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26. Los Hábitos de Estudio, condicionantes de una óptima formación académica
Eilin Bibiana Garcia Miranda
Licenciatura en Matemáticas Código 1360108 eilinbibianagm@ufps.edu.co
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Nací el 14 de marzo de 1995 en el municipio de Chinácota. Terminé mis estudios de bachillerato en la ciudad de Cúcuta en el año 2012 en Colegio Manuel Fernández de Novoa. Ingresé a estudiar en el 2013 en la Universidad Francisco de Paula Santander la carrera de Ingeniería Biotecnológica, cursando tres semestres y retirándome, porque no era lo que deseaba estudiar. En el 2015 ingresé nuevamente a la universidad para estudiar Licenciatura en matemáticas. Actualmente me encuentro completando los requisitos universitarios para lograr obtener el título universitario. Mi mayor motivación para salir adelante y obtener el título es mi familia. Me considero una persona respetuosa, responsable, dedicada y con muchas ganas de salir adelante. Actualmente, espero poder obtener de manera rápida mi título universitario para lograr un trabajo acorde a lo estudiado.
26. Los Hábitos de Estudio, condicionantes de una óptima formación académica
Los hábitos de estudio, son determinantes para el condicionamiento del conocimiento para la vida; son una serie de conductas y actividades adquiridas mediante acción de repetición, que conduce a que el interés por un saber en específico, produzca reflexiones cognitivas que se ven reflejadas en las competencias de uso de ese conocimiento. (Estrada, 2018, pág. 18) afirma que los hábitos de estudio, “deben ser entendidos como la continua repetición de un acto, que hace posible lograr resultados positivos en el aprendizaje y donde intervienen factores como el interés y la motivación interna del estudiante que aprende y que se manifiestan cuando los estudiantes hacen mal uso de ellos”.
Son muchas las definiciones aceptadas en torno del tema del que trata el presente ensayo, entre los que sobresalen por su puntualidad en los conceptos, aquellos que hablan de que “los hábitos de estudio son modos constantes de actuación con que el estudiante reacciona ante los nuevos contenidos, para conocerlos, comprenderlos y aplicarlos. Otros, hablan de que se trata de aprovechar el tiempo de estudio, para lograr condiciones idóneas, que permutan presentar eficazmente un trabajo, “teniendo la precaución de seleccionar correctamente las fuentes de información y documentación, con lo cual se puedan tener resultados satisfactorios a la hora de la comprensión de contenidos”. (Saiz, 2017))
En este sentido, la importancia de los hábitos de estudio en los estudiantes, es un aspecto esencial, puesto que le permitirá adquirir conocimientos fuera y dentro del aula de clase, al respecto (Valverde Gea, 2012, pág. 34) considera que: “ los hábitos de estudio de una persona son: (…) un buen predictor del éxito académico, incluso mucho más que la medida de la inteligencia”.
Independientemente de la claridad meridiana de estas acertadas definiciones, es indispensable anotar, que además de que los hábitos de estudio son un patrón conductual aprendido que se presenta mecánicamente ante situaciones específicas, son también acciones que se organizan de acuerdo con jerarquías de familia, que ejercen influencias de repetición, que crean en el individuo valores culturales que signan conductas intelectuales (Almela, 2002)
De allí que se sostenga, que para crear un hábito de estudio en quien se desee orientar o formar en esta disciplina, es necesario que haya de parte del orientador una fuerte carga motivacional, eje motriz de cualquier propósito que reclame unos resultados, basados en la reflexión de lo que se lee o se aprende.
Lo anterior, hay que decirlo, no es un proceso de hora o de días, sino de un tiempo sin límites, que empieza durante la etapa inicial de su formación y continúa a lo largo de la vida productiva, siempre y cuando, la premisa que anime sus pasos, sean de férrea disciplina y de voluntad para el aprendizaje, independientemente del nivel de formación que esté cursando o haya cursado.
Sobre este criterio, Vásquez (2016) señala que: “El desarrollo de la autonomía, el refuerzo positivo por parte de la formación inicial y posterior son los factores determinantes en la formación de los hábitos de estudios.” De allí que este autor dé las siguientes recomendaciones para mantener el impulso formativo en los docentes: Establecer una rutina a temprana edad, idealmente desde kínder. El objetivo es crear conductas sencillas y adecuadas a la edad del niño. Supervisar que los horarios se cumplan. Existen personalidades más proclives a internalizar el hábito; y a otros a los que les costará un poco más. Cuando los niños son pequeños, el tiempo de estudio es de 20 minutos máximo. A medida que van creciendo, este va en aumento. Lo mejor, es separarlos en bloques de estudiorecreo-estudio. Destinar un lugar adecuado, silencioso y cómodo. No debe haber televisión y por ningún motivo, estudiar acostado en la cama, comiendo o en un sitio caluroso, debido a que esto produce somnolencia. (Torres Roa, 2015)
Reconocer estas fortalezas, predisponen a que también se puedan identificar con facilidad los malos hábitos cuando estos se presentan o suceden. Según las autoras (Torres Roa, 2015) en un trabajo orientado hacia el discurrir de las características, establecen algunos parámetros que dificultan o perjudican la formación del buen hábito de estudio y que tienen quever con el: Fomentar el estudio como una acción de castigo. Estudiar en la cama. La cama se utiliza para dormir, es un recurso que acoge el cuerpo para descansar, no se utiliza para estudiar. Interrumpir al niño mientras estudia: llamadas telefónicas, hermanos jugando, crear ambiente con conflictos, gritos o peleas. Estudiar únicamente un día antes de enfrentarse a un examen. No brindar los materiales de estudios y de trabajo que se requieren tanto en el hogar como en el colegio. Sobrecargar al niño de información. Hacer estudiar al niño después de alimentarse. Hacer estudiar al niño cuando está fatigado por la falta de sueño, situaciones incómodas, cansancio, enfermedad, etcétera. Tener bajas expectativas de logros en el niño. Fomentar grandes expectativas en ellos ayuda a desarrollar niños seguros de sí mismos. (Torres Roa, 2015)
Atender desde lo práctico estas recomendaciones, va a facilitar el poder inculcar hábitos de estudio en los niños, enseñándoles el valor e importancia de la concentración, como producto de la motivación previa que se logre, al incentivar la necesidad de comprender lo aprendido o lo leído. Sostener este hábito a lo largo de las acciones cognitivas, es garantizar el rendimiento de la memoria, no tanto de la mecánica, como sí la reflexiva.
Para que lo anterior, llegue a buen puerto en cuanto al valor de uso de lo aprendido, es necesario presupuestar horarios y zona de estudio, porque son componentes vitales, a la hora de analizar las circunstancias personales que determinan los tiempos adecuados para dedicárselos al estudio. A este respecto, y aunque existen diversas opiniones sobre qué hora es la más adecuada para el estudio, hay un consenso mayoritario, que admite que lo más recomendado para estudiar productivamente, es que esta actividad se cumpla entre aceptado que sea entre 15 y 30 minutos después de una comida no tan pesada.
A lo anterior hay que sumarle, la creación de un buen ambiente de estudio y eso se logra, eliminando las distracciones propias del poco interés que se tenga a la hora de querer estudiar. De allí, que sea muy saludable “no estudiar con la televisión encendida, ni tener al pie celulares u otros artefactos electrónicos que sean distractores poderosos contra la atención”. (Escalante, 2008) En atención de lo anterior, “el ambiente del estudio debe estar precedido a su vez, de un lugar apto para ello, es decir, limpio, bien iluminado y ventilado , al tiempo que debe disponerse de alguna silla cómoda, que impida posturas incómodas o atosigantes contra la anatomía del estudiante, que dificulten finalmente la concentración”. (Cartagena, 2008)
De acuerdo con lo anterior, existe una gama de procedimientos multidiversos que ayudan a corregir la falta de hábitos de estudio en los niños, falencias que son recogidas por Torres, Mancilla y Aceves (2015) quienes hablan de cómo corregir la falta de hábitos de estudio, a partir de las siguientes pautas: Destacar las habilidades sobre las debilidades. Darles oportunidades de éxito según sus potencialidades, ya que esto ayuda a la motivación. El refuerzo positivo es la herramienta más eficaz para obtener los resultados esperados. Comenzar a establecer una rutina con horarios específicos para cada una de las actividades a realizar. (Torres Roa, 2015)
Lograr detectar a tiempo dichas falencias, permite que la orientación que se imparta para evitar el deterioro de la motivación y la concentración sobre esta actividad, requiere que se dejen márgenes de autonomía, para que sea el propio estudiante quien determine cómo desempeñar esta acción en pro de su propio beneficio cognitivo, alertando que son los adultos mayores quienes debe ejercer una efectiva supervisión, cuando se trate de niños en edad escolar, garantía para un resultado plausible, medible y satisfactorio. Si se cumplen estas premisas, el estudio obtenido mediante un hábito sostenible en el tiempo, será inexpugnablemente exitoso para todos los involucrados en el proceso, docentes, padres de familia y por supuesto para los estudiantes, porque además del beneficio tangible podrá disponer de información en conocimiento personal para desenvolverse con eficacia en la vida.
(Valverde Gea, 2012) afirma que: “el rendimiento escolar es un fenómeno vigente, porque es el parámetro por el cual se puede determinar la calidad y la cantidad de los aprendizajes de los alumnos y, además, porque es de carácter social, ya que no abarca solamente a los alumnos, sino a toda la situación docente y a su contexto”.
En este sentido, el rendimiento académico es un resultado, que se origina del aprendizaje real de los estudiantes, producto inequívoco de su proceso de enseñanza aprendizaje, dado que estudiar, es en sí mismo, aprender a identificar los méritos de su propia cualificación y valoración, lo que se traduce en el incremento cierto, del rendimiento académico del estudiante.
Sobre lo anterior, hay que decir, que dicha preparación depende del historial académico; esto es, de su pasado educativo si este no es bueno, las probabilidades de fracaso aumentan y viceversa. Por eso la importancia de conocer dicha preparación a fin de establecer una relación entre hábitos de estudio y rendimiento académico, para cual se recure a citar a Quevedo (2003) en cual explica que: “Los hábitos de estudio bien cimentados conllevan al estudiante a tener buen rendimiento académico, en consecuencia, el estudiante que tiene hábitos de estudio inadecuados obtendrá un bajo rendimiento”
Así las cosas, se podía concluir que: Al estudiar las características que rodean la actividad de estudiar con disciplina, sobresale, la importancia de no acometer esta acción, sin contar con el hábito, como un aliado inalienable a efectos de obtener resultados tangibles con ella. Sabemos que los hábitos de estudio en estudiantes ayuda el conocer las estrategias, técnicas, herramientas y métodos que los alumnos aplican día a día para lograr cumplir en tiempo y forma con sus tareas, trabajos extra clases, exposiciones y exámenes. Sin embargo, el no reconocer las falencias más prominentes que entorpecen la asunción de estos hábitos, provocan que los alumnos reprueben, fracasen y en el peor de los casos abandonen la escuela (Escalante, 2008)
La formación y desarrollo de los hábitos de estudio son una responsabilidad compartida del docente, padre de familia y del estudiante, dado que el rendimiento académico es influenciado por la motivación, interés, recursos y estrategias disponibles e interiorizadas por el estudiante. Es desde esta óptica, como se puede analizar el problema, a fin de concatenarlo con la motivación, por ser este atributo que mueve la voluntad del estudiante para predisponerse al aprendizaje.
Los estudiantes no tienen facilidad para el estudio porque carecen de motivación e interés por el aprendizaje. Y si a eso le sumamos el tiempo disponible para lograrlo, tendremos que aceptar, que el tiempo de dedicación para el estudio es variado y depende de la capacidad del estudiante y complejidad de la tarea. La gran cruzada contra la apatía del estudiante hacia el estudio, radica en que carece de métodos de estudio, no toman apuntes, no preguntan, no utilizan esquemas, lo que da como resultado un estudiante frígido para el conocimiento.
Referencias
Almela, J. (2002). Aprender a estudiar no es imposible. Técnicas de estudio para hijos en edad escolar. . España: Palabra. Cartagena, M. (2008). Relación entre la autoeficacia, el rendimiento escolar y los hábitos de estudio de secundaria. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, vol. 6 (3). . Obtenido de http://www.rinace.net/arts/vol6num3/art3.pdf, Escalante, L. E. (2008). Comportamiento de los estudiantes en función a sus hábitos de estudio. Revista electrónica. . Obtenido de https://doi.org/10.15517/aie.v17i3.29123 Estrada, A. (2018). Estilos de aprendizaje y rendimiento académico. . Obtenido de Revista Boletín Redipe.: https://revista.redipe.org/index.php Saiz, Á. (2017)). Cómo inculcar hábitos de estudio en los niños. . Obtenido de https://www.webconsultas.com/bebesy-ninos/educacion-infantil/comoinculcar-habitos-de-estudioen-los
Torres Roa, V. M. (2015). Por qué son importantes los hábitos de estudio en los niños. Obtenido de http://revistayei.com/habitos-de-estudio/
Valverde Gea, M. Á. (2012). Importancia de los hábitos de estudio para el éxito escolar. . Obtenido de http://entrepasillosyaulas.blogspot.com Vásquez (2016) Autonomía y esfuerzo positivo en el aprendizaje. Revista Pedagogía y Didáctica. Universidad de Antioquia. Disponible en internet.