Catálogo XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile - Tomo 1

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XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile

Lo común y lo corriente



3-27 OCTUBRE 2019

Iquique La Serena Santiago Puerto Montt


Monroy, Paula; Coeffé, Beatriz (ed). xxi Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile 2019: 1. Lo común y lo corriente – 1ª ed. – Santiago de Chile: Fundación Espacio y Desarrollo, 2019. 96 p. 21 × 15 cm isbn 978–956–8467–02–9 1. Arquitectura cdd 720

DIRECCIÓN

Beatriz Coeffé EDICIÓN

Paula Monroy TRADUCCIÓN ESPAÑOL-INGLÉS

Lauren Dean

TRADUCCIÓN PORTUGUÉS-ESPAÑOL

Paula Monroy TRANSCRIPCIÓN

Christian Fierro CORRECCIÓN DE ESTILO

Pablo Collao

DISEÑO EDITORIAL

Cristina Núñez PRODUCCIÓN GRÁFICA

Buendía, Christian Fierro, Cristina Núñez IMPRESIÓN

Andros Impresores

© TEXTOS:

Los autores.

© IMÁGENES:

Los autores.

Santiago de Chile, octubre 2019.



Contenidos 26 Difundiendo la dimensión cultural de la arquitectura y resguardando nuestro patrimonio cultural

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Consuelo Valdés

El poder de la arquitectura. Diseño realista instalado en lo mundano Andrés Jaque en conversación con Juan Pablo Urrutia

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Lo común y lo corriente

Juan Pablo Urrutia, Beatriz Coeffé, Tomás Villalón, Joaquín González y Vesna Obilinovic 24 Una bienal nada común y corriente Humberto Eliash

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28 De lo macro a lo micro y vice-versa Alfredo Moreno

30 La felicidad común y corriente Cristián Monckeberg

32 ¿Qué es lo común y corriente? Javier Contreras

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Barrio Franklin

39 El Barrio MataderoFranklin y el vínculo con la comunidad Paz Concha y Diego Montoya

43 La voz del barrio Diego Montoya


46 Corriente Franklin 01 Bruno Giliberto (Ensayo fotográfico)

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Despliegue territorial 56 Activaciones territoriales Vesna Obilinovic 58 Ciudades 60 Iquique

Javier González (Fotografías)

62 La Serena

68 Nuevas viviendas en el centro de São Paulo (Ensayo fotográfico) Valentina Tong

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Descubriendo lo extraordinario en lo ordinario

Enrique Walker en conversación con el equipo curatorial

Karla Pineda (Fotografías)

64 Puerto Montt

Javier Vargas (Fotografías)

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São Paulo: Ciudad invitada 68 São Paulo: Diálogos y límites Maira Rios

XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile

83 Corriente Franklin 01 Bruno Giliberto (Ensayo fotográfico)

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Common And Ordinary 94 Créditos

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ADMINISTRACIÓN Y COMUNICACIONES Administración Comunicaciones

Beatriz Coeffé CO-CURADORA Paula Sagristá ASISTENTE Alejandra Ugarte DIRECTORA EJECUTIVA Carla Canales + Nicolás Gómez + Paula Peña ASISTENTES Ricardo Castro + Valentina Contreras + Francisco Vicencio DISEÑO GRÁFICO Y WEB

Catálogo

PRODUCCIÓN Y TRABAJO TERRITORIAL Y COMUNITARIO Producción

Levantamiento territorial y comunitario GESTIÓN TERRITORIAL

Paula Monroy EDITORA Cristina Núñez DISEÑO EDITORIAL Catalina Briones PRODUCCIÓN EDITORIAL Joaquín González CO-CURADOR Daniela Guzmán PRODUCTORA Leonardo Salgado COORDINADOR GENERAL Cristóbal Bañados COORDINADOR DE ORGANIZACIONES Rocío García + Gonzalo Escobar ASISTENTES Diego Montoya COORDINADOR Paz Concha ASESORA METODOLÓGICA Nicole Pilar COLABORADORA Vesna Obilinovic CO-CURADORA Camila Valencia COORDINADORA Y GESTORA LA SERENA Jaime Carvajal GESTOR IQUIQUE Francisca Gutiérrez GESTORA PUERTO MONTT

CONVOCATORIAS Y PROGRAMA Convocatorias

Juan Pablo Urrutia CO-CURADOR Christian Fierro DIRECTOR EJECUTIVO Claudia Candia COORDINADORA Sebastián Simonetti ASISTENTE Comisiones de Selección OBRAS, PROYECTOS, PUBLICACIONES, INVESTIGACIONES Y ACTIVIDADES

Programa

Victoria Opazo COORDINADORA GENERAL Paula Monroy COORDINADORA SÃO PAULO

Workshop

Sebastián Cuevas + María Valentina González + Alexandra Núñez DIRECTORES Madeleine Fagalde COORDINADORA

MONTAJE

Tomás Villalón CO-CURADOR Cristián Espinoza + Maite Raschillà + Leonardo Quinteros + María del Carmen Valdés COLABORADORES Gonzalo Leal + Fernando Riveros + César Gómez FABRICACIÓN DE CARROS


2018 O

N

2019 D

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M

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J

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O

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El poder de la arquitectura. Diseño realista instalado en lo mundano Andrés Jaque en conversación con Juan Pablo Urrutia

AJ Andrés Jaque JPU Juan Pablo Urrutia

JPU Para comenzar, nos gustaría saber tu opinión sobre lo constante, en el ámbito de la arquitectura —en el circuito donde se discute, cuestiona, valora y premia, ese espacio formal—, de la tendencia a destacar aquello alejado de lo cotidiano, de nuestra realidad diaria y doméstica, estando más bien asociado a la cultura edilicia que refleja acumulación de poder o riqueza, olvidando —u ocultando— todas aquellas condiciones comunes y sistemas que definen nuestras vidas. ¿Por qué crees que la arquitectura se mantiene en un discurso asociado a la concentración del poder y el recurso? AJ La arquitectura es una práctica relacional, una práctica en la que siempre se opera sobre tejidos existentes, tejidos sociales de los que forma parte. Esto hace que no sea posible una arquitectura sustraída de lo ordinario o de lo real. Pero eso no significa que los discursos de la arquitectura, necesariamente, movilicen esta participación de lo arquitectónico en lo ordinario como material crítico. Hay una disputa entre aquellas arquitecturas que son capaces de reflexionar sobre su realismo y otras que tienen que sublimarlo o enmascararlo, intentando evadirse del escrutinio crítico pragmático y mundano. Yo siempre he huido del típico recurso —muy habitual en la arquitectura— de invisibilizar la complicidad con los poderes hegemónicos por medio de la sublimación, de la aparente desvinculación con lo mundano. Es muy habitual presentar la arquitectura como algo suprarrealista, como estrategia para no tener que discutir su convivencia con los poderes dominantes. Esto tiene sus orígenes en un conflicto muy concreto en la modernidad: la eliminación de la narrativa en arquitectura en favor de una abstracción sin historia ni contexto, tal como proponía Werner Sombart, que tuvo tanta influencia en la Deutscher Werkbund. En realidad, el planteamiento que hacéis en la Bienal se instala en este conflicto, en la manera en que la arquitectura puede no sólo operar en la realidad —que es algo

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inevitable—, sino dotarse de un discurso para que esta participación en lo real, o esta dimensión real de la arquitectura, pueda ser políticamente activa y escrutada. Creo que mucha gente, desde diferentes metodologías y posiciones, está abordando eso ahora mismo. Vosotros lo estáis haciendo con esta Bienal. JPU ¿Te sientes inscrito en alguno de esos bandos de la disputa? AJ Bueno, yo creo que todos lo estamos, aunque no queramos. Es una condición contemporánea operar dentro de esa coyuntura. Incluso, cada uno de nosotros ocupamos diferentes posiciones simultáneamente. Personalmente, en mi trabajo hay un gran interés por hacer y pensar la arquitectura como una práctica integrada y activa en lo social, que moviliza y afecta simultáneamente diferentes escalas de construcción de lo colectivo. Por ejemplo, el trabajo que hicimos sobre el Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe y Lilly Reicht, Phantom: Mies as Rendered Society, partía de la imposibilidad de interpretar la arquitectura, incluso la del pabellón, como algo extraordinario. O mejor dicho, la imposibilidad de pensar que lo extraordinario, lo que acumulaba capital cultural y político, surgía de la evacuación de lo ordinario, de su abandono del realismo. Lo que nuestro trabajo mostraba es que el valor cultural, material y político de una obra como el Pabellón de Barcelona es su capacidad de movilizar tejidos socio-materiales mundanos que rebasan la concreción del propio pabellón. Es un trabajo basado en la identificación y puesta en valor de la manera en que la arquitectura depende de diseños que operan a diferentes escalas. La arquitectura está siempre socialmente situada. Es, en sí misma, la composición de los tejidos relacionales que la constituyen. Es siempre una construcción colectiva e inter-escalar, una composición en la que múltiples agentes generan dependencia e interactúan entre sí. Eso es lo que a mí me interesa, y lo que mi trabajo explora. La arquitectura consiste en articular en marcos político-sociales las relaciones entre las multitudes de entidades diversas, que rebasan los límites del objeto. Esto es lo que hacemos los arquitectos: básicamente, producir, intervenir y contribuir a la fabricación del mundo ordinario a través de una labor de rearticulación, de reconexión, de invención y anunciación de vinculaciones alternativas entre unas entidades y otras. Cuando empezamos a trabajar en el Pabellón de Barcelona, estos vínculos surgían inevitablemente en el mismo momento en que empezábamos a seguir la pista de cómo la realidad se daba en el día a día, en los cuidados y reproducciones de las que dependía la existencia del edificio. Y nuestro trabajo consistió simplemente en reorganizar y resituar espacialmente estos procesos, de manera que pudiesen ser críticamente percibidos, experimentados y analizados por los públicos del pabellón. Nos interesaba precisamente operar en esa conexión entre la cotidianeidad y los discursos para hacer que estos se empapasen del realismo que la arquitectura inevitablemente movilizaba.

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Respondiendo a la pregunta que planteas, el reto ahora es responder: ¿cómo reconectamos los discursos académicos y los discursos profesionales con la realidad de la que la arquitectura es parte? JPU Es interesante plantear esa condición de realidad en el marco de la disputa. Hay discursos y prácticas que tienen pavor a la realidad, por lo cual terminan anulándola, limitándola, o desconociéndola. En tu tesis doctoral, cuando enuncias que la crítica arquitectónica ha ido más bien al hecho de la reconstrucción del Pabellón [de Barcelona] pero ha olvidado el sótano, y qué significa el sótano, es porque a esos discursos no les acomoda esa realidad, la que en sí misma termina como una ficción. Ahora existe otra manera de ser leída, pero con una realidad incómoda. Desde ese punto de vista, ¿qué es lo que te ha llevado al desprejuicio para no caer en ese discurso enmascarador —o para no dejarte llevar por él— al abordar como tema central en tus trabajos la arquitectura cotidiana o la cultura pop? Estas dimensiones que no están en discursos convencionales, como la de una aplicación para concertar citas, los modelos de consumo reflejados por una gran tienda de retail o el activismo cultural, son agentes, sistemas y procesos —incómodos para algunos— que están en nuestra realidad cotidiana pero que, gracias a tu desprejuicio, se visibilizan al ser la materia prima de tu trabajo. ¿Qué es lo que crees que genera ese desprejuicio? ¿es una condición necesaria para poder abordar la realidad desde esa perspectiva? AJ La arquitectura es una actividad relevante. Está en el centro de las grandes coyunturas y desafíos de nuestro tiempo. Las crisis climáticas, la desigualdad, las tensiones fronterizas, el crecimiento de las economías offshore, el colonialismo, las crisis de biodiversidad. Todos estos conflictos que están diariamente en la primera página de los periódicos ocurren con el protagonismo de muros, de infraestructuras de tratamientos de residuos, de interiores domésticos, de accesos a flujos de agua, de energía, de aire. Los dispositivos arquitectónicos ya forman parte, y son importantes actores en la producción de los grandes temas que están ahora mismo desafiando al planeta. Todas estas formas de arquitectura, su presencia en las disputas y en las alianzas que marcan la agenda de muchas realidades del planeta, dan muestra de cómo nuestras prácticas están inevitablemente inscritas en contextos políticos específicos, en los que los dispositivos arquitectónicos contribuyen negociando su propia agencia. Hacerse cargo de esta participación en la fabricación del mundo ordinario —o no hacerlo— es una cuestión de responsabilidad política. No hacerlo supone un escapismo por parte de los arquitectos, lo que fomenta la irrelevancia de las prácticas arquitectónicas. Yo, desde luego, intento militar contra esta irrelevancia de una manera muy pragmática, buscando fórmulas para que las prácticas de diseño y de crítica arquitectónica puedan tener un efecto. Intento intervenir a través del diseño estas realidades urgentes que marcan la agenda política.

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En referencia a tu pregunta, creo que no existe la opción de actuar ni desde el prejuicio, ni desde el desprejuicio. Yo soy partidario de ser pragmático y operar allí donde las cosas están ocurriendo, con las herramientas que pueden permitir que la arquitectura intervenga esas realidades. No tenemos tiempo para perder en dinámicas escapistas. Creo, simplemente, que como en cualquier otra profesión, tenemos que centrarnos allí donde podemos ser útiles y nuestra presencia pueda generar un valor político. JPU Si las herramientas que manejamos como arquitectos pudieran simplificarse a dos campos, al de la práctica y al de la crítica —en los mejores casos, cuando a través de la práctica puedes hacer crítica o viceversa—, ¿existe un desequilibrio a favor de la práctica entre el volumen de arquitectos? ¿Estarían limitadas nuestras herramientas profesionales desde el momento en que nuestro trabajo en general es comisionado por otros? AJ En los últimos años, la arquitectura ha tenido que responder a una segmentación profesional muy inocente, basada en nichos de trabajo segregados, que diferencian entre arquitecto diseñador, arquitecto teórico o crítico, arquitecto artista, arquitecto que construye o no construye. Esas categorías no han funcionado. Nunca han sido capaces de contener las prácticas arquitectónicas más interesantes y relevantes. Es muy importante negar la vigencia de esos bordes, porque ninguna práctica interesante —las que han resultado efectivas generando alternativas— ha podido operar dentro de esas categorías. Si miramos la obra de Le Corbusier, de Cedric Price, de Lina Bo Bardi, de tantos otros, sería muy difícil ubicarlos en alguna de estas prácticas. Para mí no hay distinción entre diseño y prácticas críticas. En proyectos de mi oficina, como la Casa Sacerdotal de Plasencia, los Escaravox, la Fundación Thyssen-Bronemisza o el Colegio Reggio, entendemos el diseño como una práctica que al mismo tiempo interroga, investiga, es activista y, por supuesto, genera transformaciones del medio construido. Con ello nos movemos en las fronteras entre muchos campos disciplinares y profesionales. No es algo único. Existe toda una genealogía de arquitectos que han tenido que operar en esas fronteras para poder ganar la capacidad de intervenir realidades a las que de otra manera sería imposible acceder. Volviendo a tu pregunta, respecto a esta especie de dependencia del encargo, es importante establecer un discurso que disienta de la estrategia comercial de las oficinas de arquitectura. No podemos delegar en estrategias comerciales convencionales la responsabilidad de generar posiciones críticas. Las prácticas empresariales pensadas para optimizar el beneficio y asegurar el crecimiento son una parte pequeña del ecosistema de prácticas arquitectónicas. Para mí, es importante entender que el discurso de la arquitectura es mucho más amplio y más complejo, y que sobrepasa el arte de las pequeñas estrategias orientadas a ganar concursos o a conseguir encargos. Por supuesto

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que hay circunstancias prácticas que dan viabilidad a un proyecto concreto, pero cuando miramos con más cuidado, las trayectorias arquitectónicas tienen mucho más que ver con la posibilidad de generar una aproximación o una inteligencia que sea capaz de reinventar realidades socio-tecnológicas necesitadas de una transición. Cuando vemos, por ejemplo, la obra de Heinrich Tessenow, vemos que independientemente de la relación que tenía con los promotores de la Hellerau Gartenstadt, su proyecto tenía que ver con la creación de un centro en Europa, un centro que tuviese la capacidad de homogeneizar las comunidades como aplicación de las teorías de Karl Schmidt para la política como una prevención del conflicto armado. Respondiendo de otra manera, diría que una de las cosas más interesantes que está ocurriendo ahora es que las prácticas arquitectónicas están siendo redefinidas por generaciones nuevas, que están empezando a trabajar de otra manera: en trabajos que sin ser paternalistas están próximos al activismo, que están encontrando grandes nichos para actuar, la posibilidad de asociación y de interpelación con organizaciones intergubernamentales, agencias públicas y grupos de presión o de investigación y desarrollo independientes. También, prácticas que son más colectivas, que están trabajando en la apertura de procesos más participativos, prácticas con diseño online o diseño distribuido; prácticas en las que las policies y los marcos regulatorios son la verdadera obra de diseño. Todas esas prácticas desafían a las categorías con las que empezamos esta discusión. Y desafían también las relaciones, la hegemonía o el protagonismo de la relación promotorarquitecto, las que han marcado un tipo de práctica arquitectónica que durante las últimas dos décadas ha ganado una visibilidad probablemente desproporcionada a su importancia. JPU ¿A qué crees que responden estas nuevas prácticas? ¿Por qué se detonan? Algunas especulaciones las asocian a la crisis subprime, que impactó en gran medida al sector de la construcción. Este hecho habría estimulado la reinvención de una nueva generación de arquitectos españoles que indagaron y exploraron prácticas inusuales de la arquitectura, con un vínculo mucho más directo con la realidad, la contingencia y la comunidad, y no sólo con aquella arquitectura que se celebraba en las últimas décadas ¿Tendrá que ver con ello esta reorientación? AJ En realidad, creo que no podemos asumir el discurso de las entidades financieras como el único discurso que permite explicar esta evolución. Se olvida que esa es una crisis más, entre otras mucho más importantes. En el 2008 se dio una crisis financiera que fue importante, pero más importante que eso fue la crisis previa de la confianza en la globalización. Las crisis medioambientales se están anunciando desde los ‘70 y, por supuesto, a finales de los ’90, ante la gran certeza del calentamiento global y sus efectos, empezaron a cuestionar y a ensayar alternativas a la lógica del crecimiento, cuestionando

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los pilares de la economía neoliberal que habían surgido en los ‘80. La crisis del Estadonación y de los patriarcados se manifestaban ya en las revueltas del ‘68. En Europa, en ese momento, hubo una caída en picada de la fe en la viabilidad del Estado de bienestar por parte de sectores conservadores, pero también en una parte de los progresistas y de los arquitectos que abrazaban la informalidad y la desregularización, sin advertir los efectos que esto tendría a largo plazo. Esto desencadenó políticas muy agresivas contra el espacio público y contra las grandes instituciones que habían alimentado a la arquitectura de la posguerra. Por tanto, la crisis financiera es un accidente más en un ecosistema que menoscabó algunos de los pilares en que, al mismo tiempo, se estaba construyendo la arquitectura de la globalización y la arquitectura de las estrellas. Este ha sido el caldo de cultivo para que hayan surgido otro tipo de prácticas, pero es importante decir que estas prácticas en buena medida, también fueron producto de la opulencia que permitió una gran exuberancia en la construcción de edificios vinculados a esa gran arquitectura de firmas, de grandes gestos. Como efecto secundario, esta burbuja generó el clima de oportunidades que nos permitieron a muchos plantear posiciones críticas y experimentar desobediencias y alternativas. Este gran conjunto de instituciones en crisis ha sido el contexto en el que prácticas como la nuestra, la de la Oficina de Innovación Política, han aparecido. En términos de arquitectura, lo que se ha puesto en cuestión es la posibilidad de que los edificios sean entendidos como objetos autónomos. Se ha puesto en crisis la arquitectura que opera en una única escala. Se ha puesto en crisis también la posibilidad de una arquitectura inocua y la posibilidad de una arquitectura globalizada. También se ha puesto en valor la necesidad de problematizar la formar en que la arquitectura se sitúa en contextos socio-políticos, y se ha puesto en crisis el propio papel del arquitecto, ensayando transiciones de la idea del genio que se relaciona con el exterior a través de su mundo personal, a la de los arquitectos como mediadores entre tejidos sociales ya constituidos, que dependen de la evolución arquitectónica de su medio.

Andrés Jaque Arquitecto y PhD por la etsam, Alfred Toepfer Stiftung’s Tessenow Stipendiat (Hamburgo) y

Graham Foundation Grantee. Es Director del Advanced Architectural Design Program del Graduate School of Architecture, Planning and Preservation de Columbia University. Sus investigaciones han sido publicadas en Perspecta, Log, Thresholds y Volume entre otras. Fundador de la Office for Political Innovation, agencia de arquitectura que trabaja en la intersección entre diseño, investigación y activismo. Su trabajo ha sido reconocido con el premio Frederick Kiesler 2016 de la ciudad de Viena, el León de Plata en la 14º Bienal de Venecia y el premio Dionisio Hernández Gil entre muchas otras distinciones.

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Lo común y lo corriente Por Juan Pablo Urrutia, Beatriz Coeffé, Tomás Villalón, Joaquín González y Vesna Obilinovic

La escena arquitectónica persistentemente ha destacado lo extraordinario de la producción edilicia, generalmente por su singularidad, exuberancia, extravagancia o novedad. En el entendido de que el acto de edificar usualmente considera grandes esfuerzos y proezas, es que se valora aún más el carácter monumental de alguna obra o bien, la genialidad que implica su propuesta. No cuesta mucho hacer una revisión histórica para comprender que, constantemente, lo que se valora es aquello que denominamos y catalogamos como monumento. La ciudad neoliberal, si bien ha contribuido a la creación de riqueza y superación de la pobreza, por décadas ha provocado también a la concentración del capital, lo que deja a nuestras urbes bajo el flagelo de la desigualdad y una alta segregación socioespacial. Estas cuestiones son generalmente invisibles por la ceguera de los datos macroeconómicos que hablan de crecimiento y prosperidad —incapaces de presentar la distribución social y espacial de estos—, ocultando bajo un velo de éxito la concentración financiera y de capital. Estos hechos son fielmente reflejados por la arquitectura que hemos celebrado por décadas con obras que son el resultado de la acumulación de riqueza. Noam Chomsky 1’ señala que la concentración económica deriva naturalmente en la centralización de poder, por tanto, no sería un delirio atribuir también esta connotación a aquella arquitectura que se ha destacado tradicionalmente, la que es fruto de la acumulación y concentración del poder. ¿Es esto lo que queremos celebrar de la arquitectura? Es esa ambición por acumular la que llevó a miles de especuladores y banqueros a generar una de las crisis económicas más grandes de la era global en 2008. La compra desmesurada con fines rentistas de bienes raíces en los Estados Unidos, préstamos irresponsables y ventas de deuda en el mercado financiero, desencadenó una de las más grandes catástrofes del modelo capitalista, dejando en cuestión la estructura políticoeconómica que nos define. Una de las consecuencias de esta crisis —además del permanente cuestionamiento al modelo— es la vulnerabilidad de la cultura global ante especulaciones locales y la desalentadora idea de que en este sistema las ganancias son privadas mientras que los costos se socializan, a propósito de los rescates bancarios que hicieron los gobiernos con los impuestos de toda la ciudadanía.

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Esta situación produjo una nueva lectura de la arquitectura, distanciada de la acumulación y especulación que tanto daño provocó, al punto de considerarse vergonzosa. Así resurgió la pobreza y precariedad como objetos de estudio y admiración, una reacción por contraste a todo lo que se celebraba en arquitectura. En el año 2012 se otorgó el premio Pritzker a Wang Shu como clara señal de un vuelco —al menos político— de lo que debíamos observar. China, normalmente reconocida por una arquitectura de la espectacularidad, se posicionó desde un modelo político-social contrario al que se circunscribió la arquitectura destacada. En 2014 se otorgó el mismo reconocimiento a Shigeru Ban, destacando la simpleza y austeridad de su trabajo pero por sobre todo, su rol humanitario, ya que como bien describió el jurado, “cuando ocurre una tragedia, a menudo él está allí desde el principio, como en Ruanda, Turquía, India, China, Italia, Haití y su país de origen”. Esto sumado a su capacidad de innovación con materiales sencillos como el papel, la tela y el bambú, siendo su obra un claro reflejo de arquitectura alejada de las grandes pretensiones y con un enfoque en la escasez. Luego, en el año 2016, se otorgó el premio a Alejandro Aravena, a quien directamente se le destacó por encarnar el “renacimiento de un arquitecto comprometido con la sociedad (…) El papel del arquitecto está siendo desafiado para servir mayoritariamente a necesidades sociales y humanitarias”. Ese mismo año, fue aquel espíritu el que se plasmó en la xv Bienal de Arquitectura de Venecia titulada Reporting from the front, con claras ansias de redescubrir aquellas arquitecturas que derivan del conflicto, escasez y la precariedad, principalmente alojadas en el llamado Sur Global, transformándolo en un campo fértil de exploración como alternativa al espectáculo de la gula edificatoria que caracterizó las décadas precedentes. La escena local chilena no ha estado ajena a esta tendencia. Podríamos decir, incluso, que ha sido impulsora de esta perspectiva reivindicadora de la pobreza. En 2017 se realizó la xx Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile, cuya temática principal fue lo impostergable, haciendo alusión a aquellos conflictos sociales —predominantes en el Sur Global— que deben ser atendidos por la arquitectura a través de acciones elementales y de bajo costo. Este discurso global y local terminó otorgándole la connotación de extraordinario a aquello que estéticamente parecía atractivo como discurso anti-acumulación pero que en el fondo, es el reflejo de la abismante desigualdad que gobierna nuestros territorios, poniendo en valor incluso aquello precario, básico y exótico por lo inusitado de su capacidad para sobrevivir sorteando las adversidades de una sociedad altamente segregada. A pesar de las críticas atribuibles al modelo capitalista y su impacto en nuestras ciudades, hay que reconocer que ha generado las condiciones para que una gran masa haya superado lo exótico de la pobreza. Es decir, ha estimulado la creación de una amplia y comúnmente denominada clase media que goza de estándares aceptables y estables de calidad de vida.

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Esto como efecto del sostenido crecimiento económico y generación de riqueza que, sin embargo, conlleva una paradoja. Porque como señaló el mismo Adam Smith en su célebre obra The Wealth Of Nations de 1776, donde hay grandes patrimonios hay también una gran desigualdad. Esa nueva clase está condenada a observar aún desde lejos lo espectacular de la concentración de riqueza producto del mismo sistema. Es decir, estamos todos mejor que antes, pero cada vez más alejados y por consecuencia, segregados. El constante desarrollo económico y democrático en Chile ha reducido la pobreza de aproximadamente 40% a fines de la dictadura, a un 10% en la actualidad, según datos del World Bank. Situación que masifica ampliamente la presencia de grupos sociales de clase media, tan frecuentes y cotidianos que constituyen un paisaje común y corriente, poseedor de una dimensión sociocultural que no es lo suficientemente llamativa para los medios o los intelectuales, pero sí para el poder político y el mercado, producto de su amplia masa traducida en votos y capacidad de compra. Este grupo social es invisible aún para el circuito académico, ha estado permanentemente en segundo plano, eclipsado por lo atractivo tanto de la arquitectura singular símbolo de acumulación de riqueza como de aquella arquitectura de la escasez reflejo de la crítica anti-capitalista. Silenciosamente, ha creado sus propias lógicas y símbolos, fuera de los estándares académicos que suelen estar hipnotizados dentro de una ficción que reniega de lo ordinario, precisamente por ser ordinario, común y corriente. Un segmento de la arquitectura cotidiana, que dada su permanente presencia, invisibilizamos. Año tras año, aproximadamente el 80% de lo que se construye corresponde a vivienda 2, configurándose la ciudad desde la necesidad más básica: el habitar doméstico. Es por esto que lo común y corriente resulta tan relevante y trascendental en la comprensión del crecimiento y regeneración de nuestras ciudades. Lo común y corriente no ha sido de interés para la arquitectura. Personas y organizaciones que no cuentan con los recursos para grandes obras ni tampoco con la brutal estética de la pobreza y su altruismo asociado. Este segmento al que llamamos clase media, podría ser definido como aquel compuesto por personas con ingresos entre $400.000 y $1.000.000 mensuales, es decir, 60% de la población nacional, grupo que tradicionalmente ha estado despojado de la arquitectura reconocida y premiada, ya que básicamente ven satisfechas sus necesidades de habitación por la mano invisible del mercado, según la comparsa definida por el Estado a través de subsidios complementarios al esfuerzo y endeudamiento individual. ¿Cuál es la arquitectura común y corriente? ¿Quién la diseña para los “ni tan ricos ni tan pobres”? ¿Qué nivel de participación tienen los arquitectos y arquitectas en las necesidades de la gente común y corriente? Son preguntas que esta Bienal intenta responder y utilizar de sustento para indagar en aquella arquitectura que necesitamos para cubrir las demandas de una nueva demografía y geografía, la de un país en el borde del desarrollo, con necesidades

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más maduras en torno a la calidad de vida y desarrollo de las ciudades. Aparece entonces, a modo de crítica y producto del cansancio, un genuino interés por lo común y ordinario que ha estado oculto por los prejuicios académicos hegemónicos previamente descritos. A pesar de esto, no es la primera vez que se discute sobre lo ordinario, es más, en reiteradas ocasiones durante la segunda mitad del siglo xx han surgido miradas en torno a esta dimensión. Así lo retrata Enrique Walker en su último libro The Ordinary: Recordings, que compila una serie de conversaciones sostenidas con Rem Koolhaas, Denise Scott Brown y Yoshiharu Tsukamoto sobre el legado de sus libros sobre ciudades 3. Ahí se concluye que lo valioso está en los hallazgos para la arquitectura y su práctica, generados por la disposición y curiosidad de observar aquello despreciado por la disciplina, pero latente en la realidad de lo ordinario. Parece entonces una necesidad constante volver la mirada a aquello prevalente, que por su frecuencia desaparece ante los ojos de la arquitectura pero que, a fin de cuentas, nos plantea preguntas sobre nuestra relación con la cotidianeidad y las fuerzas de la sociedad. De esta manera, lo cotidiano pasa a ser lo característico y auténtico, interesante de analizar y revisitar. Se hace atractivo a pesar de ser una condición permanentemente presente, algo a lo que sólo hace falta otorgarle valor. Lo común y corriente también ha sido objeto de moda en nuestras sociedades como una condición que nos permite llevar los pies a tierra para entender el mundo en que vivimos. Esto aparece de manera recurrente en la literatura, el cine, las artes escénicas, la plástica y la arquitectura, entre otras manifestaciones. Una de las acciones iniciales en ese orden fue todo el trabajo del Pop Art, que toma la vida cotidiana y elementos del consumo masivo como bandera reivindicadora y a la vez crítica de la sociedad capitalista contemporánea. Expresiones que trascienden lo disciplinar y se transforman en discursos pop. Common People, de la banda británica Pulp, ilustra cómo este hecho incluso puede transformarse en himno de la valorización de lo común en ocasiones caricaturizado, haciendo referencia a la situación social de la clase media británica. Situaciones que también tienen un símil local: “Si eres artista y los indios no te entienden, si tu vanguardia aquí no se vende, si quieres ser occidental de segunda mano” [“Por qué no se van?”, Los Prisioneros], canción símbolo de crítica social ante una masiva apuesta de la escena local que vivía de los referentes europeos y norteamericanos. La cultura de lo popular, entendida como lo común, cotidiano y masivo, no como lo folklórico, es un cuerpo extraño en el ámbito de la arquitectura, ya que permanentemente se menosprecia cualquier expresión que no sea singular. Se ha valorado sólo como estrategia —o justificación— de exploración, entendiendo la ciudad anónima como campo fértil de nuevas realidades. Es el caso de los ejercicios planteados por Francesco Careri, citando la visita, la deambulación, la deriva y hasta el andar como práctica estética 4 de modo que, al igual que en las prácticas de las vanguardias del siglo xx, sea posible capturar aquello oculto en la cotidianeidad.

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La política de lo invisible, doméstico, ordinario, entrega una nueva lectura de la ciudad. Situaciones con lugares reversibles, reciclados, adaptados, promiscuos, condicionados virtualmente, donde tal como plantea Andrés Jaque con los urbanismos ordinarios, lo estructural está en las personas y el uso que dan al espacio, como un urbanismo performativo 5

sin pretensiones ni escasez de dignidad. “El conjunto” y “la agrupación” es lo que se

torna “el proyecto”, “el caso”, no sus partes como entidades heterogéneas y separadas. Un catálogo de piezas que interactúan gracias a la asociación por acumulación y vínculo, por dispositivos que van más allá de lo espacial. Contextos urbanos que se construyen paulatinamente con el pasar del tiempo, sin fecha de inicio o término. Lugares en permanente cambio y adaptación, como una construcción constante que, según la economía lo determine, será creciente o decreciente. Espacios como un elenco de personajes que conforman una escena en una obra que nunca acaba. Ésta, sin duda, es una configuración muy presente en el barrio Franklin, que se entiende y define como un barrio común, adaptado y reciclado, también informal y por sobre todo, en permanente cambio. Es un set de piezas que en conjunto crean una coreografía sin descanso, con movimientos drásticos entre semana, día y noche, conjunto de piezas frágiles al tiempo y uso, dependientes de los demás caracteres que conforman el sitio y las personas que activan cada una de sus piezas. Una multitud de infraestructuras adaptables temporales que conforman un sistema que logra articular uso con lo edilicio. Es el reflejo del divorcio entre planificación, proyecto y realidad. Ahí nace la idea de adaptarlo, generando los soportes que den pie a una muestra de arquitectura para celebrar lo común y corriente. El proyecto Victims, de John Hejduk 6, surge entonces como una apuesta a observar, que a través de un elenco de artefactos —cada uno con su propia personalidad— conforman un panorama que se iría completando en la medida que la ciudadanía lo decidiera. Es una puesta en escena natural y genuina, que ocurre sin planificación unilateral en el barrio, compuesta por una serie de adaptaciones informales, artefactos móviles y sobre todo, una ciudadanía activa en forma de comerciantes, clientes, residentes, gestores y visitantes que dan vida y personalidad a cada uno de estos rincones. Lo atractivo de aquella condición del barrio Franklin como territorio común y corriente puede ser, a la vez, su virtud y su condena. Esta ambición por ser común lo deja en una situación de riesgo y vulnerabilidad al estar en disputa por agentes que negocian volverlo un ejemplo de cultura local. Una contradicción que esta Bienal pretende entender para equilibrar las ambiciones de los distintos actores locales, comerciales, inmobiliarios, académicos y gubernamentales, quienes en su afán por valorar lo ordinario, pueden terminar por expulsar su esencia en favor de lo extraordinario.

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1 Chomsky, N. (2017). Requiem for the American dream: The 10 principles of concentration of wealth & power. Seven Stories Press. 2 Proporción estimada según datos del Instituto Nacional de Estadísticas sobre construcción en base a permisos de edificación. 3 El libro The Ordinary: Recordings (2018) contiene tres conversaciones con los autores de los libros Learning from Las Vegas: the forgotten symbolism of architectural form (1977), Delirious New York (1978) y Made in Tokyo (2001). 4 Ideas expuestas en Careri, F., Pla, M., Hammond, P., & Piccolo, S. (2002). Walkscapes: el andar como práctica estética. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 5 Conceptualización de una forma de entender la relación entre personas y el espacio en Disputing calculations in Architecture: Notes for a pragmatic reframing of parametricism and architecture (2015). 6 Este trabajo se compila en Hejduk, J. (1986). Victims: a work. Architectural Association.

Juan Pablo Urrutia Arquitecto (2009) y Magíster en Dirección y Administración de Proyectos Inmobiliarios

de la Universidad de Chile (2012). Master in Public Policy de London School of Economics (2014) y Master in Public Affairs del Institut d’études Politiques de París (2014). Director de la Fundación Grupo Arquitectura Caliente. Secretario General del Colegio de Arquitectos de Chile (2015–2017). Co-curador de la xix Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile. Académico y Jefe de carrera de arquitectura de la Universidad de Chile. Premio Arquitecto Joven (2018).

Beatriz Coeffé Arquitecta (2014) y Diploma en Diseño Editorial de la Universidad de Chile. Master in Arts

& Cultural Management de King’s College London (2018). Directora de la Fundación Grupo Arquitectura Caliente. Gestora de proyectos y desarrollo cultural del Colegio de Arquitectos (2016–2017). Docente y Coordinadora de Extensión y Difusión de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián.

Tomás Villalón Arquitecto Universidad de Chile (2007). Magíster en Arquitectura (c), Pontificia Universidad Católica de Chile. Premio Arquitecto Joven 2014. Fundador de la oficina Tomás Villalón Arquitectos, reconocida por su trabajo en tres campos: investigación, docencia y proyectos. Trabajó en el diseño y producción del pabellón chileno en la Bienal de Arquitectura en Venecia “Stadium”. Docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile. Joaquín González Arquitecto Universidad de Chile (2011). Diplomado en Fabricación Digital Pontificia Universidad Católica de Chile (2016). Especializado en gestión y creación de proyectos que buscan extender los límites de la arquitectura incorporando nuevas tecnologías y promiscuidad disciplinar, innovación tecnológica, ambiental y social. Co-curador de la xix Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile. Director de la Fundación Grupo Arquitectura Caliente, del cowork de industria creativa y FabLab Sinestesia, y de la oficina Uno a Mil. Vesna Obilinovic Arquitecta Universidad Técnico Federico Santa María (2003). Master en Programación Territorial Sostenible de la Università degli studi di Ferrara. Académica de pregrado y Directora de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Arturo Prat. Actual Secretaria de la Delegación Zonal del Colegio de Arquitectos de Tarapacá. Socia fundadora y coordinadora de activaciones territoriales en la plataforma Nomadesert ong. Directora general del Desierto Sonoro, festival experimental de ocupación del territorio desértico tarapaqueño.

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Créditos fotográficos

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Embajada de Brasil en Chile © Pablo Casals. Micro-Oasis Tambo Pintados © conor. Casa Oller Caracas © Pablo Hormazábal. Almacén Mesamavida © Felipe Castillo. ERC © Nicolás Saieh. Condominio Vive Palena © Nicolás Sánchez. Museo Regional de Aysén © Pablo Blanco. Reciclaje 3 Casonas Patrimoniales © Ignacio Almonacid. Restauración Patrimonial Viviendas Malloa y Guacarhue © Surtierra Arquitectura.

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Banca Infinita © Patricio Zeiss.

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Centro Cultural de Lampa © Marcelo Cáceres.

Edificio Pedro Montt © Pablo Casals. Estacion inferior Ascensor Concepcion © Aryeh Kornfeld.

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Una bienal nada común y corriente

Humberto Eliash Presidente del Colegio de Arquitectos de Chile

La Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile cumple 42 años de desarrollo ininterrumpido, lo que la convierte en una de las bienales más antiguas y prestigiosas del mundo. Esta nueva edición, la número xxi, se devela como una Feria Libre de Arquitectura bajo el lema “lo común y lo corriente”, y si bien representa una continuidad con su historia, también marca una ruptura respecto a las anteriores versiones. La Bienal de Arquitectura y Urbanismo nació en 1977 en Santiago de Chile, como un evento gremial del Colegio de Arquitectos que busca debatir sobre la evolución de nuestras ciudades y mostrar los avances de la arquitectura producida cada dos años. Con el paso del tiempo, se fue transformando en un evento cultural de gran magnitud, que trasciende al Colegio de Arquitectos y la propia disciplina de la arquitectura, alcanzando un gran impacto nacional e internacional. Las instituciones del Estado y del sector privado se han ido integrando a su organización, utilizando la gran cobertura mediática que posee para posicionar sus puntos de vista y debatir en un foro abierto. Las arquitectas y arquitectos más destacados del país han jugado roles de importancia, ya sea en calidad de organizadores, expositores o conferencistas. Entre ellos, Cristián Fernández Cox, Eduardo San Martín, Jorge Iglesis, Cristián Undurraga, Fernando Castillo o Juan Sabbagh. Entre los arquitectos y arquitectas que han sido

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invitados, destacan Zaha Hadid, Rafael Moneo, Álvaro Siza, Norman Foster, Carmen Pinós, Rogelio Salmona, Clorindo Testa, Smiljan Radic, Edward Rojas, Borja Huidobro y Alejandro Aravena, entre otros. Uno de los principales desafíos de las últimas ediciones de la Bienal ha sido acercar la arquitectura a las personas, convirtiéndose en un espacio de encuentro real y efectivo con la ciudadanía. Se ha buscado dejar de lado el lenguaje académico y distante para acercarse a la gente común, de modo que la arquitectura se sienta parte de la cultura, donde las personas son actores relevantes en la construcción de un relato colectivo. La propuesta curatorial del equipo ganador del concurso convocado por el Colegio de Arquitectos, se refiere al concepto de la arquitectura “común y corriente” como aquella que busca entregar soluciones para la gente de a pie. Lo anterior toma especial relevancia considerando que, en las últimas décadas, se ha puesto en valor la arquitectura de obras singulares que dejan fuera de la discusión disciplinar los deseos y necesidades de las personas que componen la gran masa de nuestras ciudades y territorio. El concepto de Feria Libre de Arquitectura, “lo común y lo corriente”, alude a la conexión con las necesidades comunes a través de una feria que permita llevar la arquitectura a la ciudadanía y traer lo cotidiano a la arquitectura. Esto se entiende como lo doméstico, lo usual, lo familiar, los juicios y las aspiraciones z set comunicacional de la Bienal— refleje fielmente lo que queremos transmitir: un mensaje de cercanía entre la arquitectura y la gente. Y también lo que intenta reflejar el Colegio de Arquitectos de Chile: la continuidad histórica con la misión fundacional de nuestro gremio y a su vez, una señal de que queremos mayor protagonismo en la escena nacional e internacional de nuestra profesión, lo que no es sencillo, ni fácil, ni menos común o corriente.

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Difundiendo la dimensión cultural de la arquitectura y resguardando nuestro patrimonio cultural

Consuelo Valdés Ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio

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Un espacio privilegiado para la difusión de la arquitectura y el urbanismo nacional. Así concebimos la Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile, donde la expresión creativa da cuenta de la cultura e identidad propias de nuestro territorio, reforzando su rol en la construcción del patrimonio. Es una exposición que invita a valorar la arquitectura y la ciudad como acervo cultural de nuestro país.

Organizada por el Colegio de Arquitectos de Chile, esta xxi Bienal se inaugura bajo el

lema “Feria Libre de Arquitectura”. Emplazada en el barrio Matadero–Franklin, en la comuna de Santiago, y desplegada en las ciudades de Iquique, La Serena y Puerto Montt, busca rescatar “lo común y corriente” de la producción arquitectónica y su impacto en la vida de las personas. Su desafío, en esta oportunidad, es apostar por darle tribuna a los espacios compartidos y a otras arquitecturas igualmente importantes y reveladoras, que no siempre han tenido la debida atención y visibilidad.

De modo que no ha de sorprender que el Ministerio de las Culturas, las Artes y el

Patrimonio sea el principal colaborador de este encuentro, a través de la Línea de Fomento de la Arquitectura, fondart Nacional —convocatoria 2019—, e indirectamente, a través de las iniciativas que realizamos en conjunto con la Corporación de Desarrollo de Santiago. Precisamente, uno de los objetivos del Ministerio es resaltar la arquitectura como una expresión de las culturas y las artes. Para ello, junto con la implementación de la nueva institucionalidad, se han impulsado políticas para promover y contribuir al desarrollo de la creación artística y cultural, fomentando la creación, producción, mediación, circulación, distribución y difusión de la arquitectura, así como la promoción del resguardo y valorización del patrimonio material que se levanta en edificios o espacios públicos patrimoniales, zonas de interés cultural y en los denominados paisajes naturales.

En los últimos años ha habido avances significativos. Entre ellos, se puso en práctica un

proceso participativo en torno a la definición de la Política de Fomento de la Arquitectura 2017–2022, instancia que se encuentra en proceso de implementación y que sintetiza las estrategias y lineamientos que impulsa el Ministerio para el desarrollo de la institucionalidad, fomento, valoración e internacionalización de la arquitectura. Además, enviamos recientemente al Congreso un proyecto para una nueva Ley de Patrimonio Cultural. Éste busca actualizar una legislación que ha quedado obsoleta con el paso del tiempo y que tendrá una importancia significativa en el resguardo, puesta en valor y salvaguarda del patrimonio. Sin duda, este trabajo marcará un hito en la valoración y cuidado de nuestro patrimonio arquitectónico.

En este escenario, la Bienal constituye un valioso aliado para nuestra agenda de trabajo.

Felicitamos a sus organizadores, agradecemos su colaboración permanente y los instamos a continuar trabajando por el gran desafío de relevar y difundir el patrimonio de Chile.

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De lo macro a lo micro y vice-versa

Alfredo Moreno Ministro de Obras Públicas

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En esta Feria Libre de Arquitectura —que aborda el desarrollo de la disciplina desde la perspectiva de “lo común y lo corriente”— el Ministerio de Obras Públicas tiene mucho que aportar y recibir. Estamos entusiasmados por tener la posibilidad de participar en las actividades, exponer nuestras iniciativas y recoger las opiniones de todos.

Al concentrar la mirada en lo que influye en la vida cotidiana de la comunidad, surge

como temática ineludible la configuración del espacio público. Es un asunto vigente desde la antigüedad, respecto al bienestar común que genera la existencia de sitios apropiados para la circulación, el encuentro y el intercambio. Ciertamente, es una temática compleja porque está en constante cambio —al igual que la sociedad y sus necesidades—, pero es evidente que desde el Gobierno tenemos gran influencia en su conformación. Por eso, nos sentimos totalmente involucrados en las visiones y debates que surgirán de esta Bienal.

En nuestros 132 años de existencia como Ministerio, hemos sido responsables de una

proporción relevante del espacio público del país. No sólo con las grandes inversiones concesionadas, como carreteras o aeropuertos, sino también mediante un sinnúmero de proyectos a escala local que tienen una notable influencia en la calidad de vida de muchas y muchos compatriotas. Edificaciones de uso público como escuelas, estadios, hospitales y cuarteles policiales; y obras de infraestructura básica como embalses, sistemas de agua potable rural, caletas pesqueras y bordes costeros, son ejemplos de la influencia del MOP en “lo común y lo corriente”. Construcciones que, con su presencia cotidiana, ayudan a crear identidad tanto a nivel urbano como rural.

La generación de esta infraestructura es vital para cumplir con la aspiración de mejorar

la calidad de vida de la población y convertir a Chile en un país desarrollado. El Presidente Sebastián Piñera nos ha exigido dar máxima prioridad a la inversión y a la ejecución de obras públicas, para que se realicen de manera pronta y eficiente.

A este mandato es necesario sumar no sólo la opinión de expertos para generar planes

de largo plazo en la conformación del espacio público, sino además rescatar los intereses, visiones y costumbres de las dieciocho millones de personas que conviven a diario con nuestras obras. Nuestra labor se debe a ellas y ellos.

En este encuentro, nos interesa ser retroalimentados con los aportes de todos y todas

quienes piensan en grande el futuro de la infraestructura en nuestro país.

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La felicidad común y corriente

Cristián Monckeberg Ministro de Vivienda y Urbanismo

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Hace casi un año conocí a Jenny, una mujer de la comuna de Peñalolén en la Región Metropolitana. Estábamos en la ceremonia de primera piedra de un proyecto habitacional de gran impacto —El Sauzal—, uno de nuestros proyectos a los que llamamos “Planes Urbanos Habitacionales”. Ese día, Jenny me dijo algo que hasta entonces no me había hecho tanto sentido: “Ahora, cuando tenga mi casa acá, en este proyecto, voy a poder vivir en la comuna a la que pertenezco y además, voy a tener todo cerca, incluso la pega”.

Su rostro era de total felicidad.

Desde entonces no he dejado de transmitirle a nuestros equipos ministeriales que

debemos incorporar la felicidad como un objetivo principal en nuestras políticas, en un Ministerio que desde su creación ha producido precisamente eso, y en el que no hemos sido realmente conscientes de aquello.

Cuando el Presidente Sebastián Piñera me designó frente al Ministerio de Vivienda y

Urbanismo, me remarcó una frase que hasta el día de hoy me acompaña: “entregue hogares y no carpetas, entregue felicidad”. Ese fue el punto de partida.

“Lo común y lo corriente” es el título que lleva esta edición de la Bienal de Arquitectura, en

la que me complace participar como Ministro de Vivienda y Urbanismo. Nos encontramos en un período emocionante pues hoy, hablar de lo común y lo corriente es hablar de la ciudad, de sus barrios y sus rincones. La ciudad en la que queremos vivir… En la que Jenny quiere vivir. Este es el sustento del cambio que discutimos en el Congreso, cuando proponemos que nuestro Ministerio se transforme en el futuro Ministerio de Ciudad, Vivienda y Territorio. ¿Por qué? Porque hay una ciudadanía empoderada y más consciente de su entorno, y porque queremos derribar los muros de la reconocida pero poco abordada segregación social y urbana de nuestro país.

En eso consiste la integración social que promovemos en todas nuestras líneas de

acción ministeriales: en los proyectos para las familias más desposeídas, en los barrios, en la recuperación de espacios donde ha habido delincuencia y narcotráfico, cada vez que arreglamos o construimos una vereda o cuando diseñamos un nuevo parque. Hemos hablado de unir la ciudad. Sí, porque la manera en que nuestras ciudades fueron creciendo fue desproporcionada e irracional, y las personas quedaron esparcidas como las piezas de un rompecabezas.

Nuestro legado consistirá en devolverle a esas familias la felicidad a través de lo que

debiera ser “lo corriente”: que vivan cerca de sus trabajos, sus colegios, sus servicios, sus amigos y familiares y, principalmente, en la ciudad en que quieren vivir. Pero también, desde “lo común”, porque la ciudad es la casa que reúne a todas y todos bajo un mismo cielo, con la dignidad que merecen y mayor calidad de vida.

Esperamos puedan disfrutar de esta muestra que es motivo de orgullo para nuestro país.

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¿Qué es “lo común y lo corriente”?

Javier Contreras Vice-Presidente de Asuntos Internos Colegio de Arquitectos de Chile

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Es una pregunta que surge de inmediato al abstraerse de lo que, comúnmente, las publicaciones de arquitectura quieren mostrar: edificaciones, urbanizaciones o proyectos cuyo valor está determinado en gran parte por el valor del suelo y lujos materiales internalizados. Una realidad que pueden vivir sólo algunos connacionales.

En realidad, “lo común y lo corriente” tiene referencia a lo que es propio de todos y

todas, lo que sucede cada día. Sea esto una acción, un lugar, un modo de asentarse o de vivir el momento. Es algo en lo que todos tienen participación directa o indirecta, construyendo patrones culturales comunes y públicos, los cuales van perdurando en el tiempo.

Los distintos comités, conformados bajo el alero del Colegio de Arquitectos de Chile,

trabajan por lograr este tipo de esquemas en cada uno de sus trabajos. Una iniciativa que busca emparejar la cancha desde los distintos enfoques y temas que se abordan. Por ejemplo, la accesibilidad universal o la sostenibilidad del planeta, son nuevas referencias para considerar el correcto desarrollo de los y las habitantes en los diversos asentamientos urbanos del país. Temas que hace un par de décadas no se planteaban en el día a día, pero que hoy es necesario asumir, internalizar y construir.

Para esta Bienal, los organismos asesores buscarán aportar al debate público en torno

a cada uno de sus temas. El desarrollo de seminarios, conversatorios y declaraciones, además de muestras físicas, serán la tónica general de lo que veremos durante la realización del evento.

Los comités comprometidos son: “Acción Gremial”, “Arquitectos Jóvenes”, “Arquitectura

del Paisaje”, “Derechos Humanos y Ciudadanos”, “Desarrollo Urbano”, “Gestión Inmobiliaria”, “Hábitat y Vivienda”, “Leyes y Ordenanzas”, “Patrimonio Arquitectónico y Ambiental”, “Sustentabilidad y Energía”, “Tecnología”, “Arquitectura Deportiva”, “Revisores Independientes” y “Accesibilidad Universal”. Todos ellos tienen como premisa el compromiso tanto para los colegiados como para la ciudadana y el ciudadano “no-arquitecto”, personas que buscan el bienestar en su habitar, sea este un lugar de estudios o trabajo, su casa o la calle, el bus o el parque. Ciudadanas y ciudadanos comunes y corrientes.

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BARRIO FRANKLIN


Barrio Huemul Matadero Franklin Persa Víctor Manuel


Franklin

Arturo Prat

(BH)

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Teatro Huemul Bío Bío

(PH) Plaza Huemul

(G G M

San Diego

Los Algarrobos

ox Nataniel C

(PCM) Plaza Claudio Matte

Placer

Placer

Estación Franklin

(bh)

Barrio Huemul Despliegue Feria Libre de Arquitectura

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(Th) Teatro Huemul (Ph) Plaza Huemul (PCM) Plaza Claudio Matte


Franklin San Francisco

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Bío Bío

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Galpón Matadero

Persa Víctor Manuel

Galería La Curtiembre

(G5) Galpón 5 (GC) (PC) Galería y plaza

(PT)

San Isidro

GM) Galpón Matadero

(CVM) Calle Víctor Manuel

Víctor Manuel

Santa Rosa

Matadero Franklin

Plaza de los Toros

Estación Bío Bío

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(GM) Galpón Matadero

(GC) Galería La Curtiembre

Matadero Franklin

(PT) Plaza de los Toros

Persa Víctor Manuel

(PC) Plaza Curtiembre (CVM) Calle Víctor Manuel (G5) Galpón 5

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El Barrio Matadero-Franklin y el vínculo con la comunidad

Por Paz Concha y Diego Montoya

En Santiago, así como en otras ciudades del mundo, las actividades comerciales suelen aglomerarse en malls, galerías, áreas centrales o distritos de negocios. Además de los modernos y grandes centros comerciales, nuestra capital se caracteriza por la aglomeración de actividades comerciales de ciertos rubros en barrios o sectores más o menos definidos, tradicionales y populares, como La Vega Central, el Barrio Meiggs o Patronato, entre otros. Barrios como estos son importantes para la vida en la ciudad, pues le entregan dinamismo, son importantes fuentes de empleo formal e informal, y abastecen y mejoran la calidad de vida de las zonas residenciales aledañas o más próximas. Estos no son sólo importantes por sus actividades económicas, sino también por jugar un rol como nodos de socialización, integración y encuentro para las personas. La actividad económica de tiendas y mercados formales, así como la actividad informal, son elementos primordiales en las ciudades del Sur Global, que usualmente mezclan zonas de comercio establecido con vendedores ambulantes u ocasionales, lo que junto a la gran cantidad de transeúntes o residentes genera una rica atmósfera social en estos espacios. Todos los elementos mencionados se observan en el Barrio Matadero-Franklin, en la comuna de Santiago. Este sector comenzó a poblarse en 1847, cuando la ciudad tenía poco menos de 100.000 habitantes. Hasta ese momento, la zona era conocida como el borde sur de la ciudad, donde ésta llegaba a su fin y comenzaba la ruralidad. A fines del siglo xix y comienzos del siglo xx, el barrio se consolidó como un área de vivienda y se integró a la zona urbana. La migración campo-ciudad atrajo a trabajadores en busca de empleo y residencia en la periferia, formando asentamientos informales [callampas] a lo largo del Zanjón de la Aguada y ocupando otras formas de vivienda precaria en conventillos o cités, algunos de los cuales aún perduran y albergan población en el barrio. La zona residencial conocida como Barrio Huemul o Población Huemul, inauguró su primera etapa de casas en 1911. Junto a otras dos etapas subsiguientes de departamentos, entregaba vivienda digna y de altos estándares para la época a la clase obrera, junto con áreas verdes y servicios como la “caja de ahorros”, la “gota de leche”, hospital de niños, parroquia, escuelas, biblioteca y el Teatro Huemul. El Matadero Modelo abrió en 1914 y marcó un hito en la historia del barrio y la ciudad. La estación de trenes de San Diego traía el ganado desde las zonas rurales y la actividad

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en torno a la carne, el cuero y derivados, generó cientos de empleos para residentes de zonas cercanas hasta 1972 —en esa fecha, la matanza de animales se movió más al sur, a Lo Valledor—. Asimismo, la línea férrea constituyó un importante elemento que conectaba el barrio con el denominado “cinturón de hierro”, otras zonas interiores y las industrias de la periferia. Inmigrantes vascos, italianos, sirios, palestinos, judíos y rusos, desarrollaron la industria local de calzado, muebles, textiles y vidrio, entre otros productos. La actividad industrial en esta zona impulsó aún más al sector, especialmente al de Franklin, hasta el comienzo de la dictadura, y el posterior quiebre y cierre de muchas de estas faenas. A principios de los ‘80, comenzó la reconversión y cambio a actividades de venta de productos en lo que conocemos como Persa Bío-Bío. El Persa —o más bien, una serie de persas o establecimientos comerciales diversos— es hoy día el área comercial más grande y densa del país, con aproximadamente 582 comercios formales en un área de 26.331 m2 que, junto al comercio ambulante, suman casi 2.000 comercios en total. Los persas más antiguos se ubican en los galpones de las industrias que colapsaron con la crisis económica, como el Persa Víctor Manuel, ubicado en la ex curtiembre y fábrica de zapatos Ayçaguer y Duhalde. Los más nuevos son construcciones ad-hoc para disponer de locales comerciales y patios de comida. Asimismo, el Mercado Matadero-Franklin continúa reuniendo cientos de carnicerías, verdulerías, venta de abarrotes y cocinerías, siendo el corazón del barrio y abasteciendo especialmente a la población del sur de Santiago. Así, el Barrio Matadero-Franklin se configura en la actualidad con un área residencial y otra de comercio, servicios y empleo. Cuenta con dos estaciones de metro y corredores especiales para buses en las avenidas principales y además, posee un gran parque público de reciente inauguración: el Parque Inundable Intercomunal Víctor Jara. El Barrio mantiene el dinamismo de la vida cotidiana de antaño, mezclando lo residencial y lo comercial. A su vez, se impregna de nuevos elementos como la creciente densidad, con la edificación en altura, los nuevos comercios con restaurantes latinoamericanos, étnicos y gourmet, el arte urbano y las actividades culturales. Todo esto ha generado una renovada y creciente atención de lo medios de comunicación por el barrio, y un potencial de desarrollo inmobiliario. En el pulso del día a día, la semana se caracteriza por la tranquilidad y el predominio del comercio formal. Los fines de semana, las principales calles y avenidas se transforman con la inmensa masa de visitantes que transitan con carros y bolsas por las calles y veredas. Familias completas salen de paseo y compras. El Matadero los acoge, los persas abren sus puertas, los ambulantes instalan sus carros y paños, el olor de la comida de la calle impregna las esquinas más populares y así, lo común y corriente del lugar, le sigue dando esa identidad extraordinaria en constante creación.

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¿Cómo montar una Bienal en el Barrio Matadero-Franklin? Hasta ahora no existe un precedente que abarcara más que un edificio para desplegarse territorialmente en un barrio. Sin lugar a duda, la respuesta es compleja, porque se enfoca en un público general ajeno a los círculos de conversación arquitectónica, e involucra la percepción de vecinos, locatarios y visitantes acerca de lo que el barrio significa colectivamente para ellos. Es así como la xxi Bienal de Arquitectura y Urbanismo ha realizado una serie de actividades en el barrio, que han tenido como objetivo medir la valoración social del área que la Bienal intervendrá y vincularse con los residentes, locatarios y el público. Entre marzo y mayo de 2019, se realizaron consultas lúdicas, en las que se invitaba al público a responder sobre un soporte diseñado para que se completara cuando las respuestas se fueran superponiendo unas con otras. De ese modo, la visualización de las tendencias se haría evidente. En la primera parte de la consulta, las preguntas buscaban que las personas fueran capaces de identificar el barrio, sus dimensiones y su centralidad, además de consensuar un nombre común. Luego, se pedí conceptualizarlo en una sola palabra e identificar dos zonas en él: la que le producía más felicidad y la que le producía mayor tristeza. De este modo, en solo un minuto se pudo identificar, acotar y valorar el área estudiada, mientras que en paralelo se pudo extraer información sobre la procedencia e intereses del sujeto consultado. En la segunda parte de la actividad, denominada “¿Qué es para ti lo común y lo corriente?”, se les preguntó a los participantes acerca de las actividades y los lugares que consideraban comunes y corrientes, y se les pidió realizar una evaluación positiva, neutra o negativa de cada una de ellas. Se hicieron tres de estas consultas en total: en el Persa Víctor Manuel, en el Mercado Matadero Franklin y en el Teatro Huemul, considerando que las principales actividades de la Bienal se desarrollarían en estos tres puntos. Cada consulta se realizó en una jornada de día sábado desde las 11:00 hasta las 14:00 horas. Se calcula que en total participaron 600 personas. La información obtenida de las consultas ha sido utilizada para realizar una muestra pública del análisis durante la Bienal, así como también para reportar al equipo de organización y contribuir al modelamiento de la estrategia de inserción de los eventos en el barrio, identificando zonas atractivas y zonas deprimidas donde poder desplegar intervenciones, montajes, y actividades, además de temas de interés del público general que asiste a las charlas y conferencias. Más allá de lo interesante de la información obtenida, estas consultas sirvieron para conocer la respuesta del público ante el primer estímulo de la Bienal y afortunadamente, tuvieron una acogida maravillosa. Durante cada jornada fuimos creando una red con vecinos, locatarios y visitantes parroquianos, los que vibran con este barrio tan peculiar, y su patrimonio intangible y popular. Desde el primer momento fuimos capaces de entusiasmar a los futuros

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visitantes, involucrándolos con la organización del evento y sobre todo, aprendimos a valorar este tesoro urbano a través de los ojos y la voz de quienes lo mantienen vivo. Un evento que trata sobre lo “común y corriente”, alejado de discursos elitistas y con una perspectiva sin pretensiones, que impulsa al gremio a retomar un enfoque humano y ciudadano para construir mejores ciudades para las personas.

Primera consulta pública Barrio Franklin, 2019. Fotografías: Francisca González.

Paz Concha Antropóloga Social Universidad de Chile (2009), MSc in Culture and Society, London School of Economics and Political Science, lse (2013), PhD in Sociology lse (2017). Profesora adjunta del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales uc e investigadora postdoctoral del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (coes). Diego Montoya Arquitecto Universidad de Chile (2016), diplomado en Modelamiento y Coordinación de

Proyectos bim (uch 2019). Arquitecto de Ciudad Emergente (laboratorio de tácticas y herramientas para el urbanismo ciudadano). Coordinador del Levantamiento Territorial y Comunitario de la xxi Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile.

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La voz del barrio Por Diego Montoya

Entrevistamos a locatarios y locatarias sobre lo que ellos consideran que es “lo común y corriente”, la arquitectura y la Bienal. Éstas son algunas de las respuestas:

Barrio Huemul, 14 de junio de 2019.

Carla Hernández Vecina y dirigente del Barrio Huemul

—¿Para qué sirven los arquitectos y arquitectas? Entiendo que la labor de los arquitectos es estudiar y diseñar espacios tratando de hacerlos habitables para los fines que fueron pensados. —¿Qué tan común es recibir servicios de arquitectura? ¿Cuántas personas conoces que hayan contratado a un arquitecto o arquitecta? Creo que no es para nada común trabajar con arquitectos. Conozco a un par de personas que están construyendo sus cabañas de verano o con proyectos de ampliación de casa, que buscaron a arquitectos. Por mi parte, tuve la suerte de compartir varias veces con Miguel Lawner, un profesional y persona increíble, reconocido por su labor en arquitectura social, en el rescate y resguardo del

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patrimonio y la protección de los derechos humanos. Con él pude conversar mucho sobre la memoria histórica y la resignificación de los espacios. —Para ti, ¿qué es la arquitectura? Para mí, la arquitectura es la capacidad de crear y diseñar espacios considerando la usabilidad, la habitabilidad, la estética y la perdurabilidad. —¿Qué te gustaría o esperas recibir de parte de un arquitecto o arquitecta? Lo que espero de cualquier profesional: soluciones para el buen vivir de toda la sociedad. —¿Qué esperas de la Bienal de Arquitectura en octubre? Creo que sería muy interesante bajar de la academia algunos temas que, en definitiva, afectan a las personas directamente. Por ejemplo, cómo se piensan y se construyen los espacios públicos, quién o quiénes y bajo qué normativas se realiza la planificación urbana en Chile, o cómo la especulación inmobiliaria afecta a los barrios.

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Teatro Huemul, 25 de mayo de 2019.

Vicente Maffioletti Dirigente vecinal del barrio Huemul —Para ti, ¿qué es la arquitectura? Para mí, la arquitectura es la disciplina que proyecta la forma de habitar un espacio determinado, a partir de factores como el espacio geográfico [clima, terreno, cultura, etc.] y la disponibilidad de espacio, recursos y tecnologías. A partir de estos factores, el diseño debiera dar cuenta del período histórico en que se construye y el uso que tendrá el lugar, donde se contempla la sustentabilidad del proyecto en el tiempo. —¿Para qué sirven los arquitectos y arquitectas? Son los encargados de proyectar según los lineamientos de la arquitectura, y deberían estar al servicio del proyecto y sus usuarios, porque son los técnicos que pueden ver factores que otros no tienen el dominio de ver. —¿Qué tan común y corriente es recibir servicios de arquitectura? ¿Cuántas personas conoces que hayan contratado a un arquitecto o arquitecta? No podría decir qué tan común es recibir servicios de arquitectura. En mi experiencia la arquitectura tiene una connotación más elitista, ya que sólo personas con gran estabilidad económica pueden contratar esos servicios. Sin embargo, en el último tiempo he podido conocer el trabajo de los arquitectos en el sistema público, que pese a su labor “social”, sigo considerando un

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servicio poco cercano y poco visible, donde el arquitecto se ve como un experto frente a la ciudadanía. El proceso del Programa Quiero Mi Barrio en Huemul ha sido la única [pero significativa] instancia donde he podido trabajar con una arquitecta, donde su gestión dio cuenta de los procesos públicos que conlleva realizar una obra urbana, como también el proceso del diseño participativo, el cual permite un trabajo colaborativo entre el ciudadano y el arquitecto. —¿Qué te gustaría o esperas recibir de un arquitecto o arquitecta algún día? n día? Espero un servicio que complemente mi visión con aspectos técnicos, que y tenga la capacidad de trabajar estos aspectos sin perder la esencia de la idea principal. —¿Qué esperas de la Bienal de Arquitectura en octubre? Espero que la aventura que decidieron tomar de enfocarse en lo común y lo corriente dé frutos en el empoderamiento de la ciudadanía con respecto al diseño de su entorno, y que los arquitectos y arquitectas confíen en la ciudadanía como un compañero en el proceso de diseño. Además, espero que la Bienal no sólo venga a posarse sobre un barrio, sino que se empape de Franklin y entienda la complejidad de abordar a un barrio como éste por sobre un edificio puntual. Y lo más importante, que la Bienal no sólo sea para arquitectos, sino una oportunidad para que distintas disciplinas converjan sobre un mismo tema. Así el discurso o la reflexión se vuelve interesante, a partir de las distintas miradas.


Persa Víctor Manuel, 13 de abril de 2019.

Felipe Zavala “Chacolí” Locatario del Persa Víctor Manuel, ilustrador de gráfica popular.

—¿Qué tan común y corriente es recibir servicios de arquitectura? ¿Cuántas personas conoces que hayan contratado a un arquitecto o arquitecta? Servicios de arquitectura… ¡Uf! Nada. Ni siquiera de forma indirecta. Pero sí lo veo palpable en la parte patrimonial e histórica.

—Para ti, ¿qué es la arquitectura? La arquitectura es la base fundamental de la construcción de una sociedad. Son los espacios donde interactuamos todos, el escenario de lo que es la vida en sociedad. A parte de convivir, el diseño puede estar integrado al entorno y marcar lo que es una sociedad en sí como tal.

—¿Qué te gustaría o esperas recibir de un arquitecto o arquitecta algún día? Yo, personalmente, siempre pienso que el arquitecto, como el diseñador o el escultor, o cualquier persona con espíritu creador, no solo da para beneficio del ego, sino como una entrega que va más allá. Para mí el arquitecto va creando espacios sociales, donde resguarda la calidad de vida de las personas, y la sociedad en general.

—¿Para qué sirven los arquitectos y arquitectas? Para generar espacios en la ciudad donde nosotros podamos no solamente vivir en casas, sino también tener una armonía respecto a los espacios comunitarios. Ellos crean los espacios donde nosotros podemos vivir y convivir, y generar nuestra sociedad como tal.

—¿Qué esperas de la Bienal de Arquitectura en octubre? Que ojalá los arquitectos puedan converger a lo que es el entorno del diseño, no sólo de la arquitectura, sino el diseño de los espacios, el diseño visual, sonoro. Ojalá que la Bienal invite a que todo pueda estar unido en una sola expresión, por así decirlo, el conjunto cultural de una sociedad.

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Barrio Huemul, 2019. Fotografía: Bruno Giliberto.


Mercado Matadero Franklin, 2019. Fotografía: Bruno Giliberto. XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile

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Avenida Santa Rosa, 2019. Fotografía: Bruno Giliberto.


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Mercado Matadero Franklin, 2019. Fotografía: Bruno Giliberto.


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Galpón Matadero, 2019. Fotografía: Bruno Giliberto.


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DESPLIeGUE TERRITORIAL 54


Iquique La Serena Puerto Montt

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Activaciones territoriales Por Vesna Obilinovic

La xxi Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile, “Feria Libre de Arquitectura”, se realizará este año en la ciudad de Santiago desplegándose específicamente en Barrio Franklin con acciones de carácter colectivo en el espacio público. Estos despliegues se realizarán también en otros barrios de otras ciudades del país: Iquique-Alto Hospicio, La Serena-Coquimbo y Puerto Montt-Puerto Varas, conformando una red de acciones que activará, a través de dispositivos móviles, conferencias y actividades ciudadanas, al territorio nacional. De esta manera, se busca incentivar el diálogo entre personas de realidades locales diversas, remirando los espacios cotidianos para detonar una reflexión sobre lo común y lo corriente. El objetivo de estas activaciones territoriales es acercar la arquitectura a la gente, exponiendo un relato que atiende a las necesidades de los sectores medios de la población. Una población que se distribuye asimétricamente en el país, dejando en evidencia centralidades urbanas que no se condicen con las necesidades locales. Por ello, la estrategia de inserción territorial se aborda desde la feria, ya que ésta reúne e identifica a un amplio grupo de la población. A su vez, serán los contextos territoriales donde se ubique lo ferial, lo que permita identificar lo cultural y propio del lugar, obteniendo una lectura concreta desde lo local a lo global. Esta inserción se materializa a través de la activación de espacios públicos con muestras de arquitectura nacional en carros de gran escala, y muestras de arquitectura local. Ambas con proyectos que intentan solucionar o reflexionar acerca de las necesidades de la mayoría, y que presentarán el correlato para la comprensión de una arquitectura definida por diversos climas y paisajes culturales. A su vez, se realizarán visitas de arquitectos internacionales y nacionales, quienes participarán en conferencias y actividades para la comunidad. Criterios del despliegue territorial y equipo participante

Los criterios de selección de las ciudades de despliegue se definieron por la presencia de universidades y delegaciones zonales del Colegio de Arquitectos, quienes participativamente tomaron la decisión de realizar estas acciones territoriales en tres conurbaciones del país. Dos de ellas cuentan con características poblacionales similares y bordean el 4,5% de los habitantes a nivel nacional: La Serena-Coquimbo y Puerto Montt-Puerto Varas, localizadas al norte y al sur de Santiago, respectivamente. La tercera conurbación, Iquique-Alto Hospicio, en el extremo norte del país, representa casi un 2% de la población nacional en un territorio

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desértico, fronterizo, con características culturales y cargas históricas muy diferentes a otras realidades nacionales. En el extremo norte, las Acciones Territoriales se realizarán en espacios públicos vinculados a la Feria Itinerante de Iquique. Ahí se desplegarán las muestras y actividades dirigidas desde y hacia la comunidad. Esta activación se realizará durante los primeros diez días de octubre, para continuar por los siguientes diez días en la Región de Coquimbo. En La Serena-Coquimbo, los lugares escogidos para ser intervenidos corresponden a espacios públicos e infraestructura de tipo cultural, que son de carácter emblemático en la ciudad y que reúnen a niños y adultos. En ellos se expondrán las muestras, junto con dar lugar a instancias de conversación tanto para instituciones, el gremio y el público en general. En el caso del sur, en cambio, el despliegue se desarrollará durante todo el mes de octubre y el foco estará puesto en la relación con comunidades y barrios asociados a espacios educacionales, culturales y vecinales, articulando con distintos actores sociales e iniciativas locales, centrando la conversación en el fuerte crecimiento económico y de expansión de esta ciudad. El equipo a cargo de llevar a cabo este trabajo en cada ciudad participante está coordinado por un gestor local y por directivos y/o colaboradores de las Delegaciones Zonales para generar el apoyo activo y efectivo en la ejecución de las acciones a realizar en terreno. Camila Valencia Coordinación General Territorial Delegación Zonal Tarapacá

Delegación Zonal Coquimbo

Delegación Zonal Llanquihue

Francisco Martínez

Luis Viada

Javier Vargas

Vicepresidente

Presidente

Presidente Delegación Zonal

Ademir Meléndez, Rodolfo

Salvador Gutiérrez, Paz

Sebastián Bruna, Tamara Ramsi,

Rojas y Alberto Prado

Walker y Freddy Sepúlveda

Pía Zerán y Sergio Araneda

Colaboradores

Colaboradores

Colaboradores

Sebastián Carvajal

Camila Valencia

Francisca Gutiérrez

Gestor local

Gestora local

Gestora local

Vesna Obilinovic Arquitecta Universidad Técnico Federico Santa María (2003). Master en Programación Territorial Sostenible de la Università degli studi di Ferrara. Académica y Directora de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Arturo Prat. Secretaria de la Delegación Zonal del Colegio de Arquitectos de Tarapacá. Socia fundadora y coordinadora de activaciones territoriales en la plataforma ong Nomadesert. Directora general del Desierto Sonoro, festival experimental de ocupación del territorio desértico tarapaqueño. Co-curadora de la xxi Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile.

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Ciudades

Ciudades

Iquique

La Feria Libre de Arquitectura contempla acciones en varias ciudades del país, incluyendo Santiago, donde se realizará la muestra principal. Para quienes quieran participar, se abrirán convocatorias orientadas a trabajos profesionales y académicos que, desde una perspectiva práctica y teórica, expresen “lo común y lo corriente” mediante obras, proyectos, publicaciones e investigaciones.

La Serena Santiago

Puerto Montt La Feria Libre de Arquitectura contempla acciones en 4 ciudades de Chile, incluyendo Santiago donde se realizará la muestra principal. En ellas se desarrollarán activaciones de espacios públicos, a través de carros temáticos de gran escala, como Carro Cine/Foro, Carro Torre y Carro Muestra Nacional de Obras de Arquitectura y conferencias abiertas a toda la comunidad con el objetivo de acercar la arquitectura a la gente.

Iquique Espacios charlas: - Salón Tarapacá - Hall Escuela de Arquitectura, Facultad de Ingeniería y Arquitectura Universidad Arturo Prat

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La Serena Espacios charlas: - Biblioteca Regional Gabriela Mistral - Centro Cultural Santa Inés - Salón Auditorio MOP

Puerto Montt Espacios charlas: - Cento de Arte Molino Machmar

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Iquique 60

Fotografías Javier González


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La Serena 62

Fotografías Karla Pineda


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Puerto Montt 64

Fotografías Javier Vargas


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Ciudad invitada

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São Paulo: Diálogos y límites Por Maira Rios

La invitación por parte del equipo curatorial de la xxi Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile para que la Escola da Cidade organizarse la participación de São Paulo dentro de la “Feria libre de Arquitectura”, condujo a un grupo de docentes y estudiantes a una reflexión sobre la arquitectura común y cotidiana. Lo anterior se verá reflejado tanto en la presentación de trabajos locales —en este catálogo y en las calles de Franklin— como mediante la muestra São Paulo: Diálogos y límites. Instalación temporal y día de programación dedicado a discutir el concepto de classe média paulistana y su relación con la arquitectura, el urbanismo y el arte. En primer lugar, São Paulo debe entenderse como una ciudad muy dispersa y diversa, con un crecimiento intenso y desigual entre los años 1950 y 2010, período en que pasó de 2,1 millones a 11,2 millones de habitantes —cifra que años después, en 2018 llegaría a 12,1 millones—. Con 17,7% del pib nacional (ibge 2016)1, la región metropolitana se formó a partir de diferentes tipologías urbanas y arquitectónicas. Con un área de 1.521 km2, la densidad urbana del municipio de São Paulo es de 8.000 habitantes por km2 (emplasa, 2018)2 y su pib per cápita, de R$57.071,43 —unos $10.300.000 pesos chilenos—, suma que no considera lo desigual de su distribución. Los años ‘60 y ‘70 fueron trascendentales para la arquitectura paulista. Múltiples edificios de importantes arquitectos como Franz Heep, Salvador Candia, Álvaro Vital Brasil, Vilanova Artigas, Carlos Cascaldi, Rino Levi, Jõao Artacho Jurado, MMM Roberto y otros, marcaron esta época. Desde entonces, la ciudad no paró de crecer. Campo Limpo es uno de los barrios que hace sesenta años ni siquiera existían y en 2010, ya contaba con 607.000 habitantes. Un barrio que creció y se consolidó sin arquitectos. Desde 2014, la Escola da Cidade desarrolla un importante equipamiento urbano público [sesc] para Campo Limpo. Una experiencia importante respecto de la discusión del propio programa arquitectónico, tal como probablemente lo hizo el equipo de Lina Bo Bardi con el sesc Pompéia en 1980. Por otro lado, el crecimiento urbano brasileño sucedió simultáneamente con el crecimiento de la industria automovilística. Esto fue posible mediante grandes incentivos nacionales como la construcción de carreteras, avenidas y legislaciones urbanas que priorizaron el transporte individual. Hasta los años 2000, podríamos considerar que las clases medias brasileñas

— 1 Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística. Município de São Paulo. Disponible en: https://cidades.

ibge.gov.br/brasil/sp/sao-paulo/panorama 2 Empresa Paulista de Planejamento Metropolitano. Região Metropolitana de São Paulo. Disponible en: https://emplasa.sp.gov.br/RMSP

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priorizaron totalmente la posesión de residencia y automóvi, y la intensificación de su uso hizo que la ocupación urbana se esparciera por el territorio. A su vez, el aumento dramático de la violencia, del crimen, el miedo y la falta de respeto a los derechos de ciudadanos y ciudadanas se asocian también a las transformaciones urbanas de São Paulo, promoviendo no sólo la segregación territorial sino también la privatización de la seguridad y la reclusión de ciertos segmentos de la sociedad en enclaves fortificados. Este formato de crecimiento urbano explica algunas tipologías características de la arquitectura paulista actual: fragmentación de espacios públicos, exceso de estacionamientos, murallas, espacios residuales, centros comerciales, etc. Al mismo tiempo, este proceso de expansión explica un intenso tráfico urbano que se aceleró cuando el crecimiento económico facilitó el acceso a la compra de bienes. Aquellas horas perdidas en “el taco”, trajeron fuerza para la recuperación de las áreas centrales por parte de los habitantes, impulsando, por un lado, actividades de apropiación del espacio público y, por otro, proyectos inmobiliarios que están siendo habitados cada vez más por huéspedes temporales que por vecinos permanentes. Slogans como “viva cerca del trabajo” o “a pocos metros del metro” se han vuelto recurrentes durante la última década dentro de este mercado. El regreso de la clase media al centro trajo la reintegración de los espacios públicos y el transporte colectivo. Una ciudad más heterogénea —aunque aún constituida por guetos aislados— donde existe la restricción temporal vehicular de avenidas para el ocio, el incentivo a las fachadas activas y una serie de acciones ciudadanas que propician “lo común”. Equipo São Paulo: Diálogos y límites

Proyecto curatorial

Paula Monroy

Instalación artística

Marcella Arruda

Proyecto expográfico

Helena Cavalheiro

Coordinación proyecto audiovisual

Baú [Alexandre Benoit, Clarissa Mohany]

Proyecto audiovisual e instalación

Alumnos/as Escola da Cidade [Anita Solitrenick, Fernanda Teixeira, Gabriela Duarte, Gabriela Rudge, Gabrielli Motta, Giovana Tak, Hiram Latorre, Leonardo Mello, Mariana Caldas, Marina Legaspe, Pedro Noberto, Sabrina Montesanti, Sérgio Peralta, Tamara Silberfeld]

Ensayo fotográfico

Valentina Tong

Maira Rios Arquitecta Urbanista (2001) y Mestre en Projeto de Arquitetura (2013) de la Faculdade de

Arquitetura e Urbanismo de la Universidade de São Paulo. Profesora, Miembro del Conselho Científico, Coordenadora del curso de Posgrado “Arquitetura, Educação e Sociedade” y Directora Adjunta de la Escola da Cidade. Trabajó como arquiteta coordenadora en la oficina Eduardo de Almeida Arquitetos Associados (2001 a 2004) y fue socia de la oficina B Arquitetos (2004–2018).

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Nuevas viviendas en el centro. de São Paulo Fotografías Valentina Tong

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1 Solário, Cyrela Vibe República. 2 Terraço/Salão de festas, Helbor Urban Resort. 3 Solário, Helbor Trend Higienópolis. 4 Canteiro de obras do Paulicéia. 5 Mirante, Setin Downtown Praça da República.

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6 Apartamento decorado, Helbor Urban Resort. 7 Sala de estar comum, Setin Downtown São Luís. 8 Piscina do térreo, Helbor Urban Resort. 9 Salão de festas, Setin Downtown Genebra. 10 Piscina, Setin Downtown Praça da República.

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Descubriendo lo extraordinario en lo ordinario Enrique Walker en conversación con el equipo curatorial

EW BC JPU JG

Enrique Walker Beatriz Coeffé Juan Pablo Urrutia Joaquín González

BC A propósito del lanzamiento de la edición en español de Registros de lo ordinario, que rastrea la historia de los “libros sobre ciudades” a través de conversaciones con Rem Koolhaas sobre Delirio de Nueva York, Denise Scott Brown sobre Aprendiendo de Las Vegas y Yoshiharu Tsukamoto sobre Made in Tokyo, queremos, con esta entrevista, valorar tu consistente trabajo en esta línea de “lo ordinario”. Partiendo por tu trabajo académico en talleres de arquitectura de la Universidad de Chile —planteando la metodología de los paseos por la ciudad— y en seminarios de historia y teoría de la Universidad de Columbia, y luego con la publicación del libro Lo ordinario, donde se plantea que la observación acuciosa de la ciudad permite encontrar ciertas cosas que uno no ve normalmente, descubriendo lo extraordinario en lo ordinario. A casi diez años de ese libro, ¿cuán vigente se encuentra la idea de salir a la ciudad, descubrir y registrar situaciones interesantes como herramienta práctica de la arquitectura? EW El argumento o denominador común de este último libro, que recopila una serie de tres entrevistas y una conferencia, y del anterior, que recopila una serie de ensayos de diversos autores, así como también el de los talleres y seminarios a los que te referías, tiene relación con examinar lo existente, en particular la ciudad, e identificar oportunidades latentes en ello. La primera línea de Aprendiendo de Las Vegas —sin duda, la que estructura su argumento— dice: “para un arquitecto, aprender del paisaje existente es una manera de ser revolucionario”. Obviamente, se trata de una operación que no tiene fecha de caducidad. Tiene que ver con prestar atención a aquello que generalmente no miramos o incluso denostamos, y aprender de ello. “Lo ordinario”, “lo banal”, “lo cotidiano”, “lo

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hallado” forman parte de una sensibilidad común que atraviesa todo el siglo xx, del Dadá al Situacionismo, de Henri Lefebvre a Georges Perec, y cuyo escenario es la ciudad moderna. En el caso de la arquitectura, y en particular de los “libros sobre ciudades” que abordo en Registros de lo ordinario, hay un componente adicional. Se trata de examinar aquello que permanece fuera de la disciplina. Es decir, considerar aquello que no consideramos, lo que nos produce dificultad, lo que nos desafía. Eso explica la recepción de Aprendiendo de Las Vegas en su momento. Para la arquitectura, considerar la ciudad dispersa del automóvil como forma urbana era provocador, pero estudiar la ciudad del juego y de los casinos como forma urbana era casi inaceptable. El libro Lo ordinario planteaba como denominador común, precisamente, condiciones o fenómenos que permanecían fuera de la disciplina hasta que, en algún momento, generalmente tarde, algún arquitecto planteaba que no se los podía continuar ignorando y los utilizaba a su favor. Es el caso de los letreros, de las gasolineras, de la ciudad dispersa, de la ciudad genérica. JPU Podríamos decir que en el contexto académico “la realidad supera a la ficción”. Tú has trabajado en la academia por largos años y pareciera ser que los manifiestos retroactivos, ensayos y experiencias, nacen como una necesidad de asumir que el conocimiento formal no está reflejando lo que sucede a nuestro alrededor, que estamos sumergidos en esa “ficción académica” que nos aleja de nuestro contexto cotidiano. ¿Por qué crees que sucede eso en la realidad posmoderna? ¿Por qué observar lo ordinario para tomar referencias desde ahí? EW Creo que esto ocurre tanto en la academia como en la profesión, pero seguramente ocurre un poco menos en la profesión porque, de una u otra manera, la realidad del encargo supone una suerte de cable a tierra y, en cierta medida, enfrentar aquellas condiciones que la disciplina generalmente posterga. Luego de años de ser denostada como anómala, en los sesenta, Reyner Banham celebra la “ciudad dispersa” de Los Angeles. Luego de años de ser despreciada como caótica, en los ochenta, Toyo Ito celebra la “ciudad simulada” de Tokio. La arquitectura siempre parece llegar tarde. JG Ahí hay una visión de arquitectura llegando tarde. Cuando hablas de Toyo Ito, que sale para mirarse a sí mismo, se trata de un arquitecto que ha visitado muchos lugares del mundo, al igual que tú. ¿Has logrado ver o vivir lo ordinario este tiempo que has pasado en Chile? ¿Te has reencontrado con lugares ordinarios que podrían tener algún interés? EW Absolutamente. Por una parte, el libro Lo ordinario verifica argumentos derivados de una serie de talleres que impartí en la Universidad de Chile, al regresar de mis estudios de posgrado. Estos talleres examinaban la condición urbana de Santiago. Regresaba de una

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larga estancia en Londres, donde además había estudiado la representación de París, y los planteé justamente como un desafío: examinar precisamente la ciudad de la que provenía, y que por esa misma razón me resultaba difícil o poco interesante. Es decir, quise aprovechar mi condición provisional de “extranjero”. Como gran parte de los alumnos también provenía de Santiago, utilizamos estructuras arbitrarias para esquivar preconcepciones. Es decir, se volvían extranjeros de manera artificial mediante el uso de restricciones autoimpuestas. Los alumnos producían gran cantidad de material de registro. Luego lo estudiábamos y debatíamos intensamente con el objetivo de encontrar potenciales temas de trabajo. Eso como punto de partida. Como punto de llegada, en los últimos quince años, durante los cuales también he estado afuera, Santiago ha cambiado más radicalmente que durante mi salida anterior. La ciudad me parece ahora fascinante. Por una parte, la miro con mayor distancia aún, y por otra, la ciudad es otra ciudad, que en realidad desconozco. JPU ¿Se podría decir que es una constante la condición de foráneo para hacer esta lectura? Porque los tres casos que se tratan en tu último libro son de extranjeros sorprendidos por una ciudad, o de un local dándose cuenta de cómo podía ser extranjero en su ciudad —en el caso de Yoshiharu Tsukamoto—. En tu caso, que naciste fuera de Chile y has estado largos periodos estudiando y trabajando en el extranjero, ¿podríamos decir que ésta es una condición necesaria para valorar lo ordinario? EW Por completo. Sólo el extranjero, o el que sabe volverse extranjero, puede develar lo ordinario. Es el caso de Denise Scott Brown, por ejemplo, cuando examina Las Vegas y posteriormente Tokio, o de Rem Koolhaas cuando examina Nueva York y posteriormente Singapur, Atlanta o la banlieue parisina. En el fondo, puedes escribir sobre tu propia ciudad, pero tienes que encontrar formas de mirarla que sean alternativas a las que das por descontado. Es el caso de Yoshiharu Tsukamoto. Examina Tokio, su propia ciudad, pero, como dice en la entrevista, su interés por ella se detona durante una estancia en París, cuando asiste a la proyección de la película Tokyo-Ga de Wim Wenders. Mira su propia ciudad a través de los ojos de otro y descubre una ciudad sorprendente. La forma en que mis alumnos se volvían extranjeros era utilizando restricciones autoimpuestas, al igual que los situacionistas, que solían recorrer una ciudad con el mapa de otra. Se trata de una técnica para desfamiliarizarse. De hecho, las técnicas de desfamiliarización surrealistas y situacionistas son referencias centrales del libro Registros de lo ordinario. JPU Ojalá un extranjero desprejuiciado, para que no se confunda con quien va a buscar el fetiche a “ese lugar exótico” gracias a una imagen preconcebida. Lo que planteas son más bien extranjeros que llegan a un lugar sin muchas ideas preconcebidas de lo que ahí ocurrirá.

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EW Es decir, viajeros que descubren, en lugar de viajaros que verifican. En la entrevista con Denise Scott Brown hablamos precisamente de la cartografía de los arquitectos de Team 10 y de su predilección por viajar a lugares en los que corroboraban sus ideas, y donde parecían encontrar siempre lo mismo. BC Has hablado del proceso de reencontrarse con la ciudad y de ser extranjero en tu propia ciudad, y me interesó mucho cuando en el libro Lo ordinario cerrabas la introducción planteando que esperabas que esta reconocida práctica de recopilación de evidencia de la ciudad significase un nuevo comienzo, que transitara “del papel” a la formulación de proyectos. En este sentido, en términos de resultado, ¿de qué sirve hacer estos procedimientos para la práctica proyectual? ¿Hay una búsqueda de algo intangible —una esencia— o son metodologías para obtener hallazgos prácticos, técnicos o estéticos? EW Esa es precisamente la separación que el libro establece entre aquellos viajeros que hacen investigación y aquellos que detonan hallazgos. Los “libros sobre ciudades” en los que me centro y que, mediante las entrevistas, pongo en conversación entre sí, son aquellos en los que los arquitectos viajan, registran y descubren. Y, a su vez, lo que descubren se convierte en el punto de partida de una práctica. Ya sea el edificio de envolvente homogénea y organización heterogénea que Rem Koolhaas “descubre” en Nueva York, o el cobertizo decorado que Robert Venturi y Denise Scott Brown “descubren” de Las Vegas, o la serie de edificios híbridos y minúsculos que Atelier Bow-Wow “descubre” en Tokio, todos estos hallazgos se transforman en argumentos y estrategias de trabajo posteriores. BC En términos académicos, es complejo y riesgoso aplicar este proceso especulativo, porque en el fondo no tienes ningún objetivo claro y hoy en día la investigación académica se estructura en base a un prediseño con plazos y resultados que para este caso, serían difíciles de estimar. EW Por eso creo que esta práctica se desdibuja en el contexto académico. En la entrevista con Rem Koolhaas hablamos precisamente del cliché de los “libros sobre ciudades” cuyo énfasis es la documentación en lugar de la especulación. JG Quería volver a pensar en la continuidad de estos análisis que luego se transforman en referentes. En la arquitectura, muchos hallazgos pasan a transformarse en ejemplo o incluso, cliché. Desde tu punto de vista, ¿cuál es la vigencia que tienen estos documentos, estos libros sobre Las Vegas, Nueva York o Tokio? ¿Son aportes o no para los discursos que quieren producir las nuevas generaciones?

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EW El libro sugiere una genealogía para los “libros sobre ciudades” desde tres momentos de invención y, asimismo, insinúa que su práctica se convierte posteriormente en un cliché. Pero, al mimo tiempo, precisamente al identificar el cliché —es decir, al volverlo consciente— espera reenergizarlo o darle nueva “vigencia”, para utilizar su término. Otro punto importante es que, técnicamente, la ciudad en sí no importa. Lo que importa es cómo se la examina y se la usa a favor. La ciudad es una suerte de “feria de las pulgas” —ésta es otra referencia surrealista—. Muchos de estos casos suponen ciudades que no han sido previamente estudiadas. Sin embargo, uno puede realizar infinitas lecturas de Nueva York, Las Vegas o Tokio, y encontrar siempre cosas diferentes. Por ejemplo, lo que Atelier Bow-Wow descubre en Tokio no tiene nada que ver con lo que descubre Toyo Ito casi al mismo tiempo. Mientras Bow-Wow pone atención en “arquitectura no-buena” y en “híbridos programáticos”, Ito pone atención en el paisaje enrarecido de la ciudad, en lo que denomina “simulación”. Tienen dos lecturas diferentes de la misma ciudad. Cada uno pone atención en diferentes cosas de acuerdo a sus propias agendas. Más aún, en las entrevistas también se hace referencia a artículos que tanto Koolhaas como Venturi y Scott Brown publican, unos veinte años más tarde, sobre Nueva York y Las Vegas, Delirious No More y Las Vegas After Its Classic Age, donde declaran que el “manifiesto” que develaron en la ciudad ha dejado de existir, que lo que la ciudad contenía ya se acabó. En realidad, la ciudad no es el fin sino el medio: uno mira y descubre diferentes cosas de acuerdo a su propia agenda. JPU Podríamos decir que, de alguna manera, la ciudad es un mecanismo elegante para asumir temas que permanentemente estamos cuestionando y no los asumimos como propios, sino a través de estrategias para leer la ciudad. Por ejemplo, la pet architecture nace como un error del mercado que produce espacios residuales, o el “edificio multiprogramático”, como un reflejo de la “mano invisible del mercado” —lo que pasa también en Las Vegas, donde lo que importa más es decir “quién soy”, “qué quiero vender” o “yo estoy aquí”—. Son condiciones que criticamos permanentemente en nuestra cultura capitalista, pero que a través de una lectura arquitectónica, son identificadas, aceptadas y valoradas. EW No importa la procedencia de las cosas, sino examinarlas sin juzgarlas. Como dice Denise Scott Brown, suspender el juicio momentáneamente, para así considerar algo que de otra manera no habríamos considerado. A pesar de que haya mil razones para que aquello nos disguste.

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JPU Como, por ejemplo, el caso de Andy Warhol. En el fondo, él trabaja criticando la cultura capitalista siendo un capitalista. Es una manera sutil de decir: “mira, estoy acá, lo reconozco, tiene un valor y me asumo”. EW O simplemente, suspender el juicio. En lugar de juzgar algo como el producto de un mundo que uno objeta o denosta, esforzarse por observarlo. Se trata precisamente de mirar con ojos ingenuos. Esa es la ventaja del extranjero: no conocer todas las circunstancias de lo que examina. En una ciudad que no es la tuya todo se te presenta como un estímulo, como algo extraordinario. El tema es cómo volver extraordinaria —es decir, como aprender a mirar— tu propia ciudad. Se trata de aprender a mirar lo que no miras. Otra vez, lo más importante, y el tema recurrente en estos libros, es la suspensión momentánea del juicio. JPU ¿Tiene que ver con el aspecto metodológico que tú mencionas en el libro? Que en un inicio Aprendiendo de Las Vegas se valora por su contenido, por “el hallazgo”, mientras que en su revival 1, resurgiendo como un libro de interés, se valora más su dimensión metodológica. El formato del relato, del ensayo, de la entrevista tiene más relación con la experiencia del juego que con la estructura formal de investigación. EW Ese es mi argumento. De hecho, los tres libros que examino en Registros de lo ordinario son relativamente pequeños. Sus respectivos hallazgos suponen edición. Mientras que gran parte de los “libros sobre ciudades” que se publicaron a continuación, centrados en documentar por sobre especular, son libros generalmente voluminosos. Al carecer de hallazgos, no hay límite al acopio. Unos años atrás, este tipo de libro sobre “nuevas condiciones urbanas” proliferó. Su formato se volvió recurrente: un cierto tipo de imagen, un cierto tipo de gráfico, un cierto tipo de texto superpuesto a la imagen, incluso, un cierto tipo de título: “aprendiendo de” alguna ciudad, o “delirio de” alguna ciudad —y algunos “made in” alguna ciudad—. Generalmente recababan material o “datos”, pero no especulaban sobre ese material, ni establecían hallazgos. Ese es el cliché que el libro identifica y que, al describirlo, intenta “desviar”. Hoy existen menos títulos de este tipo porque el debate supuestamente cambió hace unos diez años. JPU ¿Qué pasó hace diez años? EW Seguramente se dirá que, en retrospectiva, el año 2008 supuso una transformación del debate de la arquitectura, por el efecto de la crisis financiera. El debate cambió, sin duda, pero no estructuralmente, ni de manera tan decisiva como en otras disciplinas. Del “arquitecto estrella” pasamos a la fetichización de la escasez.

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JPU Se estetizó la pobreza. EW Generalmente, los arquitectos nos inclinamos por las operaciones retóricas. JG Uno de los desafíos de esta Bienal sobre lo común y corriente es buscar atraer a una población que en realidad no valora la arquitectura. Consideran que la arquitectura les queda lejos, que es cara y tiene una serie de cuestionamientos que hemos percibido visitando el barrio Franklin. JPU De hecho, el título “común y corriente” en un inicio se nos cuestionó porque podría entenderse de manera peyorativa. EW Se trata de una expresión, de un lugar común que pueden utilizar a su favor. JG Busca evitar la pretensión. Se invita a presentar arquitectura más sincera, aquella que no busca ser vista. JPU ¿Lo valioso estaría en poner en sentido positivo lo que tradicionalmente se consideró despreciable o comprender que aquello que se consideraba despreciable era más bien la realidad masificada de “lo común y corriente”… y que el “raro” era uno? EW Lo ordinario es aquello en lo que no pones atención. Pero una vez que lo haces, inevitablemente, lo vuelves extraordinario. JPU Como la práctica dadaísta o del ready-made, que en el fondo es sacar un objeto de su contexto para ponerlo en otro —por ejemplo, el urinario de Duchamp, que pasa a ser una obra de arte por esa acción—, podríamos decir que es básicamente lo mismo que ocurre acá: un edificio residual en Tokio, en un predio que nadie quería, pasa a ser un objeto valorado y se transforma en un ejemplar de pet architecture dado que es estudiado por Atelier BowWow. Es una cuestión semántica: algo que no tenía valor se vuelve extraordinario. Una resignificación mediante un ejercicio discursivo. EW Una vez que develas o sacas de contexto un objeto ordinario, lo vuelves extraordinario. O también lo haces cuando relacionas dos objetos ordinarios de manera inesperada: el encuentro azaroso de la máquina de coser y el paraguas sobre la mesa de disección. Mi libro pone énfasis sobre estas operaciones. Nueva York, Las Vegas y Tokio aparecen como “ferias de las pulgas”, en las cuales sus respectivos paseantes encuentran objetos relevantes para sus propias prácticas.

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BC Volviendo a tus referencias a las prácticas Dadá de valorizar objetos comunes, y del flaneur 2, como aquel que va recolectando objetos interesantes en el camino, me parece que hay un romanticismo y nostalgia por lo análogo. Esta visión parece inocente entendiendo el mundo contemporáneo, en ciudades que ya no se visitan como antes y hacia las cuales nuestra predisposición ha cambiado también. Por ejemplo, el uso del Google Maps y otras tecnologías contribuyen a que miremos cada vez menos nuestro entorno. En base a este contexto, ¿qué dificultades has visualizado en la academia cuando se deben realizar ese tipo de métodos? EW Podrías decir que estos libros aprovechan una condición técnica o cultural del momento en el que se realizaron. En el caso de Aprendiendo de Las Vegas, por ejemplo, se utiliza la fotografía a color y de secuencias tomadas desde el automóvil, y se estructura el libro como “ensayo fotográfico” 3. Pero diría que el punto de partida de todos estos libros es la fascinación por la ciudad. No se trata de nostalgia. Lo que está en juego aquí es la relación personal que se establece con la ciudad. De ahí que estos proyectos supongan hallazgos y que estos tengan relación directa con las agendas culturales de los mismos arquitectos que examinan la ciudad. Es decir, examinan la ciudad, pero por sobre todo, piensan a través de la ciudad. JPU De hecho, la ciudad en determinados minutos responde a esos avances tecnológicos. Por ejemplo, el cartel en la autopista de Las Vegas, diseñado para quien va en un auto. EW O los letreros para organizar la ciudad del automóvil… El tema del libro, sin embargo, es develar una ciudad latente en la existente, lo extraordinario en lo ordinario. En este sentido, los mapas psicogeográficos son un excelente referente. Guy Debord recorta una serie de fragmentos de un mapa existente, “placas psicogeográficas” que supuestamente había seleccionado mediante “derivas”, y las reorganiza en un nuevo mapa. El nuevo mapa es un collage constituido por fragmentos encontrados, ligeramente reposicionados y reconectados —mediante flechas—. Es decir, se trata del mapa existente de París, pero también de un París potencial. O bien, de desviar París para sugerir un París alternativo. O, como decía el slogan de mayo de 1968, “bajo los adoquines, la playa”. JG Pero también, esta metodología o construcción los llevó a recorrer un nuevo puzzle urbano, reconociendo siempre algo nuevo e identificando nuevos puntos. EW En realidad, Debord siguió —sin admitirlo— una recomendación de André Breton, quien había propuesto realizar mapas en los que cada uno de nosotros destacáramos los fragmentos que nos atraen y borráramos los que nos repelen. A diferencia de París, este

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libro reúne ciudades que se nos presentaban como problemáticas que en su momento desafiaban a la disciplina: Nueva York, Las Vegas, Tokio, pero también Los Angeles, Levittown, Atlanta, Singapur, la banlieue parisina, Lagos... JPU ...Barrio Franklin. EW Puede ser. Si logran develar condiciones que sean importantes para ustedes y, a su vez, para otros.

1 Anglicismo,

en español “resurgimiento”. francés, en español “paseante callejero”. 3 En inglés, photo-essay. 2 Extranjerismo

Enrique Walker Arquitecto de la Universidad de Chile; Master y PhD de la Architectural Association

de Londres. Es profesor en la gsapp de la Universidad de Columbia desde 2003, donde además dirigió el programa de Master en Diseño Arquitectónico Avanzado de 2008 a 2018. También ha enseñado en Princeton University, Barcelona Institute of Architecture, Tokyo Institute of Technology, Pratt Institute y la Universidad de Chile. Recientemente ha publicado The Ordinary: Recordings (2018) y El diccionario de ideas recibidas / bajo constricción (2017).

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Persa Bío Bío, 2019. Fotografía: Bruno Giliberto. XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile

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Persa Bío Bío, 2019. Fotografías: Bruno Giliberto. XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile

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Esquina Avenida Santa Rosa con Calle Placer, 2019. Fotografía: Bruno Giliberto.


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Common And Ordinary By Juan Pablo Urrutia, Beatriz Coeffé, Tomás Villalón, Joaquín González y Vesna Obilinovic

The architectural world has persistently highlighted the extraordinary within the building industry, usually for singularity, exuberance, extravagance, or novelty. Understanding that the act of building generally accounts for great efforts and achievements, monumental character, or the ingenuity that the proposal implies, is valued even more. It doesn’t take much historical review to understand that what is valued consistently is what we call and catalogue as a monument. The neoliberal city—while contributing to the creation of wealth and the overcoming of poverty—has also contributed to decades of capital concentration, leaving our cities under the scourge of inequality and high socio-spatial segregation. These issues are generally invisible due to the blindness of macroeconomic data that speak of growth and prosperity— but are unable to show the social and spatial distribution of these—concealing financial and capital concentration under the veil of success. These facts are faithfully reflected by the architecture that we have celebrated for decades with works that are the results of the accumulation of wealth. Noam Chomsky 1 notes that economic concentration naturally derives from centralization of power. Therefore, it would not be crazy to attribute this idea also to traditionally spotlighted architecture, which is the result of the accumulation and concentration of power. Is this what we want to celebrate in architecture? It is that ambition to accumulate that led thousands of speculators and bankers to generate one of the largest economic crises in the global era in 2008. The unchecked purchasing of rental real estate in the United States, irresponsible loans, and debt sales in the financial market triggered one of the greatest catastrophes of the capitalist model, calling into question the politico-economic structure that defines us. One of the consequences of this crisis—in addition to the permanent questioning of the capitalist model—is the vulnerability of global culture to local speculation and the discouraging idea that, in this system, the profits are private while the costs are socialized with regard to government bank bailouts with citizens’ tax money. This situation produced a new reading of architecture, distanced from the accumulation and speculation that caused damage to the point of being considered shameful. Thus, poverty and precarity reemerged as objects of study and admiration—a reaction that contrasted

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to everything that was celebrated in architecture previously. In 2012, the Pritzker Prize was awarded to Wang Shu as a clear sign of reversal—at least politically—of what we ought to observe. China—normally recognized for an architecture of spectacularity—positioned itself from a socio-political model in contrast with how outstanding architecture was defined. In 2014, the same recognition was granted to Shigeru Ban, highlighting the simplicity and austerity of his work but, above all, his humanitarian role, since as the jury well-described: “when a tragedy occurs, he is often there from the beginning, as in Rwanda, Turkey, India, China, Italy, Haiti, and his country of origin”. This added to his capacity for innovation with simple materials like paper, fabric, and bamboo—his work being a clear reflection of architecture far from grand pretensions and with a focus on scarcity. Later, in 2016, the prize was awarded to Alejandro Aravena, who was directly distinguished for embodying the “rebirth of an architect committed to society (…) The role of the architect is being challenged to serve mostly social and humanitarian needs”. That same year, that spirit was captured at the xv Venice Architecture Biennale, titled Reporting From The Front, with a clear intent to rediscover those architectures that derive from conflict, scarcity, and precariousness—especially those located in the so-called Global South—transforming it into fertile ground for exploration as an alternative to the spectacle of building glut that characterized the prior decades. The local Chilean scene is no stranger to this trend. We could even say that it has been a driver of this vindicating perspective of poverty. In 2017, the xx Biennial of Architecture and Urbanism of Chile was held, whose main theme was the urgent—alluding to those social conflicts, predominantly in the Global South, that should be attended to by architecture through basic, low-cost actions. This global and local discourse ended up connoting as extraordinary what aesthetically seemed attractive as anti-accumulation discourse but, in the end, is the reflection of the abysmal inequality that governs our territories, giving value to even the precarious, basic, and marginal for their unusual capacity to survive, circumventing the adversities of a highly segregated society. Despite the criticisms of the capitalist model and its impact on our cities, we must recognize that it has generated the conditions to create a large mass of people that have overcome the alienation of poverty. That is, it has stimulated the creation of an ample and commonly denominated middle class that enjoys acceptable and stable quality-of-life standards. This is an effect of sustained economic growth and generation of wealth, which, however, brings with it a paradox. Because, as Adam Smith himself pointed out in his wellknown book The Wealth Of Nations in 1776, where there is great property, there is great inequality. This new class is condemned to observe from afar the spectacular concentration of wealth produced by the same system. That is to say, we are all better off than before, but increasingly distant and, as a consequence, segregated.

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Constant economic and democratic development in Chile has reduced poverty from approximately 40% at the end of the dictatorship, to about 10% now, according to data from the World Bank. This process has increased the presence of middle-class social groups, now so prevalent and pedestrian, that they constitute a common and ordinary landscape, possessing a socio-cultural dimension that does not draw attention from the media or intellectuals, but from political and market powers as the size of the group translates into votes and purchasing power. This social group is invisible even on the architectural academic circuit, permanently in the background, eclipsed as much by the attractiveness of singular architecture that symbolizes wealth accumulation as by scarcity architecture that reflects anticapitalist critique. Silently, it has created its own logic and symbols, outside academic standards that normally are hypnotized inside a fiction that denies the unexceptional, precisely for being unexceptional, common, and ordinary—a segment of everyday architecture that, given its permanent presence, we ignore. For example, year after year, roughly 80% of what is constructed is housing 2, configuring the city based on the most fundamental need: domestic living. For this reason the common and ordinary become relevant and significant in the understanding of the growth and regeneration of our cities. The common and ordinary has not been of interest to architecture: people and organizations that have neither the resources for major works nor the brutal aesthetic of poverty and its associated altruism. This segment called the middle class could be defined as comprised of people with monthly income between $400,000 and $1,000,000 pesos—that is, 60% of the national population. This group traditionally has been stripped of renowned and award-winning architecture, since their housing needs are satisfied by the invisible hand of the market, according to collaboration between State subsidies and individual effort and debt. What is common and ordinary architecture? Who designs for the “not so rich, not so poor”? What level of participation do architects have in the needs of common and ordinary people? These are questions that this Biennial intends to answer and use as support to investigate the architecture needed to meet the demands of a new demography and geography—that of a country on the edge of development, with more mature needs concerning quality of life and development of cities. By way of criticism and product of fatigue, a genuine interest appears then in the common and ordinary that has been hidden by the hegemonic academic prejudices previously described. Despite all this, it is not the first time that the ordinary has been discussed. Moreover, repeatedly during the second half of the twentieth century glimpses into this dimension were revealed. This is what Enrique Walker portrays in his latest book The Ordinary: Recordings, which compiles a series of conversations with Rem Koolhaas, Denise Scott Brown, and

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Yoshiharu Tsukamoto about the legacy of their books about cities 3. It concludes that for architecture and its practice the value is in the findings, generated by the willingness and curiosity to observe what is despised by the discipline, but latent in the reality of the ordinary. It seems a necessity then to constantly look back to the prevalent, which because of its frequency disappears in the eyes of architecture but, in the end, raises questions about our relationship with everyday life and societal forces. In this way, the quotidian becomes characteristic and authentic, interesting to analyze and revisit. It becomes attractive despite being a permanently present condition—something that needs only to be valued. The common and ordinary has also been fashionable in our societies as a condition that allows us to take to the streets to understand the world that we live in. This appears recurrently in literature, film, performing arts, visual arts, and architecture, among others. One of the first actions along these lines was the work of Pop Art, which took everyday life and elements of mass consumerism as a simultaneously confirmational and critical banner of contemporary capitalist society—expressions that transcend discipline and transform into pop discourse. Common People, from the British band Pulp, illustrates how this fact can even transform into a hymn of valorization of the ordinary that is sometimes caricatured, in reference to the social situation of the British middle class. This situation also has a local simile: “If you’re an artist and the Indians don’t understand you, if your avantgarde doesn’t sell here, if you want to be second-hand Western” [“Por qué no se van?”, Los Prisioneros]—an emblematic song of social critique against the massive turn of the local scene, living on European and North American references. Popular culture, understood as common, ordinary, and mass, not as folkloric, is a foreign body in the architecture world, as any expression that is not unique is permanently discredited. It has been valued only as a strategy, or justification, for exploration, understanding the anonymous city as fertile ground for new realities. This is the case with the exercises proposed by Francesco Careri, who cites visiting, moving, drifting, and even walking as aesthetic practices 4 so that, just like in the practices of the avant-garde of the twentieth century, it is possible to capture the hidden aspects of everyday life. The politics of the invisible, domestic, and ordinary bring with it a new reading of the city: Situations with reversible, recycled, adapted, promiscuous, virtually conditioned places— where, as Andrés Jaque proposes with ordinary urbanisms, the structural is in people and the use they give to space, as a performative 5 urbanism that lacks pretension but not dignity. “The complex” and “the grouping”, not separate or heterogeneous parts, become “the project”, “the case”—a catalogue of parts that interact thanks to association through accumulation and ties, through devices that go beyond the spatial. Urban contexts are gradually constructed over time, without a start or end date. Places are permanently in flux and adapting, like a

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constant construction that—as determined by the economy—will increase or decrease. Spaces are like a cast of characters that form a scene in a play that never ends. This, without doubt, is a current configuration in Barrio Franklin, which is understood and defined as a common neighborhood, adapted and recycled as well as informal, and above all, in constant flux. It is a set of parts that in conjunction create an inexhaustible choreography, with drastic movements during the week, day and night—a set of pieces fragile to time and use, depending on the other characters that compose the place, as well as the people that activate each of the pieces: a multitude of temporary adaptable infrastructures that form a system that manages to join use with the built environment. It is the reflection of the divorce of planning, project, and reality. And from this, the idea was born to adapt it, creating a medium to give rise to an architecture fair to celebrate the common and ordinary. The project Victims, by John Hejduk 6, emerges then as an invitation to observe what through a cast of artifacts—each one with its own personality—forms a panorama to be completed however the citizens decide. It is a natural and genuine staging that occurs without unilateral planning in the neighborhood, comprised of a series of informal adaptations, mobile artifacts, and, above all, active citizens in the form of merchants, customers, residents, managers, and visitors who give life and personality to each one of these nooks. The attractiveness of these common and ordinary conditions in Barrio Franklin can be, simultaneously, its virtue and its condemnation. The desire to be common leaves it in a risky and vulnerable situation, as it is in dispute by agents who negotiate to make it an example of local culture. This Biennial attempts to understand this contradiction to balance the goals of distinct local, commercial, real estate, academic, and governmental actors who, in their eagerness to value the ordinary, could end up expelling its essence in favor of the extraordinary.

1 Chomsky, N. (2017). Requiem For The American Dream: The 10 principles of concentration of wealth & power. Seven Stories Press. 2 Proportion estimated from National Institute of Statistics (ine) construction data based on building permits. 3 The book The Ordinary: Recordings (2018) contains three conversations with the authors of the books Learning From Las Vegas: the forgotten symbolism of architectural form (1977), Delirious New York (1978), and Made In Tokyo (2001). 2 Ideas expressed in Careri, F., Pla, M., Hammond, P., & Piccolo, S. (2002). Walkscapes: el andar como práctica estética. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 5 Conceptualization of a way to understand the relationship between people and space in Disputing calculations in Architecture: Notes for a pragmatic reframing of parametricism and architecture (2015). 6 This work is complied in Hejduk, J. (1986). Victims: a work. Architectural Association.

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Juan Pablo Urrutia Architect (2009) and Magister in Real Estate Management of the Universidad de Chile

(2012). Master in Public Policy at the London School of Economics (2014) and Master in Public Affairs at the Institut d’études Politiques de París (2014). Executive Director of Foundation Grupo Arquitectura Caliente. General Secretary of the Chilean Architects Association (2015–2017). Co-curator of the xix Biennial of Architecture and Urbanism of Chile. Academic and Architecture Programme Director at the Universidad de Chile. Awarded with the Young Architect Prize (2018).

Beatriz Coeffé Architect (2014) and Postgraduate diploma in Editorial Design of the Universidad de

Chile. Master of Arts in Arts and Cultural Management at King’s College London (2018). Executive Director of Foundation Grupo Arquitectura Caliente. Project Manager and Cultural Development of the Chilean Architects Association (2016–2017). Professor and Extension and Communications Coordinator of the Architecture School of the Universidad San Sebastián.

Tomás Villalón Architect of the Universidad de Chile (2007). Magister Candidate of Architecture of the Pontificia Universidad Católica de Chile. Awarded the Young Architect Prize (2014) granted by the Chilean Architects Association. Founder of Tomás Villalón Architects, an office widely recognized for their work in three areas: research, teaching and projects. He worked designing and producing the Chilean Pavilion for the Venice Architecture Biennale called “Stadium”. Professor at the Pontificia Universidad Católica de Chile. Joaquín González Architect of the Universidad de Chile (2011). Postgraduate diploma in Digital Manufacturing at the Pontificia Universidad Católica de Chile. Specialized in project management, that aim to push the limits of architecture through multidisciplinary work, and technological, environmental and social innovation. Co-curator of the xix Biennial of Architecture and Urbanism of Chile. Executive Director of Foundation Grupo Arquitectura Caliente, of the creative industry cowork and FabLab Sinestesia, and of the Uno a Mil office. Vesna Obilinovic Architect of the Universidad Técnico Federico Santa María (2003). Master in Sustainable Territorial Programming of the Università degli studi di Ferrara. Academic and Director of Public Engagement of the Faculty of Engineering and Architecture of the Universidad Arturo Prat. Secretary of the Tarapacá Zonal Delegation of the Chilean Architects Association. Founding partner and coordinator of territorial activations for the ngo Nomadesert platform. General Director of the experimental festival in the Tarapaca desert, Desierto Sonoro.

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Equipo XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de CHILE EQUIPO CURATORIAL

CONVOCATORIAS Y PROGRAMA

Beatriz Coeffé Joaquín González Vesna Obilinovic Juan Pablo Urrutia Tomás Villalón

Dirección

Juan Pablo Urrutia Dirección ejecutiva convocatorias

Christian Fierro Coordinación

Claudia Candia Asistente

Sebastián Simonetti PRODUCCIÓN Y TRABAJO TERRITORIAL Y COMUNITARIO

Coordinación programa

Victoria Opazo Dirección Workshop

Joaquín González

Sebastián Cuevas María Valentina González Alexandra Núñez

Producción

Coordinación Workshop

Daniela Guzmán

Madeleine Fagalde

Coordinación general

Coordinación São Paulo

Leonardo Salgado

Paula Monroy

Dirección

Coordinación organizaciones

Cristóbal Bañados

ADMINISTRACIÓN Y FINANCIAMIENTO

Asistentes

Rocío García Gonzalo Escobar

Dirección

Coordinación Levantamiento

Beatriz Coeffé Joaquín González

territorial y comunitario

Asistente

Diego Montoya

Paula Sagristá

Asesoría metodológica

Paz Concha

MONTAJE

Colaboradora

Nicole Pilar

Dirección

Tomás Villalón GESTIÓN TERRITORIAL Dirección

Vesna Obilinovic Coordinación

Cristián Espinoza Maite Raschillà Leonardo Quinteros María del Carmen Valdés

Camila Valencia

Fabricación carros

Gestores locales

Gonzalo Leal Fernando Riveros César Gómez

Jaime Carvajal Francisca Gutiérrez

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Colaboradores


Fundación Espacio y Desarrollo COMUNICACIONES

Miembros Comisión Bienal

Dirección

Presidente

Beatriz Coeffé

Humberto Eliash

Dirección ejecutiva

Secretarios

Alejandra Ugarte

Manuel Marchant María Soledad Larraín

Asistentes

Carla Canales Nicolás Gómez Paula Peña

Tesorero

Diseño gráfico y web

Beatriz Coeffé

Buendía Ricardo Castro Valentina Contreras Francisco Vicencio

Representante Externo

Fotografía Actividades

Francisca González

Javier Contreras Representante Equipo Curatorial

Pablo Altikes Colaboradores Colegio de Arquitectos

Fotografía Barrio Franklin

Administración general

Bruno Giliberto

Muriel Gamboa

catálogo

Producción general y eventos

Gabriel Salgado Prensa y comunicaciones

Dirección

Javier Correa

Beatriz Coeffé

Administración y Finanzas

Edición

Camila León

Paula Monroy

Proyectos y presupuesto

Diseño editorial

Cristián Quezada

Cristina Núñez Producción editorial

Catalina Briones

Presidentes Delegaciones Zonales participantes

Corrección de estilo

Pablo Collao

DZ Tarapacá

Traducción inglés

Javiera Salinas

Lauren Dean

DZ Coquimbo

Traducción portugués

Luis Viada Ovalle

Paula Monroy

DZ Llanquihue

Transcripciones

Javier Vargas

Christian Fierro

Agradecimientos Olimpia Nadales, Douglas Mella, Rodrigo Sepúlveda, María Inés Pizarro, María Cecilia Gutiérrez, Priscilla González, Manuela Cellis, José Reyes, Carolina Herrera, Soledad Squella, Katherine Gordon, Marcela González, Consuelo Araneda, Dominga Natho, Alastair Aguilera, Magdalena García, Francisco San Martín, Vicente Maffioletti, Sebastián Bruna, Pía Zerán, Tamara Ramsi, Sergio Araneda, Salvador Gutiérrez, Paz Walker, Freddy Sepúlveda, Ademir Meléndez, Rodolfo Rojas y Alberto Prado.

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Ot_41384

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ORGANIZA

FINANCIA


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