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EL EXAMEN, por Ángela Férez Moreno

1.º Bachillerato

Mi sueño desde pequeña siempre fue irme a estudiar medicina a la Universidad de Harvard, un sueño bastante difícil pero por el que había estado trabajando y esforzándome toda mi vida. Mi media era de diez e intentaba siempre dar el máximo de mí para que me concedieran una beca para poder ir a la universidad; la verdad es que lo haría todo por ello.

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Hubo un tiempo, concretamente terminando el tercer trimestre, donde las cosas no me iban demasiado bien en casa: mis padres se acababan de separar, mi abuelo estaba muy enfermo, estábamos económicamente mal… Y la verdad es que todo me estaba sobrepasando y no podía estar al cien por cien en los estudios, cosa que no me venía demasiado bien, ya que, si mis notas no eran excelentes, podía decir adiós a la beca. A pesar de todo, intentaba llevarlo lo mejor posible e intentaba que mi frustración y mi tristeza no se reflejaran en mis notas ni en mis exámenes.

Estuve toda la semana intentando estudiar Química para el examen que tenía el viernes, pero me fue imposible, tenía todo el rato la cabeza en otro lado, aparte de que no tenía mucha idea del tema, ya que en la clase solía estar un poco dispersa y no podía atender con normalidad. El viernes de esa semana hice el examen, que, como era de esperar, no me fue nada bien. Pensé que este examen, como es normal, me bajaría la media bastante. Intenté hablar con el profesor, pero se fue corriendo nada más acabar el examen a otra clase, la verdad es que necesitaba hablar con él porque no podía tener esa nota, y no podía esperar al lunes para hacerlo.

Jose María, el profesor de Física y Química, era un hombre bastante alegre y amable, que vivía en el pueblo desde siempre y era conocido por la mayoría de los vecinos. Aunque, bueno, unos pocos meses antes de este suceso, su mujer se marchó con su hija cuando ambos se separaron, ya no era el mismo de siempre y la verdad es que se le notaba desanimado y sin su esencia habitual. Me daba bastante pena, ya que se decía por ahí que su mujer lo dejó por otro y se notaba que le estaba costando superarlo. Su casa se encontraba por los alrededores de la biblioteca municipal, lo sabía porque lo había visto ya en varias ocasiones salir de ahí. La verdad es que me encontraba con bastante ansiedad y en una situación límite y decidí al final ir esa tarde a su casa para ver si estaba e intentar hablar con él, pensaba que me quedaría bastante más tranquila si iba, aparte de que estaba segura de que no le iba a molestar mi visita, ya que de siempre habíamos tenido bastante buena relación.

Me dirigí a su casa a eso de las seis. Antes de llegar pasé por la confiteríade allado ycompréalgunosdulcespor lasmolestias que le pudiera provocar el que fuera a verlo en su tarde libre y no me esperara al lunes. Toqué tímidamente al timbre, deseando no haberlo despertado de la siesta o haberlo pillado ocupado; sin embargo, me abrió la puerta con una gran sonrisa, un poco sorprendido, y me invitó a entrar amablemente a su casa para tomar un café con los dulces que había llevado. Al entrar, noté un escalofrío interno que duró unos segundos y al cual no le di mucha importancia.

Me senté en el comedor mientras que me preparaba un café en la cocina y me preguntaba el porqué de mi visita, a lo que yo le respondí con bastante sinceridad y yendo al grano: que necesitaba que me repitiera el examen por causas obvias y sin que nadie se enterara, ya que, de lo contrario, seguramente a los demás de la clase no les sentaría demasiado bien aquello. Me dijo que qué me había pasado y enseguida vino al comedor para hablar más en profundidad de aquello. Trajo los cafés y se sentó enfrente de mí, entonces le expliqué la difícil situación familiar y personal por la que estaba pasando y cómo me estaba afectando en lo académico, o mejor dicho, cómo me iba a afectar en mi futuro no tan lejano. La verdad es que me entendió perfectamente y accedió a repetirme el examen sin que nadie de mi clase se enterara. Me dijo que fuera el viernes siguiente a su casa, que podríarepetirlosinproblema.Obviamentemealegrémuchísimo y le di las gracias sin parar hasta que me fui. Pero hubo algo que me resultó muy extraño estando ahí, y es que intenté ir a la cocina adejarel vasodelcafé enelfregaderopara ayudar arecoger y no me dejó ir, incluso podría decir que hasta se llegó a poner un poco agresivo o enfadado. Bueno, al final no le di mucha importancia, ya que no podía parar de pensar en el gran favor que me había hecho y en que no podía desaprovechar esa gran oportunidad de repetir el examen.

Me pasé toda la semana estudiando para llegar al examen lo mejor preparada posible y evadí todos mis problemas por ese tiempoporunabuenacausa.Llegóeldía,omejordicho,latarde, y no podía con los nervios. Llegué diez minutos antes de lo previsto, durante los cuales me quedé en un banco de enfrente de su casa repasando, esperando a que fuera la hora a la que habíamos quedado. Cuando justo mi reloj marcó las seis de la tarde, toqué el timbre y entré dispuesta dar el máximo de mí. Jose María me dejó sola en el comedor haciendo el examen, me dijo que subiría un momento a la planta de arriba a imprimir unas cosas que necesitaba para sus clases, y que aprovecharía para buscar unos papeles y apuntes, y ya bajaría a estar conmigo. Me puse a hacer el examen pero no sé qué pasaba que no me podía concentrar bien, me distraje y rápidamente me di cuenta de algo, y era que tenía una foto con su mujer e hija en el salón, con un ramo de rosas azules al lado. Todo eso me sonó bastante raro y escalofriante a la vez, ya que ¿quién tendría una foto de su exmujer, la cual lo dejó por otro hombre, juntoa un ramode rosas? Entonces decidí ir a la cocina a por un vaso de agua, lo que acababa de ver me había descolocado bastante, era bastante extraño, la verdad. También aproveché su ausencia para ver si había o pasaba algo raro en la cocina tras lo sucedido la semana pasada.

Abrí con cuidado la puerta de la cocina y entré sigilosamente, al entrar percibí un olor a rosas frescas mezclado con un olor comoabasuraendescomposiciónbastantefuerte,perosinllegar a serlo del todo. Algo me decía que algo malo pasaba ahí, y que ese olor no era normal para unas simples sobras de comida. Intenté averiguar de dónde provenía ese aroma hasta que, de repente, escuché al profesor bajar las escaleras. Me quedé de piedra y no se me ocurrió otra cosa más estúpida que encerrarme en la despensa.

Empecé a escuchar a Jose María llamarme como un loco por toda la casa, hasta el punto de decirme que si no salía me iba a pasar algo muy malo y que se le podía llegar a ir la cabeza. Obviamente,measustébastante,nuncalohabíavistodeesamanera ni de lejos, estaba como fuera de sí. Me encontraba medio llorando, intentando explicarme a mí misma cómo había llegado ahí y preguntándome por qué tuve que ir esa tarde.

Por suerte, no se imaginó que estuviera en la despensa y no llegó a mirar allí. De repente, escuché la puerta de la entrada abrirse y a él salir para buscarme por las calles, aproveché y salí corriendo de allí espantada hacia la comisaría para contar lo que había vivido.

Después de narrarle a los policías todo lo pasado esa tarde, me dijeron que no me preocupara y que estuviera tranquila, que ellos se ocuparían de aquello, y rápidamente fueron a su casa a hablar con él.

Resulta que Jose María, el profesor de Física y Química, no era tan agradable ni tan ingenuo como todo el mundo pensaba, o comoélmismonosqueríahacerver.Noshabíaestadomintiendo a todos en la cara, y había estado haciendo el papel de su vida haciéndose ver dolorido y desanimado. Y es que la policía descubrió rápidamente, después de hablar con él, que algo ocultaba, y registró su casa, esto les hizo encontrar algo escalofriante.

La verdad es que ni su mujer ni su hija lo habían abandonado ni nada por el estilo: ambas se encontraban descuartizadas en un gran congelador que tenía en una habitación al lado de la cocina. Llevaban meses ahí dentro, y de ahí el fuerte olor que percibí el día que entré a la cocina. Cuando me enteré, me quedé de piedra, no me lo podía creer. A día de hoy Jose María aún no ha confesado lo que le llevó a cometer semejante atrocidad, aunque, por suerte, se encuentra en la cárcel.

Hace unos días me llegó un ramo de rosas azules a mi casa, con mi nombre yapellidos, felicitándome por mis excelentes notas y deseándome lo mejor en mis próximos estudios.

DE TI, por Vera Martínez Cuadrillero 3.º ESO

Hoy es 9 de enero de 2022, me llamo Patricia y entro nueva a un instituto de Canadá. Entro nueva al instituto porque me tuve que mudar, debido a un problema familiar, ese problema es un divorcio, y la pregunta es: ¿Por qué por un divorcio me mudo? ¿Y por qué me voy con mi padre? Pues es muy sencillo, la familia de mi padre vive en Canadá y no hay más remedio que irnos allí a vivir porque la casa que teníamos era de la familia de mi madre y mi madre se quedaba allí con su novio. Mi padre y yo somos carne y hueso, nos llevamos superbien y el novio de mi madre no me cae tan bien, así que, aunque yo ame a mi madre, me voy con mi padre porque lo prefiero.

Bueno, dejando el tema del divorcio y la mudanza, hay otra cosa de la que hablar: el instituto. Tengo pocas expectativas de hacer amigos, la verdad, no soy mucho de hablar y de hacer amigos, pero tiene que haber un día en el que me suelte y haga amigos. Hoy he entrado a clase y me he sentado al lado de una chica muyamable,hemosestadohablandoycreoquevamosaserbuenas amiga. Luego, he ido con ella y sus dos amigas, Emma y Sheila, a la cafetería, y, bueno, son majas, pero un poco creídas, habrá que soportarlas, supongo. Al lado de nuestra mesa de la cafetería había un grupo de chicos superguapos y cachas, no sé quiénes eran, pero el equipo de natación, seguro. Les he preguntado a las chicas y, efectivamente, eran los de natación, uno de ellos era el novio de Sheila, pero no era el más guapo, había uno que sí que era guapo. Desde el primer momento me fijé en él y decidí saber más sobre él.

Ese chico se llamaba Ben Barnet y una parte de mi empezó a pensar que podría tener algo bonito con él, y la otra parte de mí pensaba que no podíamos tener nada. Pasada una semana decidí lanzarme a decirle algo, y no os imagináis qué pasó... Pues nada, no pasó nada porque no me atreví a decirle nada, me quedé en ridículo delante de Ben. ¿Por qué en ridículo? Pues porque fui a decirle algo y me quedé en blanco, y menos mal que no había nadie delante, porque si no, me muero. Bueno, yo ahí pensé que ya sabría de mi existencia y así fue.

Por la tarde me dijeron mis amigas que si quería ir con ellas a una pequeña fiesta que había el sábado, por el cumpleaños de un chico de natación, y, si era de natación, Ben también iría a la fiesta, así que les dije que sí, que contaran conmigo.

Llegó el sábado por la tarde y solo quedaban tres horas para la fiesta y aún seguía en la cama sin hacer nada de nada. Empecé a prepararme, hasta que llegó la hora de que me recogieran. Yo estaba supernerviosa, no sé por qué, pero, bueno, eso no era lo importante, lo importante era que iba a ver a Ben en una fiesta y no en clase. Después de un rato divirtiéndonos, Ben se fijó en mí.¿Ysabéisporqué?Puesporquemecogiólamanoparabailar y luego, al terminar la noche, me pidió el número de teléfono. Yo en ese momento pensé si era un sueño o algo, pero no, no era un sueño, era la realidad.

Cuando llegué a casa vi que tenía dos mensajes de un número que noteníaagregado y ¿sabéis quiénera? Pues sí,era Ben. Esos mensajes decían que había pasado una noche divertida y que se había quedado con ganas de saber más de mí, vamos, de conocerme.

El lunes en el instituto no paraba de mirarlo, pero él a mí ni caso, así que decidí preguntarle por qué me ignoraba y me dijo que no quería que nadie se enterara, o sea, que se avergonzaba de mí, yo creo. Pues no, no era eso, me dijo que era porque una de las populares era su ex y acababan de cortar y no era plan de que rápidamente se echara otra novia, así que le dije que vale, aunque no fuésemos a ser novios, pero bueno.

Pasaron cuatro días o así y él no daba señales de vida y yo no iba a ir detrás de él, aunque yo estuviese enamorada. Esa misma tarde me envió un mensaje diciéndome que si nos veíamos o si me apetecía que nos viéramos. Yo caí en la tentación y le dije que sí. Me vino a buscar en su supercoche y me llevó a un lugar muy alejado del pueblo, yo no tenía ni la menor idea de donde estábamos. Al rato de estar allí le pregunté por qué me había traído aquí y me dijo que allí llevaba a todas con las que había estado. Yo me cabreé porque pensé que era la única en estar allí, pero al parecer no. Empezó a llover y me llevó a casa. Cuando llegamos a mi casa, nos quisimos quedar en el coche un rato, y semequedómirandoconunosojospenetrantesy...¿Sabéisqué?

Me besó, y yo creo que lo hizo para quitarme el enfado, sinceramente. Yo me quedé sin palabras y le dije adiós, me bajé del coche y me metí a casa.

Al día siguiente yo seguía pensando en lo ocurrido la noche anterior, así que ese día no hablé, aunque estaba supercontenta. Llegué a mi casa y mi padre me contó que mi madre había tenido un accidente y que nos teníamos que ir por un tiempo a casa de mi madre. Me puse a llorar por mi madre y porque me tenía que separar de Ben y de las chicas, así que llamé corriendo a Ben para contarle todo lo sucedido. También le conté que me gustaba y, al parecer, él sentía lo mismo. Rompí a llorar delante de Ben, que para consolarme me dio un beso, y ahí se me pasó todo, aunque lo de irme otra vez a casa de mi madre no me convencía, pero bueno.

Solo me quedaba un día allí, así que tenía que aprovecharlo bien. Mi última noche Ben me llevó otra vez al sitio ese alejado y, al parecer, me había preparado una cenita “romántica” y de despedida. Yo me puse triste al saber y reconocer que ya no lo vería más hasta dentro de un tiempo, él me abrazó y me llevó a la mantita donde estaba la cena. Terminamos de cenar y estuvimos viendo las estrellas un rato; tiempo después empezó a hacer frío y nos fuimos cada uno a su casa.

A la mañana siguiente yo estaba terminando la maleta, cuando mi padre me subió una cajita, donde había un colgante con una flecha pequeña, y debajo de la tapa había un papelito donde ponía: “Pase lo que pase, estaré enamorado de ti”.

Continuará...

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