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MUÑECAS MARÍN

Sala museo de las muñecas en el Centro de Interpretación del Vino y la Sal de Chiclana

■ antonio mota | Por fin la provincia de Cádiz cuenta con una sala museo dedicada al recuerdo de las muñecas Marín. En diciembre de 2021, abrió sus puertas en el Centro de Interpretación del Vino y la Sal de Chiclana. Símbolo de una época y un referente nacional nacido en Chiclana de la Frontera. Empresa que vio la luz en 1928 y que nunca ha dejado de estar en el recuerdo de todos los chiclaneros y de todos los españoles, ya que esta producción de muñecas ha viajado por todos los continentes con el sello flamenco por bandera. Podemos decir que este elemento artístico, escultura, recuerdo, suvenir… ha causado la admiración de todo el mundo y así se le ha reconocido a esta empresa familiar, como lo demuestran los premios recibidos. Entre los muchos galardones, nombrar algunos como: Primer Premio Mundial de Muñequería Artística en Cracovia (Polonia) y el que le otorga en 1976 el Gobierno de España a José Marín Verdugo, la Medalla al Mérito del Trabajo.

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José Marín Verdugo (1903-1984), nació en Chiclana de la Frontera (Cádiz), Pepe Marín para los chiclaneros. Fue de vocación pintor y pianista, empresario enamorado de Chiclana, artista de nacimiento. En voz de sus hijos, descubrimos emocionados relatos de cómo su padre, en el Madrid de los 30, comienza a rellenar muñecas de tela con serrín y cualquier cosa que tuviese a mano. La venta de estas piezas era el sustento de aquel joven artista que por entonces no imaginaba donde llegarían aquellas primarias creaciones de trapo. Funda en su ciudad natal un taller de muñecas que fueron después mundialmente conocidas como Muñecas Marín. Las más conocidas marcaron una época. No hubo televisor que no se adornara con una pieza salida de la fábrica chiclanera. Muñecas ataviadas con trajes de las distintas regiones de España y principalmente las más cono- cidas por llevar el traje de gitana típico, partieron desde Chiclana por toda la geografía conocida, Alemania, Reino Unido, Japón, Estados Unidos…

Al final del año 2014 la fábrica cesó su actividad. La fábrica de muñecas no fue solo un recurso económico para la empresa y para Chiclana. Aquello fue un cambio sociocultural para los ciudadanos de la ciudad. Hombres y mujeres comienzan a trabajar en una empresa que llegó a tener más de 100 trabajadores en activo y por la que pasaron miles de personas. Un pueblo en el que por entonces la mujer chiclanera vivía de servir en Cádiz o en la ciudad militar de San Fernando y el hombre trabajaba el campo. La fábrica era un aliciente de vida más actual, moderno y con otras condiciones salariales y de trabajo. Nos encontramos con un claro ejemplo de Flamenco en imagen, que no solo abarca la faceta plástica del flamenco. Gracias a la representación artística de la figura de la bailaora, se crea un imperio empresarial, que transgrede como impacto social en un núcleo urbano y con una repercusión, como hemos dicho, a nivel mundial, llegando a convertirse la muñeca de Marín en un símbolo nacional de los años 60 y 70.

Muchos de los diseños de la fábrica de Marín nacen de la mano de Anita Marín, hija de Pepe, que, arropada por sus hermanos y familia, con su ingenio y arte crea muchos de los modelos y figurines que hacen que la empresa crezca y sea cada vez más productiva. Del serrín y el trapo a la escayola, la goma, el plástico, la porcelana y nuevos materiales. Actualización que se ve doblegada con el tiempo por la imparable presión del mercado asiático, que hizo mella en todos los sectores junto con la crisis económica. Hoy día, nos encontramos imitaciones de aquellas muñecas que nada tienen que ver con las piezas chiclaneras, pero que inevitablemente nos recuerdan a las de aquellos años.

Son hoy muy apreciadas las muñecas de antaño, verdaderos iconos de la época y de los tipos flamencos y regionales de nuestra tierra. Un ejemplo, entre muchos poseedores de obras de las de Marín, es José Luís Junquera, amigo de La Isla, que en su establecimiento El Carmen nos ofrece un conjunto de estas piezas perfectamente restauradas. Una recopilación creada a lo largo de años y conservadas con la misma devoción que posiblemente les dedicaran sus creadores. Distintos formatos y tamaños, trajes originales, otros restaurados o salidos de la mano del coleccionista, siempre con el respeto a la figura de la obra. Un sinfín de anécdotas de cómo llegaron las piezas a sus manos y ratos de tertulia muestran el cariño del coleccionista a sus tesoros, siempre con el gusto de compartir entre sus visitantes.

Escultura “de trapo” de mano de Pepe Marín, que hizo gala de nuestro flamenco cuando ni Caracol, ni Mairena, ni Porrina, ni Camarón aún lucían bronce alguno en las calles.

Sirva este Flamenco en Imagen como reconocimiento y admiración al trabajo y producción en la labor

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