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uchas gracias por acompañarnos en este recorrido. El día de hoy platicaremos de David Alfaro Siqueiros, un hombre que nació para ser revolucionario y cuya férrea presencia siempre hacía temblar a su alrededor. Es fácil imaginarlo junto a Diego Rivera o José Clemente Orozco, intentando plasmar un muralismo mexicano de calidad, o bien al lado del político José Vasconcelos, al que le exigía lugares públicos para pintar y junto a quien creó su filosofía de vida con el lema: “Eduquemos a las masas con el arte”, intención que defendió hasta la muerte. Aunque no nos provoca mayor perturbación saber que a este ilustre personaje le importaba poco matar (bien podríamos preguntarle a León Trotsky), lo que nos complica es comprender cómo pudo llevar a cabo todo lo que hizo y aún así, salir airoso. Es cierto que con el fin de apagar sus deseos políticos, el gobierno mexicano realizó múltiples intentos para someter a Siqueiros, ya fuera encarcelándolo o exiliándolo. Entonces, él respondía creando arte y así una vez más les recordaba a todos que seguía vivo, que era un personaje con hambre de cambio y que no le tenía miedo ni a la cárcel ni a la muerte; y bueno, bien dice la historia que es difícil hacer desaparecer a hombres así. Les platico: durante su vida, Siqueiros estuvo preso en siete ocasiones y dos veces fue exiliado. Su primer encuentro con los disturbios en los sistemas fue a los 15 años, cuando se vio involucrado en una huelga estudiantil en la academia de San Carlos. Poco después se alistó en el Ejército Constitucionalista para luchar por la Revolución y gracias a esta experiencia descubrió las injusticias hacia las masas trabajadoras: obreros, campesinos, artesanos e indígenas. Fue en esta época cuando desarrolló una gran capacidad retórica que siempre le acompañaría. A los 18 años se unió al Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza para derrocar el gobierno de Victoriano Huerta. Siempre incansable, al terminar ese capítulo
David Alfaro Siqueiros, un guerrero q
militar decide aprender más y viaja a Europa para encararse con el surrealismo; ahí conocería a Rivera y juntos viajarían por Italia para estudiar a los pintores al fresco del Renacimiento. En Barcelona, España, publicó la revista Vida Americana en 1921, donde presentó un manifiesto titulado Tres llamados a los artistas plásticos de América. Después de regresar a México e iniciar con el muralismo, en 1923 ayuda a fundar el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Mexicanos Revolucionarios. También publica el periódico El Machete, donde subrayaba la necesidad de generar un arte colectivo para educar a las masas y derrotar a los burgueses. Se afilia entonces al Partido Comunista y empieza a padecer los encarcelamientos en la prisión de Lecumberri, aunque también ahí coquetea más de cerca con su intención de enseñar arte: inicia dando clases de pintura a los presos, además de crear litografías y lienzos que recorrerían el mundo, mientras seguía encarcelado. Después de salir de Lecumberri, el artista viajó a Nueva York para participar en varias exposiciones y en 1936 en-