la última vez.
Lucía ¿por qué me pasa esto a mí?
Si sueño una vez más con eso… me voy a volver loca. Cuando pude despertarme de ese sueño de mierda volví a casa de mis abuelos. No podía moverme mucho y en cuanto me abrió mi abuela me desmayé de nuevo. Mi abuela se asustó muchísimo. No quería hacerle esto. Llamaron a mis padres para cantarles lo que pasó y acabaron subiendo para traerme mis medicamentos de casa.
Hoy estoy mejor. No me duele mucho y mi abuela me llevó a ver conejitos al campo. Mientras, mis padres hablaban con mis abuelos como si yo no estuviera y sin dejarme hablar. Lo de siempre. Prefiero quedarme con mis abuelos, pero ya solo me quedan cinco días aquí.
Nos vemos pronto, Lucía. Te echo de menos.
Un beso.
Kai.
por Juan Navarro González
1.º Bachillerato
¿Qué acaba de pasar? ¡Voy a apuntarlo corriendo! ¡Qué pasada!
¿Qué sucede, Jorge? ¿Otro sueño alucinante? Sí, mamá, este estaba chulísimo. ¿Quieres que te lo cuente?
Por supuesto, nene, cuenta, cuenta. Pues todo empieza en...
A Jorge, conocido más en confianza como Jorginho, le encantaba contar sus sueños, de los que lograba acordarse al cabo de cinco minutos tras despertarse. Según él, en sus sueños le ocurrían cosas muy raras y algunas paranoias, le ocurrían cosas que desearía hacer en la vida real. Un ejemplo puede ser cuando les contó a sus amigos que había jugado con Ronaldinho en la final del mundial, y juraba que era real, que era de verdad; solo lo soñó, pero quería que se hiciese realidad, aun sabiendo que su jugador favorito ya estaba muerto; ahora entendéis su apodo mejor. A Jorge, la verdad, nunca lo vi con mucho afán de intentar averiguar el significado de sus sueños, le ocurría de todo según él, pero tampoco quería saber por qué le pasaba todo eso, si significaba algo.
8 de junio 2023
Jorge vivía felizmente, por lo que yo alcanzaba a ver, sin ninguna preocupación hasta aquella mañana del 8 de junio. No es que pasara nada especial aquella mañana, Jorginho se despertó normal pero ese día no le apetecía contar su sueño, lo veía como preocupado y pensaba: “¿Preocupado por un sueño? Qué raro en él”. Le pregunté por aquel sueño y no me daba ninguna respuesta, solamente me inquietaba más y más. A la vez, pensaba: “Voy a mirar el ordenador o la tablet para ver si ha buscado algo o algún significado”, como cuando buscas qué significa que sueñes que se te caigan los dientes o que se muera alguien, cosas así,peroloquesaliófuehastamásraro: qe singifica la ora 0:01? Su mala ortografía me dejó de piedra, que con once años escribiera así, pero lo que de verdad importaba era lo de la hora 0:01. ¿Qué pasaba con aquella hora? En poco tiempo lo pude comprobar.
Las semanas siguientes fuero normales, como cualquier otra. Se levantaba y, emocionado, contaba su sueño, feliz; dos días después de la mañana del 8 soñó que nos tocaba la lotería y que nos comprábamos una casa al lado de la de Messi, que yo me hacía muy íntimo de las mujeres con muchas perras, como decía él, refiriéndose a las Kardashian. Durante unas cuantas semanas todo parecía normal, ya me asustaba la idea de otra mañana como aquella del 8, y cuanto más rápido lo pensé, más rápido sucedió; pero esta vez al menos me contó un poco de su sueño.
26 de agosto 2023
Me habló de un hombre alto, sin cara ni ropa, como una sombra viviente, según él, que le perseguía en algunos sueños, le acompañaba y no se alejaba de él. Me contó, además, que en el sueño en el que nos mudábamos al lado de la casa de Messi, este hombre tenía su propia habitación en la casa, pero en la buhardilla, ya que decía que nosotros no lo queríamos en la casa, pero como era su “amigo vigilante” tenía que vivir con él. Cuando me contó eso, se me erizó la piel, como un beso congelado, como uno de la propia muerte.
Me siguió contando el sueño de aquella mañana, me contó que estaba en Port Aventura, en la zona china, entrando; iba escuchando la música china de fondo mientras veía flores caer de los árboles, hasta que de repente su “amigo vigilante” lo para y se sientan en un banco porque supuestamente estaba cansado. ¿Cómo va a estar cansado si vuela?, me contaba Jorge mientras me relataba su sueño. Todo parecía normal, un día en un parque de diversiones, como él quería desde hace tiempo; pero al final vino lo raro, o bueno, raro no, escalofriante: me contó que a la despedida le dio un trozo de papel con varios números escritos, le pregunté si se acordaba de aquellos números y en una hoja, con un color que pilló en el escritorio, empezó a escribirlos; y decía así:
Me quedé sin saber qué decir, qué hacer, qué pensar, a la vez pensé de todo: el número de Satanás, del demonio, que era hasta hacker mental, pensé. Él me terminó de contar diciendo que cuando abrió y vio el número se empezó a quedar sin respiración en el sueño, pero que al despertarse justo también se estaba ahogando; no supe cómo reaccionar, y en ese momento Jorginho se fue a ver la tele, ya que los sábados por la mañana le encantaba ver a los hermanos modificando, diseñando y vendiendo casas; mientras tanto, yo me quedé pensando en todo, en qué podría ser aquelnúmero,quésignificaría,dequétrataría...Metoméundescanso y quise dejar de sobrepensar, podría ser una casualidad o una coincidencia el que sucedieran las dos cosas a la vez.
12 de octubre 2023
Intentaba mantener la calma, aún pasados cuatro meses desde la última vez, o sea, la del número; pero no podía parar de pensar en aquel número.
Entre su padre en el extranjero trabajando y que solo lo veía en una corta videollamada que hacíamos los tres por la noche antes de acostarnos, y entre que trabajaba todo el día para mantenernos y ya llevaba demasiado encima, pues me sentía sola, no sabíaaquiéncontarleloquemeatormentaba,aversimepudiese ayudar; solo me alegraba el pensamiento de saber que el 18 de octubre, este mes, lo volvería a ver en persona, ya que terminaba de trabajar en el extranjero y se venía aquí, con nosotros. Contaba los días,las horas, los minutos, los segundos, los milisegundos si hacía falta. Recuerdo su partida como si hubiera sido hace un par de días, aquella mañana del 2 de febrero del 2022, casi un año y medio sin verlo en persona, y por fin en seis días lo volvería a ver, y Jorginho por fin vería a su padre de nuevo, tenía más ganas que otra cosa.
Aquella mañana del 14 de octubre parecía ser normal hasta que Jorginho se despertó, casi en llanto. Le abracé y le pregunté que qué había pasado, que todo estaba bien. Respondió, entre lágrimas, que todo no estaba bien, que había visto a la muerte llevarse a alguien consigo flotando hacia el cielo, que estaba llevándose a alguien con una sábana en la cabeza, hasta que se dio cuentaqueeraunespejo,peronoconsiguióveraquiénreflejaba. La muerte le gritaba que quedaban tres noches, mientras subía al cielo. Jorge estaba llorando asustado, y ahí fue justo cuando recordé el número en el papel de Port Aventura: 0170110023 quería decir 17 del 11 (octubre) del 2023; y recordé cuándo buscó la hora 0:01. ¿Eso significaba que pasaría algo la noche del 17 a las 0:01? Jorge tenía miedo, no se explicaba qué había pasado, no quería volver a soñar.
Las dos noches siguientes tenía miedo de soñar cosas así o incluso de soñar cosas peores; tenía, ahora más que nunca, que dormir abrazado a mí y con su cojín de su mono; el ultimo peluche que le regaló su padre. Por suerte para él, y también para mí, que no pegaba ni ojo, no pasó nada malo ni raro en sus sueños, menos mal. Tenía el miedo de la noche del 17, pero, bueno, habría que pasarla para ver qué estaba pasando con sus sueños, con esos macabros sueños.
17 de octubre 2023, por la noche
Jorginho no sabía nada del 17, ni se lo esperaba, creo yo, tampoco le dije nada para que no sufriera más la criatura. Llegó la condenada noche y yo sabía que algo pasaría. Hicimos la videollamada rutinaria deseando poder verlo al día siguiente, qué bonito hubiera sido. Llegaron las 23:15, la hora de dormir de Jorge. Él se acostaba y yo me quedaba un rato a su lado leyendo, como habitualmente. Esa noche tenía miedo de que llegaran las 0:01, presentía lo peor, que algo pasaría. Pasó poco tiempo desde que se acostó y se durmió. Nunca sentí el temor ni los nervios tanto como aquel día. De improviso se levantó y comprobé si era esa maldita hora, pero eran las 23:59. Se levantó y lo primero que dijo fue: “El que estaba reflejado en el espejo era yo, mamá, dile a papá que lo echo de menos”, y acto seguido se acostó, sin decir nada más, dejándome con la palabra en la boca; se tumbó, se le cayeron varias lágrimas y entonces vi cómo su pecho paraba de moverse poco a poco, en ese momento sí pude comprobar una cosa: que era la hora, eran las 0:01. Sentí que se me caía el mundo, se me iba la vida con él al cielo. No me lo explicaba.
Hoy viernes pongo mi primer pie en la calle después de estar un año y poco en el psiquiátrico por la supuesta muerte de mi propio hijo. Es gracioso que encuentre mi diario entre las ruinas de la casa en la que solía vivir. Me voy de esta ciudad y más de esta casa, no me siento segura, mi Jorge no era el único que veía al hombre con sombrero, mis nuevos amigos lo veían y algunos lo siguen viendo. No soporto sentirlo cerca.