Los fundadores del valle de Las tunas entre el recuerdo y el olvido. uizá estemos consientes de nuestra existencia en algún momento de
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nuestra vida, pero el tiempo pasa y el recuerdo se apodera de nosotros hasta que sin darnos cuenta dejamos de existir, dando paso al olvido de lo que un día fue.
La abundancia y la extensión fueron desapareciendo, como la luz del sol que al final del día desaparece lentamente sobre los ceros y montañas, dando paso a la obscuridad de la noche, que con su manto sigiloso va engullendo todo lo que lo que encuentra a su paso.
Toda aquella naturaleza viva y exuberante, que con su abundancia proveía a todos los habitantes del valle de La Candelaria, fue desapareciendo hasta convertirse en un territorio semidesértico cubierto de matorrales y dejando al descubierto los riachuelos que hora muchos de ellos permanecen secos y polvorientos.
Como bien decían los ancianos del valle, los tiempos han cambiado, nada es como antes, pobre de las “criaturas que vengan” no tendrán agua para tomar, tierra para sembrar, aire para respirar ¿qué les espera? palabras sabias y proféticas que con el pasar del tiempo se van volviendo una realidad.
Los descendientes de la familia Meléndez que otrora, habían vivido todo este esplendor, veían como hasta los árboles de carao del patio de la casa empezaron caer uno a uno, corroídos por la polilla. Poco a poco fueron desapareciendo y al igual que la familia Meléndez, ellos habían sobrevivido hasta ahora a las inclemencias del tiempo.
Con el deterioro y la decadencia del lugar, las pocas familias que habían quedado en el Macuelizo decidieron dejar el poblado y marcharse a otros lugares [Fecha]
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