Revista La Otra Costilla N° 27

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CONSTANZA URIBE PRÓLOGO Para mí, la naturaleza nos ordena y nos deja tranquilos. Es ahí de donde provienen preguntas como ¿de dónde viene esta preferencia al orden?, ¿qué pasa con los que no creemos en la naturaleza sin intervención del humano? Estas preguntas me guiaron desde un ámbito personal y recopilando las referencias académicas para poner en cuestionamiento qué es ser mujer. Desde mi realidad y con narrativas en verso, cuento la historia de una mujer que desborda sentimiento de injusticia y opresión, discusiones como la heterosexualidad y la separación de inspección sobre lo diferente de la perspectiva de sexo y género, sumando sobre el falogocentrismo y el impedimento al conocimiento y la razón de forma machista y patriarcal. (Butler, 1999). En el primer canto llamado duelo del saber, incorporo el lenguaje y el arte como es “secuestrado” por las políticas y leyes para mostrar una figura femenina estereotipada con expresiones de género heteronormadas, domesticadas y conservadoras. Este personaje literario que despierta simbólicamente en un desierto, al darse cuenta de los controles y limitaciones impuestas e intervenidas de una innegable naturaleza instalada, expresa coraje, protesta y rebelión ante figuras simbólicas como la religión judeocristiana, en partes como Dios y citas bíblicas famosas que estigmatizan la palabra mujer. Esta carga simbólica de sobre identificación con el cuerpo de mujer, santificándolo en sus acciones innatas, conllevando el ser mujer a un sentido común de la misma forma que lo ha hecho el patriarcado, como lo menciona (Dragnic, 2016) sobre qué nos hace más sagradas que un hombre, si antes que todo somos personas diversas, con realidades, clases, etnias y subjetividades diferentes. De esta manera, el canto II de Conversación con la virgen, trata de introducirse en esta fantasía de una virgen que se rebeló y también dejó de ser la representación del deber ser mujer. Por el contrario, a los otros temas en el tercer canto La otredad absoluta, considero una reconciliación con el sentirse sin género asignado, de forma erótica y lésbica, donde no exista reproducción ni culminación. Esta reconciliación con la carne que también expresa (Paz, 1993) donde se expresa la esfera carnal y espiritual sagrada. En el último canto y finalizando llamado la explosión vital, expreso la misma crítica que hacen Mia Dragnic y Judith Butler sobre cómo el mismo feminismo se convierte en un ser absoluto y universal, ignorando todos los géneros, etnias y cosmovisiones culturales. La pretensión de una coalición es un comportamiento colonizador.

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LA O TRA C OSTILLA N°27


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