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ANA LIZANA
■ entrevista de raquel moreno, extraída de su programa en radio la isla entelekia filosófik, del 12 de marzo del 2021 | A una edad temprana, los 10 años, comenzó su andadura bajo la supervisión del maestro García Tejero, compositor de grandes figuras como Rocío Jurado y Manolo Escobar, quien educaría su voz para participar en festivales nacionales y regionales, cantando flamenco y canción española. A los 11 años, fue seleccionada por la prestigiosa profesora de baile Concha Baras para su academia; allí se formará como cantaora para el baile, representando a San Fernando con sus grupos de baile en distintos lugares del mundo: Reino Unido, Alemania, Corea del Sur..., donde a su vez se fue forjando y resaltando la figura de la bailaora Sara Baras.
Esperamos que la presentación te haga justicia, llevas más de 40 años, toda la vida dedicándote a esto...
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Toda una vida... realmente empecé a cantar flamenco a los 11 años porque yo entré en la academia de Concha porque quería aprender a moverme en el escenario cantando copla.
Porque hasta entonces tú estabas cantando coplas con el maestro García Tejero.
De hecho debuté en el Villa Marta de Jerez con un espectáculo llamado Lunares y volantes. Yo me apunté en lo de Concha como te he dicho, y a ella se le iba su cantaora, María Salinas. Entonces empecé a cantar flamenco. Concha me daba las cintas de casete y me decía: «Hoy vamos a hacer las alegrías», y luego me iba puliendo Manuel Monje, que me decía: «Po tú por aquí, tú por allí...». Y, por supuesto, Salvador Aleu, flamencólogo, también me decía por dónde tenía que ir, y la verdad es que me gustaba más el flamenco que la copla, y el bai- le me encantaba, por eso me apasiona el cantar para el baile. Soy una bailaora frustrada.
Una bailaora frustrada, pero, gracias a eso, San Fernando ha ganado una gran cantaora. Mucha gente opina que eres la cantaora más destacada de nuestra tierra y has cantado para todas las academias que existen hoy en San Fernando.
Lo cierto es que he tenido la suerte de cantar, no solo para las academias de aquí, sino también para las de Cádiz, Chiclana, El Puerto… Yo he intentado disfrutar en el escenario y, si una disfruta, se lo transmite al público, que es de lo que se trata.
Estamos hablando de disfrute, un medio, un lenguaje para comunicar una emoción. Esa es la clave de que lleves tanto tiempo dedicándote a esto, que sigues disfrutándolo.
El día que deje de disfrutar dejaré de cantar, de todas formas, para mí un cantaor debe ser uno de los mejores actores del mundo. Si estás cantando seguiriyas, tienes que partirte el alma, tienes que sufrirlo, y si lo sufres, lo sufre también el que está escuchando... como la actuación de un buen actor: te puede hacer reír, te puede hacer vibrar, te puede hacer llorar...de eso se trata.
Pero también hay una formación previa. Vamos a ir ahondando en tu propia figura. ¿Cuánta formación, cuántas horas de estudio necesita alguien que quiera adentrarse en el flamenco?
Bueno, yo era una niña de 11 años con todas las ilusiones del mundo, que me tiraba todo el día. Recuerdo que Concha, que no sabe cantar pero que sabe entonar y que conoce todos los palos, se tiraba horas y horas a mi lado, por ejemplo, cantando por tarantos. Luego yo le daba mi estilo.
¿Qué ha significado la figura de Concha en tu carrera, qué papel ha cumplido?
No solo me ha formado artísticamente, también personalmente. Ha influido mucho en mi manera de ser, de ver las cosas. Cada alumna era una hija suya, si te veía triste, se preocupaba por qué, e intentaba ayudarte. Concha ha influido en mi forma de ver el flamenco.
Aparte de ese vinculo emocional, también existe un eco en tu estilo artístico, en tu manera de ver el flamenco.
Por supuesto, el baile es muy complicado, cualquiera es bailaora pero no todo el mundo es artista.
Y cantar para el baile no es lo mismo que cantar solo.
Claro, estás más limitada, te tienes que regir a lo que manda el baile, quien se tiene que lucir es la bailaora, tú estás para acompañarla. Al menos así lo entiendo yo.
Te has dedicado al baile por propia voluntad, esto es asumir que no vas a ser la protagonista del todo. Desde este punto de vista, desde atrás ¿se ve el flamenco diferente?
En efecto, yo estoy trabajando y el otro está disfrutando, yo estoy entregando lo que soy, en ti está aceptarlo o no… porque el público es libre de decir me gusta cantando o no. Desde la parte de atrás, me emociono, vibro con la bailaora, a mí me llega al alma y eso se transmite en el cante. Parte de mi trabajo es hacer que la gente le de la enhorabuena a la bailaora y la admiren. Cuando termino de cantar, me digo: «Parte de ese ole es mío». Cantar palante es muy complicado, eres tú solo con tus circunstancias y ahí o lo haces bien o lo haces mal.
También lo has hecho de todas maneras.
Sí, la verdad es que me han dado la oportunidad, lo he hecho y he salido bien parada. Alguna gente me ha dicho que la timidez me ha hecho esconderme detrás de la bailaora...vale.
También es que disfrutas más con la bailaora por esa influencia tan importante como es Concha Baras, pero no es la única. Hemos hablado de otra figura, como es Manuel Monje.
Manuel ha sido para mí como un padre. De hecho, cuando empecé con 11 años, mi padre no me dejaba, me decía que era muy chica, que dónde iba yo. Manuel fue a pedirle permiso a mi padre diciéndole: «Deja a la niña, que viene conmigo, que yo la voy a cuidar y que es mi hija». Y ese papel lo cumplió a rajatabla, siempre iba a mi laíto diciéndome por aquí, por allí, esto no me gusta Anita, tú pa casita. De hecho, yo me eché novio, que actualmente es mi marido, y él no me dejaba ir sola con él para casa, siempre iba en medio de los dos y me decía «venga pa dentro».
De esta manera, el flamenco ya es tu vida, deja de ser una profesión porque forma parte de tu identidad. Pero no solo Concha, Manuel Monje, también otra figura ilustre de nuestra tierra, Camarón. ¿Cómo ha influido en tu carrera?
Hombre, yo creo que ha influido en cualquier cantaor, a mí no tanto porque yo he intentado no cantar «camaronera», entre otras cosas y siendo honesta porque no me saldría.
El espejo en el que me he mirado, mi símbolo, es Manuel Monje y no me puedo olvidar de Salvador Periáñez, que lo traté menos pero me daba buenos consejos. Eran los dos que cantaban para Concha. Luego
Felipe Scapachini. Vinieron otros tantos. Yo era una chiquilla, muy callada, pero lo escuchaba todo. Decían: «esta niña no habla», pero yo absorbía todo y me iba forjando.
Taiwán, Alemania, Emiratos Árabes... Has llevado el flamenco y nuestra tierra a otras tierras, también hermanamientos con otras ciudades.
Tuvimos la oportunidad con la academia Tronío de Virginia Vélez de realizar un hermanamiento con Montigny, en Francia, donde nos dieron una placa con el numero de kilometros que nos separan. Nuestra misión era promocionar nuestra tierra y para nosotros fue fácil; simplemente hablando de nuestras playas y el clima, se le ponían los ojos como platos.
Camarón, Pastori, Chato, Sara, las hermanas Vélez, Marisa Saínz… ¿quién más...?
Carmen Peña, habría que haberle dado su valía en La Isla, porque Verónica, Virginia y Marisa son alumnas de Carmen.
Porque tú personalmente has tenido la oportunidad de trabajar más fuera que aquí, lo cual muestra un desajuste. Particularmente recuerdo con cariño la figura del Trini.
Sí, mi Paco... El Trini para mí es uno de los mejores cantaores que hay en La Isla. He tenido la suerte y el privilegio de estar al lado suyo y es con quien más a gusto me he sentido, sea por su tono de voz, por su forma de ser...
Mucha gente piensa que es la mejor pareja de cante para el baile que ha existido en San Fernando porque cuajaban muy bien las voces. Trini tambien se fue de San Fernando, esto muestra la falta de oportunidades que tienen nuestros artistas. ¿Qué futuro le espera al flamenco?
El flamenco es inagotable, tenemos una cantera de bailaoras en La Isla...Tenemos a una que va a ser una gran figura, que es Daniela Muñoz
Tuvimos la oportunidad de verla en un concurso y además le cantabas tú.
Sí, Got Talent, que yo creía que ese programa no lo veía nadie y lo ha visto media Isla.
En cante, pues seguramente Joaquín de Sola, Castilla, hay gente que está luchando por el flamenco.