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8. El arte de enseñar matemáticas: una mirada desde la práctica profesional
Luz Angelica Cercado Miranda
Licenciatura en Matemáticas Código:1360183 luzangelicacm@ufps.edu.co
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Nací en el Municipio de Chinácota (Norte de Santander-Colombia), el 17 de diciembre de 1998. Terminé mis estudios de bachillerato con énfasis académico en la Institución Educativa Marcos García Carrillo del Municipio de Bochalema en el año 2015. Inicié los estudios de educación superior en el año 2017 en la Universidad Francisco de Paula Santander en el programa de Licenciatura en Matemáticas,que en este momento estoy terminando. Actualmente, trabajo en otra ocupación laboral mientras finalizó mi carrera. Me considero una persona responsable, respetuosa y comprometida con mi profesión.
8. El arte de enseñar matemáticas: una mirada desde la práctica profesional
El arte de enseñar matemáticas va más allá de orientar a nuestros estudiantes, es decir, es hacer más agradable y amena las clases que se orientan desde la práctica. Es un acto que se da de manera reflexiva e incide mucho en las habilidades y competencias que posee el docente para transferir los conocimientos a los educandos. Pero, la práctica pedagógica está llena de obstáculos que hacen que se pierda muchas veces la esencia de lo que realmente es enseñar, aunque estamos en pleno siglo XXI, los docentes todavía no han entendido el verdadero significado de la práctica pedagógica y sus componentes que lo hacen esenciales en su razón de ser. Todo esto me llevo a preguntarme ¿cómo inciden las actitudes de los educadores en las relaciones de aula? Por esta razón, la labor docente es un suceso complejo que está lleno de nuevos retos como lo es la reconstrucción y transformación de la práctica que se desarrolla a diario, a su vez, esta se enriquece con la experiencia, la especialización en el área de las matemáticas, capacitación constante y la influencia de las condiciones sociales que de allí subyacen. Al mismo tiempo, lo que se quiere exponer en este texto son las actitudes que muchas veces adquieren los maestros en las relaciones de aula y, por lo tanto, no favorecen en el arte de la enseñanza de las matemáticas.
Es importante entender que es el arte de enseñar matemáticas para nosotros como docentes, puesto que, esto implica mucho en la ideología y desarrollo de los estilos de la práctica pedagógica. Retomando lo dicho por Pancorbo (1982) expone que “el verdadero maestro ama su profesión, reconoce la importancia y se siente feliz enseñando, investigando, preparando sus lecciones, conviviendo con sus alumnos y demostrando lo que están aprendiendo”. Con esto se quiere decir que, el arte de enseñar depende de la disponibilidad, carisma, creatividad, innovación y actitud con
la que el docente se proyecta a sus estudiantes, ya que la motivación de él en las aulas de clase permite que el estudiante se enamore por las matemáticas, como por ejemplo, si un docente llega a sus clases con juegos didácticos y con un buen carisma concibe que el alumno se interese por lo que se va a desarrollar, creo que uno de los factores que ayuda a los estudiantes a que se vea atractiva la clase es trabajar con material manipulativo. Por lo tanto, solo quien hace las cosas con vocación podrá encontrar el sentido y significación del trasfondo de lo que involucra ser maestro.
Cabe resaltar que, la labor docente es un elemento significativo en la educación, es aquella persona que orienta y enseña diversos conocimientos de un determinado contenido, pero la profesión docente no es simplemente dar indicaciones y argumentos, porque el maestro es más que todo un amigo, apoyo, guía e instructor cuando los estudiantes se enfrentan a diversas situaciones en su vida cotidiana, de igual manera, este trabajo requiere de vocación, pasión y dedicación para su tratamiento en la realización de los diferentes campos ocupacionales, en el cual se va a desenvolver el individuo en el establecimiento educativo, por lo que se ha encontrado que muchas veces lo que más afecta es la actitud del profesor donde las posturas que tome a ciertos problemas afecta y genera una gran controversia en las relaciones de aula, es decir, dependiendo de la actitud tomada por el docente puede impulsar al educando a cumplir las metas deseadas o dejar grandes secuelas al estudiante, provocando aspectos negativos que no contribuyen en el proceso de enseñanza. Tal como lo expresa Jadan (2018) sobre “el docente influye de una manera tan marcada en sus estudiantes, que es aconsejable que este se desempeñe con profesionalismo, dejando sus preocupaciones y problemas personales para otros momentos que no interfieran labor docente”. En muchos casos, los profesores no saben cómo manejar sus emociones y acciones al ahora interactuar con los estudiantes, ocasionando que ellos intuyan las actitudes negativas o positivas ejercidas por el maestro.
A pesar de ello, el modo estético de las matemáticas condiciona la estructura de expresar y enseñar las matemáticas, por esta razón, se ha identificado que la gran mayoría de los docentes no cuentan con experiencias de ese estilo como proceso fundamental para la enseñanza, también, se concibe que el estudiante no le gustan las matemáticas y se desinteresa mucho, a esto se le denomina antiestético, es decir, la forma en como el docente oriente las matemáticas hace el estudiante se incline y apasione para despertar la curiosidad en cada uno de ellos, donde el conocer diferentes horizontes lleva a entender por qué y el para que de las matemáticas, dicho de otra manera, se puede decir que, las matemáticas son un arte que hace la parte humana y que como todo ser, también se puede equivocar para fomentar las experiencias adquiridas durante el periodo de aprendizaje.
Agregando a lo anterior, la visión que tienen algunos docentes sobre las matemáticas no son como se manifiestan en la escuela o en los textos, los cuales nos exponen solo resultados, pero en realidad son muy contradictorios. Análogamente, lo que más es atractivo son los procedimientos que se llevan a cabo, ya que se pueden observar los distintos tipos de formas de llegar a la respuesta que se concretan al finalizar la solución del problema, las matemáticas pueden llegar a hacer un complemento frente a otras disciplinas, las cuales van cambiando para la transformación de nuevos aprendizajes, de tal forma que, lo que se vincula en el pasado no necesariamente puede relacionarse a lo nuevo, por eso se dice que son realmente raras y extrañas. En esa misma línea, la historia de las matemáticas le permite al docente saber escuchar y ganar la empatía para poder entender al otro, dicho de otra manera, tener en cuenta los diferentes puntos de vista que tiene cada estudiante en la utilización de otras formas de desarrollar un ejercicio. En definitiva, se exige que el docente se ponga en los pies del autor o del estudiante para poder comprender en su lenguaje lo que se quiere transmitir,
ya sea procedimientos, demostraciones y teoremas específicos que a simple vista no se pueden deducir.
Muchos de los factores que mencionamos anteriormente recae en las actitudes optadas por el docente, pero se caracterizan por presentar estilos de comportamientos variados ante la reacción provocada por las situaciones vividas en el momento. De acuerdo con Garzón (2014) exterioriza que “se logra concluir que los docentes en el aula de clase manifiestan múltiples actitudes, como por ejemplo la arrogancia, el abuso de autoridad, la intimidación, el autoritarismo, la permisión total y los desequilibrios emocionales, que de una u otra manera influyen en los estudiantes y afectan su proceso de aprendizaje”. Desde allí se puede decir que describen algunos estilos de docentes que se identifican por ser autoritarios, permisivos, los diestros y negligentes, es decir, cada docente posee su cátedra y su estilo propio (puede tomar posesión a la hora de orientar sus clases). Aunque, esta problemática hace que se deteriore las relaciones entre docente-estudiante interrumpiendo el proceso de enseñanza que se desea desarrollar y la interacción a raíz de esta situación preocupa porque los estudiantes adquieren miedo, timidez antes los profesores cuando son cohesionados o altamente discriminados.
Desde esta perspectiva vamos a hablar de las distintas actitudes implicadas en el proceso de las relaciones de aula por los maestros. Primeramente, encontramos a los profesores con estilos autoritarios, se caracterizan por tener una actitud egoísta e imponente, puesto que a ellos solo les importa ver el producto final de los estudiantes, incluso, con solo ver cumplir los propósitos de aprendizaje, se sienten satisfechos, pero no les interesa entender el estado ánimo del grupo de estudiantes, ni siquiera de llevar una comunicación asertiva por parte ellos. Como lo señala Valles & Núñez (1989) que “los profesores autoritarios (intolerantes a la ambigüedad y cognitivamente simples) mantenían mayores expectativas de logro académico, actual y de posición social futura para las chicas que para los chicos y para los estudiantes de clase media que para los de clase baja”. Desde mi experiencia práctica, los docentes que desarrollan este estilo tienden a que los estudiantes se presenten como agentes pasivos, en el cual el maestro tiene la única palabra y a consecuencia de esto tengan un abuso de poder, así como también, son pocos inflexibles con respecto al contexto social en el que se desenvuelve los educandos y, por lo tanto, tienen a clasificar a los estudiantes según su rendimiento académico que inhibe a los que tengan problemas de aprendizaje participen, es más, siempre le dan prioridad a los mismos alumnos que a los demás.
Por otro lado, los profesores de estilo permisivos se caracterizan por ser desinteresados por su vocación e impone reglas que por lo general nunca hacen cumplir, además, suelen ser los más queridos por los estudiantes, pero que al final llevan una buena interacción con los educandos y poca exigencia académica provocando un déficit de aprendizaje en ellos. Teniendo en cuenta a Jurado (2010) sobre rol del profesor, “suele permitir que se produzca un desinterés, ya que no se observa ni estudia con detenimiento a su grupo de clase, lo que se resalta la ley del todo vale”. En consecuencia, se destaca la buena interacción, pero a la hora de la verdad son profesores que carecen de vocación por la profesión, pues no se exalta su empeño, sino que son demasiados conformistas y no son exigentes con los compromisos entregados por los estudiantes, aunque es demasiado factible adquieran este comportamiento por solo mejorar las relaciones de aula deja a un lado la naturaleza del arte enseñar las matemáticas.
Posteriormente, los docentes con estilo diestro, denominados así por el autor Marland (1985), explica que “tienen un sentimiento de preocupación, y de no renunciar nunca por sus metas de
enseñanza, aunque se esfuerzan, siempre mantienen el equilibrio afectivo por sus estudiantes”. Vale decir, cuando el docente presenta estabilización en las relaciones de aula, permite tener una buena organización y un espacio ordenado e interactivo, dejando de un lado el mal orden que se presta para los conflictos. Además, los profesores tienden a tener conciencia social cuando se trabaja con los estudiantes de una manera neutral, asimismo, tiene en cuenta los contextos del educando, pero el docente no debe olvidarse que, aunque está tratando con este tipo de problemas, no tiene que dejar de lado su profesionalismo. Como, por ejemplo, los enseñantes se piden altos niveles de exigencia e ideales que los intentos por desarrollarlos fracasan y se sienten inquietos por no cumplir con sus obligaciones, por eso la actitud de los docentes no garantiza el cien por ciento del éxito de los buenos logros de aprendizaje de los estudiantes, porque interviene la carencia de los familiares en el proceso educativo en los mismos, mientras se presente el desinterés por los padres a sus hijos, no habrá un escenario de rendimiento hacia las matemáticas conveniente.
Por último, los maestros de estilo negligente, según Garzón (2021) son enseñantes que “con frecuencia pareciera haber una desconexión entre docente y estudiantes. Los docentes con este estilo, no tienen problema en retirarse del salón y dejar solos a los estudiantes, o dedicarse a corregir trabajos enfrente de ellos, mientras los desatiende por completo”. Agregando a lo anterior, se distinguen por ser profesores que les falta pedagogía interactiva con los estudiantes a la hora de fomentar un diálogo asertivo, puesto que, no se evidencia una auto exigencia y conciencia crítica en el hecho educativo, si no debería ser todo lo contrario, el profesor debe llenar unas necesidades, no crearlas, al mismo tiempo ellos son mediadores para que los estudiantes creen su propio aprendizaje sobre cierto conocimiento.
Conviene subrayar que, el arte de enseñar matemáticas es un acto que involucra la vocación y profesionalismo del enseñante para orientar sus conocimientos a los educandos, también, es concebir que los estudiantes se sientan a gusto por aprender, en donde el ambiente de aprendizaje repercute en su proceso, pero que muchas veces se ve afectado por las actitudes adoptadas por los maestros que pueden generar grandes problemas en los estudiantes, puesto que esto perjudica en los aspectos emocionales, cognitivos e integrales de los estudiantes. En conclusión, las actitudes que encontramos de los docentes son demasiado frecuentes, como lo son los profesores de estilo autoritario, permisivos, diestros y negligentes. Primeramente, encontramos los de estilo autoritario que se identifican por ser imponentes, a su vez, utilizan metodologías tradicionales que no permite las relaciones de aula, mientras que el ámbito comunicativo es casi nulo, no se les refuta sus ideologías y los estudiantes son agentes pasivos sin opinión. Igualmente, están los de estilo permisivos, son los que manejan buenas relaciones con los estudiantes, pero no poseen manejo de aula, falta de imposición de reglas, las técnicas y metodologías no cumplen con los parámetros establecidos de buen docente, y que lo que se halla implícito en esta situación es el proceso fallido de enseñanza y aprendizaje. Posteriormente, los docentes con estilo diestro son aquellos que en sus interacciones con los estudiantes es buena, pero saben diferenciar entre el profesionalismo con respecto al acercamiento que hay con los educandos, porque muchas veces ellos piensan que como llevan un buen diálogo con el maestro, no va a haber exigencia académica, pero es todo lo contrario se les pide más compromiso por parte de ellos. Y finalmente, están los maestros de estilo negligente, estos se destacan por ser personas desinteresadas de su labor, así como también no les interesa llevar una relación con los estudiantes, se enfocan, es en cumplir un horario y el dilema de ellos es “estoy trabajando en esto es porque me toco”, no por gusto propio. Por eso es de vital importancia saber que el arte de enseñar las matemáticas busca es que los dos
sujetos implicados en este proceso estén comprometidos, asumiendo la disposición e interés para crear ambientes más dinámicos que permitan un aprendizaje mutuo entre las dos partes.
Referencias bibliográficas
Garzón Gómez, M. P. (2014). Importancia de la actitud del docente en el proceso de aprendizaje. (Estudio de Caso en el Colegio Distrital Manuel Cepeda Vargas). Jadán Ochoa, J. L. (2018). Actitudes de los docentes de educación básica media, frente al desarrollo moral de sus estudiantes: Análisis comparativo entre la escuela fiscal y la escuela católica (Bachelor's thesis). Jurado, L. L. (2010). El Maltrato, E. I. Acoso Escolar Entre Iguales. Marland, M. (1985). El arte de enseñar:(técnicas y organización del aula) (Vol. 10). Ediciones Morata.
Pancorbo, H. P. (1982). El arte de enseñar. Revista Educación, 79-81. Valle Arias, A., & Núñez Pérez, J. C. (1989). Las expectativas del profesor y su incidencia en el contexto institucional. Revista de educación.