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El tigre camina lentamente
A Flor Freites Paso de quebrada donde el agua salpica. Bañan al ganado breves lámparas de vuelo.
Mientras las flores florecen rebeldes y los tigres bailan graciosamente sin dejar huellas en las carreteras rayas de sombras para las bahías, Homilia cantada debajo un merecure. Yo navego. Brújula de marfil loco. Campana sonando en la sabana solitaria. Saber masticando el aire de la sangre entre sal y buganvillas impertinentes El tañer es espina. exilio de las reglas. hebra de humo en el eco. La colorida jaula del planeta tierra. colgando del borde La distancia en el desierto otorga milagros. del infinito olvidado La conquista de la vida. en una caja cerrada al pensar que a la noche no se sobrevivirá. expirado en la renta del sol, de las caricias de la luna engañada, La esperanza de regresar a ser flor. por la marea de cadáveres informada. enamora el tiempo con historias. Devorado por humanos Lo detiene en algún helecho de Chuapire. de hienas, fertilizante de miel Hermosa quita una raya de sombra al corazón en la cocina. para que la tierra venga y sigue siendo un testigo de primavera El cigarro se consume del tipo del que las estrellas ya han olvidado el nombre. encaminando sueños al confín de la familia. El tigre desgarra la mano con la que le da la última flor, carne ofreciéndose holocausto de polen nuevo al sol viejo. Es piedra de alcornoque y leyenda de campana
la palabra de mujer que no esconde su espejo.
Vuelve a ser joven la persona que “restituye a los ausentes”. Del poemario LOS MARE MARES, Ediciones del Ministerio de la cultura, Colección Cada Día un Libro, 2005. ISBN: 980-376-155-2
Carlos San Diego
(Venezuela)
Jonathan Rizzo (Italia)
“La poesía es el sen al corazón y te sa
(Carmen