14 minute read

24. El Aprendizaje cooperativo como herramienta metodológica en el aula de clase

Jaime Andrés Peñaranda Peñaranda

Licenciatura en Matemáticas Código 1360051 jaimeandrespp@ufps.edu.co

Advertisement

Nací en Cúcuta, capital de Norte de Santander, el 3 de julio del año 1997. Inicié mis estudios de educación básica primaria en la escuela Kennedy N°47, sede de los santos apóstoles. Posteriormente continúe mis estudios de bachiller académico, con énfasis en medio ambiente en el Instituto Técnico Mercedes Abrego, graduándome en el año 2013. En el año 2014 me incorporo como estudiante de Licenciatura en Matemáticas en la prestigiosa Universidad Francisco de Paula Santander. Me considero una persona amable y humilde, con vocación de servicio por la comunidad, es por ello que escogí esta maravillosa carrera, ya que adoro la idea de poder contribuir la formación de los jóvenes íntegros con valores y principios.

24. El Aprendizaje cooperativo como herramienta metodológica en el aula de clase

Actualmente, no cabe duda de que nuestra la sociedad atraviesa por una serie de cambios continuos, es por esta razón que la educación no debe quedar atrás, está debe ajustarse a este constante proceso de transformación, para así poder suplir las necesidades modernas de la educación. A pesar de ello, la verdad es que en la mayoría de contextos educativos podemos observar, que todavía no se han adaptado a estas eventualidades, y siguen enfocando sus encuentros educativos en la presión del alumnado por competir unos con otros, lo que genera aptitudes egocéntricas, centrándose en la memorización y la repetición de conocimientos. Por consiguiente, se ve desfavorecido mucho el fortalecimiento de las competencias de cooperación y trabajo en equipo, las cuales son pilares básicos para el buen funcionamiento de las sociedades, es de que poco nos sirve formar jóvenes que posean grandes cantidades de conocimientos, si estos no son capaces de trasmitirlo y usarlos para trabajar por el bien común con los demás. Con relación a esta necesidad de mejoramiento continuo, probablemente se requiera dejar de lado la idea simple de enseñanza como la trasmisión y adquisición de saberes, en cambio el proceso educativo se deberá centrar en un modelo pedagógico más constructivista, que se centre en la generación de ambientes favorables para aprendizaje, así mismo, permita una interacción y colaboración entre todos y cada uno de los estudiantes.

Asimismo, debido a que las instituciones educativas son de trascendental importancia en el desarrollo y formación para la vida de nuestros jóvenes, será nuestra labor como docentes asimilar

un enfoque más constructivista, dicha estrategia pedagógica deberá facilitar el alcance de aprendizajes significativos, tal como lo expresa Tobón (2015), quien considera que es esencial construir nuevas expectativas educativas que trasciendan la noción de aprendizaje, enfocándose en las nuevas realidades sociales. Por esta razón, considero que para mejorar el desarrollo de las capacidades y habilidades en nuestros estudiantes, debe primar la cooperación y colaboración entre ellos, dejando un poco de lado la idea de que sus compañeros son sus contrincantes, para ello es preciso lograr una buena interacción entre el cuerpo estudiantil y el docente, donde el trabajo del docente será la de identificar y explotar al máximo habilidades de sus estudiantes, haciendo uso de un enfoque más creativo hacia la solución de problemas contextualizados en la sociedad actual, quizá así se podrá afrontar mejor los retos actuales de la educación moderna.

En concordancia con lo expuesto anteriormente, se hace evidente la preocupación por esta situación, ya que según Imbernón (2000) y Lorente (2006) señalan que ‘’La realidad de nuestro sistema educativo es que la cultura de colaboración brilla por su ausencia y lo que prima es la competitividad, la jerarquización y la exclusión de las personas que están menos capacitadas’’. Esta es la realidad en muchas instituciones educativa, donde se sataniza el trabajo en grupo, se motiva a los estudiantes a competir entre ellos mismos, simplemente para alcanzar una mejor nota, creando ambientes en envidia y apatía, donde en muchos casos se ven excluidos estudiantes, debido a que no cuentan con las mismas capacidades de sus compañeros. En vista de ello, se hace urgente desarrollar propuestas que susciten alternativas metodológicas para los educadores, ya que la sociedad actual donde nos encontramos resulta indispensable la que la adquisición de habilidades para trabajar y cooperar con los demás. Por ello se requiere de incorporar dentro de nuestros encuentros académicos el aprendizaje cooperativo como propuesta alternativa, generando así mejores espacios de aprendizaje para nuestros estudiantes.

Con respecto la noción de aprendizaje cooperativo, a menudo suele definirse como estrategia, enfoque o metodología pedagógica, para Santos (2009), el aprendizaje cooperativo es considerado ‘’Un enfoque pedagógico en el que se da una estructuración tal del aprendizaje que grupos heterogéneos de alumnos pueden trabajar juntos hacia el logro de una meta compartida en el mismo proceso de aprendizaje’’. Del mismo modo según Bahr et al., citado por Robles (2015), define el aprendizaje cooperativo como “la metodología educativa que se basa en el trabajo en grupos, generalmente pequeños y heterogéneos, en los cuales cada alumno trabaja con sus compañeros para mejorar su propio aprendizaje y el de los demás”. En síntesis, el aprendizaje cooperativo es una herramienta pedagógica, que centra el proceso de aprendizaje en el trabajo y cooperación de todos los estudiantes, teniendo en cuenta que cada uno puede contar con diferentes habilidades y capacidades, donde conjuntamente deben colaborar unos con otros para resolver un problema o alcanzar una meta común. Es por ello que esta metodología educativa orientada a fortalecer la relación y trabajo en equipo de los estudiantes contribuye al desafío de la educación en la actualidad, ya que con este enfoque se adapta de mejor forma a los cambios que se presentan, con el objetivo capacitar a los estudiantes para que en un futuro sean profesionales competentes y puedan desempeñarse bien en la sociedad, fomentando la colaboración y el trabajo en equipo con sus pares.

Ahora, en este sentido, encontramos que Ovejero (1999) manifiesta que el aprendizaje se desarrollara aún más cuando el maestro consiga en el aula un trabajo cooperativo que estimule el aprendizaje en forma conjunta de cada uno de estudiantes. Por lo tanto, este método de trabajo podría ser una herramienta muy eficiente, que impulse a los estudiantes no solo a mejorar su propio desempeño académico, si no a interesarse por el de sus compañeros. Asimismo, cabe recalcar que el

aprendizaje o trabajo cooperativo no es una metodología nueva en las aulas de clases, al fin y al cabo, ya se han realizado múltiples investigaciones acerca de su eficacia en relación con la mejoría de desempeño académicos, el fortalecimiento de habilidades y competencias de carácter social en los estudiantes. A lo que finalmente Slavin (2011) respalda afirmando que ‘’Su utilización como metodología y práctica alternativa a la enseñanza tradicional ha demostrado su eficacia en cientos de estudios en todo el mundo.’’ Es otras palabras, el trabajo cooperativo como herramienta pedagógica, manifiesta tener mejores resultados que los antiguos métodos de enseñanza.

Es por ello que se propone incorporar esta estrategia, ya que es evidente que hoy en día las practicas tradicional de educación se sigue frecuentando mucho en las aulas de clase, y no precisamente consigue los mejores resultados, a lo que García (2000) ratifica diciendo que, las clases donde se sigue usando metodólogas tradicionales, predominando la exposición y el dictado, los estudiante se dedican a escuchar, escribir y memorizar, a hacer ejercicios de forma mecánica y aplicar fórmulas, producen poco encanto, por lo que los estudiantes no se sienten muy motivados en aprenderlas. Mejor dicho, si continuamos con la idea de enfocar los encuentros académicos únicamente en impartir saberes y contenidos, nuestros estudiantes no van encontrar mucho interés en las clases, lo que evidentemente se verá reflejado en un bajo rendimiento. De igual forma Glinz (2005) agrega que, ‘’el método tradicional ha traído en los estudiantes un bajo rendimiento en el aprendizaje en el aula; por eso, los educadores deben de capacitarse, haciendo sus clases más amenas, participativas, encontrando la manera que se trabaje en forma cooperativa’’. De modo que, el aprendizaje cooperativo surge como una posible solución a estas falencias exhibidas de los métodos tradicionales, ya que demuestra mayor eficacia, así mismo lo afirma Vázquez (2017) que declara que la cooperación es crucial para desarrollar el intelecto de los estudiantes, puesto que se desarrollan un conjunto de competencias transformándose en una fuente de estimulación y creatividad, siendo sustancial para el mutuo apoyo, consiste de un proceso de respeto hacia las capacidades y saberes de los demás, fomentando la inclusión.

En razón de lo antes expuesto, hace falta mencionar que para que esta metodología funcione óptimamente se necesita de la cooperación tanto de los estudiantes como del docente, a lo que Salmerón (2010) señala que ‘’la intervención docente basada en el planteamiento de aprendizaje cooperativo resulta muy positiva para el desarrollo de la competencia social y ciudadana de los estudiantes, puesto que fomenta el respeto a la diferencia y el desarrollo del espíritu crítico, que los lleva a ser solidarios y empáticos y los ayuda a crear una sociedad mejor’’. Esto conlleva a que el docente tenga en sus hombros una pesada labor, ya que de él dependerá en gran parte si se logra alcanzar esos ciertos beneficios en cuanto al rendimiento académico, la experiencia en la resolución de problemas, el fortalecimiento del pensamiento crítico y competencias interpersonales. De ahí que nosotros como docentes tendremos que esforzarnos un poco más, para poder preparar el ambiente agradable y optimo, además de preparar a los estudiantes para este cambio de estrategia donde deberán cooperar unos con otros, ya que como señalan Díaz y Hernández (2002), los estudiantes mejoran su aprendizaje , les gusta más la escuela, establecen mejores vínculos con sus compañeros, mejora su autoestima y aprenden tanto valores como competencias sociales de forma más eficaz cuando trabajan en grupos cooperativos. En otras palabras, no cabe duda del impacto positivo que puede llegar a tener un estudiante ante una buena relación que cree con el profesor y con sus compañeros de aula a través del trabajo cooperativo, de este modo las competencias interpersonales logran fortalecerse mucho más, debido a la implementación del aprendizaje cooperativo, sumando a reducir la brecha que demanda de la educación actual.

De lo anterior se deriva un alto compromiso por parte de las instituciones y docentes, ya que estos como lo mencione anteriormente, constituyen un elemento esencial para el adecuado desarrollo del aprendizaje cooperativo, debido a que esta metodología requiere un mayor nivel de exigencia para poder proporcionarel apropiado nivel de atención a todas las dificultades educativas que podrían presentar sus estudiantes. En otras palabras, se requiere que los docentes dejen de lado la idea básica de que su labor o meta es simplemente impartir una serie de contenidos a los estudiantes. De este modo, de acuerdo con Pujolás (2008), ‘’se debe responder a las necesidades de todo el alumnado y promover que todos y todas pueden participar y sentirse valorados’’. Esto para que ningún estudiante se quede atrás y se sienta excluido en su propio salón o grupo de trabajo. En esa misma línea Pompa (1999) sostiene que ‘’una de las funciones más relevantes de los docentes es la de enseñar a los estudiantes a saber convivir en grupo, para alcanzar el objetivo común y resolver los problemas que surjan’’. Es aquí donde vuelvo y recalco, para que el trabajo cooperativo funcione, el docente anteriormente debe instruir a sus estudiantes de cómo funciona el trabajo cooperativo, donde estos mismo deben integrarse, conocerse e asignarse roles que les permitan una mejor organización y así puedan alcanzar los objetivos propuestos. En este sentido, Martínez (2015) afirma que el profesor se transforma en el promotor del proceso de enseñanza-aprendizaje y brinda oportunidades tanto de aprendizaje individual como grupal, promueve las interacciones didácticas y la relación con sus estudiantes y establece las condiciones requeridas para el buen ambiente en el proceso de enseñanzaaprendizaje. Por estas razones, la experiencia de los docentes se considera un factor fundamental, ya que tiene un compromiso tan importante como lo es motivar, fomentar y generar un ambiente propicio para el desarrollo y aprendizaje de cada uno de los estudiantes pertenecientes a su clase.

Por otro lado, cabe resaltar que la responsabilidad del apropiado desarrollo de esta metodología no recae solamente en el docente, si no que la motivación de los estudiantes también es elemento esencial para el éxito del trabajo cooperativo, a lo que Garrote, Garrote y JiménezFernández (2016) afirman que ‘’ La motivación resulta clave para que los estudiantes satisfagan sus necesidades de conocimiento’’. Dicho de otra manera, si los estudiantes no se encuentras motivados, muy difícilmente tendrán interés en el proceso de aprendizaje, así mismo Gagné (1975) establece que es imprescindible que los estudiantes se encuentren motivados para que se produzca el proceso de aprendizaje, puesto que la motivación constituye la fuerza que promueve al estudiante hacia mencionado aprendizaje. Por consiguiente, se hace necesario que los estudiantes se encuentren motivados durante el ejercicio pedagógico, y cuenten con una participación activa, para que asuman conscientemente los retos y tareas propuestas por el docente con la ayuda y cooperación de cada uno de los integrantes del equipo. Desde esta perspectiva Vigy (1990) afirma que el aprendizaje se ve favorecido cuando todos los estudiantes se encuentran involucrados activamente interactuando de forma grupal, en torno de una misma meta, y es precisamente este hecho el que posibilita que en un salón de clase se produzca aprendizajes significativos.

Debido a estos hechos, es que planteo la gran importancia de examinar cuidadosamente la posibilidad de que para la mayoría de los procesos formativos de los estudiantes, se puede poner en acción el trabajo cooperativo como estrategia pedagógica, ya que el trabajo en equipos, con la ayuda del docente su puede adaptar a diverso contenidos, de diferentes materias apoyado de la resolución de problemas, así mismo se podrá evidenciar la mejoría del grupo en la solución de actividades debido al nuevo ambiente de aula, originado por la interacción entre el docentes y sus compañeros de clase, tal como lo afirma Rojas (1999), que trabajar en equipo contribuye a mejorar la calidad de la formación académica de cada estudiante, debido a que, obtienen una mayor seguridad para

intervenir en debates sobre el rol que desempeñan, influenciando así positivamente en su vida personal.

A modo de conclusión, el proceso de educación actual requiere de un replanteamiento, un cambio en el enfoque en el papel del estudiante, ya que las estrategias tradicionales centradas en el desarrollo individual del estudiante y la memorización, resultan poco atractivas, lo que genera bajos niveles de motivación para aprender, a su vez, estos enfoques dejan de lado las competencias interpersonales, competencias que son esenciales frente a una sociedad cambiante y globalizada como la nuestra, es por ello que convendría aplicar un método eficaz como lo es el aprendizaje cooperativo, debido a que este nos brinda una mejoría en cuanto al desempeño de los estudiantes, fortaleciendo el aprendizaje de resolución de problemas, pero para ello el docente debe generar un espacio propicio en el que los estudiantes estén a gusto, que permita que se motiven y así respondan a los objetivos planteados por su maestro.

Referencias bibliográficas

Díaz, F. y Hernández, G. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo.

Gagné, R. (1975). Principios básicos del aprendizaje para la instrucción. México: Diana.

García, J. J., (2000). La solución de situaciones problemáticas: una estrategia didáctica para la enseñanza de la química. Enseñanza de las Ciencias. Revista de Investigación y Experiencias Didácticas, 18(1), 113-125.

Garrote, D., Garrote, C. y Jiménez-Fernández, S. (2016). Factores influyentes en motivación y estrategias de aprendizaje en los alumnos de grado. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 14(2), 31-44.

GLINZ, P. (2005) Un acercamiento al trabajo colaborativo. Revista Iberoamericana de Educación, Madrid, v. 36, n. 7, p. 1-14, 2005.

Imbernón, Francisco (2000), “Un nuevo profesorado para una nueva universidad ¿Conciencia o presión?”, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, núm. 38, pp. 37-46.

Lorente, Ángel (2006), “Cultura docente y organización escolar en los institutos de secundaria”, Profesorado. Revista de Currículum y Formación del Profesorado, vol. 10, núm. 2, pp. 1-13.

Martínez, J. A. (2015). Nuevos roles del profesor y del estudiante universitario en el contexto del espacio europeo de educación superior. Aplicación al área de organización de empresas. Cuadernos de Educación y Desarrollo, 55, 1-34. México: McGraw-Hill.

OVEJERO, A. El aprendizaje cooperativo: una alternativa eficaz a la enseñanza tradicional. Barcelona: PPU, 1999.

Pompa, A., Mohar, F., Lam, F., Pérez, G., López, E., Falcón, M., ... y Pérez, H. (1999). Contribución al desarrollo del componente investigativo en los estudiantes del primer año de la carrera de medicina veterinaria. Revista Pedagogía Universitaria, 4(3), 36-42.

Pujolás, Pere (2008), El aprendizaje cooperativo. 9 ideas clave, Barcelona, Graó.

Robles, L. (2015). El trabajo cooperativo. Revista Internacional de Apoyo a la Inclusión, Logopedia, Sociedad y Multiculturalidad, 1(2), 57-66. Rojas, R. (1999). Investigación-acción en el aula. Enseñanza-aprendizaje de la metodología. México: Plaza y Valdés Editores.

SALMERÓN, C. Desarrollo de competencia social y ciudadana a través del aprendizaje cooperativo. 2010. 487 h. Tesis (Doctorado Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación) – Postgrado en Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Universidad de Granada, Granada, 2010.

Santos, Miguel Ángel , Mar Lorenzo y Diana Priegue (2009), “Aprendizaje cooperativo: práctica pedagógica para el desarrollo escolar y cultural”, Magis. Revista Internacional de Investigación en Educación, vol. 1, núm. 2, pp. 289-303.}

Slavin, Robert (2011), “Instruction Based on Cooperative Learning”, en Richard Mayer y Patricia Alexander (eds.), Handbook of Research on Learning and Instruction, Nueva York, Taylor & Francis, pp. 344-360.

Tobón, S., González, L., Nambo, J. S., y Vázquez, J. M. (2015). La socioformación: Un estudio conceptual. Paradigma, 36(1), 7-29.

Vázquez Antonio, J. M. V., Mosqueda, J. S. H., Vázquez-Antonio, J., Hernández, L. G. J. y Calderón, C. E. G. (2017). El trabajo colaborativo y la socioformación: Un camino hacia el conocimiento complejo. Educación y Humanismo, 19(33), 334-356.

Vigy, J. (1990). Organización cooperativa de la clase. Colombia: Cincel Kapelusz.

This article is from: