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MI VERANO INOLVIDABLE, por Ainara Blaya Carrillo
1.º
Bachillerato
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Y ahí estábamos mi mejor amiga y yo en el coche de camino a Los Ángeles, escuchando la canción This Love mientras ella conducía y me contaba lo que íbamos a hacer ese verano. Yo estaba mirando por la ventana, pensando en mis cosas.
¿Me estás escuchando? Chloe dijo ella.
Sí te estoy escuchando dije sin mirarla.
Bueno, lo que te iba contando, van a estar también en la casa mi hermano y su amigo dijo.
¡Emma, me dijiste que íbamos a estar solas! dije.
Lo sé, pero ya sabes cómo es mi hermano, se acopla en todo. dijo . Además, así conoces a su amigo para relacionarte con más gente.
No necesito conocer a ningún chico, ya te tengo a ti. Y sabes que no soy muy sociable dije.
Por eso, necesitas conocer a gente, no solo estar leyendo libros de romance, que son pesados dijo.
¡Oye! dije ofendida . Mis libros no son pesados, son bonitos. Además, me estoy leyendo Orgullo y Prejuicio, ese sí te gustaría a ti.
Gracias, pero sabes que la lectura no es mi hobby dijo. Tu hobby es salir de fiesta dije riéndome.
Claro dijo riéndose.
Seguimos en el coche escuchando música y cantando a todo pulmón. Cuando llegamos a la casa, esta parecía una mansión.
Menuda casa, si esto es enorme dije, sorprendida.
Y eso que no la has visto por dentro, ¡vamos! dijo feliz, cogiéndome de la mano.
Me hizo un recorrido por la casa. Tenía cinco habitaciones, tres baños, un salón grande junto a una cocina y un jardín con una piscina chulísima. Nos pusimos el bikini y nos fuimos a la piscina. Estuvimos un rato, luego hicimos la cena y vimos una película.
Me voy a dormir ya dije cansada . Buenas noches. Vale, que descanses dijo.
Me fui a la habitación en la que me iba a quedar, me puse el pijama y estuve pensando en lo que me dijo Emma: ¿Necesito conocer gente? Y en seguida me dormí.
A la mañana siguiente, me desperté, fui a la habitación de Emma y estaba todavía durmiendo. Como tenía hambre fui a preparar el desayuno. Me puse los cascos con mi música y empecé a hacer las tortitas moviendo la cabeza al compás de la música.
Me giré a coger un plato y…
¡Ay! dije con cara de sorprendida. ¿Tú quién eres? pregunté.
Y, en vez de contestarme, le dio por reírse y me dijo:
Qué buen movimiento de cabeza tienes.
En ese momento entró Carlos, el hermano de Emma.
Ya veo que os habéis conocido dijo.
Cuando iba hablar yo, él se adelantó:
Soy Alex, mucho gusto dijo sonriendo.
Me llamo Chloe, soy amiga de Emma dije mirando a Alex con otra sonrisa.
¡Que buen olor, has hecho tortitas! dijo Emma entrando a la cocina . ¿Cuándo habéis llegado? preguntó mirando a su hermano.
Hace un rato le respondió.
Nos sentamos a la mesa a desayunar. Me metí en mi mundo de la lectura y noté que alguien me observaba, y ahí estaba Alex, y nuestras miradas se cruzaron. Mi corazón se puso a cien.
En ese momento aparecieron Emma y Carlos. Vamos a bañarnos, ¿os apuntáis? dijo Emma.
Yo sí respondió Alex . ¿Te apuntas, Chloe?
Sí asentí.
Pasamos un buen rato jugando. La verdad es que me hacía falta un momento como aquel…
En la semana que pasó, Alex y yo estábamos más juntos y no paraba de pensar en él. Se lo comenté a Emma.
Lo que te está pasando es que te estás enamorando dijo Emma.
Emma me comentó que lo hablara con él y mi cabeza no paraba de darle vueltas a lo que me había dicho.
Pasó un día y, al final, tuve el valor de hablar con él. Alex, ¿podemos ir a la cafetería que hay al lado del parque para tomarnos algo? pregunté.
Sí, me gusta la idea me respondió.
Cuando estábamos en la cafetería, empezamos a hablar. Yo le comenté lo que sentía por él y Alex contestó que también sentía lo mismo.
Y pasaron los días, las semanas, y Alex y yo nos íbamos conociendo mejor.
Ese verano fue mi verano inolvidable.
ABDULLAH, por Víctor Fernández González
Abdullah era un niño procedente de la isla de Madagascar. Tenía doce años. Era un niño alto, pero con aspecto desnutrido, ya que había días que no comía por el bajo nivel económico de su familia. También tenía unos preciosos ojos azules y una nariz pequeña. Él vivía con su padre, su madre, sus doce hermanos y su pequeño lémur. Todos ellos eran obligados a trabajar para mantener a la familia, ya que eran muy pobres, excepto su hermanamenorAda,quesequedabaconsumadrecuidandolacasa. Abdullah no tenía el lujo de poder ir a la escuela porque en su poblado solo estudiaban los que más dinero tenían.
El 10 de marzo de 2017 fue obligado a casarse con una bella chica por intereses económicos para su familia, pero él no estaba contento, ya que él quería elegir a su cónyuge. Prácticamente no se separabany ella estuvo con él siempre para servirlecon loque necesitase.Unassemanas después, llegaronunaspersonas armadas avisándoles de que despejaran la zona porque iban a derrumbarlo todo. Abdullah no se lo podía creer. Lo que había sido su infancia lo iban a destruir unas personas desconocidas para poder obtener materiales. Por eso, tuvo que viajar a varios países en busca de un sitio para vivir.
Primero, tuvo que pasar de su país al país más cercano, Mozambique, pero tenía que cruzar en barco debido a que él vivía en una isla. A mitad de camino, se enfrentó a una tormenta que casi lo mata. Llovió muchísimo y no se veía nada. La lluvia era tan fuerte que se agujereó la barca y tuvo que hacer un pequeño tramo del viaje nadando. Estaba agotado, pero había conseguido llegar al país. Tuvo que coger varios transportes hasta llegar a una ciudad. Estuvo hospedado una semana en un motel de Maputo, la capital del país, pero decidió que era mejor buscar un sitio menos pobre y con mejor calidad de vida.
La segunda región a la que fue era Sahara Occidental, un sitio que estaba 7100 metros del país en el que estaba. Primero, hizo un tramo enorme en coche, en el que acabó cansadísimo, pero sabía que iba a merecer la pena, ya que iba a encontrar un sitio en condiciones para vivir. El segundo tramo fue en autobús, que lo dejó al lado del sitio en el que se iba a hospedar. Estuvo varios meses hospedado, pero siguió creyendo que no era el sitio ideal.
El último sitio que visitó fueron las Islas Canarias, un sitio destacado por sus carnavales y el clima veraniego. Este tramo sí que consiguió hacerlo en avión porque había conseguido un trabajo en Sahara Occidental para poder pagarse el viaje e ir más seguro en el trayecto. Abdullah estaba asustado porque nunca había montado en avión, pero, afortunadamente, el viaje duró bastante poco. Llegó a la isla de Tenerife y se quedó en un hotel a las afueras de Santa Cruz de Tenerife, la capital. Él estuvo bastante bien en las islas y se quedó allí.
Por desgracia, Abdullah había sido contagiado por el ébola, y tras estar muy mal por una semana entera con mucha fatiga y con temperaturas altísimas, murió. Su mujer también murió porque se lo había contagiado su cónyuge. Su historia la conocieron muy pocos, pero fue una gran persona que había trabajado mucho por encontrar un sitio para vivir en condiciones.