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Orfeo (I): mito
E
l personaje mítico de Orfeo ocupa un lugar importante en el imaginario de la cultura griega. Aparece como uno de los miembros de la expedición de los Argonautas en busca del vellocino de oro y, sobre todo, en una de las historias de amor más recordadas, al realizar la proeza de descender hasta los infiernos para rescatar a Eurídice. Sin embargo, cabe destacar otra vertiente de Orfeo, como referente legendario del orfismo, religión mistérica e iniciática, que mostraba el camino hacia el otro mundo. Por este motivo nos ha parecido más interesante tratar el mito en las siguientes líneas y más adelante el orfismo junto a otras religiones mistéricas griegas. Orfeo es el cantor por excelencia. Hijo de Calíope, una de las nueve musas, entonaba cantos tan dulces junto con su lira que las fieras lo seguían, las plantas y los árboles se inclinaban ante él y los hombres más ariscos suavizaban su carácter. Aunque es un mito de origen griego, las principales fuentes literarias tenidas en cuenta para la posteridad son latinas, sobre todo Ovidio y Virgilio. Entre los griegos nos encontramos a Orfeo en numerosos fragmentos de himnos órficos de diversas épocas, relacionados más bien con la religión mistérica, y en la aventura de los argonautas, una de las más antiguas y populares, citada ya por Homero. Fue cantada por muchos poetas, como Píndaro, aunque el que probablemente destaque más sea el poema épico de Apolonio de Rodas, de época alejandrina, que ha llegado íntegro hasta nosotros. Orfeo fue uno de los expedicionarios que acompañaron a Jasón. No tenía la fuerza de los demás héroes, sin embargo, con su canto consiguió calmar un mar tempestuoso y captar la atención de sus compañeros, evitando así el peligro de las Sirenas y las hechiceras.
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De todas formas, sin duda el mito más célebre relativo a Orfeo es su descenso a los infiernos por amor a Eurídice, su esposa. Las versiones más destacadas son latinas, sobre todo la de Virgilio, en el libro IV de Las Geórgicas, y la de Ovidio en el capítulo X de sus Metamorfosis. La ninfa Eurídice paseaba un día junto a la orilla de un río de Tracia. El dios Aristeo quiso poseerla y la persiguió. Al correr por la hierba, una serpiente le mordió mortalmente. Orfeo, cuando la encontró, lloró amargamente. Sin embargo, no se resignó y se propuso lo que ningún mortal vivo podía hacer, descender a los Infiernos y recuperar a su amada. Con el poder de su música consiguió que Caronte y Cerbero, el perro de las tres cabezas, le dejaran traspasar