octubre 2020 AÑO 1 N° 3
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octubre 2020 Hacer una revista sobre: MUJER Y teatro. ¿Por qué sobre la “ ”? Lo pensamos, lo discutimos, tuvimos dudas y miedo. Pensamos que otres podrían sentirse discriminades, que alguien podría sentirse mal. Pensamos que nosotras muchas veces nos sentimos mal. Pensamos usar la polémica palabra: . ¿Por qué? Porque podemos. Porque sí. Porque somos la inmensa mayoría que pretenden llamar minoría. Porque no vamos a volver a pedir permiso para estar donde queremos estar. Porque alguna vez nos tiene que tocar, aunque sea para darnos cuenta que es mejor nombrarnos de otra manera. Y discutirlo. Para que podamos decirnos a nosotras mismas que la pasamos mal, que nos damos cuenta de cada palabra, de cada acción, de cada gesto que nos dedica el patriarcado día a día. Para poder escucharnos y decir lo que no pudimos, hasta ahora, decirle a nadie. Porque si hablamos “de más” somos quilomberas, conventilleras, problemáticas, histéricas. Para reconocer que muchas veces nos reímos de cosas que no nos causan gracia, pero si te reís y no decís nada el momento pasa más rápido, y también la exposición. Porque sabemos que casi todas tuvimos que irnos de algún lugar, apartarnos, escondernos, callar por el solo hecho de ser mujeres. Incluso por el hecho de ser percibidas por los otros como mujeres. Porque así construyeron ellos la historia: desde nuestra ausencia. Las mujeres no podíamos hacer teatro. Los papeles de mujeres eran hechos por hombres, y todas sabemos eso, y lo decimos, pero al pasar. Como quien cuenta cualquier dato histórico. Las mujeres no estábamos hechas para hacer arte, no estábamos disponibles para poder desarrollar conceptos artísticos o para pararnos en el escenario. Las mujeres estábamos en este mundo para servir al patriarcado. Sí, es una obviedad que ya dijo mucha gente. Pero sin embargo, por más tiempo que pasa, por más conciencia que se toma, las mujeres seguimos siendo oprimidas y desestimadas. Es cierto, un poco menos que antes, pero eso no nos conforma. Es actual, es ahora, es ayer, es hoy que nosotras recibimos comentarios y acciones de parte de los “varones“ de la escena teatral y, si bien muchas de nosotras los confrontamos o denunciamos, muchas otras volvemos a casa sin poder hacerlo. Ellos ya escribieron. Ahora nos toca a nosotras. Les copamos la parada, les sacamos la espada, la pluma y la palabra. Vamos a escribir en todos lados, vamos a decir, vamos a hacer, y de eso se trata esta edición: Mujer y teatro. No estamos solas. Somos un montón. Y… ya no tenemos miedo.
LAS QUE ACTUAMOS LAS QUE DIRIGIMOS
las que escribimos las que diseñamos
las que enseñamos las que generamos redes las que coordinamos espacios
las que hacemos nu tra historia las que registramos
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La cultura d e ser mad re en el teat ro
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R ed Pedagógica
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Pa n nu estro de cada día p or R o cio Leivas ¿ Q u é e scr ib e u n cu er p o qu e en tren a?
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Po r I ndian a Lit win chu k
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Cátedra Libre
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En Car tel
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M irá
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Pá j a ro en jau lado D es d e los h ombros de u n a gigan te L i a “ La Cop e” Cop ello
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“Crea r es mi man era de existir en el mu n do” Ma i a mar A bro dos, La ac tr iz qu e fu e soñ a d a
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U n m on tón de vo ces El g r i to escén ico se h ace oír U n a e scen a propia El l a
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“ Teta” de C. Ayu b
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Sum á
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D edicatoria
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Editorial
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La panza, los ensayos largos, las luces, las funciones, la teta, dormir poco, tener miedo. No saber qué pasará con el cuerpo. Cuerpo que de golpe se encuentra tomado, extrañado, lento o rápido, a otro ritmo. Hacer la función con un ojo en la butaca donde está tu hije en brazos de alguien, tener el registro perfecto entre la obra y el momento en el que quizás llora y mentalmente lo calmás. Vincular el teatro, la maternidad, la cría, la demanda, la exigencia, lo que se pretende, lo real. Todo al mismo tiempo como una licuadora. Escuchar, ver y sentir los prejuicios que caen sobre quienes somos madres y también tenemos una vida profesional. Sentirnos ahogadas, presionadas, asustadas. Porque si trabajás de otra cosa está muy bien, pero si hacés teatro, no está tan bueno que “dejes” a tu hije al cuidado de alguien para ir a ensayar, hacer función, dar clases, dirigir. Escuchar comentarios de los machirulos de siempre. Sentir que no somos lo que éramos y que no sabemos quiénes seremos. Dormirnos mientras pensamos, mientras leemos, mientras queremos no dormir. Y a la vez, porque de eso sí sabemos: hacer todo a la vez. Sentirnos más vivas que nunca, poderosas, creadoras, libres y fuertes. Sentir que podemos con todo. Entender el tiempo, la utilización de ese tiempo justamente se vuelve perfecto, ni un minuto para pelotudeces: se ensaya, se hace, se prueba, se viste y se maquilla con una certeza increíble.
Dejar de lado lo que no vale y volverse una experta en optimizar el tiempo. La imagen de estar haciendo malabares. Pero haciendo. Un caos tremendo. El vestuario ojalá se adapte a poder dar esa teta cinco minutos antes de la función. No saber si ese personaje que hacías será posible luego de parir. Nunca más estabilidad emocional, igual ya no la había... Es que quizás embarazarse, hacer nacer, criar, maternar, sea la cosa más incoherente e impensada del mundo. El malentendido más grande, pero acá estamos. El teatro y nuestres hijes nos trajeron vivencias que no estaban al alcance de nuestra imaginación: todo lo convencional, pero de la mano de la familia teatrera y en ese espacio sagrado que sabemos habitar. Y les hijes ahí palpitando todo: viajes, festivales, funciones, música, narices, ensayos, puesta de luces, espacios nuevos, rostros familiares, y no tanto, meta gira, meta teta, dirigiendo, actuando, enseñando y gritando: ¡Estoy acá! ¡Soy mamá y estoy haciendo función! ¡Tomá capitalismo, ésta es mi fortaleza! Hacemos lo que amamos y aunque lloremos en el baño, somos felices. Aunque llamemos a una amiga a último momento para decirle que sí, que por favor venga, que no podemos con todo, pero que estamos de pie, más enteras que nunca y con una fuerza extra para recibir, abrazar y apoyar a otras teatreras que lleguen con sus panzas, con su hije en brazos o de la mano para decirles: no estás sola compañera.
Por: Olivia Reinhartt (actriz, directora y docente de Teatro del Bardo y Candilejitas Teatro), Cintia Axt (payasa, directora, docente y música de Compañía D’ Zoquetes) y Aldana Pellicani (actriz, directora y docente de La Zancada Teatro).
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RED PEDAGÓGICA
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La siguiente obra teatral ha sido escrita por una estudiante de la Red Pedagógica Teatral en el marco de Dramaturgia en Cuarentena; actividad realizada en los cursos de modalidad virtual.
Por Rocío Leivas
Primer momento
Tercer momento
Comienza la escena. Madre e hija sentadas en una mesa redonda. Cada una comiendo pan y tomando mate cocido, con sus rostros sonrientes, expresando en cada mirada cruzada, toda la felicidad y amor que alguien pueda imaginar.
Madre (se sienta lentamente, con un tono calmo, mirando el pan de forma minuciosa como si nada pasara): La verdad... Está delicioso. Si lo tostamos podemos darle un sabor único, ¿no? Hija: (mirando hacia abajo) Es un simple pan. Harina, agua, sal y si te da el cuero un poco de levadura (mirando a la madre de forma repentina). Madre: Eso es lo que hace esto maravilloso; diferentes ingredientes, con diferentes texturas y diferentes procedencias que se unen para formar algo esencial. Hija: No me respondiste. Madre: ¿Qué cosa, hijita mía? Hija: (con el pan en la mano, moviéndolo en forma amenazante) Si te da el cuero para decírmelo. Madre: (nerviosa acomoda el mantel y empieza a sacar las migas) Jamás entiendo qué pretendes. ¿Querés que te caliente el pancito? Hija (muerde un trozo de pan y mastica con bronca): No, no quiero que me calientes el pancito mamá. (Irónicamente) Ya sé lo que pasa acá. No tenés respuesta para mí, porque no te podés entender ni a vos misma. Madre, evasiva, se levanta. Camina hacia la mesada. Cuando llega se apoya. Hija: ¿Me vas a decir algo mamá? ¡Te estoy hablando! Madre (va hacia la mesa con la bandeja para levantar las cosas): Sí, hija, te estoy escuchando. Hija: ¿Y? ¿Qué pensás? Madre (se sienta): En la levadura. Yo lo hago sin ella. Cuanto más sencillo, más rico. Cuanto más clara el agua, más se puede ver el fondo. Y pareciera que cuanto más le das a un hijo, más te castiga. Yo te voy a decir algo para que siempre lo tengas presente: una madre hace lo que puede con lo que tiene. Hija (gritando): ¡Yo haría lo imposible por vos, mamá! Se escucha un ruido fuerte desde afuera. Hija muy asustada mira la puerta mientras acerca la silla hacia la madre. Hija (susurrando): Vuelve por nosotras. Madre (mira hacia abajo, agarra la mano de la hija): Tranquila, terminemos de comer nuestro pan.
Hija (comiendo pan, mirando a la madre): Es lo más rico que compartí con alguien desde hace mucho tiempo. Madre: Qué bueno, hija. Hija: ¡Es delicioso! Puedo sentir como se deshace en mi boca. Madre: Está muy bien. Hija: No puedo explicarte lo sabroso que esto puede llegar a ser para mí. Madre la mira y sonríe. Hija: (agarra y aplasta el pan entre sus dedos) Si vos te dieras cuenta de lo que esto significa. La madre comienza a irritarse. Siente un ahogo que la lleva a desabrochar el primer botón de su camisa. Se frota el cuello y la nuca para secarse la transpiración. Madre: Es un pan con mate cocido. Hija: Pero es el mejor pan que probé en mi vida y el mate cocido (suspira). Madre: (con voz alterada cambia de humor) ¡Es un pan y un mate cocido! Madre coloca sus brazos sobre la mesa y agarra el mantel. Lo aprieta con sus manos, una y otra vez, de forma muy frenética. Tiene una expresión en el rostro como si fuera a estallar de nervios. La hija agarra la mano de la madre, la mira con ternura y cuando está por hablar es interrumpida por la madre.
mujer y teatro
Segundo momento
Madre: (grita alteradamente) ¡Es un puto pedazo de pan y una taza de mierda con agua y yerba! ¡Eso es todo lo que es! (Se para y grita golpeando la mesa) ¡No! (Parada con los puños cerrados sobre la mesa, la cabeza gacha, negando en voz baja) No hagas eso, no me culpes a mí. (Eleva la voz) ¡Tus miedos son completamente tuyos! Ya te dije que me dejes en paz (Grita) ¡Dejame en paz! ¿O vos pensás que es fácil para mí? (Ojos llorosos) ¿Pensás que no podría agarrar ese picaporte, bajarlo y rajar de acá si estuviera sola? Hija: ¿Y por qué no lo haces? ¡¿No dirás que por mí?! Ah, claro. ¿Quién culpa a quién? Dame otra excusa. O mejor aún, quizás sólo necesite que me des una explicación, mamá.
Apagón.
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RED PEDAGÓGICA
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El siguiente texto fue escrito por una estudiante de la Red Pedagógica Teatral en el marco del curso de Entrenamiento Físico Actoral.
Por Indiana Litwinchuk
Yo decido empezar un entrenamiento personal como una búsqueda que no encuentra definición ni terminación final. No interesa el cierre sino la apertura. En cada movimiento que repito aparecen nuevas preguntas a las que no aspiro encontrar una respuesta correcta. La respuesta correcta me aburre, me ha aburrido siempre. Sin embargo, incesante la persigo. Mi entrenamiento personal se podría sintetizar en... Yo persiguiéndome a mí misma. Creo una paradoja que motoriza mi movimiento. Aprendo sobre las posibilidades que mi cuerpo me regala. Yo las recibo como quien recibe un regalo. A veces fiel a mi ansiedad, le saco rápido el envoltorio. Juego. Pruebo. Saboreo. Rompo. Desecho. Al romperlo me desarmo en partes ¿Cuántas partes tiene el movimiento? Las reciclo. Otras veces, en un relajo, desenvuelvo más lentamente el presente. Saco como capas los papeles y cintas de un regalo de yo para mi. Mi entrenamiento personal circula por el espacio preguntándome qué me interesa que circule. Y yo decido. El aire del ambiente circula fusionándose con mis exhalaciones. Circula el polvo del piso sintiendo mis gotas bailarinas de transpiración caer. Circula la sombra mía y de mi ropaje. Circula la memoria, mi ideología, algunos pensamientos, angustias nuevas como las históricas que en mi cuerpo llevo escritas. Circulan deseos y debates. Circula política y poética. Circulan restos y repeticiones. Circulan sueños y suertes. Circulan errores y herramientas. Circula todo eso y se funde con la grupalidad vibrante. Circulo por un espacio que yo misma voy abriendo. Abro el espacio e inauguro un lugar para habitar en movimiento. Arde el movimiento preciado y saca chispas muy auténticamente mías. Un lugar donde cultivo singularidad y crece danza, crece voz, crece mirada. Hace no mucho tiempo aprendí (aunque cada tanto se me olvida) que no persigo las respuestas correctas, sino mis respuestas. Que lo más bello no fue lo que elegí, si no haberlo elegido yo. Yo decido qué circula en mi entrenamiento. “Yo decido”, me digo a mí misma. Y siento placer y miedo a la vez.
mujer y teatro
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cátedra libre
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Una cátedra libre es un espacio de resistencia. ¿A qué se resiste? A aceptar el contenido de una institución como el único válido, a aceptar una sola mirada como la correcta, a anclarse en un puerto y dejar de navegar. ¿Por qué abrimos esta cátedra? Porque cuando estábamos en la carrera de actuación, el teatro de grupo era el castigo que te daban para leer si ibas a final en una de las materias. Porque creemos que es una forma de crear un espacio para reflexionar, dar a conocer, historizar y recrear esta tradición que existe dentro de la actividad teatral. Desde el 2019 dictamos la cátedra en Argentina, Bolivia, Portugal y España, generamos foros, realizamos entrevistas a más de doce compañías de teatro de grupo tanto nacionales como internacionales y se sumaron al equipo de trabajo compañeros que denominamos “Embajadores” de la cátedra en Colombia, España, Uruguay, Portugal y Bolivia.
Resumen del Foro número 2, realizado en Buenos Aires, Argentina Presentamos materiales audiovisuales de entrevistas realizadas por la cátedra a grupalidades como; el Theatre du Soleil (Francia), Casa Grito (Bolivia), Teatro del Bardo (Argentina), entre otras. Luego de ver el material nos preguntamos qué características tenían en común estas compañías que se reconocen a sí mismas como teatro de grupo y llegamos a las siguientes reflexiones: Realizan trabajos comunitarios. Se dividen el trabajo de la compañía. No hay centralización del trabajo. Los participantes se retroalimentan. Confrontan al teatro comercial. Los grupos, en la mayor parte de los casos, tienen la autoría de las obras. Cada integrante tiene el espacio para tener un rol propositivo y pedagógico. Muchos directores de las compañías son hombres. Los integrantes se alejaron de las instituciones para desarrollar su actividad teatral. Las obras que hacen toman una postura ideológica sobre la realidad que preocupa al grupo. Organizan festivales o encuentros de formación pedagógica. Reflexiones generales El teatro de grupo está conformado por integrantes de diferentes generaciones que bajo una ideología común perduran en el tiempo, teatrando colectivamente. Es desconocido a nivel general. Integraron este encuentro: Elena Canadell, Martina Paratcha, Iván Bustinduy, Miranda Sotelo, Carolina Posse, Juan Pedro Hansengambaro, Porta M. Virginia, Gonzalo Zamarian, Julieta Costa, Malena Pedrol, Matías Odebret y Juan M. Herrera. Este encuentro de la cátedra fue organizado por: Nicolás Gentile, Pedro Alonso, Lucas Scott, Paula Baigorri, Carolina Ayub y Aldana Pellicani.
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en cartel
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Una mujer asesinada, un ilusionista desquiciado, un estudiante de abogacía enamorado, la heredera de una pensión, una jueza desbordada, un abogado asiático y un fiscal con mala conexión. Un pedido de justicia.
Una mano a Ida, mujer de todos y de nadie, caminante errante con su historia para llegar, entera o no, a su tumba. Rastros de antiguos dolores. Canciones le devuelven la memoria. Relatos juiciosos, de quienes sólo hablan sobre cadáveres y callan cuando la carne todavía existe. Aparecen por los pasillos de su olvido distintas voces en siluetas: Noticias sobre su muerte, su madre, la señora que cuidaba de ella, retazos de varones que intentaron amarla sin conseguirlo. Deberes, demandas y saberes a la hora de ser. Una obra que cuenta la historia del desamor.
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mirá
Entrevista a Blanca Rizzo parte I Por Paula Baigorrí "Para aprender hay que aprender de una, no de afuera". En esta entrevista dialogo con ella sobre su experiencia artística como mujer, sobre grupalidades, pedagogía y política. Sobre el deseo y la acción.
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mirá
Parte 1 Blanca Rizzo: Esta cuarentena me está fusilando. Doy charlas, hago de todo para que no me fusile, pero la verdad es que… La calle es la calle (se ríe). La calle, los cuerpos, los abrazos. Va a ser una tremenda responsabilidad la de los artistas… Volver... Paula: Seguramente... Me pregunto ¿qué construimos hoy para sostenernos hasta esa "vuelta"? ¿Qué hacés vos, Blanca, en cuarentena? ¿Cómo sostenés? ¿Dónde te refugiás? Blanca: Me voy sumando a lo que me da un poco de vida. Porque en este encierro llegan momentos en los que no me siento muy bien. Igual, como estoy compartiendo con unos amigos voy zafando. Pero es como tener a un pájaro enjaulado. A los que somos muy callejeros nos pega duro. Cada quince días tengo reuniones de trata, donde yo soy colaboradora directa. De repente tenemos algún Zoom con Las Mariposas A.U.G.E (*) que están haciendo acciones videadas. Estoy dando charlas, el domingo doy una charla a unos chicos del secundario. Tomo sol, hago algunos ejercicios. Participé de algunos videitos que andan circulando de danza. Yo dejé la manita acá, vos la seguís, y así. Mañana sábado tengo otra, y así… O sea, actividad tengo. (*) Las Mariposas A.U.G.E se define como un grupo de personas que rechaza el sistema patriarcal y la violencia de género en todas sus formas. Tiene como objetivo visibilizar y problematizar el delito de la trata de personas con fines de explotación sexual a través de performances urbanas. Se organiza para advertir, generar consciencia, provocar, denunciar el sistema prostituyente y presionar a los gobiernos a erradicarlo. Si querés sumarte te dejamos la página https://augelasmariposas.wordpress.com Paula: Nos mencionás varias grupalidades, lo que me da pie para preguntarte: ¿Qué pensás que es un grupo? Blanca: Uy, ¡qué pregunta! Un grupo lo que permite básicamente, o lo que a mí me permitió cuando armé las mariposas, por ejemplo, es salir del lugar de directora. Ahí se armaron comisiones al toque. La comisión de coordinación, de comunicación, otra para dirigir la parte performativa. Entonces lo que permite el grupo es como subgrupos, que a su vez sean como un engranaje en donde todos puedan opinar para avanzar. También puede ser un grupo con una cabeza visible. Cuando formé “El Entre” -cuando todavía tenía esa cabeza de directora-, yo era la directora, la que daba la última palabra, pero igual funcionábamos como grupo y era muy horizontal todo lo que se estudiaba, todo lo que se ponía en la mesa, lo que se charlaba. Incluso a veces, yo tenía que lidiar con mi propio ego cuando alguien me criticaba mucho. Ponele, el pianista, que es un capo, Fabián, o Marcelo en el violín, que de repente, alguna vez me decían: “Blanca, eso que salió es muy obvio”. Y yo me daba cuenta que tenía que hacer glup, tragar y tratar de calmar esa parte que quiere saltarte a la yugular para comprender que era la voz de alguien que sabía un montón también. Y bueno, por eso cuando armé “Las Mariposas” ya, como que en algún momento, no quise ser la directora. Quería… Bueno, de hecho, ahora lo solté también. También podés garantizar que si esa persona que lo creó no está, la cosa pueda seguir. Quizás siga de otra manera… Yo sé que tengo un poder de convocatoria muy particular, y cuando estoy yo se producen cosas muy fuertes. Pero a la vez, siento mucho placer cuando veo que los pibes se ponen al frente, algo me descansa en el alma. Paula: Mencionás a “Las Mariposas” y “El Entre”... Además de estas grupalidades, ¿cuáles otras habitaste? Blanca: La primera vez que tuve un grupo fue en el 2001. Estaba así como con hambre. Fui modelo de escuelas de arte durante quince años y en ese momento no tenía laburo. Un día, empecé a tirar curriculums por todos lados y me salió uno en el teatrito de la facultad de psicología. En realidad nunca me pagaron ahí pero me encantó que me dieran el espacio. Y bueno, a raíz de eso empecé a tener un grupo grande, era la primera vez que pertenecía a un grupo grande para investigar en la improvisación. Terminó con una muestra a fin de año y ahí se deshizo. Pero fue mi primera experiencia fuerte con un grupo. Y sobre todo, que había muy pocos bailarines, bailarines de profesión. Porque todos los que tuvieron ganas vinieron de integrarlo eran alumnos míos que venían acá a mi casa a tomar clases, y yo en ese momento, tenía la política de aceptar a todos. Porque no hacía ni siquiera casting, nada… Entonces me tuve que arreglar con eso también. Con ver, qué hacía para que eso se empiece a conformar como un grupo. Y de hecho, era riquísimo lo que pasaba. Ese fue el primero, después de eso, Prodanza me dio un dinero, y pude hacer una obra que se llamó “Construcciones Invisibles”. Ahí sí llamé, a algunos tuve que elegir, qué sé yo, pero al final éramos once, elegí casi a todo el mundo. Trabajé en colaboración con Julián Cavero, un teatrista muy importante, y él me ayudó con la dramaturgia y todo eso. Yo en esa época me sentía muy insegura. Te estoy hablando ya a mis cuarenta y pico de años. Era de las primera veces que dirigía a un grupo. Antes había sido bailarina del under, había sido bastante… De los veinte a los cuarenta, había sido todo muy caótico y no había una formalidad, ni formación, ni siquiera en lo que hacía. Yo bailaba con Batato y Urdapilleta en el Parakultural, en Cemento, muy caóticamente. Hacía lo que yo quería. Todo se empezó a organizar un poco cuando estudié Expresión Corporal como a los treinta y nueve años. Empecé a estudiar y algo en la cabeza se me organizó más. Me dije “Yo me voy a poner especialista en herramientas de improvisación y composición que le sirvan a actores y bailarines”. Y empecé a darme cuenta cuál era mi fuerte. Un grupo es mucha la potencia. Porque si 10 personas se liberan y empiezan a sacar su propia potencia y se suman a la potencia del otro… No se suma uno más uno es dos sino que es... ¡WOW! Es como decir “¡que impresionante lo que está pasando!” Osea… La macana fue que tuvimos una época con “El Entre” (2007-2008-2009) en donde sentí que nos estábamos auto-explotando. Yo tenía la esperanza de que nos den algún subsidio… Y ya empezaba a haber algunas peleas, que por ahí en un ensayo general alguien no venía porque le había salido un laburo… Y yo ya me terminaba peleando y ahí empiezan los… Yo no soporto que dentro de un grupo haya demasiado conflicto. Osea… Prefiero que no lo haya, que todo sea amoroso y que se pueda hablar y todo. Si hay conflictos repetidos, es que hay algo que no anda bien. Y lógicamente que no andaba bien, era mucha entrega y no había ningún tipo de moneda circulando. Entonces, en un momento se tornó medio insoportable y decidí soltarlo.
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Paula: Volviendo a “Las Mariposas” y, como militante de espacios de género, me gustaría saber ¿qué relación pensás que tienen la mujer y el teatro? Blanca: A pesar de los serios esfuerzos por prohibirles su participación y por borrarlas de la historia como actrices, dramaturgas, directoras y gestoras, las mujeres han hecho desde el inicio de los tiempos un aporte muy fuerte a la cultura teatral que poco a poco pudimos ir conociendo, gracias a las investigaciones que muy trabajosamente las rescatan del olvido. Las sacerdotisas en los ritos a la fertilidad de Isis en la cultura egipcia, las juglaresas que en la Edad Media cantaban, bailaban y representaban aunque la iglesia decía que estaban poseídas por el demonio, las mujeres que integraron el teatro de muñecos, el teatro callejero, el teatro de la legua. En América en la cultura prehispánica estaban las avanzadas culturas Maya y Azteca y allí las mujeres participaban de los rituales con los sacerdotes. Hubo mujeres sobresalientes como la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, dramaturga, que es considerada como una de las grandes escritoras de habla hispana. Es evidente que los estereotipos de género limitan muchísimo la incursión de las mujeres y que el género ha sido un tremendo obstáculo para ellas y por lo tanto para toda la sociedad. Actualmente hay actrices de renombre internacional, directoras y dramaturgas con muy alto prestigio, sin embargo recién ahora con la gran nueva oleada de lucha feminista están saliendo a la luz muchísimos padecimientos que provoca el acoso de directores, programadodores y actores. Actrices como Salma Hayek denuncian el acoso recibido durante la película Frida y se da a conocer el caso de la violación de Marlon Brando con la complicidad de su director Bernardo Bertolucci a María Schneider. A ella le arruinaron la vida para siempre, en ese momento tenía 19 años. Las Actrices Argentinas han tomado un serio camino de confraternización, apoyo mutuo y denuncia que es muy valorado por todo el movimiento feminista nacional y mundial. Creo que hay que tomar la vida desde una perspectiva de género, ya no sólo debemos armar comisiones de género. El mundo entero tiene que estar educado en esa perspectiva, que nos permitirá aún en esta sociedad injusta que hay que cambiar de raíz, empezar a mejorar las relaciones humanas desde un lugar inédito y luminoso. Paula: Podemos enumerar; Blanca Docente, Blanca Performer, Blanca Bailarina, Blanca Militante… Y me da la sensación de que tu arte también son los vínculos, las conformaciones, eso de aunar, que decías antes, tu poder de convocatoria. Cómo a través de tu historia, desde chica, en el documental, mencionás esta posibilidad tuya de juntar gente y armar cosas y no importa tanto qué, pero se van configurando tus grupalidades. “El Entre”, “Las Mariposas”, todas grupalidades con distintos objetivos… Blanca: …”Quarks”, que fueron dos intérpretes... Fue la obra más famocita, por así decir. Porque nos eligieron para participar en el Festival de Verano de la Ciudad de Buenos Aires. Nos pagaron unos pesos que sirvieron para cubrir, para darle un poquito de plata a cada uno. Después nos eligieron en el festival Nuevas Tendencias. Fue nuestro momento de fama (risas). Pero no me gusto mucho. Porque yo estaba acostumbrada a decidir todo lo que se hacía. Ahí en el subsuelo de la Casa de la Cultura, que es un sótano gigante, cuando vi el espacio y pensé “va a ser acá, va a ser increíble”. Porque iba a tener que amoldar todo. Yo tengo todos los planos de cada cosa. Primero hago los planos del lugar, después lo fotocopio, después voy haciendo cuadro por cuadro por donde va a ir la improvisación… No se sabe todo, pero por lo menos algunos jalones. Y de repente ahí me dijeron: “No, no, no…” Yo dije “bueno, voy a poner una cinta de papel blanca, muy irregular, para dejar la mitad del espacio a los bailarines y que la gente llegue hasta ahí”. E iba a explicar con un megáfono, un micrófono, lo que sea que tenían que llegar hasta esa irregularidad, que eran como unos dientes… Y me dijeron “No, que la gente vaya donde quiera”. No sabés lo que fue para los pibes. Tremendo. Imagínate, de repente la gente se amontonó, se sentó en el medio de la escena y ellos tuvieron que correr, casi atropellan gente. Hicieron lo que pudieron, pobrecitos. Yo no me sentí respetada como artista. Osea, te convocan pero después hacen lo que se les canta el orto, ¿viste? Así como llegué, me alejé. Porque no me gusta que me digan lo que voy a hacer con mi obra. Yo te estoy diciendo que voy a poner una cinta de papel, aparte era novedoso, no era que estabas con una butaca. Entonces vos sabés que hasta la cinta de papel podés llegar. Encima no era una línea, era una cosa irregular… Me parecía bello incluso hasta para la foto. A veces pienso en la imagen que va a dar todo eso. Pero no me dieron ni pelota, me dijeron “No”. Así, estaba por empezar y me dijeron “No”. Yo les dije: “Chicos hagan lo que puedan”. Y bueno la pelea con lo del botánico fue increíble, porque me daban… Paula: Fue increíble. Blanca: Sí, y me daban un escenario de mierda que atrás tenía un cartel del Gobierno de la Ciudad. Encima estaba Telerman en ese momento… Yo los quería matar. Me quería matar. “Escuchame, ¿vos la viste a la obra en la explanada de la Biblioteca Nacional y me das esta mierda en medio del botánico?” No… ¡Claro! También es muy difícil cuando uno se sale de los moldes… Es muy difícil estar bien con el establishment. O soy muy contagiante. De repente, encuentro un artista, le cuento la semana, le lleno la cabeza y dice “Ay voy a empezar a activar”. Y después me preguntan, me piden caras, y la cosa empieza y yo ya te largué...Y por ahí la ayudó a elegir algunas caras, porque hay algunas que aparecieron, por cuestiones legales...Y ya está...Y también el contagio. Hablan del contagio, dentro del virus, pero nosotros ejercemos el contagio para poder vivir, no para morir. Que contagiemos ideas todo el tiempo. No sé… Incentivar a que todo el mundo esté escribiendo, que todo el mundo esté haciendo cosas para vivir. Porque la verdad es que es muy deprimente. Igual a mi me ayuda mucho el contacto. Me metí en El Diario de Izquierda, me meto en un Zoom con gente de todo el mundo y todo el mundo hablando de la lucha en EE.UU… Cuando veo que la aldea global está en lucha, yo me lleno de energía y quiero seguir viviendo. Sino me muero. Hay muchos momentos en que me bajan mucho las defensas. Pero sé a dónde recurrir para que me suba la energía. Cuando veo que está el mundo en lucha, que hay mucha gente hablando de lo que sucede en EE.UU. y lo que sucede acá con los Qom, a ver si podemos hacer algo… Ahí es cuando digo “Ahhh”. Alivio. Paula: Como cuando vas a la terraza a tomar sol. Blanca: (Risas) ¡Claro!
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mirá
Paula: Volviendo a tu figura, ¿cómo una militante devino bailarina devino directora devino docente? ¿Cómo fue ese último movimiento: de docente a directora? Blanca: Hace 30 años que hago terapia. Cambié como 5 veces de psicólogo, pero no dejo de hacer terapia. Porque necesito trabajar sobre mí, sobre mi deseo. Porque llega un momento, que aunque haya inventado algo, empiezo a sentirme presa de mi propio invento. Hay algo que me empieza a quedar chico, siento como un techo y no puedo respirar en ese contexto. Necesito cambiar y pegar un volantazo. Cada diez años, más o menos, ocurre un volantazo. Unos diez o doce años fui oficinista. Un día me dije “Voy a morir si me quedo en el banco. Yo no soy esto”. Estaba separada, criando a mis dos chicas. Justo me había salido un crédito… Me estaba muriendo. Y cuando vino el retiro voluntario, que te daban una platita para irte, dije, “Listo, me voy”. Todo el mundo me decía “Pensá en tus hijas”. “Mira...”, les dije, “estoy pensando en mis hijas porque me estoy por morir, o sea… Primero tengo que salvar mi vida para poder pensar en mis hijas. Lo primero que tengo que hacer es irme de este banco que me está enfermando”. Y ahí me quedé en bolas. Modelé en bolas durante casi quince años. Y cuando estaba llegando a un techo muy grande con eso de posar, estaba ya bailando en el under… Todo eso iba deviniendo. La gente iba, venía y moría Batato… Ahí sentí un techo posando y bailando en el under. Por eso empecé a estudiar. Y el estudio organizó mi psiquis y me sostuve de otra manera. Entré a dirigir en la facultad… Siempre trato de trabajar mucho en terapia: “¿Cuál es mi deseo, cuál es mi deseo, cuál es mi deseo?”. No cambio todos los días, pero cada tanto necesito sentir el pulso de mi deseo, sino siento que me asfixio. Paula: Esto del deseo es muy esclarecedor. ¿Hay algo que no hayas dicho aún que quieras sumar? Blanca: ¡Sí! Esto te quería contar… Estaba haciendo la diplomatura de géneros, política y participación en la Facultad de General Sarmiento. Duraba un año y habíamos tenido una sola clase recién. Yo ya estaba re entusiasmada porque viajaba tres horas hasta San Miguel, pero le iba a dedicar todo el martes a eso. Yo hacía tres años que quería ir y no podía porque daba clases en la facu y no llegaba. ¿Viste que yo daba a las seis y media? Y no llegaba. Bueno y ahora entre doscientas personas me eligieron. Somos ochenta, pero desgraciadamente sólo tuvimos una sola clase. Y mucha gente me dijo “¡No! ¿Por qué vas a estudiar eso? Vos tenés que estar de profesora ahí”. “¡No!”, le digo, “Si yo no vengo del palo del feminismo. Me fui formando y leyendo todo lo que cayó en mis manos porque me había puesto al frente de una temática muy muy heavy dentro de la situación de las mujeres que es la trata y la prostitución pero no porque yo fuera de ese palo, ¿entendés? O sea, a mí me fue llevando la acción en paralelo al “Entre” (2008). La primera vez que me llamaron para hacer una performance que hablara de los cuerpos en venta, lo hizo una chica de la UNA, no recuerdo su apellido. Estudiaba dirección escénica. Ella tenía un contacto con el foro internacional de mujeres, que estaba en la facultad de abogacía. Iba a ser una performance con varias aristas donde cada una inventaba su parte, la suma de todas las partes sería este “Cuerpos en venta”. Y yo dije “Bueno, cuerpos en venta es esto: la trata para la prostitución”. Entonces, mientras había unos tambores, que hacían su performance de tambores, ella y su compañera hacían una cosa con unas perchas que las unían con un hilito… No me acuerdo bien cuál era el sentido de todo eso, supongo que eran las perchas vacías de los vestidos de las chicas. Y yo me puse totalmente desnuda, me compré un vestido de red, salí corriendo a... -cuando me agarra el ataque así, salgo, aprovecho que tengo un mango y compro algo, no sé, me encontré un vestido como de novia negra en un boliche dark con una cola, pero todo con una red muy grande que me dejaba desnuda-. Me quedaba perfecto. Vestido largo, con mangas largas que colgaban, pero, bueno, me dejaba desnuda. Y bueno, busqué códigos de barra y los cosí. No tuve ni el cuidado de taparme el pubis. Está todo en youtube eso. O sea, estoy en bolas en serio. Me tapé la cara con un tul y llamé a algunos alumnos míos. Fue la primera performance que hice con el tema de la trata. Yo sentí que era mi performance en ese momento. Pero ya llamé a gente. Entonces todos los pibes que eran alumnos míos de distintos grupos, se vistieron de negro, pusieron talco en una cartulina y me lo llevaban y ponían ahí y yo pisaba el talco y dejaba una huella caminando lentamente. Eso está en youtube: “Cuerpos en venta”. Y bueno, a partir de ahí, no paré de hacer performance contra la trata porque me venía haciendo mucho mucho ruido el tema y veía que los derechos humanos no lo tomaban. También pasa eso, que cuando… A veces no sé si es el deseo o es algo que me da rabia y que no está puesto en la sociedad. Entonces, como… Cuando me empieza a pasar eso, siento una pulsión física muy fuerte de poner el cuerpo. De decir “Che, esto está pasando. Esto está pasando. ¿Qué pasa que nadie dice nada?”. Y yo ya había dado “Mujer, violencia y capitalismo” en Extensión de la UNA, ¿te acordás? En el Obelisco. Que también es otra… Cuando no existía “Ni una menos” todavía. Eso fue a finales del 2013. Ocho encuentros. Hicimos: trata, violencia simbólica… Paula: Además del taller de performance que armaste en la UNA y no te lo quisieron aprobar. Blanca: ¡Sí! Yo pedí en extensión universitaria ocho encuentros. Primero, no me lo querían aprobar por el nombre, que era el título de un libro que yo había leído de la comisión de género del MST, y me impactó tanto ese librito -está muy bueno, lo recomiendo- que yo dije voy a hacer un taller sobre esto. Y le puse el nombre. Y me dijeron que en el consejo no lo querían aprobar y, gracias a que había muchos consejeros jóvenes, la propuesta igual entró. Después me mandaron al lugar ese que estaba en el centro, pasó una rata caminando mientras nosotros estábamos y entonces, directamente me fui de ahí, y todo el resto del taller, que habrán sido algunos encuetros más, fueron en casas. Venían a mi casa… Hubo gente que se fue. Venían a la casa de otra amiga. Hacíamos los carteles acá en la terraza de mi casa, o sea, yo también como no tengo una cosa institucional muy pesada en mi cabeza, yo si no me funciona la institución me voy a mi casa, me voy a la casa un amigo, o sea, qué sé yo. Que la cosa se haga, como sea. Porque no estoy tan pegada a que si es la institución, no es la institución. Yo quería hacer eso y quería hacer eso. Y de hecho, yo creo que fue como un efecto mariposa eso. Hicimos eso, que hasta el momento no existían las performances, por lo menos que yo sepa, performance de género con cincuenta personas… Yo no creo que haya existido antes, o bueno, capaz que existió y yo ni me enteré.
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Para mí fue un efecto mariposa porque después vinieron las performances y cosas y a partir de ahí todas las movilizaciones se llenaron de situaciones performáticas. Yo no te digo que la gente estaba mirando eso, pero sí que se armó como un efecto mariposa. Algo pasó ahí. Yo sé que algo pasó. Continuará en nuestra próxima edición...
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Entrevista a Valeria Follini, parte 2 por Carolina Ayub y Aldana Pellicani
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hemos investigado y hemos producido conocimientos sin estar dentro del sistema de producción académico. No necesitamos la academia para eso. ¿Para qué necesitamos la academia? Porque tenemos que meternos en este formato para que la academia nos legitime social y económicamente. Y está buenísimo si nos abren esa grieta. AprendaEsto que voy a decir no necesariamente lo compartimos ni nos sentamos a debatir grupalmente, yo hablo de lo que yo pienso. Yo no confío en la macropolítica, no confío mos a hacerlo y usémosla, pero no nos perdamos, esto no es hacer teatro. Esto no es el teatro. Tener esa mirada bizca es bueno. Esto no quita ponerse la camiseta de profesora en que los argentinos nos vamos a salvar o que hay un plan para los argentinos, no creo en lo macro, no creo en la democracia representativa, no creo en que yo le digo a universitaria, ser investigadora y defender la universidad pública como una conquista. Pero, insisto, esto nada tiene que ver con el teatro. alguien te doy mi voto y ese alguien representa mis intereses. Yo no quiero que nadie Claro, está lleno de gente que sólo está en la universidad, y después son los jurados, me represente. Entonces bueno pienso en una democracia participativa en la que la forma de organización sea micropolítica y permita de verdad responder a las necesida- los que te ven los proyectos, los que te dan los premios y vos después decís ¿Qué teatro hizo/hace esta persona? El otro día Dubatti en un curso que estaba haciendo, des de ese grupo, de ese pequeño grupo. Creo que pequeñas células democráticas dijo una frase que acuñó Kartun: “El teatro teatra” y la extendía a que el investigador podrían juntarse para algunas cuestiones y para otras no, en algo más grande. Esto es teatra, que el crítico teatra y yo digo que no. “Si es así teatrar no quiere decir nada, no absolutamente utópico, ya sé, no va a pasar, pero como ya sé que no va a pasar en lo macro yo insisto en hacerlo en lo micro, yo vivo en esa micropolítica. Me relaciono con todos teatran ¿Cómo el crítico teatra? ¿Dónde el critico teatra?”. Valoro mucho el campo de la investigación, entiendo que "sólo la palabra permanece" en nuestro arte. lo macro por supuesto y, no pudiendo evitar los prejuicios que tiene la sociedad en la que vivimos, es como una herramienta de resistencia ante eso. Por ahora no podemos Es muy importante que un investigadora/a venga y te pregunte, te haga pensar. Yo cambiar, oponemos muchas micro resistencias y grupos que generen su micropolítica, este año le pedí al universo una investigadora y el universo me la concedió. Sí, estoy muy poderosa. A los dos días de mi pedido, me llamó una investigadora de Tandil para en algún momento puede producirse el contagio y puede suceder que las cosas pedirme material sobre Teatro del Bardo. Es imprescindible que alguien te observe, te cambien, no sé si hacia donde yo me las imagino, pero hacia algún lugar, ésa es mi pregunte y te organice los recorridos teóricos para dejar el pensamiento teatral escrito. pequeña utopía. Para mi el grupo es eso, muchas veces hemos pensado con los más viejos, en relación El trabajo de un investigador es valioso, pero no teatra, investiga, y el crítico, critica no al sistema capitalista que nos convendría cortarnos solos, porque ya tenés tus contac- teatra. Teatrar teatramos los que estamos arriba del escenario y el director, sumale los tos, tenés más años haciendo esto, tenés otros trabajos y también a veces la grupalidad que trabajan en los otros lenguajes -y lo podemos discutir-, el escenógrafo, el vestuarista, el iluminador teatra. Teatramos los que hacemos el evento, llego a convenir que el es un carro que llevás… A veces. A mí me encanta un texto de Saramago: “El grupo”, porque es lapidario con los grupos espectador teatra. Si todos teatramos, nadie teatra, entonces teatrar no quiere decir nada. humanos. Pero, una de las cosas que a mí me enseñó ese texto, es la idea de que uno en el grupo comparte lo que le sobra, no lo que le falta. El grupo es para mí plusvalía, Pensando desde la pedagogía... Dan clases los actores y actúan los profesores. Los para lo que yo tengo de más no para cubrir mis necesidades. Porque si el grupo está actores y profesores, en muchos casos, se odian entre sí, se roban horas de escuela, para cubrir mis necesidades y nada más que para eso, esto es un problema, porque algunas instituciones sacan de la carrera de profesorado materias pedagógicas, ¿qué empiezan a generarse las dependencias que son peligrosas, empiezan las situaciones visión tenés sobre la pedagogía? ¿Un actor puede dar clases solo por saber actuar? de poder que son peligrosas. Porque el que necesita menos puede oprimir al que necesita más, entonces es importante generar una soberanía económica para cada uno ¿Qué es la pedagogía en el teatro? de los integrantes y que no nos juntamos porque sino no sabemos qué hacer, sino que Yo soy muy incorrecta en ese sentido lamentablemente. Yo lo que creo es que uno nos juntamos porque cuando lo hacemos tenemos una potencia superior a cada uno aprende a actuar actuando con alguien que sabe actuar, y que la actuación se aprende de nosotros solos. Y eso es muy difícil , porque no es lo mismo alguien que está hace veinte años en el grupo que el que empezó ayer, porque tiene otras herramientas, otro de cuerpo a cuerpo. Entonces si el actor sabe actuar y se pone a dar clase, y tiene una disposición para compartir y dejarse contaminar por aquellos a los que les da clase, yo recorrido, necesita aprender cosas, necesita depender de los compañeros para un estoy segura que puede enseñar. Ahora, un profesor de teatro que no sabe actuar, yo montón de cosas, pero bueno, ese sería el ideal al que tenemos que aspirar. no sé qué enseña, no tengo idea qué enseña. Yo sé que es incorrecto, pero no se me Sucede a menudo, cuando alguien entra a un grupo, que se anula a sí mismo las capacidades propias, porque parece que el grupo sabe más que yo. Y sí, el grupo en su ocurre. Y leí “El maestro ignorante” de Ranciere… Creo que uno no puede enseñar algo totalidad sabe más que yo por una cuestión casi matemática, pero seguramente yo sé que no sabe hacer. Yo lo creo y lo hago, porque eso me lleva a una reflexión de mi oficio y, a partir de un conocimiento encarnado, veo cuáles son las estrategias para algo que los otros no saben, o puedo algo que los otros no pueden. Sería bueno cuando alguien se incorpora, estimularlo no a acomodarse a una situación que existe, compartir parte de esa experiencia que a mí me atravesó, pero tengo que haber vivido la experiencia. Sino no sé qué enseñan. sino a cambiarla con mi presencia. Si no venís a aportar algo nuevo o mejor, ¿a qué Yo doy clase de dirección, entonces les digo que coordinen un primer ensayo, que venís? Hay que revertir la sumisión del principiante, la tarea del grupo debe ser empoarmen un plan de trabajo para ese ensayo y todos arrancan los ensayos caminando. derar, no adoctrinar. Gente, ¿por qué caminan? ¿Qué están haciendo? Sé que se estila caminar en las clases Saltando a otro tema, porque sos así de multifacética y nos gustaría saber ¿Qué te lleva de teatro, pero... ¿Ustedes por qué caminan? ¿Y por qué hacen caminar a la gente? Cero reflexión. Se dificulta problematizar una praxis si vos no tenés la praxis. Por supuesto a trabajar en instituciones oficiales? que la reflexión es indispensable, el tipo tiene que saber actuar y tiene que tener herramientas pedagógicas para que ese conocimiento que tiene imbricado en los La verdad de la milanesa… (risas). Hay algo que es interesante que tiene que ver con músculos pueda generar una experiencia para el otro, generar una experiencia análovivir fuera de los centros de producción, que son las posibilidades infinitas que tenés ga. Creo que tiene que tener los dos condimentos quien se ponga a enseñar, aparte de en donde todo está por hacerse. Yo trabajo en la Universidad solamente porque acá voluntad y vocación. Si no tenés praxis, ¿sobre qué vas a reflexionar? ¿qué le vas a hay una universidad muy joven que tiene veinte años, con un profesorado de quince pasar al otro? años y, cuando se tenía que armar el cuarto año del profesorado, había una materia que se llamaba “Investigación teatral”. Yo justo ese año -anda a saber por qué- había hecho una investigación con una beca del Instituto Nacional de Teatro, entonces la persona que estaba armando los concursos llamó al Instituto y le dijeron: “Mirá la que está investigando ahora es fulana, llamala”. Entonces me llamaron y me dijeron “Preséntate al concurso” y yo dije “¿Cómo me voy a presentar al concurso si sólo tengo el secundario completo? No puedo ser profesora universitaria”. “Vos preséntate al concurso”, me dijeron. Me presenté porque el concurso era abierto. Pero ¿por qué lo hice? Porque pude. A mí nunca se me hubiera ocurrido presentarme a ese concurso si no me hubieran llamado y me hubieran dicho lo que me dijeron. A partir de ahí pasan dos cosas: por un lado, la seguridad económica, teniendo familia, de obtener un sueldo fijo, acceder a una obra social, y por otro lado, empiezo a entender que organizarme para hacer esas clases me obliga a estudiar. Porque yo no sabía de investigación, más que lo que había aprendido en la práctica de la investigación que había hecho. Entonces empiezo a hacer cursos, empiezo a ir a la Universidad de Tucumán a estudiar y me doy cuenta que me encanta. De todas maneras no deja de problematizarme lo académico. Yo no creo que en la universidad se aprenda a actuar. Yo trabajo en un profesorado de teatro y no tienen que aprender a actuar, sino a dar clases de teatro. Y ahí estamos en otro universo infinito. Justo la clase pasada hablábamos con las alumnas que tengo en una clase virtual y una me dice: “Yo me di cuenta que quería dedicarme a actuar y entonces me puse a hacer la carrera del profesorado” y yo le digo “Pero entonces no te vas a dedicar a actuar. Dar clases de teatro está buenísimo, pero no es hacer teatro, o sea si querés hacer teatro tenés que hacer funciones…”. Bueno yo pienso eso, pienso que no es un ámbito donde uno pueda aprender un arte tan físico y tan esotérico, es un arte de transmisión de energía cuerpo a cuerpo, si yo no puedo elegir con quién voy a hacer ese proceso, no puedo elegir el ámbito en el que lo realizo y me evalúan con una nota, es muy poco probable que me pueda formar como actriz y como actor. Pero bueno, a partir de eso hice la licenciatura y me recibí y tengo un costado académico que se ve que me gustaba. A mí me gusta mucho estudiar. Cuando hablábamos de grupo nos mencionaste en la charla el término “micropolítica”, ¿cómo los relacionás?
¿Estar en una institución legítima de alguna manera? Y claro… Yo doy investigación y le digo a los estudiantes, ¿para qué hacemos esto? La única razón para investigar en una academia siendo un artista es para conseguir fondos para investigar. Porque nosotros claramente tenemos otra forma de pensar y
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imágenes sacadas del instagram @lacopecope
Entrevista a Lia Copello Por Julieta Costa Lía Copello es ilustradora y locutora. Destaca en las redes sociales por su particular forma de hacer humor gráfico y se autodefine como generadora de contenidos “porque es un término que acopla todo”. Sensible y buena onda reconoce que le cuesta identificarse como artista. En esta charla hablamos sobre el proceso artístico, la construcción de un lenguaje propio, su lugar dentro de la militancia feminista, el humor de la identificación, el reconocimiento entre pares y la búsqueda del prestigio.
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Julieta: ¿Cómo te gustaría que te definan o cómo te definirías? La Cope: No me gusta ser una sola cosa, creo que mi labor principal es la de ilustradora, pero eso se desprende de un montón de cosas. Generadora de contenidos es un buen término que acopla todo. Artista no me gusta, siento que es una responsabilidad muy grande ser artista, no la quiero. Ilustradora es mi labor principal, pero la verdad es que hago un montón de otras cosas por fuera de eso y muchas de esas cosas que subo no tienen ilustración, entonces es raro. No sé cómo llamarme… Generadora de contenidos o... Señora loca que hace cosas. Julieta: Teniendo en cuenta que el proceso creativo va pasando por distintas fases, ¿en qué momento creés que encontraste un estilo artístico personal? ¿Cómo fue cambiando ese estilo a través del tiempo? La Cope: Yo creo que eso que decís del proceso creativo es clave. Una vez leí algo de García Márquez que decía “lo más laborioso de mi trabajo no es sentarme a escribir, sino todo lo anterior”. Eso es algo que las personas que te contratan o que tienen el dinero para pagarte a veces no conocen: el valor del proceso creativo, esa es la parte del trabajo más difícil. Buscar, pensar, crear vos un lenguaje propio. Lo que hago es muy personal, me cuesta mucho hacer algo que no hable de lo que me pasa. Intento irme más al absurdo. Para mí crear es mi manera de existir en el mundo, es lo que yo sé hacer, es mi manera de llevarme conmigo y con los demás, con lo que percibo. Es mi terapia, es mi catarsis y es lo que me gusta darle al mundo (entre tres mil comillas). Todos damos algo o generamos algo para los demás y para uno. Esa fue mi línea: La copecita, personaje de historietas y ahora puedo haber cambiado el estilo o los colores, pero sigue siendo el mismo lenguaje.
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No siento que el lugar de referente esté piola. Hubo un momento en el que a mí me hizo un clic. Pensé: “Uy, pará, ¿por qué estamos siempre las mismas acá? ¿Por qué estamos hablando las mismas personas a las mismas personas?”. No significa que no me den más ganas de hablar de eso y “chau me fui del feminismo”... No, ni en pedo. Si no que me parece que me reencontré con algo más del principio, más inocente y ahora hay otra base teórica, que es la de hablar desde mi propio lenguaje sabiendo dónde y cómo estoy hablando. Después, el activismo, la militancia que yo hago por fuera, que ni me interesa mostrarlas (porque hay cosas que hago por fuera y digo “esto no lo hago para mostrar, no lo hago para llamar la atención”). Lo que hago para llamar la atención es todo lo demás, y me hago cargo de que me gusta llamar la atención. Julieta: También es difícil porque donde te equivocaste, te la van a dar… La Cope: Te la van a dar y está bien que te la den porque está bien cuestionar y criticar las plataformas que usamos y la manera en que comunicamos, pero también está bien hacerse cargo cuando una elige, porque no todo el mundo elige. Entonces me voy permitiendo estar en distintos lugares. Eso también me pasó con La Copecita, que es un personaje que ya tiene una entidad e identidad política y que yo ahora no puedo estar a la altura de eso capaz. Ahora tengo ganas de hablar de otras cosas, que son igual de importantes. Tengo ganas de hablar de amor, tengo ganas de hablar de afectos, de vínculos, de amistad. Voy a ser respetuosa con lo que tengo ganas de hablar y eso siempre va a tener una mirada feminista, siempre.
Julieta: Vi que estás trabajando en mostrar el proceso creativo y encontrarle una cierta poética a eso. La Cope: Estoy flasheada con eso. Justo ayer lo hablé en terapia como lo estoy hablanJulieta: En tus historietas se ve el contraste que se genera entre el dibujo y la temática. do con vos. Me empezó a pasar que este “yo artista no soy” tiene un peso de no hacerse cargo. Siempre me costó calificarme. Yo te digo primero que lo hago mal así, si vos lo ¿Hay una búsqueda intencional de generar ese contraste o surge del propio hacer? La Cope: Realmente soy así. En mí conviven un lado más tierno, más goma, más inocen- decís, a mí no me afecta. Me decía: “Bueno, voy a dibujar exageradamente mal para que no se note que no sé dibujar”, y cuando conocí a Maitena me flasheó muchísimo. tón, más infantil, si querés (ese es mi sentido del humor) y, también tengo un lado Poder hablar, y que a ella le guste lo que hago, fue para mí un mimo a la confianza. Y mega mil cínico. Conviven en mí esas dos cosas. Creo que ese es el contraste. En ese ella también estaba en el plan de “yo tampoco sé dibujar” y no entendí de qué hablaba, trazo simple y pavo de golpe meter un remate o una cosa del humor -no sé si negro hasta que en un momento dijo algo increíble: No existe saber dibujar, (y esto se aplica a porque nunca hice humor negro- pero sí más fuerte o más rebelde y ahí es donde todas las disciplinas artísticas) lo que importa es que puedas transmitir algo. ¿Cuán contrasta. vivo está lo que hacés? Si vos hiciste algo y eso movió una fibra, se terminó la discuJulieta: Eso que nombraste de que el artista entrega lo que tiene (su obra de arte) a los sión. No importa qué herramienta usaste, cuál es tu estilo de dibujo, o qué habilidades académicas tenés. Moviste una fibra, está vivo, fin. otros. ¿De dónde tomás vos? Ya sea una persona o un personaje, ¿cuáles son tus inspiraciones? La Cope: Lo primero es tratar de estar conectada con lo que siento y lo que me despier- Julieta: Por último… Adrián Lakerman habla sobre el prestigio, la búsqueda de los comediantes por ser legitimados y el costo que en general tiene para ellos. Creo que si ta el alrededor. Algo que me parece que está bueno, (es un consejo que damos en los estuviese hablando con un hombre hay toda una parte que ni hubiésemos tocado, que talleres de creatividad con una amiga) es que si tu laburo es crear tenés que estar es la de la militancia. Hay una carga simbólica en ser: ilustradora, mujer, locutora, permanente consumiendo cosas que alimenten tu creatividad. Yo como ilustradora artista (yo te veo como una artista) y hacer comedia. ¿Perseguís esa legitimación? controlo muy seguido el seguir gente que me inspire. Trato de ser selectiva, y en ese ¿Cómo es eso siendo mujer? ser selectiva entra también la falopa: los memes o gente que hace algo que nada que La Cope: Yo soy muy ambiciosa con el prestigio, mucho más que con la plata. Me gusta ver con lo mío. Pero trato de estar muy atenta a consumir cosas que alimenten mi creatividad. Lo que extraño de la antigua normalidad es ir a una feria o algún evento de la plata, me gusta ganar bien, me gusta que las cosas se vendan y que funcionen. Pero personas que crean algo de alguna manera y volver con los fanzines, con un librito, con soy ambiciosa en ir ganando reconocimiento. Una de las cosas del prestigio que más me atraen es el reconocimiento de la gente que admiro. El reconocimiento entre pares, una remera... Esa cuestión más cotidiana que hacen los demás, yo trato de hacerlo en el respeto mutuo debe ser de las cosas más eróticas de la vida. Encontrarte con redes. alguien, admirar lo que esa persona hace y que esa persona admire lo que vos hacés es un poco el amor. Si, el prestigio es algo que persigo. Redefinir el éxito constantemente me parece que es algo clave de hacer y también tratar de disfrutar el éxito. Cuando Julieta: La idea del meme y el trabajo sobre lo absurdo es algo que veo en tu humor. empecé a dibujar lo que más quería en el mundo era vivir de lo que hacía y dejar de Dos cosas de mundos aparentemente opuestos que encajan y terminan generando laburar de otras cosas, y llega eso y son 5 minutos de “lo logré… ¿y ahora qué otra cosa comicidad. puedo perseguir?”. Y bueno, eso es lo que hay que ir regulando porque sino nunca La Cope: Yo soy fan del lenguaje meme. Muchos me dicen: “Pasame el meme que…” y sé que hay colegas ilustradoras que se ofenden, pero a mí me encanta que me compa- disfrutás nada. En algún momento el éxito era ocupar esos escenarios y otro día fue “che tengo ganas de perseguir otro tipo de prestigio y me la voy a rejugar para dejar de ren con un meme... Me parece brillante ese lenguaje que lleva una cosa re compleja a su unidad básica de medida de lenguaje. Es dificilísimo hacer eso. El humor del meme hacer algo que funciona bien y hacer otra cosa”. Entonces fui a buscar el prestigio en otros lugares, porque el prestigio ya lo tenía en ese círculo. es el humor de la identificación, que es lo que yo hago. Un gran error que tenemos cuando hacemos cosas en internet, es creer que lo que vos hacés lo va a ver todo el Julieta: Y ahora, en este contexto puntal ¿qué es el éxito para vos? mundo. No, lo que vos hacés lo va a ver un grupito reducidísimo de gente, de esa La Cope: Me parece que el éxito es poder ser auténtica conmigo misma. Estar cómoda gente hay alguna que se va a sentir identificada y otra que no. No importa, lo que importa es que cuentes lo que a vos te sucede, porque no somos tan especiales, lo que con mi autenticidad, que es algo que me cuesta mucho, el tratar de querer adaptarme vos hacés lo va a ver esa gente y va a decir: “No puedo creer a mí me pasa lo mismo”. ¡Y siempre, querer agradar, lo de la validación. No estar tan pendiente de lo que genera lo que hago en el afuera y valorar mi propia autenticidad, poder ser respetuosa conmigo sí! Porque vos tampoco sos tan especial. misma, ese es mi nuevo ideal de éxito hoy. Julieta: Hablando de las redes sociales, el formato Instagram funciona con seguidores que escuchan y ven lo que hacés y decís. ¿Sentiste que te encasillaron en algún momento? ¿Tuviste que correrte de algo de lo que este formato te proponía? La Cope: No, hay que tener un consumo muy consciente, sobre todo cuando generás contenido. Llega un punto en el que todos somos generadores, consumidores, producto y pasa a ser todo la misma cosa. Entonces “a ver cómo estoy consumiendo y cómo estoy permitiendo que me consuman”. Lo que sí me pasó, no hace tanto, en relación al feminismo y a la idea de referencia (porque una se pone en ese plan de “¿no quiero ser referente? ¿por qué me ponen como referente?”, ¡pero te estás comportando como referente!”), que hubo un punto donde pensé: “Le voy a poner un freno de mano a esto, porque está bueno liberar la sillita y que ese espacio lo puedan ocupar otras personas”. Julieta: ¿Hubo algo disruptivo en tu humor? Sobre todo hace unos años atrás donde el contexto era completamente distinto… La Cope: Al principio, cuando empecé a dibujar a La Cope, ni siquiera hablábamos de feminismo de manera masiva. Yo no me consideraba feminista. Sí me consideraba, y me considero, una persona que me gusta romper con lo que hay adelante, me sale, es mi personalidad, es como “¿qué es esto? lo voy a romper lo voy a cuestionar, lo voy a criticar y después vemos”. El tema con eso es que yo arranqué a dibujar sobre lo que a mí me pasaba con ser mujer, con salir con chabones en su momento, con depilarme, con lo que sea, en algún momento eso deja de ser disruptivo y bueno “¿qué otra cosa puedo romper ahora?”. Víboras, mi libro, para mí es una guía muy de entrada al feminismo, desde mi lenguaje de historieta. Es una novela gráfica donde bajo todo lo que venía hablando, cuestionando, y también debatiendo (porque me repienso).
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Entrevista a Maiamar Abrodos Por Nabila Hosain Aparece e impone. Ingresa al aula, sube al escenario, entra al taller o abre su cámara del Zoom, y Maiamar se apodera del espacio. Como quien lleva en su valija recuerdos, anécdotas, vivencias: Maiamar habla, enseña, narra, y escucha. Como quien lleva en su persona la elección de ser la actriz de su propia vida: Maiamar actúa, se reinventa día a día. Como quien ha vivido más de una vida en su vida: Maiamar es discurso, es la mujer que ha elegido ser; aquella mujer con la que soñó, algún día, mientras actuaba.
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Nabi: ¿Es correcto que comenzaste a trabajar en el teatro a los 20 años? ¿Cómo fue ese primer acercamiento? Maia: Más o menos, masomenos sí, a los 20 años. Terminé el secundario y me metí a estudiar escenografía. En realidad, fue así: no sabía qué estudiar. En realidad, yo siempre quise ser actriz, pero, bueno, no era mujer, y había muchas barreras en el medio. Estamos hablando de otra época, año ’84. Que no era tan fácil como ahora la percepción. El género era algo inverosímil. Si bien existían muchas chicas trans, muchas chicas travestis, siempre subjetivaba la marginalidad y un montón de cosas que en determinados circuitos o medios era muy difícil pensarlo. Y entonces una se va a acostumbrando a ser un hombre gay, de determinadas características y qué sé yo; y eso te limitaba a determinadas cosas. Entonces yo me anoté en tres carreras: me anoté en Sociología, en Antropología y en Escenografía. Después, siendo un poco más sincera en ese momento conmigo misma, entré a estudiar Escenografía y seguí por ese lado. Mi abuela era pintora y yo pintaba con ella. Me había enseñado a pintar cuando era chica. Por otro lado, me gustaba mucho la arquitectura, pero no me veía como arquitecta. Me acuerdo que tenía una profesora de psicología en la escuela que decía: “Para la carrera que elijan proyéctense, y véanse cómo serían con esa carrera. Y yo la verdad que no me veía detrás de un tablero, era una época de tablero, y no me veía detrás de un tablero todo el día. El teatro era lo que más me gustaba, así que empecé con escenografía (cara de resignación). Ahí empecé. Y más o menos cuando tenía 20 años hice las primeras cositas que se desprendían de la facultad misma. Estoy hablando de la Universidad del Salvador, la Iglesia de por medio, un tema, otra época. Porque la carrera de escenografía del Colón se había terminado, y la única que quedaba era la Universidad del Salvador. O te tenías que ir a Mendoza, a la Universidad de Cuyo. Y bueno, yo me metí en el Salvador, en ese momento mi viejo me la podía pagar, después quebró mi papá y no me la pudo pagar más, pero seguí. Lo primero que yo quería era irme a Mendoza, pero porque me quería escapar de mi casa. Pero me dijeron no, para mantenerte en Mendoza te mantengo acá y listo. Nabi: Bueno, y hoy... Maia es actriz, escenógrafa, vestuarista, y docente. ¿Cómo conviven estos mundos, cada uno con sus particularidades, dentro tuyo? Maia: Son mundos que se empatan un montón, están muy interrelacionados. Pensá que al ser docente de esas mismas cosas que hacés… Qué sé yo, no sé, yo te puedo decir algo que puede ser duro a veces porque, a las otras áreas les puede parecer duro, tanto a la docencia como a la escenografía. Pero yo dejo cualquier cosa por ir a ensayar, por ir a hacer una función, y mi realidad es esa: y ahí es donde es claro cuál es mi profesión. Y qué es lo que siento profundamente. Con los años fui entendiendo que ser docente, más que ser escenógrafa, fue ganando mucho terreno en mi vida. Pero porque yo pienso que ser docente de arte, es ser como guía de la vida también. Y es lo que yo creo que pasa en esto, más allá de lo específico de lo que uno enseña. Al estar hablando del arte y al estar trabajando con el mundo sensible de cada une en particular, te conectás con otra relación de la vida con la gente. Y entonces ahí el mundo se abre de otra manera. De hecho, bueno, vos fuiste alumna mía y lo sabés un poco eso: no me interesa tanto que esté bien hecho, ni que esto o lo otro. Me interesa lo que pasa por dentro, lo que pasa en el proceso y lo que pasa en el proyecto. Porque me parece que ahí se cosecha algo que va mucho más allá de la hechura de las cosas. Y como mi primera educación fue como escenógrafa y vestuarista, entonces está muy internalizado en un lugar, pero no me siento ejecutora. No me despierta el deseo de la ejecución. No me despierta el deseo. Cosa que sí puedo elaborar en la docencia y que sí claramente elaboro en la actuación. En este momento de la vida quizás estoy un poco ya cansada, no cansada de la docencia, estoy cansada de los sistemas educativos. De lo que te propone el sistema, de cómo es el sistema, de toda la estructura que tiene el sistema, de lo que te exige este sistema, estoy un poco cansada de eso. De hecho, bueno, son dos cosas paralelas, una es lo que una hace y otra es también lo que te da de comer, y sabes que lo tenés que sostener. También puedo reconocer que puedo hacer mi “tintita” dentro de ese mundo, y bueno por lo menos puedo aportar algo desde algún lugar. Nabi: ¿Ves este espacio que te da la docencia como un espacio de lucha, un espacio donde visibilizar tu voz? Maia: Sí, es que te da muchas posibilidades. Te da un aprendizaje que se da en la interrelación, porque yo también voy aprendiendo de mis alumnes. Yo aprendo el lenguaje de género, hablando de lo último digo, vas aprendiendo de los mundos de cada une en sí, eso, por un lado. Por el otro lado también estoy yo de manifiesto como persona enseñando algo en lo que creo. Sé que por momentos genera crisis, pero sé que con el tiempo se empieza a entender cuál es el camino de esto. Que tiene que ver con los procesos de cada une en sí y en lo particular. Y eso sí me importa, porque lo que más me importa es que en el futuro puedan ver y puedan decir: ah, esto me sirvió, y que lo puedan tomar y cada une reevaluar. No me interesa… ¿Viste que hay gente que le gusta como dejar su sello, su marca de las cosas? A mí no me interesa eso, me interesa que te haya servido para que elabores tu propia historia. Me parece que igual todo eso hay que buscarlo desde lo profundo. No digo que no sirvan las fórmulas, pero sirven para determinadas cosas, es otro mundo y hay otra gente que enseña la técnica de algo, y entonces yo puedo dedicarme a hablar de este tipo de cosas. Aunque sean más abstractas en el pensamiento, pero prefiero que sea eso, porque es como abrir otro canal también, o por lo menos intentar abrir otros canales. Es uno de los grandes temas. Y lo que me ha pasado particularmente con la escenografía es que, al ser actriz, pongo otro condimento, que tiene que ver con la profesión de actriz, y eso hace que también esté más cercano a la realidad que vivimos. Hay algo que te hace la docencia que es que nunca dejás de aprender: así como vos enseñas, también vas aprendiendo. “Enseñar” entre comillas. Vos sabés lo que yo creo, lo he dicho varias veces: yo creo que el aprendizaje es poner en la luz las cosas, en realidad lo que haces es construir una guía para que el otro encuentre ese lugar, más que “enseñar”. Bueno esa es la teoría que tengo. Nabi: ¿Qué diferencias ves vos como mujer en los distintos roles que podemos cumplir en el teatro? ¿Cómo se trata a una mujer que es actriz, a una mujer que es técnica, a una mujer que es escenógrafa o vestuarista?
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Maia: Si, claramente, yo separaría a la actriz de los otros rubros. Porque la actriz es necesaria. Digo, en el sistema binario que construimos en esta sociedad. Hoy en día una actriz es necesaria para ocuparse de determinados roles. El problema empieza cuando se buscan los otros roles. Las miradas técnicas: una escenógrafa, una vestuarista, una iluminadora, una directora. Si, hay una diferencia abismal. Porque, aunque creamos que la sociedad está abierta a esos cambios, no está tan abierta, siempre hay una subjetividad con el pene, hablando mal y pronto. Donde parecería que ese pene es el influyente para una buena calidad de trabajo, o una buena estructura de trabajo. Y hablo del pene porque hablo del género masculino en general, porque ahí no importa si el hombre es heterosexual, gay, o lo que sea. Tiene pene. Me entendés lo que quiero decir, ¿no? No quiero que parezca burdo. Entonces hay una cuestión del poder o del dominio que todavía sigue siendo así. Vos fíjate que en casi todos los órdenes culturales los poderes los tienen hombres no mujeres. Salvo la UNA, el resto de las instituciones son prácticamente manejadas por hombres. Hay una elección en eso, todavía sigue siendo una elección. En los teatros oficiales, yo que tenga recuerdo, en ninguno de los dos, tanto el Cervantes como el San Martín lo dirigió una mujer, siempre fueron hombres quienes los dirigieron. En las partes técnicas también. Y hay mujeres hiper capacitadas para esos rubros, pero sin embargo se mantienen por hombres. Y se mantienen entre hombres. Y ahí hay un machismo que está instaurado en esta sociedad que no es un machismo absolutamente masculino, es un machismo femenino también. Me parece que las mujeres en eso tenemos una batalla, que tiene que ver con poder igualarnos. Yo siento que muchas veces se confunde esto, porque se dice “Bueno, ocupar los roles masculinos”; cuando vos hablás de roles masculinos quiere decir que está estipulado que esos roles, son masculinos. Ocupar lugares es diferente. Sino los predestinás a que sean masculinos. Y me parece que ahí hay que marcar la diferencia. Muchas veces para que las revoluciones se den tienen que ser a tope, ¿viste? Yo cuando empecé el cambio de género estaba “a tope”. Te confundías en una palabrita y yo ardía Troya. Pero era la única manera de sostener tu identidad. Era la única manera de hacer visible tu batalla. Me parece que lo que pasa ahora es eso. Después, creo que la medida es encontrar el equilibrio, y encontrar el equilibrio, es decir: bueno, somos todos iguales. Entonces somos todos iguales, con las características que cada une tenga, vamos por los mismos lugares. Y eso es muy diferente a pensar “ocupar los roles masculinos”. Y pasa mucho eso porque lo escuchás mucho. Me parece que ahí el inconsciente funciona, no nos olvidemos que el inconsciente siempre está accionando en algún lugar nuestro. Es como desaprender para aprender. Yo creo que lo que existe ahora es un problema de batalla y que esa batalla hace que se descarte a los hombres por completo. ¡No! Son tan necesarios como las mujeres. Hombres y mujeres son seres necesarios en una sociedad. Todos los géneros posibles. Estamos acá en esta tierra haciendo algo. Entonces no hay que batallar, hay que ir en compañía y hay que ir multiplicándose en compañía. Y que todo sea equitativo. Pero eso es más difícil. Yo muchas veces con la batalla trans, en general, viste que hay muchas políticas y mucho discurso sobre el documento, “...que diga esto, que diga lo otro, que no sé qué…” A mí me parece bien. Todes tenemos derecho a que diga lo que tiene que decir. Yo creo que lo ideal no es pelear por más de eso. Lo ideal es pelear en unidad para que eso se anule y un día se diga esto ya no existe más. Me parece que la sociedad tiene que ampliar estos caminos y estos conceptos. Era gracioso cuando empecé el cambio de género porque en esa época yo tenía que hacer todo un tratamiento psicológico y psiquiátrico. La legalidad te marcaba eso, porque era por disforia de género en ese momento. Entonces yo me acuerdo -ahora me acuerdo y me rio de las boludeces que una dice- que le dije a la psicóloga que iba: “Ni loca me voy a poner una pollera, no voy a ser una payasa, hasta que no esté operada yo no me voy a poner una pollera”. Bueno, no sé cómo se dio, pero la cuestión es que a la semana siguiente aparecí con pollera. Se ve que ella me llevó por un canal o me habrá hecho reflexionar a tal punto que es como decir: mirá la pelotudez que estás diciendo. Hasta que me dijo en un momento: “Vos tenés que entender que vos sos la mujer que sos, podes poner la pierna así o asá y eso no te invalida como mujer”. Y yo creo que todas esas aperturas que una empieza a sentir que se deconstruyen de una construcción social que tenemos muy arraigada y marcada empiezan a hacerte entender. Porque en general cuando pasa eso te empieza a repercutir en otros órdenes de la vida. Nabi: ¿Y vos sentís que hubo algo de tu labor artística como actriz que te ayudó a encontrar tu identidad? ¿Algo de eso te ayudo a empezar a pensar desde qué lugar querer pararte, o quién querías ser? Maia: Si. Yo fui haciendo todo un proceso. En un momento, cuando era actor - te lo digo de esta manera porque es la forma de entender fácilmente- en un momento decidí que no quería trabajar más como actor, que sólo iba a hacer personajes de mujer. Fue todo decantando y en un momento, una vez, una persona que quiero mucho, me dijo: “Qué raro es verte en el escenario, porque cuando estás en el escenario se te ve feliz”. Me quedaron grabadas esas palabras. “Se te ve feliz, ahora, cuando no estás en el escenario no se te ve nada feliz”. Y claro yo en el escenario era la mujer que quería ser. Y después de un tiempo de eso empecé a sentir que ya no aguantaba más, fue un momento muy crítico de mi vida. Y en ese momento crítico decía: “Estoy destruyendo todo”. Porque también estoy destruyendo la profesión, mi desesperación por actuar en ese momento era mi desesperación por ser quien yo quería ser. Y se distorsionaba un poco de lo que era la concepción artística de la cosa. Yo dije bueno, pero si voy a vivir, voy a vivir como quien soy. Y sin saber nada, sin saber cómo, sin saber de qué manera. Una cree que conoce mucho hasta que te das cuenta de que no conoces nada, empecé a tomar hormonas, y ahí entendí cuál había sido mi proceso. Y lo que más me ayudó a entender mi proceso fue actuar. Y ser la mujer que no podía ser en la vida, en el escenario. Y eso después me hizo entender que yo estaba haciendo eso. Que estaba desesperadamente tratando de encontrarme ahí. Y con los años fue siendo todo más claro. Ya no necesitaba explicarle a nadie nada. Ahí empezó todo. Fue en el 2007. En septiembre del 2007. Ya en enero de 2008 empecé el tratamiento en el Hospital Durand, más legal también. Yo para ese momento ya tomaba un montón de hormonas que no sabía qué eran pero que las tomaba.
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Nabi: Bueno te voy a hacer una última pregunta, leí en una entrevista una frase que dijiste: “A mi ser mujer –que me fue muy difícil-, le dio luz a mi vida”, ¿qué significa hoy para Maia ser mujer, y ser mujer en la actividad teatral? Maia: Para mí, para Maiamar, ser mujer en la actividad teatral es decir todo el tiempo que no hay diferencias. Que no existen las diferencias. Que todo es una construcción que hacemos nosotres socialmente. Yo lucho por eso. Porque digo, yo soy una mujer trans. No soy una actriz trans, porque eso no existe. Yo como actriz puedo hacer un personaje de mujer, de varón, de lo que sea, y soy una actriz que está trabajando sobre eso, sobre ese mundo. Y hay gente que te dice “sí, pero la experiencia”, y bueno pero la gente que hace de asesina no tiene la experiencia de ser asesina. Qué tiene que ver la experiencia en esto. Ahí nos tendríamos que replantear qué es actuar. Qué es ser actor, qué es ser actriz. Y eso es lo que yo siento. Ser mujer hoy en el teatro argentino... Yo sé que de alguna manera respondo a determinados cánones: les cubro el cupo de género, yo cubro lugares, y me llaman para cubrir esos lugares. No soy tarada, eso lo sé. En un principio yo batallaba contra eso y me enojaba hasta que entendí que no iba a cambiar y dije bueno, vamos por esto. Ahora, mi mayor lucha es que entiendan que puedo hacer cualquier personaje. Y no dentro de una normativa donde lo trans es lo que me atraviesa. O lo que atraviesa a esta actriz. Sí, inevitablemente seré trans toda mi vida. Pero eso es mi vida privada. Lo que yo desarrollo como actriz es lo que yo desarrollo como actriz. Puedo ser gorda, flaca, rubia, morocha, alta, baja, todo eso es una construcción que tiene que ver con cómo sos como artista a diferencia de la persona. Y no obstante a eso, les actores somos las personas que estamos trabajando con nuestro propio ser para encarnar esos personajes. También tiene que ver con cómo se percibe, tenemos muy incorporado lo del fisic du roll y todo ese mundo de imágenes que hacen que parece que cuando las deconstruis inevitablemente caes en el molde de la deconstrucción: “Estoy haciendo una deconstrucción”. Y me parece que esa es una mala experiencia de las escuelas. Un mal aprendizaje de todas las escuelas teatrales que tienen este problema, donde parecería que hay que justificar todo. Y en realidad esa justificación está dada en la misma energía que emplean los actores, y uno no tiene que decir nada más de lo que ya se está viendo. Hay algo de una inteligencia emocional de empezar a ver a través de eso. Te podés equivocar, pero bueno, si no nos equivocamos no aprendemos nunca en la vida. Hay que arriesgarse. Mucha gente le tiene temor a arriesgarse. Porque parece que últimamente necesitas pertenecer a determinado circuito o situación, entonces el riesgo cada vez es menor porque para pertenecer debes respetar determinados cánones. Me parece que hay que replantearse, yo te pregunto, les pregunto a todes y me lo pregunto a mí misma todo el tiempo: ¿para qué haces esto? ¿Por qué lo haces? ¿Qué hay de vos acá que te dice que hagas esto? Si nos cuestionamos un poco esto profundamente, con nosotres mismes, podemos ser genuines, todavía el lenguaje de género se está formando. Y también eso hace a lo que somos como artistas. Y todes queremos pertenecer, todes, nadie no quiere pertenecer, incluso aquel que te dice no quiero pertenecer está queriendo pertenecer a algo, a eso anárquico. Porque necesitamos identificarnos. Eso yo lo fui entendiendo más con el género. Necesitas verte.
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Entrevista a el grupo “La colmena” Por Josefina de Cara En esta ocasión cerramos los ojos y escuchamos la música que nos canta La Colmena. Este es un sonido compuesto por las voces y percusiones de 17 mujeres que pronuncian un repertorio popular latinoamericano. Se presentan como un ensamble de mujeres con la particularidad de no tener una única dirección, sino que funcionan de manera horizontal y cooperativa. Sin lugar a dudas su música es teatral. Hay toda una escena montada a favor de las canciones con su vestuario, luces, proyecciones y la disposición espacial, por momentos, coreográfica. Son actrices de la escena.
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Josefina: El hombre por hombre ya tiene el lugar habilitado, la mujer tiene que demostrar para tener un lugar. ¿Sienten que en algún momento tuvieron que demostrar algo para ser respetadas musicalmente? Miriam: En lo personal, no sé si tuvimos que demostrar algo, pero sí notamos que los lugares son mucho más acotados en ese sentido. Sol: A mí se me vino una frase que dijo una integrante de la Red MultiSonora (Asociación civil que incluye a mujeres cis, personas trans, lesbianas, no binarixs y otras identidades disidentes en relación a distintas disciplinas del sonido): la diferencia entre mujeres y hombres haciendo cualquier cosa en general, es que los hombres hacen sin pedir permiso y las mujeres siempre estamos pidiendo permiso para hacer. Nosotras somos cantoras y justo ese lugar es bastante hegemónico dentro de lo que es ser mujer, quizás si fuésemos contrabajistas sería diferente… Wanda: Al respecto, nosotras hacemos un esfuerzo constante en dejar claro que no somos un coro. Hace ocho años que lo repetimos y creo que eso nos pasa porque el ser mujeres en grupo está relacionado a ser un coro y eso está permitido en la música. Que las mujeres formen parte de un coro, casi siempre mixto y dirigido por hombres, es natural. Ahora, cuando las mujeres quieren hacer otra cosa, es raro. Sofía: Algo que nos dicen siempre que nos entrevistan es: “Wow, son diecisiete mujeres”, como algo llamativo. Antes, vale decir que nosotras somos todas mujeres de clase media, blancas y vivimos en una megalópolis, entonces tenemos un lugar privilegiado que hace todo más accesible dentro del circuito, pero aun así sorprende ver a tantas mujeres juntas. Siempre están las preguntas del tipo: “¿Y cómo hacen?, ¿no se pelean?”, cuando a ninguna banda de chabones se les pregunta eso, entonces es ahí cuando con una pregunta se nos está poniendo en un lugar, además eso trasciende lo musical, lo inhabilita y sólo somos mujeres haciendo algo juntas. Es una cuestión de lugares estancos, preestablecidos por la cultura y hay que romper con esa idea, no porque nosotras creamos que estamos haciendo algo novedoso, sino porque es la idea que tiene la otra persona sobre lo que hacemos. Josefina: En relación a la grupalidad, es cierto que es muy llamativo verlas y no tendría porqué serlo, pero me preguntaba si notan diferencias a la hora de enfrentar a la industria musical como parte de una banda frente a hacerlo de manera solista. ¿Sienten que la grupalidad allana algo de esto que todavía pasa? Sol: Sí, yo creo que la grupalidad allana siempre, en cualquier ámbito. No sólo por el hecho de ser mujeres sino en general, siento que la grupalidad más que allanar, hace al hecho artístico, potencia lo que cada una puede aportar desde su lugar y generar algo que sería imposible de otra manera. Sofía: Lo grupal es una construcción que no condice con la norma. Que de repente en una sociedad tan individualista, un grupo de personas decidan ser independientes y autogestionarse para hacer un acto artístico, está por fuera de lo establecido y quizás ahí resida, en parte, la novedad de lo nuestro. Wanda: En el patriarcado está muy fuerte la idea de la competencia entre mujeres y la grupalidad lo pone en juego. “¿Cómo, no hay una que dirija o lidere la banda?” Ahí se manifiesta ese preconcepto de que las mujeres siempre estamos compitiendo entre nosotras y eso es lo que el grupo tensiona, es uno de los desafíos que desde afuera creen que tenemos, pero internamente nunca lo fue. Eso es lo que le sirve al capitalismo en realidad y el feminismo vino a patear ese tablero. Eso es la sororidad, dejar de competir con tu compañera, y en ese sentido lo grupal también ayuda a reducirlo. Tamara: En esta sociedad, ver a una mina yendo a cantar sola habilita el juicio, y si sos medio machirulo quizás te animás a decirle algo. Ahora, si te topás con un grupo de 17 mujeres, es más difícil. Josefina: Y en cuanto al feminismo, ¿Registran algún cambio desde que empezaron en 2012 en relación a toda la ola feminista del 2015? ¿Qué acciones concretas cambiaron y llevaron a la banda a posicionarse distinto? Miriam: Una de las cosas más importantes fue hacer foco en el repertorio. No que no lo hiciésemos antes, pero ahora la búsqueda es más exhaustiva y rigurosa, pensando en qué queremos decir con eso. Tamara: Hubo un momento icónico en un encuentro de mujeres músicas en Santiago del Estero al que fuimos en 2018. A nosotras nos invitaron sin saber mucho quiénes lo organizaban y nos encontramos con un montón de mujeres músicas hablando y debatiendo sobre los vínculos y el rol de la mujer en la música. Al final, el encuentro terminó en el Patio del Indio Froilán, un patio de peña tradicional dentro del folclore argentino, con trescientas mujeres en el medio de ese lugar históricamente machista, fue muy impresionante. A partir de ahí nos dimos cuenta que era una responsabilidad y había que asumirla, no era una cosa para ser tibias y ahí fue cuando entendimos que el escenario era un lugar claro para militar esos debates y fue muy fundante. Sol: Lo que nos pasó en ese encuentro fue que visibilizamos hacia adentro lo que estábamos construyendo. Nos sirvió para ver que muchas de las prácticas que veníamos llevando adelante estaban muy asociadas a los postulados de esta nueva ola: la sororidad, tejer redes, no competir y problematizar los lugares de poder. Entonces nos dimos cuenta que estábamos caminando ese camino, aunque no le hubiésemos puesto nombre y eso fue muy poderoso también. Nos hizo replantearnos otras cosas, como qué prácticas íbamos a abandonar y qué bandera íbamos a levantar a partir de entonces y así. Miriam: También nos sirvió para replantearnos la elección de la gente con la que laburamos. Sin proponérnoslo, de a poco empezamos a relacionarnos más con mujeres y fuimos tejiendo redes para apoyarnos entre nosotras. Tenemos una sonidista mujer por ejemplo, y nos dimos cuenta que todo ese tipo de roles que fueron históricamente ocupados por hombres, podemos ocuparlos las mujeres entonces queremos darle ese lugar, porque somos mujeres y nos tira para ese lado. Josefina: Justo les quería preguntar sobre el vínculo con los demás rubros en la música. Entonces no es que han pasado de tener un manager hombre y lo cambiaron, si no que se fue dando. Tamara: Sí, se fue dando… Pero sí tuvimos dos percusionistas hombres, un fotógrafo y ayudantes de sonido y hoy raramente los incluiríamos. En nuestro disco, el productor, ingeniero de sonido, técnicos, mastering, todo el proceso de pre y post producción fue masculino, de hecho hubieron muchos músicos invitados en su mayoría hombres. Ese paradigma cambió mucho y ahora es una decisión muy consciente.
octubre 2020 Sofía: La marea que surge en 2015 nos hizo preguntarnos por qué toda esta gente son siempre hombres y entendimos que se da porque es a lo que más fácil se accede. Ellos están más visibilizados, tienen más laburo, más posibilidades de crecer, entonces es lo que más llega; pero cuando conocimos a quienes trabajan a la par suya pensamos: “Tenemos un colectivo que pisa fuerte, porque somos un montón de pies, entonces sumemos gente para tejer esas redes”. No es en contra de los hombres, sino una cuestión de entender que estamos construyendo algo más potente, que se entrecruza políticamente con el ocupar un escenario y decir algo, entonces tenemos esta identidad y vamos a accionar en relación a eso. Sol: También nos pasó con muchos roles que nos dimos cuenta que nos sentíamos más cómodas trabajando con mujeres. Hay una mirada que compartimos, como con las fotógrafas, algo de entender el cuerpo de la otra, que los hombres no tienen o lo tienen de una manera diferente. Entonces hacer fotos con fotógrafos es muy distinto a hacerlo con una mujer que entiende cómo nos vemos y pensamos nuestro cuerpo, en algunos roles eso es fundamental. También nuestra productora es mujer, hay muchas cosas sobre la construcción del colectivo, la estética y el mensaje que resultarían raras pensadas por hombres, no me imagino a un chabón pensando en la identidad de La Colmena. Josefina: Vinculado a esto de “somos un montón”, pensaba en la necesidad de que se tenga que pensar una ley de cupo femenino. En lo dicotómico, paradójico y horrible que se necesite una ley para que estemos en la escena, con un porcentaje tan pequeño como el 30%, es ridículo pero existe. ¿Qué experiencia tienen con eso? ¿Sienten que algo se modificó? Sol: Nosotras no solemos tocar demasiado en festivales, pero algo que siempre me llama la atención es que tenemos un “prime time” de contrataciones para el 8 de marzo, como si el trabajo fuese en marzo porque es el día de la mujer y hay que contratar mujeres, entonces en todos lados hay grupos de mujeres tocando y el resto de los meses no sucede. Nos pasó concretamente el año pasado que tocamos todos los findes de semana de marzo, contratadas por el estado con cachet y todo, y eso no se replicó el resto del año, entonces en esas cosas a mí me salta la ficha. Tamara: Sin embargo, pasó que uno de esos eventos lo dirigía un hombre y además fue muy polémico porque se nos prohibió usar pañuelos verdes en el escenario. Era un evento donde supuestamente estábamos las mujeres al poder, eramos las protagonistas pero no podíamos decidir. Miriam: Fue toda una situación porque nos enteramos justo sobre la hora de salir al escenario y se armó un debate entre nosotras, fue muy difícil e indignante. Además fue muy incómodo porque había un compromiso político, 2019, año electoral, entonces nos decía: “No es nada contra ustedes, yo estoy re de acuerdo, pero no da” . Igualmente, más allá de esa situación puntual, que el cupo femenino se cumpla sólo en marzo es un bajón. El día de la mujer se termina usando y nos volvemos funcionales a eso. Wanda: Claro, es lo que garpa, porque ahora está de moda. Igualmente eso no quita la importancia de la ley, en cuanto a que es una mínima que se está logrando. Si no existe esa ley ni siquiera se cumple ese 30%, y hay que ver cuánto se cumple porque no hay quien controle. Sofía: Y no somos sólo las mujeres, hay también un montón de otras identidades marginadas y queda mucho por hacer. Justo nos atañe a nuestro campo, porque todas las injusticias sociales en una ley no entran, pero son muchas más. La visibilidad es clave para posibilitar un futuro con mayor participación de otras identidades, porque nosotras somos justo una generación bisagra, pero el hecho de que generaciones posteriores crezcan viendo escenarios llenos de mujeres, trans y otras identidades no binarias, puede hacer que las cosas sean un poco diferentes, hay algo del estar ahí que hace que exista. Miriam: Muy distinto hubiera sido, si años atrás, las chicas que querían ser instrumentistas hubieran visto un montón de bandas de mujeres. Esa identificación te recontra incentiva y decis: “No loca, me pongo a armarlo porque se puede y voy a tener el espacio”, visibilizarlo es súper importante. Sofía: Dentro de nuestra propuesta, que es de canto colectivo y percusión, hay algunas que se dedican más a la percusión que al canto, y ese también es un lugar menos hegemónico que el de la cantante. Nos sucedió buscando percusionistas mujeres, recibir respuestas de gente muy cercana diciendo: “¿Sabés qué pasa? No hay tantas pibas que toquen bien”, y es re fuerte escuchar eso, que sucede y mucho. Tamara: Hubo una situación en una gira con una percusionista profesional de la ostia, en donde se pidieron prestadas unas congas y le llevaron unas no profesionales argumentando que como era mujer y no tenía peso en la mano, iba a tocar mejor con una no profesional, que la profesional era para hombres: “Esas para vos están bien, para tu manito”. Instrumentos para mujeres, instrumentos para hombres. Sofía: Ese es el rol de los colectivos: visibilizarnos, sacarnos de esos lugares en donde nosotras mismas nos construimos, porque nacemos con ese chip y tiene mucho costo rebelarse contra eso. Josefina: Proyectando un poco, ¿cómo ven a futuro el rol de la mujer en la industria de la música? Wanda: Yo creo que además de acompañar ciertas leyes, lamentablemente vamos a tener que estar atentas a que se cumplan. Hay que estar alertas, no sólo con las mujeres, sino también con las disidencias con quienes tenemos una deuda mucho más grande como sociedad. Miriam: Alertas en las acciones también. Si voy a ocupar un escenario, visibilizar desde el propio reconocimiento. Si estoy en un lugar y puedo decir algo, es porque hay gente que no. Tamara: Las mujeres somos un tipo de minorías, un tipo de oprimidas, pero también somos opresoras de otres, no por elección, sino porque la sociedad así lo hizo, entonces siempre es bueno tener perspectiva del lugar que ocupamos. Yo creo que el camino es seguir ocupando roles y espacios. Justo siendo cantoras, estamos en un lugar hegemónico, por eso es clave seguir abriendo y ocupando nuevos lugares como instrumentistas, sonidistas, productoras, ingenieras de grabación y así hasta el infinito. Sofía: Y más allá.
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Alejandra: ¿Cuál fue el puntapié que dio lugar a la realización de esta encuesta? Daniela: Arribamos a la idea de generar esta encuesta luego de un largo camino individual y colectivo en el ámbito teatral de muchos encuentros y debates en torno a la violencia. Nuestro puntapié fue la organización, la escucha y el poner en palabras situaciones de violencia que habíamos vivido y presenciado en un espacio del cual habíamos formado parte durante cierto tiempo, y en un término no mayor a seis meses, todas nos terminamos yendo. Hablando de experiencias previas y de otros lugares que habíamos transitado, nos dimos cuenta que era una situación que no se circunscribía a ese espacio en particular nada más, sino que era algo estructural. Así planeamos hacer la encuesta. Pensamos: “Si a nosotras nos pasó acá, y en otros lados… ¿a cuántes otres compañeres más les habrá pasado? ¿Cuántes más no habrán hablado por miedo, por sentir que eran elles les que estaban mal? Alejandra: ¿Por qué creen que fue importante realizar la encuesta? Daniela: La encuesta tuvo un alcance que no esperábamos, nos sorprendió muy gratamente. Y eso demuestra la necesidad, tanto individual como colectiva, de hablar sobre la violecia que se vive dentro del ámbito escénico, desde la formación hasta los procesos creativos. Indudablemente, creemos que el hecho de que haya sido anónima fue fundamental para algo tan sensible, ya que posibilitaba el decir. Así funciona el miedo a la hora de denunciar (sea la metodología o dimensión de denuncia que elijamos), sentimos en la nuca la respiración de la opresión que vivimos. Es cínico, pero así hemos crecido. Entonces, y permitiéndonos una ironía sobre cómo se opera siempre sobre estas temáticas, al no haber nombre propio de quién fue violentada sobre el cuál poner el foco, no queda otra alternativa que prestar atención a lo realmente importante: poner bajo el cenital la situación en sí misma y a quién ejerció violencia. Hablar de lo que realmente hay que hablar. Alejandra: De la encuesta que lograron hacer... ¿cuáles son los datos que más les llamaron la atención? ¿Pudieron obtener alguna estadística, o datos que les indiquen la situación sobre lo encuestado? ¿Cuáles son las respuestas que más se repiten? Daniela: En resumen, y en números aproximados, lo que pudimos sacar es que del total de personas que respondieron: 1) Un 80% vivió o presenció algún tipo de violencia (según las define el art. 5 de la Ley 26.485). Aparece en un alto porcentaje la violencia psicológica, en segundo lugar la simbólica y en tercer lugar la sexual. 2) En su amplia mayoría fue ejercido por un hombre. 3) Un porcentaje altísimo fue ejercido por quienes detentan el poder dentro del espacio. No diríamos que nos llamó la atención, más bien confirmó nuestra hipótesis. Aunque sí nos alarmó ver en qué proporciones sucede. Alejandra: Después de realizar la encuesta, ¿pudieron acercarse a alguna conclusión? ¿Cual? Daniela: La conclusión más evidente es que hay que ponerlo en debate y cambiarlo con urgencia. No es suficiente con que nosotres lo denunciemos, si bien es un movimiento fundamental. Tienen que hacerse cargo de esta situación las entidades públicas y privadas; llevarse a cabo políticas públicas que acompañen y legitimen estos cambios de paradigma. Tienen que respetarse los derechos y garantías ya existentes que resguardan a las mujeres y disidencias de maltratos y discriminación. Pero es un camino arduo y largo, y por algún lado hay que empezar…
Entrevista a Daniela Piemonte de “El grito escénico” Por Alejandra Escalada. La primera acción de “Grito Escénico se hace oír” fue realizar una encuesta sobre violencia en las artes escénicas. ¿Reacciones? Se empiezan a escuchar voces que antes no sonaban, voces que cuentan y suenan desde el dolor, desde el recuerdo. Y resulta que no estamos solas.
Alejandra: Entiendo que el enfoque que le dan es desde lo pedagógico y los procesos creativos, ¿a qué se refieren con eso? Daniela: Fuimos a nuestra génesis como grupo y a nuestros recorridos individuales, y notamos que eran las excepciones (que por suerte las hubo), y no la regla, los espacios donde la violencia no había sido parte de nuestro desarrollo como artistas. Y no quedaban exentos los espacios de formación pedagógica, todo lo contrario. Hay una suerte de disciplinamiento militar en las artes, paradójicamente con lo vulnerable que une está, poniendo a disposición sus emociones. Una cruzada por menoscabar la autoestima y así “curtirse”, siempre avalados por grandes métodos o escuelas o nombres propios de “yo soy” o “yo me formé con”, como si así se legitimara el maltrato. Y lo que se aprende en la formación se traspola a la creación escénica, inevitablemente. Por eso, nos parecía importante no circunscribirlo sólo a la escena creativa ni a la formación, sino entenderlo como algo dialéctico. Alejandra: ¿Se plantearon objetivos después de toda esta revuelta? ¿Cuáles? Daniela: Somos una grupa muy nueva, estamos terminando nuestro proceso de creación y la encuesta es nuestra primera acción, que a la vez nos permitió terminar de consolidarnos. Es como el huevo y la gallina (metáfora poco feliz para una grupa feminista, pero, así las cosas). Pensamos cosas para llevar adelante, porque no queremos que sea algo que quede simplemente acá, tanto a corto como a largo plazo. Estamos terminando de armar nuestro instagram (@gritoescenico) donde vamos a publicar las diferentes estadísticas que ofreció la encuesta, y en donde vamos a ir subiendo eventualmente cosas nuevas. Todo atravesado desde nuestro lugar de creadoras y trabajadoras de las artes escénicas, transfeministas y en busca de un quehacer escénico atravesado por una perspectiva de género. Alejandra: Considerando el momento histórico por el que pasamos, donde la revolución feminista está a flor de piel, ¿cómo consideran que influyó en su iniciativa? Daniela: Creemos que abre interrogantes, y es lo que más nos motiva. Porque abre interrogantes no sólo incómodos, para quienes vienen hace tiempo acomodades en sus privilegios, sino que son urgentes y necesarios para que las estructuras se modifiquen. Esperando que se modifiquen teniendo enfoque de derechos y perspectiva de géneros reales, sobre todo porque la coyuntura social e histórica lo reclama. Nos moviliza principalmente creer que ésta no es la única realidad posible para las artes escénicas. Apostamos a un quehacer artístico igualitario donde haya diálogo, empatía y consenso; y estamos convencidas que sólo es posible junto a las disidencias (sexuales, de género, corporales, raciales, económico-sociales y de creencias) y con políticas culturales que acompañen.
Agradezco a Daniela Piemonte por su predisposición, por ser el nexo con la grupa para realizar la entrevista, ayudándonos a construir espacios cuidados, amigables y de confianza donde poder expresarnos, compartir y abrir interrogantes para que las estructuras se modifiquen.
El presente es feminista.
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Aldana: ¿Por qué usan el femenino para nombrar el encuentro? Verónica: En principio porque fue hace 2 años y si bien estábamos ya hablando en lenguaje no binario, estábamos recién encontrando las palabras. Justamente la palabra “directores” tiene la terminación con “e” pero claramente no refiere a las mujeres. Es muy difícil nombrar y en principio dijimos: “Bueno, al menos con el femenino logramos mover algo. Todos los libros teóricos que tengo hablan del director y del actor. Por lo pronto empezar a nombrar en femenino ya genera un movimiento”. Esta colectiva se piensa por fuera de lo institucional como un conjunto de mujeres e identidades disidentes en la periferia del país. Es un espacio que nos convoca a reflexionar sobre nuestra práctica, a repensar las prácticas de poder, porque la dirección es un lugar de poder, históricamente ha sido así. Aldana: Nosotras tuvimos una discusión cuando pensamos en el lanzamiento de esta revista por la utilización de la palabra mujer, ¿vos pensás que habría que dejar de usarla? Verónica: Entiendo dos cosas: por un lado, que el feminismo todavía no logra su propuesta. Si bien va creciendo y vamos logrando problematizar distintos espacios porque al menos en muchas mesas familiares, que es la institución más fuerte, ya se empieza a tratar la problemática- sigue existiendo sin embargo tal diferencia. Por eso para mí hablar de mujeres sigue siendo un acto político. Lo que también sucede es que el feminismo ha notado que hay otras identidades que están más en la periferia que las mujeres. Y entonces se empieza a problematizar la palabra mujer, y pienso que, si el uso es para acotar sin tener una mirada crítica, no está bueno. Una puede poner el título y ver qué se genera. Teniendo claro que una no está desconociendo otras identidades, sino planteando que en este caso vamos a observar ésta puntual. A mí me gustaría que no existan las categorías, que no haya necesidad de usarlas, pero lo que pasa históricamente es que cuando no especificamos les seguimos dando visibilidad al varón blanco heterosexual. Por lo pronto es necesario dar visibilidad a las mujeres y a las identidades no binarias.
Entrevista a Verónica Aguada Por Aldana Pellicani. Verónica Aguada es Licenciada en Teatro y Doctora en Artes (UNC). Se especializa en dirección actoral y dramaturgia escénica, forma parte de “Una escena propia Encuentro de Directoras Provincianas”. La contactamos para charlar con ella acerca de este encuentro que nos encuentra. Aldana: ¿Por qué se forma “Una escena propia - Encuentro Directoras Provincianas”? Verónica: En febrero de 2018 se hizo un primer pre-encuentro. La iniciativa parte de dos directoras de Córdoba, Jazmín Sequiera y Daniela Martín, que venían intuyendo que todo el sistema teatral estaba cooptado por “varones“ y en principio queríamos juntarnos para sabernos. Queríamos saber quiénes éramos estas directoras de provincia y ver si había necesidad de un encuentro. En total fuimos 11 directoras de diferentes provincias, y nos encontramos en una casita en las sierras de Córdoba. Aldana: ¿Por qué la aclaración de provincianas? Verónica: En principio de provincia, porque identificamos ahí una doble periferia. Por ejemplo, nos dábamos cuenta que en el caso de que alguna mujer dirija en espacios oficiales eran siempre de Capital Federal, como si no hubiera directoras mujeres en las provincias. Entonces considerábamos que estábamos en una doble periferia: mujeres y provincianas. Naturalmente en los encuentros que hicimos en Córdoba en noviembre del 2018 y en agosto del 2019 en Tucumán, se acercaron algunas directoras de Capital Federal que se identificaban con el espíritu del encuentro. No teníamos la intención de dejar por fuera, sino que nos interesaba identificar que pasa en estas lógicas de producción más periféricas. Aldana: ¿Y cuáles son esas lógicas? Verónica: En primer lugar, nos dimos cuenta que éramos un montón las directoras en todo el país. Más de 300. Era un número para nada despreciable. Y cuando una va a las premiaciones son varones los que están siempre recibiendo los premios, los destacados, los que son convocados para jurados. Por otro lado, cuando convocan mujeres suelen ser siempre las mismas. Después de los encuentros, estas mismas mujeres empezaron a correrse porque ellas también se estaban sintiendo incómodas pensando que “no podemos ser siempre las mismas: que haya otras, que circule”. Correrse es una actitud política, eso pensamos. Si no se instala una mirada, una sola forma de entender la práctica.
Aldana: Yo pienso que cuando entro a un espacio, más allá de cómo yo me perciba, a priori me tratan como “mujer.” Verónica: Si, se me viene a la cabeza: “como te ven te tratan”, que es una frase retrógrada, porque la verdad es que una no debería asumir ningún tipo de identidad, una en tal caso debería preguntar, generar un consenso. Sabiendo también que las identidades son móviles. Las generaciones más jóvenes son género fluido, perfomatean su identidad. Me encanta porque las palabras del teatro nos sirven para esto. Eso nos lleva a pensar incluso el teatro de otra manera. Las nuevas generaciones nos explotan la cabeza en lo dramatúrgico, pero también en lo metodológico y procedimental. Y entonces, ¿cómo dinamitamos algunas categorías que nos hacen hacer teatro, que nos hacen pensar la escena, los roles? ¿Y si yo no me autopercibo directora pero igual dirijo? Podría decir que no dirijo, que coordino un grupo. Yo me autopercibo directora, mujer, porque es ahí que creo que tengo que poner la bomba. Desde los 22 que dirijo, aunque haya quienes piensen que una mujer de esa edad no puede dirigir. Otra cosa que se puede pensar, desde la noción de género, por ejemplo, yo podría percibirme “meyerholdeana” o “barbeana” pero también puedo percibirme género fluido. Porque de las categorías que existen yo no me siento identificada con ninguna. En tal caso son influencias, no tenemos la misma realidad que el Odin Teatret. Nuestras prácticas son otras. Aldana: ¿Por qué pensás que es importante sostener este espacio? Verónica: A mí lo afectivo me pesa, es decir la red afectiva. Pero porque soy así, querendona. Pero más allá de eso, es un espacio de intercambio donde se generan espacios laborales conectando proyectos: si hay un proyecto que se está dando en una provincia seguro pueda interesarle a otra. Generar una red, de modo que cuando hay una gira vos podés venir a mi espacio o yo puedo ir al tuyo. En este momento hay un proyecto de libro en el que varias estamos empezando a escribir. No es Una escena propia la que convoca sino Liberata Antonia, que son cuatro directoras de Córdoba que ya tenían un proyecto editorial y que a partir del encuentro conocen a otras directoras y actrices de provincia y las invitan a escribir. Da visibilidad y hay algo de sabernos pensando, reflexionando las mismas cosas que dan ganas de encontrarnos, de cruzarnos. Pero también hay algo que todavía nos inquieta y es seguir pensando las lógicas patriarcales al interior de nuestras prácticas. Y seguir deconstruyéndonos colectivamente. Aldana: ¿Cómo se suma una directora a “Una escena propia”? Verónica: Las convocatorias a los encuentros son abiertas. Después de ese encuentro de febrero que te comenté, decidimos hacer otro pre-encuentro para organizar un encuentro federal, porque entre pocas era difícil organizar un encuentro que llegara así. No queríamos que seamos solo directoras de Córdoba, y por eso organizamos ese pre-encuentro en mayo de 2018, que terminó siendo un encuentro para organizarnos. Íbamos a ser unas 20 y se fueron enterando directoras que se quisieron sumar a la organización del encuentro y terminamos siendo 70. Fue hermoso. Y ahí nos organizamos para poder ser las 300 que fuimos en noviembre del 2018 en Córdoba. Después de eso se organizó el encuentro de Tucumán y estuvo buenísimo porque se acercaron muchas directoras del norte del país que por cuestiones económicas o de distancia no se hubiesen podido acercar a Córdoba. Porque es un encuentro autogestivo y no queremos que tenga el logo de ninguna institución, si dejamos abierto para que cada directora pueda generar sus recursos. El de este año iba a ser en noviembre en Neuquén, que se suspendió por la pandemia, y estamos pensando si hacemos o no un encuentro virtual.
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Biografía 1 Su primera tarea como directora la ejerció con las barbies. Para ellas escribió sus primeros textos, también se desempeñó como vestuarista cociéndoles vestidos con retazos de tela. Sus primeras obras de muñecas giraban en torno a Liliana, que era secretaria de un jefe muy importante y siempre se enamoraba de un muñeco (el único que tenía). El conflicto era que todas se enamoraban del mismo muñeco. No era el más lindo (era un segunda marca con dientes blanquísimos), pero sin dudas era el más codiciado: sólo tenía un varón y aún no sabía que las mujeres se podían enamorar entre sí (esa información le hubiese facilitado mucho las cosas a ella y a sus muñecas solteras también). Tomó clases de dramaturgia de las novelas que miraba con su abuela, novelas que a pesar de ser todas muy distintas con variedad de personajes, siempre se trataban de una pareja heterosexual que se amaba. La mujer sufría y el hombre también. Bueno, pero él no tanto porque siempre se casaba con otra mujer (la mala) y odiaba a la primera mujer (la sufriente). Esta idea del amor la ponía muy nerviosa, ella nunca entendió por qué era tan difícil y complejo el amor. Su primera vez como actriz en teatro le tocó hacer de esclava, pintada con corcho. Había otros papeles, roles como el de dama antigua, pero estaba excedida de peso y la profe de educación física, encargada de los actos escolares (sí, leíste bien, la profe de educación física se encargaba de los actos escolares), le dijo que mejor fuera esclava. Tuvo que cocinar docenas de empanadas que después regaló al público, que festejó su presencia por comer empanadas gratis. Nada se dijo en ese acto de la esclavitud, nada se dijo del exterminio de los afroamericanos. Ella era esclava y debía actuar de feliz como si eso fuera lo más natural, era lo más natural en ese acto. Recién en tercer grado tuvo su primer protagónico, por descarte, luego de que el suertudo, que había sido seleccionado, se arrepintiera a último momento y como no había voluntarios, la maestra decepcionada accedió a su pedido. Ella se pintó los bigotes de corcho quemado ( el corcho es un clásico no importa cuando leas esto) e interpretó felizmente a Don Quijote. Tantas ganas tenía de actuar que la anotaron por fuera del colegio en Comedia Musical, y el primer año los chicos bailaron trajeados "Mi nena me quiere a mí", mientras que ella, junto con sus compañeras, las chicas, mostraban sus traseros a público, con un culotte bordado cantando "Yo no puedo decir que no". Ella a los quince tomó clases con un prestigioso y pajero director que un día disconforme con su actuación le tocó las tetas. Le dijo que era para hacerla sentir, le dijo que no le pasaba nada, que quería ver si el contacto la activaba. Ella estuvo rodeada de compañeres en esas clases, pero nadie dijo nada, entonces pensó que estaba bien, que era así el teatro e intentó hacer lo que le pedían: sentir… Pero sólo sintió la vergüenza de ser manoseada en público, con la impunidad que parece dar el teatro a ciertos seres deplorables.
Este escrito está formado por historias verdaderas de compañeras teatreras que me mandaron sus experiencias al preguntarles si recordaban haber sufrido alguna situación compleja en el teatro por ser Mujeres. Si vos también tenés algo para contar y querés que sea parte de estas biografías ficcionales, escribinos a revistalazancada@gmail.com y poné en asunto Ella.
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Obra corta para objetos de C. Ayub
Teta está acostada con el pezón mirando al techo. Se la ve respirar calmadamente. De fondo, humo de incienso y luz tenue. Se escucha un ruido metálico. Teta se sobresalta. Se escuchan nuevamente ruidos metálicos, ahora de forma intermitente y en cantidad. Teta se incorpora. Pinza pequeña se acerca volando. Teta no se mueve. Pinza pequeña se posa en ella, agarra un pelo y tironea. Teta, para defenderse, lanza un chorro de leche por el pezón que tumba a Pinza y la hace caer. Aparecen dos Pinzas pequeñas volando por la derecha, otras siete Pinzas pequeñas por la izquierda. Teta acorralada, comienza a temblar, lanza leche por su pezón. Algunas Pinzas caen tumbadas, el resto de las Pinzas se acercan y, todas a la vez, depilan los pelos que rodean el pezón. Teta trata de ocultar su pezón metiéndolo para adentro, pero es imposible; mientras algunas Pinzas le estiran la piel, otras le sacan todos los pelos rápidamente y se van. Teta queda sola temblando, tira leche por el pezón de a una gota por vez. Se acerca gateando Bebé, de la mitad del tamaño de Teta. Teta se aplasta para alcanzar el pezón, Bebé la chupa. Se acerca gateando Bebé Dos, del tamaño de Teta, empuja a Bebé y agarra a Teta, la chupa. Viene rodando Bebé Gigante. Bebé Gigante aplasta a Bebé Dos y a Bebé. Teta trata de alejarse rodando para atrás, Bebé Gigante gatea ágilmente, la agarra con fuerza, la aprieta estrangulandola, la mordisquea, succiona toda su leche, la deja casi vacía y con dos moretones.
Se van todos los Bebés. Teta queda flaca y pequeña, larga algunas gotas de leche por su pezón, de color rojo. Se escucha un ruido insoportable, es Bisturí, del doble de tamaño de Teta, se acerca rozando el piso, haciendo ruido. Teta tiembla y esconde su pezón. Bisturí deja de hacer ruido molesto y la toca dulcemente, la acaricia un rato. Teta para de temblar, deja de moverse, se tranquiliza. Bisturí, al ganar la confianza de Teta, aprovecha la cercanía y hace un corte rápido, salen de adentro de Teta muchas colillas de cigarrillos y humo rojo. Teta queda en el piso como una piel vacía. Una escoba entra y barre. Bola de Silicona viene volando y se mete en Teta, una aguja viene volando con un hilo y cose rápidamente la herida. Teta vuelve a quedar sola, está tirante, en la piel le aparecen rayas violetas, son estrías. Rueda de un lado al otro sin poder quedarse quieta, debido a su nueva forma redonda. Le cuelga un hilo blanco de la costura. Un corpiño rosa de encaje entra volando y atrapa a Teta, a modo de red, sacándola de escena.
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Obra de Julieta Berenguer Técnica: collage analógico
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Obra de Julieta Berenguer Técnica: collage analógico
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Querés hacer teatro y sos mujer. De repente importan tus piernas, tus curvas, la armonía de tu rostro. Ni hablar tu comportamiento. “Sos muy linda para actuar eso. Sos muy fea para actuar aquéllo. Tenés que estar dispuesta a todo. Dale, ¡no seas tímida! El cuerpo es tu herramienta. Lo hago para que te sueltes. Esto lo tenés que hacer así. Sí, sí, así. Puede ser, vemos después. Si te esforzás lo suficiente, quizás algún día llegues a la cima (¿cuál cima?, nos preguntamos). ¡Quizás seas la musa inspiradora de algún director brillante! Ah, ¡qué honor! Sí, sí, lo de dirigir lo vemos después. ¿Qué es eso que escribiste? Medio desequilibrado... Muy quejoso. Algo fantasioso. Un poco histérico. Demasiado femenino. Mejor lo dejamos para otro momento. ¿No querés que te acomode las luces? Mirá, así quedan mejor. Yo sé lo que te digo. Escuchame a mí. Yo sé lo que te digo.” Querés hacer teatro y sos mujer. Y entonces conocés a otras mujeres. Ellas actúan y son lo que desean, con quienes lo desean. Porque así lo desean. Escriben obras, publican libros, dirigen espectáculos -¡dirigen a hombres!-, abren caminos: construyen grupalidades. En medio del sin fin de fantasmas y frases repetidas, te las cruzás. Todo comienza a ser un poco más posible. Tus ideas tienen voz. Tus deseos no necesitan explicaciones. Y a partir de ahí, conocés otra historia. Esa que siempre existió pero nadie te contó. Había que vivirla. Había que buscarla en la acción. Porque ellas están ahí: haciendo. En fin... El placer y la libertad de trabajar con mujeres; mujeres que sabemos que crecieron donde no tenían lugar y, sin embargo, se hicieron su espacio. Mujeres que frente a la adversidad no se quedan quietas y crean nuevos mundos, y nos invitan dejando siempre abiertas sus puertas. Tomamos clases con mujeres, ensayamos con mujeres, investigamos con mujeres, pensamos con mujeres, nos reinventamos con mujeres, y seguimos eligiendo hacerlo de esta manera. Gracias mujeres por invitarnos a este mundo tan enorme donde muchas veces parece que no cabemos. Entendemos que si no existe un lugar para nosotras, seremos nosotras quienes lo construiremos. Mercedes Monti y Micaela García Vildoza
contacto: 11 2319-9484
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FotografĂa de Paula Montenegro
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MUSA INSPIRADORA: Blanca Rizzo
Mujer Horizonte anda a las zancadas, sin miedo al miedo, con la brutalidad del animal que tiene sed de ser. Mujer Horizonte, ante todo, es mujer. Es una y es miles. ¿Cómo? Caleidoscópicamente. Todas sus voces hablan, bailan, brillan, batallan en una vida de puro cuerpo. Escucho nombrar a Mujer Horizonte en las bocas del teatro y escucho su transparencia y contundencia ante las cosas. Su corazón latiendo en la mano, con la realidad puesta en la frente. Sus manos, tanteadoras del camino, buscan un horizonte muy deseado: La acción. Todo el tiempo. ¿Del Camino? ¿Hay un camino? (Cuento con los dedos...)
La artista, La maestra, La activista, La directora, La docente, La pedagoga, La pensadora, La guía, La intelectual, La provinciana, La punk, La quark, La under, La modelo, La música, La performer, La bailadora, La improvisadora, La agitadora, La callejera, La corajuda, La creadora, La compositora, La compañera, La pujadora, La decidora, La laburante, La dibujante, La mariposa, La libertaria, La teatrera.
Hoy, un efecto dominó de motivos nos impulsan a nombrar a Blanca Rizzo como nuestra musa inspiradora: las mil y una formas de ser una hacedora del cuerpo en nuestra historia teatral.
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edición octubre Dirección general: Aldana Pellicani, Carolina Ayub, Nabila Hosain Corregidores: Paula Baigorri Agustín Tillet Diseño: Nabila Hosain Queridas lectoras: Esta es una revista de distribución gratuita. Si te gustó y le das un valor al contenido que apuesta a la pluralidad de miradas, y a la investigación, producción y desarrollo de las artes, ¡podes colaborar con nuestras ediciones!
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colaboran en esta edición: Olivia Reinhartt, Cintia Axt, Rocío Leivas, Indiana Litwinchuk, Blanca Rizzo, Valeria Folini, Lia Copello, Maiamar Abrodos, Grupo "La colmena", Daniela Piemonte "El grito escénico", Verónica Aguada, Julieta Berenguer, Micaela Garcia Vildoza, Mercedes Monti, Paula Montenegro.
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Aldana Pellicani, Agustín Tillet, Alejandra Escalada, Carolina Ayub, Josefina De Cara, Julieta Costa, Lucas Scott, Nabila Hosain, Nicolás Gentile, Paula Baigorrí, Pedro Alonso
CUIT/CUIL 24314929752
lazancada.teatro
Propietarias: Aldana Pellicani, Carolina Ayub, Nabila Hosain