El milagro de la Santa Casa de Loreto, por Federico Catani

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El milagro de la Santa Casa de Loreto


Federico Catani, nacido en 1986, se graduó en Ciencias Políticas y en Ciencias Religiosas, fue profesor de religión católica en las escuelas públicas. Periodista, colabora con diversas revistas y blogs en el mundo católico. Es el director gerente de Spunti, de la Asociación de Luci sull’Est.

Agradezco al prof. Giorgio Nicolini por el valioso asesoramiento y la información proporcionada. Agradezco especialmente al Sr. Nestor Fonseca por su ayuda material y espiritual, sin la cual este libro no hubiera sido posible.

© 2021 Foundation for a Christian Civilization, Inc 1358 Jefferson Road, Spring Grove, PA 17362 (Estados Unidos) Distribuída en los Estados Unidos por: The Foundation for a Christian Civilization, Inc. Campaña America Needs Fatima (888) 317-5571 1358 Jefferson Road, Spring Grove, PA 17362 www.ANF.org - ANF@ANF.org Edita: Cultura y Civilización Felipe Barandiarán Porta Asesoría Técnica Editorial - Madrid Rávena, 11 - 2º D - 28032 Madrid All rights reserved Título original: Il Miracolo della Santa Casa di Loreto Traducción del italiano: Carolina Isabel Fernández Yepes Fotografía y diseño gráfico: Felipe Barandiarán Portada: Traslación de la Santa Casa. Francesco Foschi, siglo XVIII Museo Antico Tesoro della Santa Casa, Loreto (Italia) ISBN: 13-978-84-932637-7-5 Impreso en EU


Federico Catani

El milagro de la Santa Casa de Loreto

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A la Virgen María, en señal de gratitud y reparación por los pecados cometidos contra ella y sus privilegios, en el espíritu del Mensaje de Fátima.


Anunciación. Federico Barocci, capilla de los duques de Urbino Basílica de Loreto


En aquel tiempo Dios envió al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según su palabra». Y el ángel, dejándola, se fue. (Evangelio de San Lucas 1, 26-38)


Índice

Introducción – Todo empezó aquí... 13 Capítulo I – ¿Cómo es la Casa Santa?

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1. ¿Es realmente la casa de la Virgen? 2. Dar la vuelta de rodillas alrededor de la Santa Casa y besar sus paredes 3. ¿Por qué Nuestra Señora es negra? 4. ¿Cómo está amueblada la Santa Casa? 5. ¿Dónde se celebró la primera Misa? 6. La Casa de los Milagros

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Capítulo II – La casa llevada por los ángeles

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1. Traslados de la Santa Casa históricamente probados 2. El triple milagro del primer Traslado 3. Las dos antiguas tablillas 4. Primer traslado: Tersato 5. Segundo traslado: Ancona 6. Tercer traslado: el bosque de la señora Loreta 7. Cuarto traslado: la tierra de los dos hermanos 8. Quinta etapa: la vía pública 9. Algunas aclaraciones

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10. Ángeles o... ¿la familia de los Ángeles? 68 11. La misteriosa noche entre el 9 y el 10 de diciembre.... 73

Capítulo III – ¿Dónde nació la Virgen? 77 Capítulo IV – La Iglesia no tiene dudas 81 1. La Fiesta del Traslado de la Santa Casa 2. Las letanías Lauretanas 3. La voz de los Sumos Pontífices 4. La presencia de los santos

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Capítulo V – Loreto, baluarte de la Europa cristiana contra el islam 103 1. La batalla de Lepanto (1571) 2. La batalla de Viena (1683)

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3. La heroica defensa del Estado Pontificio

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Capítulo VI – Los grandes acuden como peregrinos 117 Apéndice – Loreto, el santuario de los “principios no negociables” 131 Bibliografía 135



Introducción

Todo comenzó aquí.... El 15 de agosto de 1993, en la carta enviada con ocasión del VII centenario del Santuario de Loreto, el Papa Juan Pablo II definió la Santa Casa como «el primer santuario internacional dedicado a la Virgen y, durante varios siglos, el verdadero corazón mariano de la cristiandad»1. De hecho, el Santuario de Loreto no es un santuario como muchos otros. Durante mucho tiempo ha sido el centro de devoción mariana más importante de Italia y de Europa y esto no solo se debe a la preciosa reliquia que alberga sino también a la manera como llegó a la región de las Marcas. La Santa Casa de Loreto es el lugar donde, como leemos en una espléndida homilía de San Bernardo2, comenzó la Redención de la humanidad, el núcleo más humilde 1

Cfr. Carta de Juan Pablo II a monseñor Pasquale Macchi para el VII centenario del santuario de la Santa Casa de Loreto, 15 de agosto 1993, in https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/it/letters/1993/documents/hf_jpii_let_19930815_mons-macchi.html.

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«Has oído, Virgen, que concebirás y darás a luz; has oído que esto no sucederá por obra de un hombre, sino por obra del Espíritu Santo. El ángel espera la respuesta; debe regresar ante Dios que lo envió. Esperamos, oh Señora, una palabra de compasión, ya que miserablemente estamos oprimidos y condenados. Este es el precio de nuestra salvación: por tanto Madre si eres consciente de esto, seremos liberados inmediatamente. Todos fuimos creados en la Palabra eterna de Dios, pero ahora estamos sujetos a la muerte sin embargo tu breve respuesta nos renovará y nos dará la vida. Te lo suplican con lágrimas Pía Virgen: Adán exiliado del Paraíso con sus hijos miserables; y David te lo suplican; los santos patriarcas que son tus antepasados, que viven en la oscura región de la muerte, te lo suplican insistentemente. El mundo entero espera postrado de rodillas pues de tu boca depende el consuelo de los pobres, la redención de los prisioneros, la liberación de los condenados, la salvación de todos los hijos de Adán, de toda la humanidad». De las Homilías a la Virgen de San Bernardo, abad, Om. 4, 8-9; Obras completas, ed. Cisterc. 4, 1966, 53-54.


en el que tuvo lugar el acontecimiento más importante de la historia: la Anunciación de la Santísima Virgen María y la posterior Encarnación del Verbo divino. Entre los muros que alguna vez estuvieron en Nazaret, una remota y miserable aldea en el norte de Palestina, Dios se hizo hombre para salvar a los hombres del pecado, el Padre Eterno entró en el tiempo para restaurar el universo herido por la culpa de su origen. Todo esto ocurrió gracias a la colaboración de una mujer que, con su “Sí”, con su “Fiat”, cambió para siempre el curso de los acontecimientos, contribuyendo también de manera muy especial, como Corredentora, a la redención del mundo.


La Sagrada Familia en la casa de Nazaret. Fresco de Modesto Faustini. Capilla Española, Basílica de Loreto.

Esa pobre morada, donde tuvo lugar la Inmaculada Concepción y el nacimiento de María Santísima –puesto que era la casa de sus padres, Joaquín y Ana– fue escogida como morada de la Virgen y de su esposo San José, precisamente por la santidad que emanaba y porque fue allí donde tuvo lugar la Encarnación. Por tanto, en esa casa vivió la Sagrada Familia y allí Jesús creció, se educó y trabajó hasta el inicio de su vida pública. Los muros que ahora están en Loreto han visto diariamente y durante muchos años los santos rostros de Jesús, María y José, han escuchado sus voces, sus alientos, sus oraciones, han sido tocados por sus manos, permaneciendo


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impregnados de santidad y divinidad, para ser ya en esta tierra una anticipación del Paraíso. Dentro de esos muros murió San José, en los brazos de su Hijo y de su santísima Esposa. En esa Casa los Apóstoles celebraron el Santo Sacrificio de la Misa, en la que Cristo estuvo nuevamente presente en la Eucaristía, como años antes, en el mismo lugar, se había hecho hombre en el vientre de su Santísima Madre, después del anuncio del Arcángel Gabriel. Pues bien, Italia tiene la extraordinaria gracia de acoger en su territorio una reliquia tan ilustre, que según la tradición de la Iglesia –y el aval de innumerables estudios históricos, arqueológicos y científicos– ha sido milagrosamente “trasladada” al territorio de Loreto, por “ministerio angelical”. Un hecho tan llamativo merece ser conocido o redescubierto. De hecho, muchas veces sucede que se da por sentado o no se tiene en cuenta lo que se tiene a mano. Y en cambio, no debemos olvidar nunca que nada se nos debe: el don de la Santa Casa debe dar fruto y debe servir para ayudar a todos a orientarse hacia el camino de la santidad. El primer paso es, pues, conocerla y amarla. Para saber de ella, sólo hay que basarse en hechos, acontecimientos y datos ciertos, seguros y perfectamente documentados. Y es precisamente sobre estas bases que se ha construido la presente obra.


Capítulo I

¿Cómo es la Santa Casa? La historia de Loreto comienza en Nazaret, donde María recibió el saludo angelical. Como era habitual en Palestina, en esa época, las viviendas humildes solían estar formadas por tres paredes apoyadas en una cueva, que formaba una habitación separada. No hay que descartar que pudieran existir otras estancias, de tamaño menor, y un patio al aire libre. Esto, obviamente, también se aplica a la casa de la Sagrada Familia de Nazaret: que, por otro lado, no era una casa tan miserable como le gusta decir a cierto catolicismo pauperista, aunque sí era humilde y austera, a pesar de pertenecer al linaje real de la casa de David. Como sabemos, la celda donde tuvo lugar la Encarnación del Verbo de Dios por medio del “Sí” que fue pronunciado por Nuestra Señora se convirtió en un lugar de culto y de peregrinación desde los orígenes del cristianismo. En realidad, fue venerada desde que María Santísima todavía estaba en la tierra y es evidente que, con el tiempo, dado el tamaño de la casa y la enorme afluencia de creyentes trataron de hacer el ambiente más adecuado; de hecho, más tarde, a la capilla se le incorporó una estructura más grande concretamente, una sinagoga de la época constantiniana que fue remodelada más tarde en estilo bizantino y luego cruzado. Durante este período los devotos peregrinos (pero también ladrones) fueron llevándose piedras o fragmentos de los muros sagrados. Para solucionar este expolio los custodios fueron añadiendo nuevo material en los lugares donde faltaban.


Gruta de Nazaret, Basílica de la Anunciación. Las casas comunes generalmente consistían en tres paredes apoyadas contra una cueva, que constituía una habitación separada. No puede excluirse que haya habido otras habitaciones pequeñas y un patio externo.


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En resumen, el edificio sufrió algunos cambios menores, que tuvieron como objetivo la mejor conservación pues durante siglos se intentó preservar la casa de la Virgen de todo peligro. Incluso, en 1263, cuando los ejércitos islámicos arrasaron la basílica de la Anunciación, la Santa Casa (que estaba debajo de ella) se salvó. La presencia de los cruzados en Tierra Santa y más concretamente en los Santos Lugares permitió la defensa de la casa. Es importante destacar la marcha de las huestes cristianas de estas tierras en mayo de 1291, con la conquista musulmana de la última fortaleza cristiana en Acre. Sin embargo, unos días antes de la derrota definitiva de los cruzados, la celda de la Anunciación inexplicablemente había desaparecido de Nazaret. Todos los peregrinos que llegaron al lugar después de esa fecha confirmaron que en el Santo Lugar tan solo había una cueva y que no quedaba nada de las tres paredes que daban entrada a la Santa Casa.

1. ¿Es realmente la casa de la Virgen? A lo largo de los siglos, comenzando por los protestantes y siguiendo por la Ilustración ha habido voces críticas que han cuestionado la autenticidad de la Santa Casa de Loreto. El pensamiento racionalista y materialista siempre ha tratado de refutar todo lo que parece sagrado y milagroso, porque no acepta la existencia de algo o, mejor dicho, de Alguien, que trasciende y supera al mundo terrenal. En pocas palabras, no se quiere reconocer la presencia de lo sobrenatural en la Historia. Sin embargo, en el caso de la Santa Casa de Loreto hay muchas pruebas y la mayor parte de ellas son el resultado de investigaciones técnico-científica. Los que persisten en no creer siempre encontrarán una razón para justificar su falaz posición. Pasemos, por tanto, a examinar algunos elementos que nos ayudarán a afirmar que lo que se encuentra en el


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santuario de las Marcas son los muros intactos entre los cuales vivió la Sagrada Familia de Nazaret y que fueron milagrosamente transportados a Italia.

• ¿Un edificio sin cimientos? Después de haber leído las características de la Santa Casa, no puede dejar de sorprendernos que pese a que han pasado siete siglos el santo Hogar sigue milagrosamente en pie. Por lo tanto, estamos ante un hecho que no se trata de “creer”, sino simplemente de averiguar. A) Desde el punto de vista técnico y constructivo, los estudios han confirmado que el edificio no ha sufrido ningún cambio sustancial a lo largo del tiempo3 aunque cabe destacar en primer lugar un hecho muy curioso. Los tres muros de la Santa Casa no tienen cimientos propios y están colocados sobre el suelo desnudo. El terreno donde se sitúa tiene una particularidad y es que una de las paredes está suspendida en el vacío ya que está sobre una zanja. Esto es absolutamente inconcebible para cualquier construcción, excepto para los edificios palestinos del tiempo de Jesús que se construían apoyados en una cueva excavada en la roca viva. Pero si una casa (o un lugar de culto) se construye desde cero, como siempre han insinuado los críticos de Loreto, ¿por qué construirla sin cimentación y, además, sobresaliendo de una zanja? Las excavaciones arqueológicas también revelaron que debajo de un muro había un arbusto y que estaba la mitad aplastado por el muro de la casa4 y la otra mitad 3

Para una vista general de las excavaciones arqueológicas y la estructura del edificio de la Santa Casa cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, Edizioni Santa Casa, Loreto 20145, pp. 95 e ss.

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Cfr. G. NICOLINI in Nuovi studi confermano l’autenticità della Santa Casa di Maria a Loreto, Agenzia Internazionale Zenit, Roma 28 marzo 2006.



Las paredes están formadas por un tipo de piedra y mortero que no existe en la región de la Marca. Es un estilo de construcción y material típico de Tierra Santa. En diferentes piedras se graban graffiti de claro origen judeocristiano.


Graffito con escritura griega sincopada donde se lee a Iesous Christos Theou Yios (Jesucristo, Hijo de Dios). También se pueden identificar dos letras hebreas (lamed y waw).

Graffito que representa una cruz semicósmica, un símbolo judeocristiano de Pleroma y Kenoma, es decir, un signo de plenitud e imperfección, del Cielo y la Tierra.


Las tres paredes de la Casa Santa no tienen cimientos. Están asentadas sobre el suelo desnudo de un terreno irregular, con desniveles, dejando parte de una de ellas suspendida en el vacío, sobre una zanja.

sobresaliendo por debajo. Esto demostraba muy claramente que los tres muros se posaron sin precisión, colocados desde arriba, sobre un terreno polvoriento, no fue limpiado previamente. De este hecho, surge una pregunta: ¿qué constructor no prepararía el terreno antes de realizar cualquier edificación? Sólo más tarde, por temor a que la reliquia pudiera derrumbarse o dañarse, los habitantes de Recanati –en cuyo territorio se había asentado la Santa Casa por última vez– pusieron algunos cimientos y. alrededor de las tres paredes, el llamado “muro de los Recanatesi” (que, sin embargo, como se verá en breve, se encuentra a cierta distancia de los muros sagrados). Intervenciones, estas, que muestran un aprecio sin proporción por un edificio aparentemente tan pobre e insignificante. Y esto nos lleva a una cuestión fundamental: si realmente hubiera sido una operación humana, tal vez dirigida a hacer creer que se


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trataba de un reliquia distinguida, para luego ganar dinero y engañar al pueblo, ¿por qué no haber colocado unos cimientos desde el principio en lugar de tener que hacer estas obras posteriores de acondicionamiento, más exigentes y costosas? B) Otro dato relevante. Los muros de la casa estaban situados en lo que entonces era una vía pública de la ciudad de Recanati, un lugar de tránsito y sobre el que estaba prohibido construir, por razones obvias, como lo demuestra la investigación del ingeniero Nanni Monelli5. El ingeniero nos cuenta en su estudio que la normativa municipal abogaba por la demolición de cualquier estructura que se construyera allí sin permiso. Sin embargo, esta normativa no afectó a la Santa Casa debido claramente a su carácter sagrado y a la forma milagrosa en que había llegado hasta allí. Y es que no era cualquier casa sino la Santa Casa reconocida por toda la comunidad desde el principio. Otro factor que no se explica es cómo siendo el siglo XIII, tiempo en el que a buen seguro no faltaban espacios públicos para construir –tanto de propiedad municipal como eclesiástica–, la autoridad civil hubiera permitido que se levantara este edificio en medio de la carretera, obligando, por fuerza, a trazar un nuevo tramo de camino que sorteara el espacio ocupado por la Santa Casa. Si toda la operación de traslación y reconstrucción hubiera sido obra humana, ¿por qué los recanatianos ocuparon un espacio tan inadecuado? Podrían haberla plantado a 200 metros, en una zona plana del terreno, en lugar de levantarla en medio del camino lleno de baches, uno de ellos, visible hoy en día bajo los muros. C) Esto no termina aquí. Las excavaciones arqueológicas a lo largo de los siglos (la última se remonta a los 5

Cfr. N. MONELLI, La Santa Casa a Loreto-La Santa Casa a Nazareth, Edizioni Santa Casa, Loreto 1997². Cfr. anche G.M. PACE, Miracolosa Traslazione a Loreto della dimora della Santissima Annunziata, Priorato Madonna di Loreto, Rimini, pp. 22-23.


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años 1962-1965) han revelado que el perímetro de la Santa Casa de Loreto coincide perfectamente con el de la antigua casa de Nazaret, donde en la actualidad se conservan los cimientos, aunque muy sencillos pues recordemos que los muros han sido desgarrados de su origen. Más extraordinario si cabe es el hecho de que incluso en Tersat (Croacia), lugar exacto donde permaneció la Santa Casa durante unos tres años y medio antes de llegar a Loreto, quede un espacio que mide exactamente lo mismo que el perímetro de la Santa Casa. En otras palabras, ¿estamos ante una mera coincidencia o es una prueba más de la autenticidad de que estamos ante la verdadera casa de la Sagrada Familia de Nazaret? D) Y no se puede pasar por alto que la disposición de la puerta original y la ventana es inconcebible para un pequeño templo construido específicamente en ese preciso lugar de Loreto. De hecho, la puerta está ubicada en el lateral (y no en el frontal, como en todas las iglesias) y la ventana, colocada hacia el oeste, no es funcional para recibir una iluminación adecuada por la tarde, a diferencia de lo que habitual en la región de las Marchas. Estas anomalías solo pueden explicarse si, imaginariamente, la casa se estuviera colocando en su posición original, frente a la cueva de Nazaret. E) Otro de los interrogantes que había sobre la Santa Casa está relacionado con el material utilizado en las paredes de la construcción y el mismo estilo constructivo. Pues bien, los estudios han confirmado que tanto el material como el estilo son típicos de Tierra Santa, si bien es verdad que existen algunos ladrillos no originales y que se explica porque a finales del periodo bizantino, el edificio sufrió una restauración necesaria sobre todo por la gran afluencia de peregrinos: estas intervenciones habrían sido intervenciones previas al milagroso traslado. Por último, en la Santa Casa hay presencia de madera de cedro y queda confirmado tras el análisis de la madera


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que ésta procede de Nazaret, concretamente de unas colinas situadas al del sur del Líbano, área por otro lado conocida por este tipo de árboles. F) Otra prueba estudiada son los grabados (grafitis) que existen en la Santa Casa. El origen es, claramente, judeo-cristiano. Por tanto totalmente ajenos al ambiente y a la historia de las Marcas6. Estos grabados fueron realizados por los peregrinos y devotos que visitaban ese lugar tan sagrado. Para ellos era una manera de dejar un certificado de su fe con esos pequeños signos. Cabe señalar, sin embargo, que algunos de estos grafitis parecen estar colocados en una posición inversa a la que deberían. Esto se explica por el trabajo de cerrar la puerta original en 1531-1535. Las piedras se retiraron para hacer las dos nuevas puertas y luego fueron reutilizadas para tapiar la antigua abertura y los albañiles insertaron las piedras al revés de manera accidental. G) Finalmente, conozcamos el estudio que han realizado los arquitectos sobre la Santa Casa. Giuseppe Sacconi, director de la restauración de la basílica lauretana de 1884 a 1905 señala que «la Santa Casa descansa en parte sobre el final de un antiguo camino y en parte suspendida sobre una zanja adyacente»7 por lo que no puede haber sido construida o reconstruida tal como está en el lugar donde se encuentra. El segundo arquitecto, Federico Mannucci, tras los estudios y reconocimientos encargados por la autoridad eclesiástica, en un informe de 1922 señalaba que: «el muro de la Santa Casa termina unos centímetros por debajo del suelo y que el terreno sobre el que descansa no es firme». Añadía también que «en algunos lugares los muros están 6

Para más información, cfr. G. SANTARELLI, I graffiti della Santa Casa di Loreto, Edizioni Santa Casa, Loreto 2010. Cfr. anche G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., pp. 139 e ss.

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Cit. in G. NICOLINI, Alcune “prove” storiche, archeologiche e scientifiche comprovanti “la verità” delle miracolose traslazioni della Santa Casa di Nazareth a Loreto, in Il segno del soprannaturale n. 210, dicembre 2005, p. 18.


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casi completamente aislados del suelo». Terminado su estudio, envió una carta al entonces obispo de Loreto y Recanati, Monseñor Alfonso María Andreoli, donde expresaba las siguientes conclusiones: «Los muros de la Santa Casa, aunque de aspecto áspero, están hechos en perfectas hileras horizontales de piedra. Su elaboración requiere necesariamente una cimentación que asegure un soporte sólido o, al menos, una preparación del terreno para hacer posible la estructura especial en capas horizontales. Sin embargo, las paredes de la Santa Casa –añade el arquitecto– no tienen cimientos ni preparación ninguna en la tierra. Todo lo contrario, los muros están sustentados sobre un suelo que no es firme. Mannuncci concluye que la construcción de la Santa Casa no se realizó en el lugar donde se encuentra ni tampoco fue transportada a la región por medios mecánicos. En resumen, queda demostrado que se está ante un traslado prodigioso tal y como lo reflejan los documentos históricos, la tradición secular y el consentimiento ininterrumpido de la Iglesia.» Por último, Mannucci se sorprendente y remarca que «es extraordinario que el edificio de la Santa Casa, aunque no tenga cimientos y esté situado sobre un terreno de poca consistencia, disuelto y sobrecargado, pueda soportar el peso de la bóveda, la cual permanece inalterada y sin el más mínimo hundimiento y daño a los muros»8. Los datos que aquí se presentan, además de no refutados, han sido confirmados por las excavaciones de 1962-1965.

• Algunos, de los innumerables acontecimientos milagrosos

A) Como ya se ha dicho, los muros de la Santa Casa se apoyan directamente en el suelo y no tienen cimientos, por ello y por miedo al derrumbe, los Recanatianos decidieron rodearlos con un muro de contención, el llamado “muro de los Recanatianos”. Sin embargo, se produjo un 8

Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, Edizioni Paoline, Catania 1962, pp. 116 e ss.


Revestimiento de mármol de la Santa Casa encargado por el Papa Julio II a Donato Bramante. Su ejecución fue confiada a Andrea Sansovino.

acontecimiento excepcional: al final de la obra, el muro que acababa de construirse se separó de las paredes sagradas, hasta el punto que, como dijo el padre Raffaele Riera9, un niño podía pasar fácilmente por en medio de los muros y con la ayuda de una vela encendida, mostrar a la gente la verdad de este milagro. Este fenómeno fue observado por el arquitecto Rainero Nerucci durante la construcción del imponente revestimiento de mármol en la época del Papa Clemente VII. Hoy en día, la separación entre los muros sagrados y el segundo muro construido se mantiene y es de 112 milímetros pareciendo que la Santísima Virgen nos quiere demostrar el milagro del traslado a Loreto y que no necesita ayuda humana para mantener su casa en pie10. 9

Padre Raffaele Riera, jesuita y penitenciario en Loreto desde 1554 hasta 1582, autor de la Historia Domus Lauretanae Liber singularis (1565). Cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 16.

10 Cfr. G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., p. 100.


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B) Luego está la cuestión de las aperturas de la Santa Casa. Originalmente el único punto por el que se podía entrar o salir era en el centro del muro norte, delante del cual estaba el altar (que luego se movió hacia el este). Sin embargo, dados los problemas que surgieron y debido a los numerosos peregrinos que iban a visitar la reliquia sagrada, en el siglo XVI los papas Julio II y León X establecieron que la apertura original debía ser cerrada y abrir dos puertas más en otra pared. Las protestas de los fieles se hicieron inminentes pues ellos consideraban que esas dos nuevas aperturas eran una profanación, Pese a ello el Papa Clemente VII decidió realizar, (con sigilo y por la noche) las aperturas propuestas por sus antecesores. Riera describe los hechos de la siguiente manera: «El arquitecto [Rainero Nerucci n.d.a.], acompañado de algunos obreros seleccionados, entró en la Santa Casa para llevar a cabo las órdenes recibidas. Con un punzón trazó las dimensiones de la puerta deseada, tanto la altura como la anchura y luego, después de haber tomado un martillo, golpeó con fuerza la pared diciendo a sus hombres: “Picad por aquí y abrid la puerta”. Pero al mismo tiempo que el brazo del arquitecto tomaba el martillo se oyó un fuerte temblor. El arquitecto palideció y su cuerpo se desvaneció, sintiéndose muerto. Casi sin vida, fue llevado a su casa y fue acostado en la cama quedando inconsciente durante ocho horas. Cuando volvió en sí comenzó a rezarle a la Virgen de Loreto que no tardó en ayudarlo. Clemente VII, conmovido hasta las lágrimas por este hecho oró para que la Virgen lo iluminase y concluyó diciendo: “Muros sacri sacelli” –acto seguido escribió al arquitecto– “non timeas aperire portas que conficere, sic jubet Clemens”11. Llegado el momento el Papa le aconsejó que se armara no sólo con un cincel y un martillo, sino también con 11 “No tengas miedo de abrir los muros de la capilla sagrada y de construir las puertas, así que ordena Clemente Séptimo”.


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la oración y el ayuno. Nerucci, se negó a obedecer las órdenes del pontífice y la obra permaneció suspendida hasta que un joven sacerdote de la basílica se ofreció a reemplazarlo después de tres días de ayuno y oración. Entrando en la Santa Casa y rodeado del clero y de los fieles, hizo una protesta pública por la pureza de sus intenciones: “Oh, Santa Virgen –dijo– no soy yo quien golpeará las paredes de tu casa con este martillo. ¡Es Clemente, el Vicario de tu Hijo, que para mayor gloria tuya ha dictado esta orden!” Terminada la oración avanza y da un primer golpe, al instante las piedras se desprendieron casi por sí solas. Las puertas se abrieron y la del centro norte se cerró con una parte de los materiales y todavía se pueden ver las jambas y el dintel de cedro»12. A la vista de esos acontecimientos, se deduce que la Virgen era recelosa de su casa y de cualquier modificación que pudiese suceder en ella por lo que la Iglesia prohibió desde aquel momento que los peregrinos raspasen o arrancasen cualquier trozo de piedra o de cal de las paredes, por pequeño que fuera. c) En este sentido, otro acontecimiento extraordinario ocurrió durante el Concilio de Trento, en 1562 y que concierne al obispo de Coímbra, Juan Suárez. Con la autorización del Papa Pío IV, hizo que el sacerdote de Arezzo, Francesco Stella, extrajera una piedra (hoy en día rodeada de hierro, en el lado derecho del altar) para colocarla en los cimientos de un santuario que se iba a construir en su diócesis siguiendo el modelo del santuario lauretano. Sin embargo, de camino a Trento el sacerdote sufrió una serie de accidentes y contratiempos y el obispo, que gozaba de excelente salud, fue inmediatamente golpeado por un extraño mal, que casi lo llevó a la muerte. Entonces, recibió una revelación sobrenatural, a través de una monja que le recomendaba dejase la santa piedra en su lugar para gozar otra vez de buena salud. El interesado 12 Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., pp. 102-103.


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obedeció y envió a Francesco Stella de vuelta a Loreto con la reliquia. Tan pronto como la piedra fue repuesta, el obispo se curó. El prelado, arrepentido, escribió una carta al gobernador de Loreto de su propia mano, informando sobre la historia. Una copia de dicha carta se encuentra en el armario de la izquierda del altar13. Episodios similares ocurrieron también con otras personas, eclesiásticos o simples creyentes, tanto por haber robado piedras, como por haber tomado trozos de cal14. En 1557 un obispo alemán cayó enfermo por haber aceptado como regalo una pequeña piedra extraída por un soldado: sólo se recuperó después de devolverla. Hoy en día está marcada en el muro. En 1559 un caballero devolvió una piedra robada años antes de haber perdido, por ello, a sus hijos, propiedades y salud. Lo mismo le sucedió a un devoto siciliano en 1585. También en siglo XX, hubo devotos que, afectados por diversos inconvenientes y castigos, tuvieron que devolver lo que habían robado, aunque fuera sólo por fervor. La misma Santa Teresa del Niño Jesús, en su peregrinación de 1887, confesó que había sido tentada a «rascar sigilosamente los muros santificados por la presencia divina».

2. Dar la vuelta de rodillas alrededor de la Santa Casa y besar sus paredes Todo esto indica que, en Loreto, el objeto principal de veneración y devoción siempre fue la Santa Casa. No es casualidad que el gesto tradicionalmente más común 13 Cfr. O. TORSELLINI, Lauretanae Historiae libri quinque, Roma 1597, libro IV, cap. 4. Torsellini «se le considera el príncipe de los antiguos historiógrafos loretanos» (cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 16). 14 Cfr. G. SANTARELLI, Tradizioni e leggende lauretane, Edizioni Santa Casa, Loreto 2014, pp. 107-108.


Foto: Longarini Bruno, Loreto.

Tradicionalmente, los peregrinos que llegaban a Loreto, antes de entrar en la celda sagrada de María, caminaban de rodillas sobre su perímetro exterior, recitando el Rosario. Su paso, a lo largo de los siglos, ha tallado dos surcos en el mármol.


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sea besar y tocar los muros sagrados. Charles-Auguste de Sales cuenta que su tío, San Francisco de Sales, peregrinó a Loreto en 1599, una vez que entró en la Santa Casa se postró de rodillas y besó la tierra y los muros sagrados. Jacques Le Saige, peregrinó en 1518 y escribió: « Creo que el bienaventurado Jesús, cuando aprendió a caminar, se apoyó en la pared de dicha Casa y nosotros mientras hemos tocado las cuentas de nuestro rosario»15. Además, imaginando la vida cotidiana de la Sagrada Familia dentro de la casa, no se puede evitar el contacto con esas piedras. De hecho, están desgastadas. Igual de desgastada está la base de la cubierta de mármol que Clemente VIII colocó para proteger y exaltar la Santa Casa. Los peregrinos que venían a Loreto, antes de entrar en la Santa Casa de María, caminaban de rodillas a lo largo de su perímetro exterior, rezando el Rosario. El paso de tantos devotos a lo largo de los siglos, nos deja ver hoy en día los dos surcos tallados por sus rodillas en el mármol. Este gesto servía para dar gracias y pedir favores a la Virgen y tenía también un significado penitencial. El 1 de octubre de 1766 el Papa Clemente XIII concedió una indulgencia de siete años a quien caminase de rodillas en torno a la Santa Casa. Tan bella práctica se ha perdido en las últimas décadas. Por desgracia, muchas de estas manifestaciones de fervor, que forjaban la fe de los fieles, hoy se consideran anticuadas. Esta forma de devoción unía a todos, independientemente de la clase social, la edad o el origen geográfico. Las crónicas cuentan que, entre otros, la reina de Polonia María Casimira, esposa de Juan III Sobieski, héroe de Viena por luchar contra los turcos, llegó a Loreto en 1698 y caminó con toda humildad de rodillas por la parte exterior de la Santa Casa y fue una peregrina entre los peregrinos. 15 Cit. in ibidem, p. 104.


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3. ¿Por qué la Virgen es negra? Contrariamente a lo que se podría pensar, la imagen de la Virgen de Loreto con su característico color negro, siempre ha tenido un “papel secundario” si lo comparamos con la importancia de la Santa Casa. Ciertamente, las reproducciones de la estatua mariana están muy difundidas en todo el mundo, pero también es cierto que existen muchas otras variaciones de la Virgo Lauretana, casi siempre asociadas a la casa llevada por los ángeles. Por lo tanto, cuando se trata la cuestión Lauretana, la efigie de la Virgen negra no es el tema principal. Sin embargo, dada la popularidad de la que goza en la región de las Marcas, es interesante detenerse un poco en este punto también. Si bien en el pasado se creía que la imagen de la Virgen estaba desde sus orígenes en la Santa Casa, tal y como hoy la vemos, un estudio reciente ha revelado que en la época de los traslados lo que existía era un icono de la Virgen con el Niño. La imagen actual, hecha de abeto rojo, data de la segunda mitad del siglo XIV. En cualquier caso, ambas representaciones siempre han sido atribuidas por tradición al evangelista San Lucas, cuya confianza en la Madre de Dios es conocida y a quien se hace referencia como autor de otras imágenes de la Virgen. El color negro de la imagen se remonta al estilo y al género de las Vírgenes negras, y parece que son resultado de de la lectura del Cantar de los Cantares, donde se interpretan en clave mariana estos versículos: “Morenas son las hijas de Jerusalén pero aun así hermosas, o hijas de Jerusalén vuestra tez es como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón. No miréis por tanto si soy morena, pues es el sol quien me ha dorado” (Ct 1, 5-6). La invocación Turris Eburnea de las Letanías Lauretanas, nos remite al Libro del Eclesiástico, donde se atribuye a la Virgen esta frase: “Crecí como un cedro del Líbano” (Sir 24, 17).


Foto: Longarini Bruno, Loreto.

“Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón. No reparéis en que soy morena, porque el sol me miró.“ (Ct 1,5-6).


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Otra característica de la Virgo Lauretana es sin duda la dalmática, una prenda que va del cuello a los pies, y que cubre los brazos y manos, pero que no toca directamente la estatua. El vestido ha sufrido varias modificaciones a lo largo del tiempo al igual que en sus distintas reproducciones. Sin embargo, siempre se ha mantenido la devoción de poner un velo negro en la estatua el Jueves y Viernes Santo (hoy sólo en este último día), que luego se recorta y se entrega a los peregrinos como reliquia. En 1797, la antigua túnica de lana que la cubría, fue robada por los franceses entre otras riquezas y obras de arte. Hasta ese momento se entregaba a los peregrinos una libreta de calificaciones que atestiguaba la autenticidad de esa reliquia por contacto. La libreta decía: “El abajo firmante, Custodio de la Santa Casa de Loreto certifica que este trocito de tela negra, sellada, hacía parte del velo que llevaba la imagen de la Virgen el jueves y el viernes santo y tocó el vestido que se guarda en esta Santa Casa...” Otro caso de expolio fue el de la estatua de la Virgen que una vez robada fue llevada al Museo del Louvre en París. Allí permaneció hasta 1802, cuando el Papa Pío VII mandó que regresase al Vaticano, concretamente a su capilla del Palacio del Quirinal donde estuvo hasta el 8 de diciembre de ese mismo año fecha en que la imagen fue transportada a la Santa Casa a través de una ruta que atravesaba el Alto Lacio, Umbría y las Marcas. El 23 de febrero de 1921, la celda de la Anunciación, sufrió un incendio y la estatua de madera del siglo XIV quedó completamente calcinada. ¿Qué hicieron entonces? En ese momento se decide que la imagen de la Virgen fuera sustituida temporalmente por otra, la misma que se había utilizado durante los años de su “cautiverio” francés, la misma que hoy se conserva en el convento de las monjas de la Visitación de Treia (Macerata), copia que, por tanto, merece veneración. El 8 de septiembre de 1922 se colocó la estatua definitiva en la Santa Casa, la misma que hoy se puede ver y


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fue bendecida por Pío XI. Esta nueva estatua es una talla en madera de cedro de un árbol de los jardines del Vaticano, tal y como pidió expresamente el Papa. El negro de esta estatua, sin embargo, es más uniforme y acentuado que el original.

4. ¿Cómo está amueblada la Santa Casa? Según la tradición16, en la pequeña hornacina donde se dejan las vinajeras de la misa y la campanilla, situada en la pared sur, junto al altar, se encontraba el “armario” donde la Virgen colocaba los platos y la comida. Del otro lado del altar, hay una repisa embutida en el muro, en la que hay dos copas que, según la imaginación de los peregrinos, fueron usadas directamente por la Sagrada Familia. Al fondo, junto a una de las puertas de entrada, hay otra hornacina donde se hizo una pila de agua bendita (que ya no se usa). Si hay que resaltar algo del mobiliario y que llama más la atención de los devotos es el llamado tazón del Niño Jesús, que los eruditos consideran que data de la época de la vida terrenal de Nuestro Señor (siglo I d.C.)17. De hecho, Santa Teresita de Lisieux relató que había colocado allí su Rosario, uno de los gestos de homenaje que hacían los fieles. Actualmente ese cuenco se guarda en el rincón derecho de lo que comúnmente se conoce como la “chimenea santa”, situada bajo la estatua de Nuestra Señora. Finalmente, sobre la ventana del muro oeste, cuelga un crucifijo de madera de finales del siglo XIII. Los historiadores Torsellini y Martorelli afirman que llegó milagrosamente con las tres paredes y lo que es cierto es que este crucifijo se consideró milagroso desde siempre por los habitantes de Recanati y lo situaron en una capilla adyacente. Sin embargo y he aquí el hecho milagroso en el que se ba16 Cfr. ibidem, pp. 112 e ss 17 Cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 192.


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san Torsellini y Martorelli: el crucifijo se encontró de nuevo en el interior la Santa Casa. Entonces, los fieles llevaron el crucifijo en un segundo intento otra vez a la capilla y el resultado fue un nuevo fracaso pues el crucifijo apareció otra vez en el santuario, en otras palabras el crucifijo quería quedarse en la casa de María y allí permaneció18.

5. ¿Dónde se celebró la primera misa? Otra reliquia importante que llegó a Loreto junto con la Santa Casa es el llamado altar de los Apóstoles, que ahora se encuentra en el lado este, bajo el altar de mármol donde se celebra la misa diariamente. Según la tradición, es el altar que los Apóstoles hicieron construir en la sagrada casa de Nazaret y donde, según Jacques Le Saige y Torsellini, San Pedro celebró la primera misa19. Es verdaderamente evocador ofrecer el Santo Sacrificio y recibir la Santísima Eucaristía en la misma sala donde el Verbo se hizo carne. Es igualmente edificante imaginar a la Santísima Virgen María recibiendo a su Hijo, verdaderamente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de la manos de los apóstoles, en el mismo lugar donde, unas décadas antes, había sido saludada por el Ángel y se había convertido en el tabernáculo viviente de Cristo, en la Santa Custodia de la humanidad. Numerosos peregrinos atestiguan que en la casa de la Virgen había altares en los que se celebraba la santa misa. El que se conserva en la actualidad se remonta al tiempo de los apóstoles tal y como confirman los materiales utilizados. El altar está trabajado con la técnica Nabatea, mostrando las esas características estrías de la talla, el mismo estilo que se encuentra en muchas piedras de la Santa Casa. 18 Cfr. G. SANTARELLI, Tradizioni e leggende lauretane, cit., p. 166. 19 Cfr. N. MONELLI-G. SANTARELLI, L’altare degli Apostoli nella Santa Casa di Loreto, Edizioni Santa Casa, Loreto 2012, pp. 23 e ss.


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Desde el siglo XVI, el altar fue cubierto de mármol, pero tras el terrible incendio que se produjo entre el 23 y el 24 de febrero de 1921 el arquitecto oficial del santuario, Guido Cirilli, realizó una nueva cobertura y un nuevo altar que es el actual. El altar de los Apóstoles en la actualidad es ahora poco visible y solo se puede ver a través de una reja metálica.

6. La Casa de los milagros Si lo que se ha dicho hasta ahora no es suficiente para algunos, los milagros que se han producido aquí a lo largo de los siglos y que siguen ocurriendo hoy en día son también una prueba de la autenticidad de la Santa Casa. La mayoría de ellos son fenómenos discretos, silenciosos y espirituales. Pero no faltan, ni han faltado milagros evidentes y llamativos. La cantidad de documentación sobre estas irrupciones de lo sobrenatural en la vida de las personas es tan vasta que llenaría volúmenes enteros. En esta obra nos es imposible enumerar todos los milagros y, dado que ya existen obras específicas20, nosotros haremos aquí referencia a los más recientes. Para desarrollar este punto lo haremos utilizando la cronología pues, en cada siglo se han registrado acontecimientos extraordinarios. Empezamos en el pontificado de Gregorio XI, concretamente en el 1375, cuando se dio a conocer la Santa Casa de manera internacional, debido a las numerosas curaciones que se produjeron en ella. El papa lo explicaba así: “Son muchos los milagros que el Altísimo se digna manifestar en la Santa Reliquia y esto hace que se reúna una gran multitud de fieles, movidos por la devoción”. Muestra de ello son los innumerables 20 Cfr. por ejemplo P. CAVATORTI, Le guarigioni a Loreto. Gli sguardi e le carezze della Madonna, Congregazione Universale della Santa Casa, Loreto 2001.


El llamado cuenco del Niño Jesús, que los estudiosos consideran que se remonta a la época misma de la vida terrenal de Nuestro Señor. (Siglo I d. C.).

El llamado altar de los Apóstoles, que se encuentra hoy en el lado este, debajo del altar de mármol donde se celebra diariamente la Santa Misa.


Sobre la ventana de la pared oeste (la ventana de la Anunciación) cuelga un crucifijo de madera de finales del siglo XIII.


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ex votos que hay en el santuario y que han sido recogidos a lo largo de los siglos. Estos son, sin duda alguna, signos de la constante presencia y atención de la Virgen con los hijos que se dirigen a Ella en su casa. Además de la gente común, algunos de estos milagros han involucrado a personalidades ilustres, soberanos, Papas y santos. Más adelante veremos, por ejemplo, los casos de los Papas Pío II y Pablo II y de soberanos como Luis XIII. Cabe destacar el exorcismo mediante el cual se pudo saber exactamente dónde se encontraban la Santísima Virgen y el Ángel Gabriel en el momento de la Anunciación. La historia narra cómo en 1489, el noble Pietro Orgentorix, de Grenoble, hizo todo lo posible por liberar a su esposa Ana, poseída por siete demonios. La historia cuenta que, pese a los exorcismos realizados en ella, nada se había logrado y la familia, buscando una solución, marchó a Italia y a la Ciudad Santa de Roma, pero tampoco hubo curación. Fue entonces cuando decidieron ir al Santuario de Loreto; allí la dama fue sometida a nuevos exorcismos que fueron eficaces gracias a la intercesión de la Virgen y particularmente al poder del lugar, demontrándose una vez más, que se estaba ante la Santa Casa. La narración cuenta como el sacerdote que realizó el exorcismo obligó al último demonio que dejaba el cuerpo de la pobre mujer a confesar la posición exacta de María y del arcángel en el momento de la Encarnación. El diablo declaró que la Santísima Virgen estaba justo detrás del altar, en el lado izquierdo, mientras que Gabriel se detuvo en el lado derecho de la ventana, manteniendo cierta distancia por respeto a la inmaculada pureza de Nuestra Señora21. Otro milagro que podemos recordar aquí es la gracia otorgada por la Virgo Lauretana a Santiago de la Marca, 21 Cfr. P.V. MARTORELLI, Teatro istorico della Santa Casa, Roma 1732-1735, v. 1, pp. 346-347.


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gracias a la cual este hombre se recuperó de un problema sanguíneo y pudo continuar su misión de predicador. Tampoco podemos pasar el milagro que le sucedió a la hija del Rey de Dinamarca, Cristina, Duquesa de Lorena, llevada en camilla a la Santa Casa, donde recuperó rápidamente la salud. La Santa Casa produjo milagros también entre judíos y musulmanes. Muchos de los beneficiados, al comprobar la grandeza lauretana, se convirtieron al catolicismo. Otro milagro fue el que le aconteció al francés Jean Jacques Olier, sacerdote fundador de la Sociedad de San Sulpicio. Jean Jacques Olier estaba afectado por una grave enfermedad ocular de la que se recuperó después de una peregrinación a pie al santuario. Realizada esta curación, tuvo lugar otra en el 1727 a María de Anjou, que contribuyó a la conversión al catolicismo de su madre, de fe luterana. Es notable también la conversión del calvinista Isaac Lamott, en 1732. Extrañamente perdía la vista cada vez que miraba la imagen de la Virgen en la Santa Casa. Sin embargo, una vez que prometió hacerse católico, su visión ya no se volvió a apagar al contemplar la estatua de la Madre de Dios. En el siglo XX, con el inicio de las peregrinaciones a Loreto de los trenes blancos de la Unitalsi (a partir de 1936), hubo muchas curaciones de enfermos tanto italianos como extranjeros. Los milagros más recientes datan de finales del siglo XX, concretamente de 1974, cuando Elena Budellacci22 se recuperó tras veinte años de enfermedad. Parece importante destacar que la Santa Casa no hace solo milagros si se va allí, también los hace a distancia, para ello es solo necesario la oración y la visión de una 22 Cfr. P. CAVATORTI, Le guarigioni a Loreto. Gli sguardi e le carezze della Madonna, cit., pp. 133 e ss.


Las ofrendas votivas donadas al santuario a lo largo de los siglos son innumerables. Además de la gente común, algunos de estos ex-votos son de personalidades distinguidas, soberanos, papas y santos. En 1375 el Papa Gregorio XI reconoció que, “por los muchos milagros que el Altísimo se digna manifestar allí, una multitud de fieles acuden movidos por la devoción”. El Papa Sixto V escribió en el frontispicio de la basílica “Deiparae domus in qua Verbum caro factum est” (“Casa de la Madre de Dios en la cual la Palabra se hizo carne”), y “considerando los muchos peregrinos de todo el mundo que reciben allí continuos milagros”, le concedió a Loreto el título de ciudad y obispado.


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pequeña imagen de la Virgen de Loreto. Este fue el caso del Sr. Paul Holzgreve que se curó de una tetra parálisis en la Navidad de 1999. Para curarse usó el aceite bendito del santuario que un conocido le trajo de las lámparas de la Santa Casa para aplicarlo en sus miembros. Por último, en el 2000 el milagro concedido a la Sra. Olga Spiridigliozzi. Ella fue curada después de la procesión del Santísimo por la plaza que hay frente al santuario.


Capítulo II

La casa traída por los ángeles ¿Cómo llegó la Santa Casa a Loreto? En las últimas décadas se ha empezado a especular que las piedras de la morada de Nazaret –y no los muros, como siempre se había dicho– hubieran sido traídas a Italia por los hombres. En la práctica, el traslado de la Santa Casa a la colina de Loreto es considerada por muchos como una leyenda piadosa, una operación que está insertada en el proceso de continua minimización de los acontecimientos milagrosos. Parece que esto tiene su fundamento en querer poner a la Iglesia en sintonía con los tiempos, para ser más creíble a los ojos del mundo. Estas actitudes sin embargo causan el efecto contrario ya que socaban la fe de los sencillos. Como veremos en breve, hay dudas sobre la versión “moderna” de la cuestión lauretana. Si bien hay que aclarar que no se trata de un dogma de fe sino tal y como dijo el Papa Juan Pablo II en la Carta que escribió en el VII Centenario de Loreto: «estamos ante un hecho al que debemos conceder la plena libertad de ser investigado desde el punto de vista histórico». Precisamente en virtud de esta libertad nos sentimos con derecho a seguir pensando que es mucho más razonable e incluso “científicamente” probado que el “traslado milagroso” haya sido posible. El mismo Padre Giuseppe Santarelli, historiador de la cuestión lauretana y de cuyas obras nos hemos nutrido


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para realizar este estudio debido a la cantidad de informaciones interesantes que nos ofrece, nos dice que la versión del transporte humano es tan solo una hipótesis, ya que no hay ninguna certeza incontestable. Por otro lado, esta hipótesis ha sido completamente desmentida con claras demostraciones probatorias por otros estudiosos, como se explicará mejor y más adelante en nuestro estudio. Monseñor Giovanni Tonucci, obispo delegado pontificio de Loreto desde 2007 hasta 2017, en el prefacio de la obra de Santarelli, respondió a la invitación hecha por el Papa sobre la libre investigación histórica del hecho y escribe: «se equivocan quienes no dan por creíble la bella tradición del transporte angélico de la Santa Casa, pues no es algo banal ni superficial»23. Bien, intentemos ahora comprender por qué la Tradición Milagrosa no es un invento piadoso, ni una credulidad superficial.

1. Traslados históricamente probados Históricamente, se han registrado al menos cinco traslados milagrosos de la Santa Casa de Nazaret durante el período comprendido entre 1291 y 1296: la primera en Tersato (hoy distrito de Rijeka), la segunda en Ancona (localidad de Posatora), la tercera en el bosque de la señora de Loreta (hoy localizada en Banderuola), la cuarta en el campo de dos hermanos situado en el monte Prodo (frente al actual santuario lauretano) y la última en la vía pública, donde se encuentra la actual basílica y donde sobre todo se ha construido una ciudad, justo alrededor de la ilustre reliquia24. Esto, obviamente, no significa que los santos muros nazarenos no hayan tocado también otros lugares, pero no hay documentación histórico-arqueológica sobre el tema. De he23 G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., pp. 6-7. 24 Cfr. G. NICOLINI, Le cinque traslazioni “miracolose” della Santa Casa di Nazareth, in Il segno del soprannaturale, n. 216, giugno 2006, p. 28


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cho, las tradiciones populares locales de la Toscana, Umbría y las Marcas sugieren que durante un período de tiempo en que salió de Tersato (entre el 9-10 de diciembre de 1294) y antes de llegar a Ancona (1295), la Santa Casa viajó y tal vez se detuvo en varios lugares del centro de Italia25. No es casualidad que mientras que en la región de las Marcas se habla de “Venuta”, en Umbría se habla de “Passaggio” y en algunas zonas de la Toscana del “Gran Tragitto” y en todas se cuenta el mismo hecho, pero de diferentes maneras, y todos estos traslados se han transmitido de generación en generación. Además, es precisamente en estas zonas donde se encuentra la “Antica Via Lauretana” junto a los llamados “Caminos Lauretanos” y por lo tanto es posible que la Santa Casa hiciera breves paradas allí. Nosotros nos vamos a centrar en los cinco viajes de los muros de Nazaret ya que de ellos tenemos suficiente información para afirmar que son auténticos. Para empezar, es necesario realizarse la siguiente pregunta: ¿Por qué la Santa Casa habría dejado Palestina? Pues he aquí la explicación. Los tres muros desaparecieron de la Basílica de la Anunciación en Nazaret en el año (1291) cuando los cruzados fueron derrotados en San Juan de Acre y tuvieron que abandonar definitivamente la Tierra Santa; de hecho, siempre se ha dicho que el milagroso traslado tuvo lugar para preservar la Santa Casa del dominio islámico. Era pues una clara señal de defensa contra las conquistas del mundo musulmán, un tema muy vinculado a Loreto, como se verá más adelante. Es importante destacar justamente este dato, pues resulta muy significativo que, desde Tierra Santa, esta gran reliquia de la cristiandad haya elegido como última parada de su viaje el territorio de los Estados Pontificios, es decir, en los dominios del Vicario de Cristo. 25 Cfr. G. SANTARELLI, Tradizioni e Leggende Lauretane, cit., p. 161.


Representación de las sucesivas traslaciones de la Santa Casa. Autor anónimo del siglo XVI. Museo Pinacoteca, Loreto.

Guillermo Garratt, profesor de arte de la Universidad de Cambridge, gran historiador de Loreto26, convertido del anglicanismo al catolicismo, se planteó una pregunta que cualquier cruzado se haría: cayendo Nazaret en manos del islam ¿permitiría Dios, acaso, que la Santa Casa pudiera ser transformada en mezquita? El autor concluye que la respuesta a esta incógnita es clara: “la Santa Casa desaparecería si fuese necesario, porque Dios la salvaría de la profanación y de la destrucción. (…) El fanatismo de los seguidores del falso profeta podrían profanar otras iglesias 26 Autor de Loreto, la nueva Nazareth (1893).


cristianas, pero el Todopoderoso no permitiría jamás que la Santa Casa fuese profanada. Así pues, cuando ya no quedase ningún brazo armado de hombre (cruzado) para proteger la casa bendita, Dios ordenaría a sus Ángeles que interviniesen para que no pudiera ser profanada la Santa Reliquia y los ángeles la llevarían en sus brazos y la situarían en una tierra cristiana. Sí, el Creador del Universo [...] transportó el testimonio inmortal de la Encarnación a una región segura donde miles de almas corrieron, corren y correrán a venerarla»27.

2. El triple milagro del primer traslado No podemos dejar de constatar el triple milagro que sucedió en la noche del primer traslado entre el 9 y el 10 de mayo de 1291. 27 Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., pp. 49-50.


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La noche del día 9 la Santa Casa desapareció de la Basílica de la Anunciación. La preciosa reliquia se encontraba debajo del edificio, justamente en una cripta, pues en 1263 había sido preservada de Alan ed-Din Taybar, teniente del sultán de El Cairo, Bajbars Banokan, que quiso profanarla. A partir de estos hechos surgen algunos interrogantes. La primera cuestión que se nos plantea es como en 1291 pudieron los tres muros ser arrancados de los cimientos y salir del sótano de la iglesia. La segunda cuestión que se plantea es la velocidad del traslado, pues queda en el aire cómo fue posible que los muros sagrados, en el espacio de una noche, fueron movidos y desaparecieran del sótano de la basílica, un lugar, por otro lado, que hasta entonces siempre los había protegido, para aparecer en Istria. Si como veremos hasta el nueve de mayo de 1291 la Santa Casa estaba en su lugar original, ¿Cómo es posible que al día siguiente ya no estuviese y que no haya ninguna explicación con respecto a este traslado?, ¿Qué había sucedido?, ¿Cómo fue posible llevar a cabo el trabajo en tan poco tiempo, es decir, arrancar los muros de los cimientos, sacarlos de la cripta protectora sin desmantelarlos y llevarlos en una sola noche a miles de kilómetros de distancia como es Tersato?, ¿Cómo hace esto un ser humano? ¿Y por orden y con el permiso de quien habrían hecho este traslado?

3. Las dos tablas antiguas El famoso y autorizado religioso carmelita Giovanni Battista Spagnoli, llamado el Mantuano contó que, yendo al santuario de Loreto, leyó en una antigua tabla expuesta en las paredes de la iglesia la historia del traslado de la Santa Casa. En una carta enviada al cardenal Girolamo Della Rovere el 22 de septiembre de 1489 (o, según algunos textos, en 1479), el Mantuano decía lo siguiente: «Habiendo llegado recientemente a la Santa Casa de la Santísima Virgen María


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de Loreto y habiendo visto las cosas admirables que Dios obró en ese lugar […] comencé a observar con diligencia y a admirar una enorme mole de “ex votos” colocados en las paredes que llamaron mi atención y que comencé a leer. Y he aquí que una tabla carcomida debido a su antigüedad apareció ante mis ojos y en ella estaba escrito el motivo por el cual ese lugar había alcanzado tan gran importancia. Entonces yo, ardiendo en un celo piadoso y para que por un descuido humano no se perdiera la información porque se creyese que eran datos insignificantes y porque no se borrara el recuerdo de tan maravilloso hecho, quise recoger de la tabla, consumida por la carcoma y el polvo, la serie de hechos milagrosos»28 y efectivamente así fue ya que en la tabla se recogían los traslados de la Santa Casa de Nazaret en varios lugares hasta llegar finalmente a Loreto. El Beato Giovanni Battista Spagnoli prosiguió señalando que «Todas las cosas que hemos dicho anteriormente, a excepción de unas pocas quedan aclaradas y no alteran la historia que ya conocemos pues han sido tomadas de un auténtico ejemplar de la tabla anteriormente nombrada, al que hay que darle valor de fe»29. Por lo tanto, en la época en que se escribió (segunda mitad del siglo XV) queda claro que había dos tablillas: una carcomida por el tiempo y otra una copia más legible. Esto significa que la historia de las traslaciones milagrosas no es una leyenda fabricada en ese período y sin duda las dos tablas tenían que ser verdaderas porque habían recibido la aprobación eclesiástica para estar allí colgadas. Para algunos estudiosos, la tabla más antigua fue obra del beato Pietro Moluzzi, obispo de Macerata, a cuya diócesis en 1320 el Papa Juan XXII había agregado el territorio de Recanati y por tanto de Loreto, confiándole la custodia de la Santa Casa. 28 Cit. in G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto, La Voce Cattolica, Ancona 2004, pp. 25-26. 29 Cit. in ibidem, p. 26.


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Según lo que cuentan algunos textos y autores antiguos30, el propio Beato Pietro Moluzzi fue testigo directo de los Traslados Milagrosos siendo el autor del primer relato escrito y que fue utilizado incluso en las clases escolares para instruir a los fieles y a las nuevas generaciones sobre lo que había sucedido en aquel bendito lugar. Este manuscrito original ya no existe y los libros antiguos encontrados tan solo contienen extractos de los escritos del Beato Pietro Moluzzi o copias del mismo que pudieron ser consultados por los autores posteriores que quisieron transcribirlos. Para confirmar la antigüedad de los testimonios escritos que se remontan a los orígenes de los acontecimientos milagrosos, existe la Crónica de la Santa Casa, impresa en Loreto en 1844 donde se menciona un documento de 1324 y que pertenece al Archivo de Estado de Padua. En él tenemos la ocasión de leer las siguientes palabras: “Triginta abhinc annis Domus Beate Virginis Marie de Nazareth per manus Angelorum translata fuit per mare Adriaticum prope Urbem Recineti”, es decir, “Hace treinta años la Casa de la Bienaventurada Virgen María de Nazaret fue transportada por los Ángeles a través del mar Adriático cerca de la ciudad de Recanati”. El autor de la Crónica de la Santa Casa, Raffaele Sinibaldi, capellán de la Casa Real de Borbón, cita este documento y da fe de su autenticidad. Y por ello lo presentó a Mons. Stefano Bellini, obispo de Loreto, historiador de la Santa Casa.

4. Primer traslado: Tersato El primer lugar donde se estableció la Santa Casa después de dejar Nazaret fue en Tersato, un distrito de la ciudad del Rijeka y lugar donde hoy en día existe un santuario dedicado a la Virgen, construido en memoria de la santa morada. El acontecimiento milagroso que vamos a narrar se remonta a la noche del 9 al 10 de mayo de 1291 y el vínculo entre Tersato (en Croacia) y Loreto siempre ha 30 Cfr. ibidem, p. 27.


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sido muy fuerte a lo largo de los siglos. No es casualidad que en la plaza del santuario de Loreto se construyera en el siglo XVI el Palacio de Iliria (Illyria es el nombre antiguo de Croacia), dedicado a la formación de clérigos dálmatas y albaneses. Los documentos nos dicen que una gran cantidad de peregrinos han ido siempre desde el Adriático a Loreto tal y como muestran los testimonies hallados en Tersato y que nacen a raíz de la venida de la Santa Casa. De hecho, a lo largo de la monumental escalera que conduce al santuario, casi a la mitad de camino y delante de una de las capillas que se encuentran a lo largo de la escalera, se pueden leer unas palabras grabadas en el mármol que datan del siglo XIV y que dicen así: “La Casa de la Santísima Virgen María de Nazaret llegó a Tersato en el año 1291, el 10 de mayo y partió el 10 de diciembre de 1294”31. Según el informe del franciscano de Istria Francisco Glavinich en su Historia Tersatiana32, en la mañana del 10 de mayo de 1291 algunos leñadores llegaron a un claro del bosque donde encontraron un edificio que nunca habían visto antes; era una pequeña casa con un altar en su interior. El hecho no pasó desapercibido y la noticia del descubrimiento se difundió rápidamente llegando incluso al párroco de la zona. Don Alessandro Giorgiewich, que estaba en cama y muy enfermo de hidropesía, deseoso de ver con sus propios ojos el pequeño edificio que había llegado misteriosamente al territorio de su parroquia comenzó a rezarle intensamente a la Virgen, que se le apareció para curarlo e informarle sobre la aparición de las paredes. La Virgen le indicó que eran las paredes de su casa de Nazaret, arrebatadas a los infieles para que no las profanasen. «Sabed –dijo María Santísima– que en esta casa nací, crecí aquí en mi primera infancia. Aquí, fue la anunciación del arcángel Gabriel y concebí al Hijo divino he31 Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., p. 51. 32 Para un resumen cfr. G.M. PACE, Miracolosa traslazione a Loreto della dimora della Santissima Annunziata, cit., pp. 8 e ss.


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cho por obra del Espíritu Santo. También fue aquí donde el Verbo se hizo carne, los apóstoles consagraron con su presencia esta morada y celebraron el augusto sacrificio... Dios, para quien nada es imposible, es el autor de este milagro y para que tú mismo seas su testigo y apóstol, ten la curación. Su repentino retorno a la salud, después de una enfermedad tan larga, confirmará este milagro». Dada la excepcionalidad de lo ocurrido, el virrey de la zona, Nicola Frangipani, envió una delegación de cuatro hombres, entre los que se encontraba el propio don Alessandro, a Nazaret para asegurarse de que era realmente la Santa Casa de la Virgen. Los enviados pudieron comprobar que en la Basílica de la Anunciación ya no estaban los muros de la casa donde tuvo lugar la Encarnación: sólo quedaban los cimientos, cuyo perímetro coincidía exactamente con el de los muros que habían llegado a Tersato. Todo esto fue puesto por escrito de forma notarial, y por lo tanto protegido. Sin embargo, entre el nueve y el diez de diciembre de 1294 los tres muros abandonaron Croacia, tan misteriosamente como habían llegado tres años y medio antes. Fue entonces, cuando se empezó a construir una pequeña capilla para conmemorar el hecho de que la morada de la Virgen había estado en ese lugar. En 1420 el Papa Martín V concedió indulgencias a todos aquellos que contribuyeran al mantenimiento del santuario croata. Por otro lado, el Papa Nicolás V aprobó que los franciscanos custodiasen la iglesia y habló de ella como un lugar de culto importante para Dios desde siglos pasados. A esto hay que sumarle el precioso testimonio de Urbano V que, habiendo llegado a Loreto en 1367, pudo ver el dolor de muchos peregrinos croatas que todavía lloraban la salida de la Santa Casa de su tierra (“Vuelve, vuelve a nosotros, bella Señora con tu Casa” era el lamento más común33). 33 P.V. MARTORELLI, Teatro istorico della Santa Casa, cit., v. 2, capo 4, p. 353.


Representación de las sucesivas traslaciones de la Santa Casa. Autor anónimo del siglo XVI. Museo Pinacoteca, Loreto. El autor de este trabajo pinta las ciudades idealizadas, al estilo medieval, y los ejércitos del duque de Urbino con el uniforme militar del siglo XVI. La casa de la Virgen aparece en un Nazaret rodeado de muros (1), atacado por los infieles. En una segunda representación (2), es transportada por ángeles y en una tercera imagen (3) la casa ahora se encuentra a salvo en otra ciudad amurallada, al otro lado del mar. (Museo del Virreinato de México)

El primer lugar donde posó la Casa Santa después de abandonar Nazaret fue Tersatto, ahora un distrito de la ciudad de Rijeka (Croacia). Para perpetuar su memoria, se levantó un santuario dedicado a la Virgen.

Tersatto


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Por eso el Papa regaló a los tersatianos una imagen de la Virgen34 para que la colocaran en su santuario y así consolarlos por la grave pérdida que habían sufrido. Sin embargo, el pesar de los croatas persistió. Martorelli, citando al padre Riera, cuenta que hubo una peregrinación masiva en 1559 que contó con quinientos tersatianos entre hombres y mujeres, que hicieron el recorrido habitual de rodillas, tanto en la iglesia como alrededor de la Santa Casa, con velas encendidas en las manos y repitiendo juntos en voz alta: “Vuelve, vuelve a nosotros María, vuelve… ¿Por qué nos abandonaste María?”35. La devoción a la Virgen de Loreto sigue estando muy viva no solo en Tersato, sino también en toda Croacia.

5. Segundo traslado: Ancona La segunda ubicación de la Santa Casa después de salir de Tersato, fue Ancona, que en ese momento era el puerto más importante de los Estados Pontificios. La presencia de la Santa Casa en la capital de la región de las Marcas duró nueve meses y tuvo lugar en el año 1295 como así lo atestigua un documento (del que sólo se encontró una copia en 1732 en la caja de las “reliquias auténticas” que se situaba en la Catedral de Ancona que data del mismo año) un sacerdote contemporáneo de los hechos, un tal Don Matteo, que justo después de los años del milagroso traslado dejó un escrito para que no se perdiera el recuerdo de ese hecho prodigioso en Ancona. Para venerar este hecho los habitantes de la ciudad construyeron una capilla en la colina que daba al puerto, donde había permanecido la Santa Casa. Así dice el escrito: «Yo, Don Matteo, rector y plebeyo de S. Onofrio della Porta di Campo Marte de la ciudad de Ancona, por mi devoción dejo este recuerdo de este milagro, 34 Cfr. G.M. PACE, Miracolosa traslazione a Loreto della dimora della Santissima Annunziata, cit., p. 29. 35 P.V. MARTORELLI, Teatro istorico della Santa Casa, cit., v. 2, capo 4, p. 353.


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que aconteció en el año 1295. En el bosque de la Contrada di Posatora donde durante nueve meses estuvo situada la Santa Casa de la Madre de Dios y como éramos pocos debido a las grandes guerras y plagas sufridas, quise realizar este escrito para recordarlo y lo puse bajo la piedra sagrada de la Iglesia de Santa Catalina que tanto admiraba a la Santísima Virgen María en su tiempo. Firmado un humildísimo siervo de Dios»36. Pero esta no es la única prueba. Mucho más probatoria que este hecho milagroso es la prueba dada por la construcción -dada por parte de los obispos locales - de tres iglesias, construidas para conmemorar la estancia de la Santa Casa en la colina de Posatora en Ancona y en su posterior traslado a la zona de Recanati. Una de estas tres Iglesias que se sitúa en la localidad de Barcaglione (en las colinas entre Ancona y Falconara Marittima) se encuentra todavía hoy en el mismo lugar donde había una pequeña capilla que recordaba el avistamiento por parte de los habitantes locales de la Santa Casa, procedente del mar. Cabe también mencionar la actual iglesia de Posatora, en la misma zona de colinas donde la Santa Casa se detuvo durante nueve meses. El término mismo del lugar es indicativo y deriva del latín “posat et ora”, que significa que la morada de la Virgen fue puesta en este lugar para rezar por la ciudad y para que la población rezase. Finalmente, aún más importante es la construcción junto a la Catedral de San Ciriaco de la iglesia de Santa María de Nazaret (levantada a principios del 1300 y que hoy no se encuentra en pie debido a los sucesivos ataques bélicos que sufrió la zona) y que fue consagrada por el Obispo de Ancona, contemporáneo y testigo de los tras36 Cit. in G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto cit., p. 53. Tengase en cuenta que, como el propio Nicolini observa en la p. 54, la iglesia de S. Onofrio estaba muy cerca de la de S. Caterina y que el área de Posatora estaba dentro de la misma jurisdicción parroquial.


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lados. La iglesia fue construida precisamente para conmemorar y celebrar litúrgicamente todos los Milagrosos Traslados de la Santa Casa. La iglesia de Posatora conserva además dos lápidas que atestiguan el milagro que tuvo lugar allí. Una que data de los siglos XIII al XIV. Ésta permanecería allí hasta los años cincuenta y sesenta del pasado siglo XX cuando lamentablemente se perdió como resultado de los trabajos de restauración. Pese a todo hay testigos oculares, todavía vivos, que recuerdan la lápida y dan testimonio de ella. La otra lápida data del 1545 y todavía está presente en la iglesia: evidentemente es una copia que traduce y copia la primera. En ella se puede hoy ver escrito lo siguiente: “Fue en este bosque, donde la Santa Casa de la Madre de Dios estuvo durante nueve meses MCCXCV”. Parece ser que la primera placa según recuerdan los testigos decía en latín vernáculo antiguo: “Quita futa reposata la Madonna de Loreta” (es decir, “de aquí salió después de estar por un tiempo la Madonna de Loreta”)37. Interesante dato porque ya se utiliza el término “Loreta”, para indicar el lugar del bosque donde la Señora de Loreta iría en su siguiente Traslado Milagroso.

6. Tercer traslado: en el bosque de la señora Loreta En 1295, las tres paredes de la Santa Casa llegaron a un bosque en la zona de Recanati, situado detrás de la actual estación de ferrocarril de Loreto38. En aquel momento era un lugar salvaje y pantanoso propiedad de una noble dama de Recanati llamada Loreta, de la que deriva el nombre del pueblo que alberga el santuario. Hoy en día, en la zona donde se colocó la preciosa reliquia, hay una pequeña iglesia que recuerda este acontecimiento. 37 Cfr. G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto cit., pp. 57-58. Cfr. anche G. NICOLINI, Le cinque traslazioni “miracolose” della Santa Casa di Nazareth, cit., pp. 28 e ss 38 Cfr. G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto cit., p. 68.


La iglesia de Santa Maria Liberatrice se construyó en el siglo XVI sobre una capilla anterior del siglo XIII. De acuerdo con los documentos históricos y arqueológicos existentes, de hecho, en el viaje que acompañó a la Santa Casa de Nazaret a las Marcas, los ángeles “pusieron” las tres paredes de la Santa Casa de Nazaret durante nueve meses, justo donde se encuentra esta iglesia hoy.

El lugar se llama “Banderuola”, porque algunos devotos, en el momento de los hechos milagrosos, izaron una bandera en la copa de un pino muy alto para mostrar a los peregrinos que venían de lejos el lugar exacto donde se encontraba la Santa Casa. En este lugar, la morada de la Virgen estuvo unos ocho meses. Prueba de ello es la ya mencionada tabla antigua expuesta en la misma Santa Casa y mencionada en los estudios de Teramano (en 1472) y del Beato Giovanni Battista Spagnoli (en 1479). No solo tenemos estos datos pues también en Teramano se encuentran testimonios de dos ancianos bajo juramento llamados Pablo de Rinalduzio y Francisco el Prior39, donde el primero informó que había oído que un antepasado había visto con sus propios ojos la Santa Casa venir volando sobre el mar y luego posarse en el bosque. El segundo declaró que uno de sus antepasados había visitado la Santa Casa cuando todavía estaba en la propiedad de la Sra. Loreta y fue testigo del milagroso traslado al Monte Prodo. 39 Cfr. G. NICOLINI, Le cinque traslazioni “miracolose” della Santa Casa di Nazareth, Il segno del soprannaturale, n. 220, ottobre 2006, pp. 28-29.


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Puede ser que estos testimonios sean considerados por el lector superficiales e inconclusos, pero debemos de tomarlas en consideración teniendo en cuanta la seriedad del escritor que las escribe.Además de los dos testigos de Téramano también confirman el evento milagroso San Nicolás de Tolentino que atestiguó la llegada de la Santa Casa y el hermano Paolo della Selva; un ermitaño que vivía en la colina cercana de Montorso y que también tuvo una revelación sobrenatural sobre el verdadero origen de las tres paredes40. En cuanto los peregrinos supieron del hecho, acudieron en gran número a ese lugar sagrado, a pesar de que era una zona desprovista de todas las comodidades. Pero era tanta la fe y tanto el entusiasmo que no les importaba, prefiriendo quedarse día y noche acampados bajo los árboles en oración en lugar de irse. Mantuano escribió que los peregrinos también venían de regiones muy remotas. Toda esta afluencia, sin embargo, ha dado lugar a problemas. Como explica Ricci en su Historia Virginis Mariae Loretae (siglo XV), los bandoleros y delincuentes comenzaron a hacer estragos, robando a los devotos, haciendo imposible la visita a la Santa Casa. Por este motivo la Santa Casa se trasladó de nuevo, esta vez un poco más alto, en el Monte Prodo. Ubicada allí la reliquia, los milagros continuaron tal y como lo relatan testigos e historiadores como Riera y Girolamo Angelita. La Santa Casa estuvo en este lugar ocho meses. Al abandonarlo, en el área en donde se había posado, crecieron flores y hierba, mientras que alrededor todo estaba invadido por arbustos y espinas. Desgraciadamente, todo esto terminó cuando los campesinos, por ignorancia, comenzaron a desforestar la zona y a trabajar la tierra, borrando esas señales milagrosas. El Papa Gregorio XIII en 1575, ordenó recuperar la zona pero en esta labor fueron arrancados los árboles que habían sido doblados en direc40 Cfr. G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., pp. 62 e ss.


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ción al mar y contra el viento cuando la Casa de la Santa Virgen41 salió de este lugar hace trescientos años. Sin embargo, en el lugar, como ya se ha mencionado anteriormente, se construyó una capilla, que todavía existe hoy en día. En lo que respecta al “milagro de los árboles”, parece útil que el lector tenga la oportunidad de leer el relato que Don Antonio Gudenti, patricio de Osimo y archidiácono de la Basílica Lauretana y que escribió en 1790, donde cita literalmente lo escrito por el célebre Torsellini que podemos encontrar en el primer libro, capítulo seis de su monumental obra ya mencionada, “Lauretanae Historie libri quinque”. Este relato es de gran valor por haber sido redactado en un momento muy cercano a los hechos y que dice así: «No en vano hay una creencia sobre la llegada de la Casa de María. La historia cuenta que los árboles de una larga fila se doblaron al pasar la Santa Casa. Algunos de estos árboles se inclinaron y otros cayeron al suelo. El motivo no podía ser la vejez o la fuerza del viento pues fueron doblados en contra del mismo. Lo que sí sabemos es que por desgracia fueron cortados. Pero los testigos dicen que los árboles se inclinaron para mostrar a los peregrinos como ellos habían sido testigos de tal milagro. Su recuerdo esta todavía fresco y yo el autor, les aseguro que un hombre digno de fe me constató que estaba acostumbrado a ver estos árboles y que parece ser que con más de veinte años este testigo nos muestra que estos árboles nunca se habían visto con el pie tan curvado e inclinado y con todo su tronco hacia el mar y contra el viento. Estos árboles fueron dejados allí con un propósito religioso pero la insensatez e inexperiencia de los campesinos hizo que fueran cortados y arrojados al suelo para que no se obstaculizara el arado»42. 41 Cfr. G. SANTARELLI, Tradizioni e Leggende Lauretane, cit., pp. 160-161. Torsellini y Martorelli también escribieron sobre el milagro de los árboles. 42 Cit. in A. GAUDENTI, Storia della Santa Casa di Loreto esposta in dieci brevi ragionamenti fra un sacerdote custode di S. Casa ed un divoto pellegrino, ed. seconda, Loreto 1790, p. 41.


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7. Cuarto traslado: la tierra de los dos hermanos Las tres paredes llegaron al Monte Prodo, donde en ese momento no había más que unos pocos árboles y chozas. El lugar elegido esta vez fue la tierra de dos hermanos, Simone y Stefano Rinaldi degli Antici43. Ahora es difícil identificar el lugar exacto donde se ubicó la Santa Casa, sin embargo, se sabe que estaba frente a lo que ahora es el santuario. De hecho, todavía hay una pequeña piedra tallada en la pared al final del actual Palacio Apostólico que representa una imagen de la Virgen sentada sobre la Santa Casa. A continuación, se encontraba la inscripción “visitatio custodivit” (o “este lugar vigilaba la visita” de la Santa Casa). Los dos hermanos, felices de haber sido privilegiados por la divina providencia pronto empezaron a discutir sobre el dinero que podían ganar con los numerosos peregrinos que acudían a la Casa Sagrada; pues muchos de ellos dejaban regalos votivos en honor de la Madre de Dios. Esto hizo crecer entre los hermanos la codicia y el afán de lucro y la situación se volvió tan problemática que el Municipio de Recanati se dirigió al Papa Bonifacio VIII (que fue informado y consciente de los cambios milagrosos, como atestigua en el siglo XVIII, el mencionado obispo de Montefeltro Valerio Martorelli) para resolver el litigio y tal vez disponer de la expropiación del terreno de los dos hermanos. Pero no hubo necesidad ninguna de intervención humana porque la Santa Casa, en el mes de diciembre de 1296, dejó la tierra de los dos hermanos y fue a ubicarse donde aún hoy puede ser venerada. Fue por tanto el quinto y último traslado.

8. Quinto Traslado: la vía pública A finales de 1296, la Santa Casa “para el ministerio angélico” se encontraba en medio de la vía pública que 43 Cfr. G. NICOLINI, Le cinque traslazioni “miracolose” della Santa Casa di Nazareth, Il segno del soprannaturale, n. 222, dicembre 2006, pp. 28-29.


Los bandidos y los criminales comenzaron a enfurecerse, robando a los devotos, haciendo imposible la visita a la Casa Santa. Esta fue, evidentemente, la razón principal de la nueva traslación, un poco más arriba, sobre el monte Prodo (lo que es ahora Loreto). Revestimiento de mármol, Antonio da Sangallo, 1531-1534.


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conectaba Recanati con Ancona y Porto Recanati. Recordemos en este punto que la Santa Casa está puesta en el camino sin sus propios cimientos. Sólo cuando la estabilidad de la Santa Casa se consideró insegura debido a lo pobre del terreno, se insertaron los cimientos y se rodeó por un gran muro. Pero para entender que la ubicación de la Santa Casa en la vía pública no era cosa humana, bastaría con usar el sentido común pues ¿Cómo se explica que la autoridad permitiese la En 1295, las tres paredes de la Santa Casa se posaron en un bosque de Recanati, situado detrás de la actual estación de ferrocarril de Loreto. Hoy, una pequeña iglesia lo recuerda. La ubicación se llama “Veleta”, porque algunos devotos, en el momento de los eventos milagrosos, izaron una bandera en la parte superior de un pino muy alto para señalar a los peregrinos el punto exacto donde se encontraba la Casa Santa.


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construcción de un edificio en una importante vía pública, a costa de la reconstrucción de un tramo considerable de la vía?, y ¿Cómo es posible que este edificio se hubiera construido sin cimientos y que esta supuesta omisión se subsane mediante obras de cimentación posteriores, mucho más exigentes y costosas que los cimientos normales de un edificio cualquiera?

9. Algunas aclaraciones En cuanto a las fechas, hay que señalar que convencionalmente se considera el año 1294 como el año de la llegada de la Santa Casa a Loreto, pues se tiene la certeza de que en ese año la hermosa reliquia dejó Tersato y llegó a suelo italiano. El Prof. Giorgio Nicolini44 nos aclara que hay un error en el cálculo de la llegada de la Santa Reliquia y que esto se debe a que el archivero Girolamo Angelita de Recanatese en el siglo XVI fijó la fecha del 10 de diciembre de 1294 como fecha de llegada de la Santa Casa a Recanati cuando en esa fecha lo que sucedió es que la Santa Casa desapareció de Tersato (10 de diciembre de 1294) En cuanto a la certificación de la autenticidad de las traslaciones milagrosas realizadas en aquellos años, cabe destacar la construcción de la iglesia de Forio, en la isla de Ischia. En 1295, los pescadores locales que volvían de faenar llegaron a Ancona contando la noticia de la llegada de la Santa Casa a la zona y rápidamente los habitantes de Forio comenzaron a construir una iglesia dedicada al milagro acaecido en la región de las Marcas incluso antes de que estos eventos milagrosos llegaran a su fin (en 1296), lo que nos revela la importancia del gran acontecimiento45. 44 Cfr. G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto cit., pp. 78-79. 45 Cfr. ibidem, pp. 80-81.


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10. Ángeles o... ¿la familia Angeli? En este punto es necesario hacer algunas aclaraciones sobre la versión moderna que parece haber suplantado casi totalmente la versión tradicional, reconocida oficialmente desde hace siglos por la Iglesia. Se trataría de saber, en ese caso, si el milagroso vuelo de los ángeles habría sido, simplemente, una idealización popular de un hecho meramente humano –aunque asistido por la Providencia divina– o atribuible a una cierta familia llamada De Angelis. La presunta fuente histórica a la que se refieren quienes sostienen esta hipótesis46 (porque es una mera hipótesis) es el llamado Chartularium Culisanense, una colección de documentos de diversa índole, de los cuales no se posee el original, sino sólo una copia (real o presunta) de 1859 y que actualmente está conservada en la biblioteca de los monjes de Montevergine (Avellino). Este documento como ha sido ampliamente demostrado por el Prof. Andrea Nicolotti en una de sus publicaciones en 2012, y como se explica más adelante, es ciertamente una “verdadera falsificación histórica”, creada en el siglo XIX por una familia de Culisano (Palermo) de apellido De Angelis, para hacer creer que descendían de la familia principesca “Angeli” de Epiro. En esta falsificación, en la hoja número 181 se menciona la lista de las propiedades de la dote que Ithamar, hija del déspota de Epiro Nicéforo I Angeli-Comneno, entregó a Felipe de Anjou, príncipe de Taranto e hijo del rey de Nápoles Carlos II de Anjou, con motivo de su matrimonio, que tuvo lugar en 1294. Entre estos bienes se encuentran las “piedras sagradas” retiradas de la casa de la Virgen (“sanctas petras ex domo Dominae Nostrae Deiparae ablatas”) y un panel de madera pintado con la imagen de la Virgen sosteniendo al Niño Jesús en sus brazos. 46 El que apoya esta hipótesis con más fuerza es el padre Giuseppe Santarelli. Cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., pp. 219 e ss. Para su refutación, el estudio reciente más importante es, sin duda, G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto cit., pp. 40 e ss.


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Aún queriendo admitir, sin creerlo, la autenticidad del citado documento, el hecho de haber cogido algunas piedras “de la Santa Casa” no significa en absoluto que el texto se refiera a la Casa de Nazaret, ya que la Virgen vivió en varias casas durante su vida (como son Jerusalén, Egipto o Éfeso). En cualquier caso, el documento mismo no acepta la interpretación de que toda la Santa Casa fuera transportada, pues sólo habla de “piedras sagradas quitadas” y no de la Santa Casa “entera”, a lo sumo son algunas piedras. En cambio, en Loreto encontramos la Santa Casa “intacta” y no “algunas piedras”. Sabemos, además, que siempre se ha dicho o en todo caso se ha entendido que lo que milagrosamente dejó Nazaret fueron las paredes intactas de la habitación de María y no piedras individuales. Por tanto, siendo simples piedras, es absurdo que los documentos hablen constantemente de la “Santa Casa” cuando simplemente eran solo unas piedras. Lo que es real es que en Loreto hoy en día hay parte de la morada de la Virgen y no simplemente unas piedras. Además de todo lo dicho hay que añadir que hay muchas preguntas en el documento que no tienen sentido, por ejemplo: ¿Cómo es que Niceforo Angeli-Comneno pudo disponer a su gusto de la ilustre reliquia si en ese momento no se encontraba bajo la Basílica de la Anunciación? Y por otro lado, ¿ permanecería en silencio la autoridad eclesiástica ante tal hecho? 47 No cesan aquí las preguntas pues otro interrogante que nos surge es que admitiendo que las operaciones de transporte también estaban destinadas a preservar la casa de la violencia islámica (la conquista de Acre tuvo lugar precisamente en 1291), ¿cómo es que estos bienes dotales acabaron en el territorio de Loreto, antes estado de la Iglesia? Y ¿cómo es que no se sabe nada de este viaje que sin duda habría requerido dinero, tiempo y organización? 47

Cfr. G.M. PACE, Miracolosa traslazione a Loreto della dimora della Santissima Annunziata, cit., pp. 18 e ss.


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La hipótesis más extendida habla de una donación al Pontífice, pero no se ha encontrado un fundamento sólido. Por otro lado, si bien es cierto que existe la posibilidad de transportar materialmente en grandes cantidades piedras pesadas por mar (¡nunca una casa intacta!) no se explica el motivo de por qué fue trasladada hasta en cinco ocasiones y sobre todo, no queda claro, como fue posible entonces reconstruir la reliquia con todas las características que hacen que la Santa Casa sea verdaderamente excepcional (sin cimientos, con piedra caliza de Oriente Medio, que datan de siglos y siglos antes, situada en la vía pública y que parte de la misma está sobre el vacío etc.) de las que ya hemos hablado. A lo largo de los siglos el Traslado o, mejor dicho, los “Traslados Milagrosos” han sido cuestionados por personalidades individuales con un espíritu materialista, racionalista y de desconfianza a cualquier intervención sobrenatural, propio del espíritu humanista. Por otra parte, es sorprendente que algunas representaciones pictóricas medievales de Loreto estén completamente “manipuladas” pues hay pinturas donde se ven representaciones de barcos que parecen llevar piedras o (incluso) las tres paredes intactas con un campanario encima, como si fueran una iglesia. El Prof. Nicolini ha denunciado las “manipulaciones documentales” realizadas por algunos estudiosos recientes sobre las pinturas, representaciones y xilografías de los siglos XV y XVI en las que se cree, por parte de los lectores de hoy, que en tales reproducciones se plasman las dos “hipótesis”, tanto la del transporte humano como la milagrosa, tal y como se aprecia en una pintura del siglo XVI conservada en el Museo-Pinacoteca del Santuario. En este museo se puede ver el cuadro que tiene una especie de mapa geográfico donde el autor sitúa los barcos en medio del mar con la Santa Casa llevada por los ángeles sobre el mar. La intención está bien ilustrada en la leyenda de la parte inferior por el autor, donde escribe expresamente que la representación del cuadro muestra


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sólo y únicamente los “traslados milagrosos” mientras que los barcos son sólo un adorno de la obra; además, lo que hoy en día es identificado por algunos como la “Santa Casa” es en realidad la pequeña cabaña que los barcos medievales tenían en la proa y donde guardaban los instrumentos útiles para la navegación. Pero la interpretación “manipulada” en algunos libros por algunos estudiosos recientes nos dice que sólo son recuadros parciales donde el autor hace creer de manera inequívoca al lector que existen dos “hipótesis” sobre el tema: la del transporte milagroso y la del transporte humano, dando naturalmente más crédito a la segunda hipótesis que a la primera. Lo mismo sucede con una impresión de 1582-1585, conservada en los Uffizi de Florencia: en el cuadro aparece un pequeño detalle, un barco con casa y sin vela donde el autor en las notas escritas a continuación del cuadro habla sólo del transporte milagroso. El problema surge, como siempre, con los escépticos y no solo en la cuestión lauretana sino también en muchos otros acontecimientos. Sin embargo, no deben éstas opiniones afectar a la veracidad histórica. Si en el pasado los detractores se centraron más en discutir la autenticidad de la Santa Casa, a principios del siglo XX, con el canónigo Ulises Chevalier, se empezará a hablar del transporte marítimo, y por tanto humano, de la Santa Casa. La autoridad eclesiástica siempre se ha distanciado de esa hipótesis y varios autores católicos la han negado en muchos textos, como veremos en breve. Volviendo al Chartularium Culisanense, en un estudio de 2012 el mencionado Prof. Andrea Nicolotti48 (del Departamento de Estudios Históricos de la Universidad de 48 Cfr. A. NICOLOTTI, Su alcune testimonianze del Chartularium Culisanense, sulle false origini dell’Ordine Costantiniano Angelico di Santa Sofia e su taluni suoi documenti conservati presso l’Archivio di Stato di Napoli, in www. lavocecattolica.it/falseorigini.cartularium.pdf 2012.


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Turín) ha minimizado en gran medida la presunta importancia de un decisivo documento cuya autenticidad para el autor es cuestionado. En sus conclusiones, al tiempo que afirma que no puede adoptar una posición clara sobre el tema por falta de pruebas, deja claro que en su opinión «el carácter sustancialmente falso de la historia y de los documentos bizantinos producidos por la familia De Angelis de [Palermo, en cuyo palacio se encontró el Chartularium que no tienen ninguna relación con los gobernantes de Epiro. nda] debe hacer sospechar de manera firme la credibilidad de todas las fuentes que acreditan el santo hecho»49. Si esto es cierto, toda la hipótesis del transporte humano y de la idealización popular de la familia Angeli como siendo los Ángeles del Cielo es flagrantemente falsa. El descubrimiento de dos monedas acuñadas por la familia Angeli y fechadas entre 1287 y 1308 en el subsuelo de la Santa Casa no es ni siquiera suficiente para sostenerlo. Primero, porque se han encontrado centenares de monedas de varias épocas e incluso de la época romana, ya que en la antigüedad había una necrópolis en ese lugar. El motivo por el que se encontraron tantas monedas era normal pues con motivo de la visita-peregrinación se hacían donaciones. Por tanto, las monedas solo atestiguan un gesto de devoción de algunos peregrinos, pero no el transporte humano y la reconstrucción del edificio en ese lugar. Para los autores la presencia de esas monedas y de cinco cruces de tela roja que pertenecían a los cruzados no hace sino confirmar la autenticidad de la Santa Casa que llegó a la región de las Marcas a finales del siglo XIII. Igualmente falsas son las referencias –aludidas entre finales del siglo XIX y principios del XX– a supuestos documentos del Archivo Secreto Vaticano50, escondidos o destruidos (no se sabe bien) donde se habría negado la tesis del 49 A. NICOLOTTI, cit., p. 17. 50 Cfr. G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto cit., pp. 44-45.


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transporte milagroso de la casa de María; algo extraño si se tiene en cuenta que todos los Papas y la Iglesia hasta entonces reconocían el traslado milagroso de la Santa Casa. Esta insinuación empezó a difundirse en la época de León XIII por el obispo de Dijon, Monseñor Landrieux que se habría enterado de su existencia por el médico papal Giuseppe Lapponi51, un escéptico de todo lo que concernía a Loreto. Sin embargo, sobre esta hipótesis no hay evidencia, si no, precisamente, rumores, probablemente interesados en sembrar confusión. ¿Es posible, entonces, que en tantos años ni siquiera los enemigos de la cuestión de Loreto, como el mismo Lapponi, hayan podido probar algo? En resumen, y a pesar de que todo permanece envuelto en un cierto misterio –y de hecho podemos decirlo por innumerables otros acontecimientos de la historia sagrada y milagros recientes–, hablar del traslado “milagroso” de la Santa Casa parece ser hoy en día la solución más racional y razonable. En otras palabras, no se entiende la tenacidad de ciertos ambientes católicos por no aceptarlo.

11. La misteriosa noche entre el 9 y el 10 de diciembre Una prueba más del Traslado Milagroso son las festividades populares. Nuestra Señora de Loreto es la patrona de las Marcas y el 10 de diciembre, día en el que se conmemoran litúrgicamente el Traslado de la Santa Casa, las instituciones civiles también proclaman el “Día de las Marcas” como un día especial para la zona. Pues bien, a esta fiesta se han vinculado también tradiciones seculares que, lamentablemente, debido a los profundos cambios sociales y culturales producidos desde finales de los años sesenta, han hecho que se perdiera la verdadera esencia de la celebración. Hay que decir que 51 Cfr. G. NICOLINI, La veridicità storica della miracolosa traslazione della Santa Casa di Nazareth a Loreto cit., pp. 44-45.


En muchas iglesias en las Marcas hay grupos escultóricos típicos, generalmente en madera, que representan la pequeña casa en forma de iglesia, equipada con un pequeño campanario y con la Virgen y el Niño en ella.

Foto: Longarini Bruno, Loreto.

Colegiata de San Secondo, Asti

“Fuegos de la venida” y procesión en Loreto


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esta tendencia ha cambiado en los últimos tiempos pues la región está enfocada en recuperar y preservar el precioso y rico patrimonio folklórico local. Tradicionalmente, en la tarde y noche de la víspera de la translación se dan los eventos más importantes y característicos del lugar. El 9 de diciembre, de hecho, para la gente de las Marcas es la noche de la “Venuta”, es decir, la noche en la que se recuerda la llegada de la Santa Casa de mano angelical o lo que es lo mismo, los tres muros intactos de la Santa Casa de Nazaret a la colina lauretana. A nivel popular y de forma espontánea, las celebraciones por la llegada de la Santa Casa comenzaron casi inmediatamente, desde el siglo XIV52. En el siglo XVII se oficializaron y celebraron de forma organizada, principalmente gracias a la prédica y a la labor de los capuchinos siendo los máximos responsables de ello el Padre Bonifacio de Ascoli y Fray Tommaso de Ancona. En 1624, la ciudad de Recanati (a la que entonces pertenecía Loreto) ordenó que en la tarde del 9 de diciembre «con el disparo de los morteros y el sonido de todas las campanas se encendieran fuegos en la ciudad se pusieran lámparas en todas las ventanas y se encendieran fuegos en todos los campos de labor»53. De aquí nace la tradición de los “fuochi” que iluminan el campo, las plazas de las iglesias y los barrios de los pueblos de toda la región. En otras palabras, las hogueras sirven para iluminar el camino de la Casa de la Virgen y del Niño Jesús que sobrevuelan sobre ellos. No es casualidad que en muchas iglesias de la región de las Marcas se encuentren esculturas, generalmente de madera, que representan la Santa Casa en forma de pequeña iglesia, equipada con un pequeño campanario y con la Virgen y el Niño en la parte superior. Por eso, en la región, la Virgen de Loreto es también conocida como la Virgen 52 Las informaciones se toman de G. SANTARELLI, Tradizioni e Leggende Lauretane, cit., pp. 26 e ss. 53 Cit. in G. SANTARELLI, Tradizioni e Leggende Lauretane, cit., p. 30.


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del “tettarello” (en Macerata “de li cuppitti”), es decir, del techo, porque está representada sobre el techo de la casa. Aunque varía de ciudad en ciudad, de distrito en distrito e incluso de familia en familia, generalmente los “fuegos de la Venuta” se encendían antes o después de la cena y siempre por la noche. La celebración consistía en la reunión de gente alrededor de la hoguera donde se recitaba el Santo Rosario y se cantaban las letanías lauretanas. Luego, realizaban cantos e himnos marianos de devoción popular. Cada casa y vivienda también ponía al menos una luz en la ventana o en el alféizar. Toda esta tradición, que se había perdido, ha sido recientemente recuperada de manera loable por varias parroquias y comunidades locales. En un tiempo era tradicional que los abuelos o los padres contaran a sus pequeños la historia del milagroso Traslado despertando la imaginación y la Fe en los niños. El momento culminante de la celebración, tenía lugar a las 3 de la mañana, hora en la que se creía que las tres paredes llegaron a suelo italiano. En ese momento, las campanas sonaban festivamente a la vez que los cabeza de familia disparaban varios tiros de rifle desde las ventanas para dar la bienvenida a la Santa Casa que acababa de llegar. Luego la gente iba a la iglesia a rezar y se celebraba una misa.

Nacimiento de la Virgen. Detalle del políptico de la Coronación de la Virgen María. Vittore Crivelli, 1485-1489. Galería de Arte Cívico “Vittore Crivelli”, Sant’Elpidio a Mare (FM).

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Capítulo III

¿Dónde nació la Virgen? Centrémonos ahora en otro hecho sorprendente que tuvo lugar en la Santa Casa, además del hecho fundamental de la Anunciación. La casa de Nazaret, ahora en Loreto, es también el lugar donde nació la Virgen. De hecho, desde el siglo XIV el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María Santísima se celebra solemnemente en el santuario. Y varias veces los Sumos Pontífices (y la Sagrada Congregación de Ritos en 1916) han concedido indulgencias y privilegios especiales en este día. De hecho, papas como Julio II en 1507, Pío IV en 1560, Sixto V en 1586 y Clemente VIII en 1595 hablaban de la Santa Casa como “los tres Santos Muros donde ocurrió el amanecer de la redención”, es decir, el nacimiento de la Madre de Dios. Otros pontífices como Pío IX, llegaron a afirmar que allí tuvo lugar la Inmaculada Concepción de la siempre Virgen (cf. Bula Inter omnia, 1852).


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Obviamente, es una cuestión sobre la que es legítimo discutir y pensar de manera diferente: nadie tiene una certeza absoluta y por otra parte, esta creencia no es necesaria para la salvación. Es más, podemos pensar que Dios ha envuelto ciertos acontecimientos en el misterio para hacernos comprender mejor nuestra pequeñez y para estimularnos a investigar y a ocuparnos de las “cosas celestiales”, levantando así la mirada desde la tierra. Sin embargo, no podemos ignorar algunos hechos inequívocos que confirmarían la tradición. Muchos padres de la antigüedad, entre ellos Epifanio e Hipólito de Tebas, siempre han estado de acuerdo con la tesis de Nazaret. Esta tesis ha ido encontrando con el tiempo un consenso creciente a lo largo del tiempo por ello a partir de la Edad Media el sacerdote Juan de Würtzburg, citado por Pseudo-Girolamo que dijo: «Nació en Nazaret y también en la misma habitación donde más tarde se produjo la salutación angelical donde María concibió por obra del Espíritu Santo»54. En efecto, «Lucas en el relato de la Anunciación y la Visitación sugiere que María era de Nazaret, donde tenía su casa. El evangelista, después del relato de la visita de María a Santa Isabel, escribe “se quedó con ella unos tres meses y luego volvió a su casa (1,56)»55. Es claro que la Anunciación y la Encarnación tuvieron lugar en esa casa, por lo que es normal creer que fuese también este lugar elegido para hogar de la Sagrada Familia. Varias revelaciones privadas como las de la Venerable María de Ágreda y de la Beata Catalina Emmerich, han confirmado también que la Santísima Virgen nació en Nazaret. Este dato también fue corroborado por el párroco local, Don Alexander Giorgiewich, que sufría de hidropesía 54 Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., pp. 31-32. 55 G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 198.


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y que fue curado por la Virgen, que se le apareció cuando los santos muros estaban en Tersato. La Virgen le reveló que ésa era la casa donde había nacido, crecido y donde el Verbo se hizo carne. Lo mismo ocurrió en Italia, donde la Virgen dio la misma información apareciéndose a un ermitaño de Montorso, en las cercanías de Loreto. Teramano y Mantuano van aún más lejos y nos cuentan que en el siglo XV se aseguraba que el nacimiento de María también se produjo en la casa de Nazaret. En un opúsculo de 1578, traducido a ocho idiomas por el Papa Gregorio XIII, Teramano decía que «en esta habitación vivía la Santísima Virgen. Aquí nació, se educó y luego fue saludada por el Ángel Gabriel e iluminida por el Espíritu Santo». Mantuano, por su parte redactó otro documento muy similar, tan solo añadiendo el dato del nacimiento de la Virgen, como se muestra a continuación: «El Templo de la Santísima Madre Lauretana fue la cuna de la misma Virgen, pues es aquí donde nació, se crio, fue saludada por el Ángel Gabriel y fecundada por el Espíritu Santo». Hay un hecho milagroso digno de mención que confirma la tradición occidental: el milagro de las llamas56, del que escribieron Teramano y Riera. Teramano recuerda que en el momento de la llegada de la Santa Casa a la zona de Loreto, durante varios años consecutivos, cada 8 de septiembre, antes de que cayera la noche, un ermitaño local, conocido como Fray Paolo della Selva, vio una luz que descendía del cielo hacia los muros sagrados y se esparcía después. Torsellini narra que lo mismo sucedió también en 1550, mientras un padre jesuita predicaba en la basílica: unos fuegos de luz clara descendieron sobre la Santa Casa, se detuvieron allí por un tiempo y luego se extendieron entre la multitud presente, regresando finalmente hacia la parte superior para desapa56 Cfr. G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., pp. 155-156.


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recer. El Padre Riera, historiador, fue testigo directo. Dos años después se repitió el milagro de las luces: una especie de cometa apareció en la parte superior interna de la cúpula, se posó en la Santa Casa, se extendió una vez más sobre los fieles y, tras una pausa sobre el crucifijo en la Santa Casa, desapareció. En 1554 el fenómeno se repitió en el exterior, afectando incluso a las aldeas cercanas a Loreto, desde las dos de la mañana hasta el amanecer. También se han registrado muchos otros casos. Urbano VI, en 1389, concedió al santuario una indulgencia plenaria para el 8 de septiembre. En memoria de todo esto, se colgó una estrella de seis puntas en la cúpula que, hasta 1972, cada 9 de diciembre (aniversario del Traslado) se encendia para regocijo de los fieles, especialmente de los más pequeños57. Por último, hay que señalar otro milagro verdaderamente relevante. En 1654, un hermano converso de la orden de San Francisco entró en la Santa Casa de Loreto con un espíritu más bien escéptico hacia todo lo que se decía de ella. Tan pronto como cruzó el umbral, inmediatamente cayó al suelo como si estuviera afectado por una enfermedad y estuviese cercano a la muerte. Rápidamente fue sacado de la Santa Casa. En ese momento, cuando recobró el sentido, gritó entre lágrimas: “Sí, este es el lugar de nacimiento de la Santísima Virgen María; este es el santuario donde el Verbo fue concebido”. ¿Qué había pasado? ¿Qué le hizo cambiar tan radicalmente de opinión? ¿Qué le sucedió para que se disipasen todas sus dudas? Explicó que había visto a la Madre de Dios con el Niño Jesús mirándolo con un aire irritado y amenazándolo con el fuego del infierno. Llevado por este temor, se empeñó la vida entera en proclamar la verdad sobre la Santa Casa, que se venera en Loreto58.

57 Cfr. G. SANTARELLI, Tradizioni e Leggende Lauretane, cit., pp. 55 e ss. 58 Cfr. A.R. CAILLAUX, Histoire critique et religieuse de Notre Dame de Lorette, Parigi 1843, p. 243.


Capítulo IV

La Iglesia no tiene dudas El Papa Juan Pablo II, como ya se dijo definió la Santa Casa de Loreto en 1993 como “el primer Santuario de importancia internacional dedicado a la Virgen desde hacía siglos, el verdadero corazón mariano de la cristiandad”, recordando además que “siempre ha gozado de una especial atención por parte de los Pontífices que lo han convertido en destino frecuente de peregrinación y en objeto de su atención apostólica”. De hecho, la extraordinaria importancia de la Basílica Lauretana y el milagro que tuvo lugar allí han sido atestiguados por el mismo Papado a lo largo de los siglos, con diversos pronunciamientos y sobre todo con la liturgia, a través de la cual se ha reconocido tanto la autenticidad de la Santa Casa como sus traslados milagrosos de manera oficial.

1. La Fiesta del Traslado de la Santa Casa En primer lugar, hay que señalar que el 10 de diciembre es la fiesta del “Traslado Milagroso” de la Santa Casa de Nazaret a Loreto y no la fiesta de “Nuestra Señora de Loreto” como se ha escrito erróneamente en los calendarios durante varios años por simplicidad e ignorancia. Ciertamente es una fiesta mariana, pero es significativo recordar que, en la liturgia tradicional, antes de las reformas del Concilio Vaticano II, en las fórmulas de la Misa de ese día en el centro estaba (y debería seguir siendo así) la Santa Casa. Al establecer esta fiesta, la Iglesia se comprometió profundamente al principio de lex orandi, lex credendi de manera que este concepto quedase para siempre válido, aunque el hecho lauretano no es un dogma infalible como


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las revelaciones privadas y muchos otros asuntos. Sin embargo, los pronunciamientos de la más alta autoridad la Iglesia merecen respeto y obediencia. La institución de esta fiesta, siempre presente en el ámbito local, alcanzó un carácter oficial bajo el pontificado de Urbano VIII mediante el decreto de la Congregación de Ritos, del 29 de noviembre de 1632, en el que se aprobaba para la región de las Marcas. El 30 de agosto de 1669 Clemente IX incorporó la festividad al Martirologio Romano, donde escribió: “Fue en Loreto territorio de la región Picena donde se produjo el traslado de la Santa Casa de María, Madre de Dios, en la que el Verbo se hizo carne”. Este mismo Pontífice autorizó para el pueblo de Croacia un oficio y una misa propia el día en que la Santa Casa llegó a Tersato. El 16 de septiembre de 1699 Inocencio XII aprobó un oficio y una misa59 propias e hizo que se añadiera la historia del prodigio a la Sexta Lección del Breviario Romano, que decía: «Esta es la casa donde nació la Bienaventurada Virgen María, consagrada por los divinos misterios. La Santa Casa fue transportada por un ministerio de ángeles desde la tierra de los paganos, bajo el pontificado de San Celestino V, primero a Dalmacia, y luego al territorio de Loreto, en la provincia Picena. Por tanto, es esta la verdadera casa donde el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Pues así lo prueban tanto las cartas y bulas papales como la veneración conocida en todo el mundo y los continuos milagros que se dan aquí». El Papa Benedicto XIV, a este respecto, afirmó que «querer demostrar la verdad de los hechos mencionados en esta Lección, sería una repetición de lo que los historiadores de la Santa Casa han hecho con tanto celo y doctrina». 59 Esta es la traducción de la oración de la Misa de entonces: “Oh Señor, quien en tu misericordia, con el misterio de tu Encarnación, santificó la casa de la Santísima Virgen María y la transportó milagrosamente al seno de tu Iglesia, haz eso, aléjate de casa de pecadores, nos convertimos en dignos habitantes de tus sagrados tabernáculos”.


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Benedicto XIII y sus sucesores extendieron la fiesta a la Toscana, Roma, la República de Venecia y luego a toda la península italiana, las naciones, diócesis y órdenes religiosas que lo solicitaron. La Sagrada Congregación de Ritos, en su decreto del 12 de abril de 1916, confirmó de manera definitiva que: «Esta es verdaderamente la cuna de la Santísima Virgen María, donde se han cumplido tantos misterios divinos. Esta casa llena de bendiciones fue transportada por los ángeles desde Palestina a Dalmacia y luego a Loreto, perteneciente a la región del Piceno. En ella se manifiesta de manera continuada la maravilla de sus milagros y el favor constante de los dones celestiales: es pues aquí donde el Verbo se hizo carne». Hasta 1956, en toda Italia, el 10 de diciembre se celebraba con un doble rito de primera clase con una octava (tal y como lo dispuso el Papa León XIII en un escrito del 23 de julio de 1894) sin embargo, después de 1956, en el contexto de simplificar el Misal, la octava desapareció. El 14 de febrero de 1961, la Sagrada Congregación de Ritos emitió una instrucción en la que establecía que debía de volver a celebrarse el Traslado de la Santa Casa de la Santísima Virgen María, pero sólo en las Marcas. La Congregación para el Culto Divino, el 7 de octubre de 2019, incluyó en el Calendario General Romano, el 10 de diciembre, la memoria opcional de la “Santísima Virgen María de Loreto”. En el texto del decreto se omite totalmente el milagro de la traslación de la Santa Casa.

2. Las letanías lauretanas Si la liturgia loretana es importante aún más importante lo son las letanías cuya popularidad y difusión ponen de manifiesto la importancia que siempre ha tenido el santuario de Loreto. Las letanías eran las invocaciones que los peregrinos recitaban en la Santa Casa y que se basaban en textos preexistentes. La más antigua que existe se re-


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monta al siglo XVI, por lo que las letanías pronto fueron reconocidas de manera oficial por la Santa Sede. El primer Papa que las aprobó y concedió indulgencias fue Sixto V, mediante la Bula Reddituri del 11 de julio de 1587. Será durante el pontificado de Clemente VIII, con el decreto Quoniam multi del 6 de septiembre de 1601 cuando el Santo Oficio establezca la forma actual de las letanías expresándolo de la siguiente manera: «En estos tiempos, muchas personas anónimas escriben nuevas letanías con el pretexto de fomentar la devoción. Éstas son ya innumerables, sin embargo, al ser leídas se ha observado que en algunas de ellas hay expresiones inapropiadas y en otras, algo mucho más grave e incluso peligroso, expresiones que pueden llevar al error a los devotos. Por ello, con el deseo de ser solícitos con los devotos y con la inspiración de Dios y de los santos, para eliminar el peligro de algunas letanías que pueden hacer daño espiritual, [Clemente VIII] establece y ordena que se mantengan las letanías más antiguas y comunes que se encuentran en los Breviarios, Misales pontificios y Rituales. Igualmente serán aceptadas aquellas letanías que son cantadas habitualmente en el santo templo de Loreto. Quien desee publicar otras letanías o usarlas en las iglesias -tanto en oratorios como en procesiones- estará obligado a presentarlas a la Congregación de los Ritos Sagrados para que sean aprobadas y corregidas, si fuese necesario. No se atreverán a divulgarlas en público o a recitarlas públicamente sin el permiso y la aprobación de dicha Congregación, bajo pena (además de la del pecado cometido) que será severamente infligida a discreción del Ordinario y del Inquisidor»60. En resumen, esta es la razón por la que, a partir de entonces, toda modificación y adición a las letanías lauretanas debe ser aprobada por la Santa Sede. En este punto, es muy interesante recordar que, en el verano de 1770, el joven Wolfgang Amadeus Mozart en su 60 Cit. in A. M. APOLLONIO, Le Litanie Lauretane, Casa Mariana Editrice, Frigento (AV) 2013, p. 7.


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visita a Loreto quedó tan impresionado y embelesado por la Santa Casa que, al año siguiente, compuso su Litaniae Lauretanae Beatae Mariae Virginis

3. La voz de los Sumos Pontífices En cuanto a los pronunciamientos de los papas sobre Loreto, hay muchos. Vamos a repasar los más relevantes para proporcionar una idea lo más completa posible. Parece que en primer lugar –según los informes de San Pedro Canisio61– fue el papa Nicolás IV quien se enteró del milagroso traslado a Tersato. Y Bonifacio VIII de su llegada a Italia. A este respecto, algunos sostienen que el primer jubileo se celebró en 1300, apenas cuatro años después del último traslado de la Santa Casa porque deseaba que los peregrinos que iban al camino de Roma tuvieran la posibilidad de ir previamente a Loreto62. Una referencia indirecta, pero que ya nos habla de la relevancia del hecho es que el “milagro de la Santa Casa” estaba ya contenido en la Bula de Clemente V el 18 de julio de 1310. En ella se ratificaba el voto hecho por algunos peregrinos alemanes a Loreto donde utilizaban la expresión “milagrosa Virgen divina Lauretana”. Por otro lado, las primeras referencias a la Santa Casa fueron hechas por Juan XXII en 1320 y será Benedicto XII quien conceda privilegios e indulgencias a los que iban a Loreto a rezar. Esta decisión fue reiterada y confirmada más tarde por Urbano VI, Bonifacio IX, Martín V y Eugenio IV. El Papa Nicolás V fue dos veces en peregrinación a la Santa Casa y ordenó que los regalos ofrecidos por los peregrinos se guardaran para constituir el tesoro. Como ya se ha mencionado anteriormente será el Papa Urbano V quién confirme la autenticidad de la tradición de los Traslados Milagrosos. Será él quien envíe a los fieles de Tersato en 1367, una imagen de la Virgen Lau61 Cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 17. 62 Cfr. P.V. MARTORELLI, Teatro istorico della Santa Casa, cit., c. III, p. 50.


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retana para “calmar su dolor” por haber perdido la Santa Casa. Porque los Tersatinos siempre consideraron la aparición de la casa como un verdadero milagro. Cuando supieron que la Santa Casa quedó en Loreto, comenzaron a hacer peregrinaciones a la ciudad de la región de las Marcas para rezar a la Virgen y para pedirle que volviera a vivir entre ellos. Todavía hoy, esa imagen de la Virgen Lauretana de Urbano V es muy venerada en Tersato y entre los eslovenos. También los papas Pío II y Pablo II tuvieron una relación especial con Loreto. Pío II consiguió visitar el santuario a pesar de que estaba muy enfermo, por una gracia especial de la Virgo Lauretana. Murió poco tiempo después, en 1464, en Ancona, de cuyo puerto salía la cruzada que había lanzado contra los turcos. Pablo II, en 1470, anunció un jubileo extraordinario limitado a la visita a la basílica. En la bula hablaba del santuario “milagrosamente fundado” y de la imagen de la Virgen que llegó por admirable clemencia divina, traída por una escolta celestial. Y es que, cuando todavía era cardenal (se llamaba Pietro Barbo) y asistía a Pío II en su enfermedad, fue golpeado por la peste. Orando dentro de los muros de la Santa Casa, se le apareció la Virgen y lo curó. Además, le anunció su inminente elección al trono papal, como en efecto sucedió poco después, en el cónclave del 30 de agosto de 1464, siendo elegido en el primer escrutinio. En señal de agradecimiento y para dar fe explícita del milagro, dedicó su primera encíclica a la Virgen de Loreto. El resumen del documento fue esculpido por el gobernador de la Santa Casa, Vincenzo Casali, sobre una gran losa de mármol que aún se encuentra fijada en una pilastra de la nave izquierda del Santuario. Por su parte, Sixto IV declaró Loreto propiedad de la Santa Sede y confirió el título de Alma Domus a la Santa Casa. Cuando el papa Julio II llega a ser papa emitió una bula en la que confirmaba las indulgencias concedidas por sus


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predecesores y el traslado milagroso de la Santa Casa, primero a Dalmacia y luego a Italia, pues fue un milagro de la Virgen Lauretana, salvarle la vida a Julio II durante la batalla de Mirandola. Terminada la guerra el Papa visitó el santuario y celebró allí una misa justo en el día de la Natividad de María, en 1510. Por último, para dar las gracias por el milagro hecho donó la bala de cañón de la que fue salvado gracias a la intercesión de la Madre de Dios. El Papa Della Rovere, entre otras cosas, escribió que en la ilustre casa se puede encontrar, además de la imagen de la Virgen, la habitación donde fue concebida, criada, saludada por el Ángel y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo al Salvador del mundo. Es el lugar donde alimentó y crió al Hijo divino. Transformada en capilla dedicada a la Santísima Virgen por los apóstoles, es el lugar donde se celebró la primera misa. León X también ratificó con su escrito del 1 de junio de 1515 la importancia de la Santa Casa, textualmente el papa escribió «Está probado, por testigos dignos de fe, que la imagen y la casa de la Santísima Virgen fue transportada por la omnipotencia divina desde Nazaret a Dalmacia y más tarde al bosque de Recanati. Una vez allí estuvo en la tierra de los dos hermanos y por último fue llevada por los ángeles y dejada sobre la vía pública donde todavía está al día de hoy y donde el Altísimo por los méritos de la Santísima Virgen sigue haciendo milagros». Clemente VII para ratificar este hecho envió una nueva delegación de hombres a Nazaret para confirmar la autenticidad de la preciosa reliquia y la respuesta fue una vez más positiva. Julio III fundó el Colegio de Penitenciarios en Loreto y la confió a los jesuitas y Pío IV, en 1560, reafirmó que aquella sala sagrada fue donde la Santísima Virgen fue concebida, nació, fue criada y fue saludada por el ángel Gabriel como atestiguan los testimonios dignos de fe: «La


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Santa Casa fue transportada con su estatua por el ministerio de los ángeles, desde la ciudad de Nazaret hasta el territorio de Recanati, donde sigue siendo objeto de profunda veneración de todas las naciones cristianas». Pío V, que como veremos recurrió a la Virgen Lauretana contra el peligro islámico, hizo reproducir la Santa Casa en el Agnus Dei, cuya autenticidad era dada por veraz sin la menor duda. Gregorio XIII, fundó el Colegio Ilírico e hizo acuñar algunas monedas con la efigie de los tres Santos Muros. Sixto V, cuya estatua se encuentra delante del santuario, hizo escribir en el frontispicio de la basílica “Deiparae domus in qua Verbum caro factum est” (“Casa de la Madre de Dios donde el Verbo se hizo carne”) también volvió a recordar la importancia de la Casa diciendo que «consideraba que Loreto gozaba de una extraordinaria fama mundial” ya que el peregrino se encuentra ante la sala santa en la que nació la Virgen María, donde fue saludada por el Ángel y concibió por obra del Espíritu Santo al Salvador del mundo. A su vez, esta sala fue transportada por los ángeles a este lugar y aquí se siguen sucediendo continuos milagros en favor de los numerosos fieles que vienen de todo el mundo». Por todo ello le dio el título de ciudad y obispado. Sixto V en 1586, impulsó la Orden de Nuestra Señora de Loreto (los “Caballeros Lauretanos”) con la tarea de defender la ciudad y proteger la Marca de Ancona de las incursiones de corsarios y turcos. Por su parte, el Papa Clemente VIII en 1595 hizo tallar una inscripción en el mármol del revestimiento de la Santa Casa, contando su origen y su aspecto milagroso. Aquí la mostramos, traducido del latín: «Los peregrinos cristianos que vinieron aquí, ya sea por devoción o por voto, admiraron la Santa Casa Loretana venerada en todo el mundo por los divinos misterios y milagros. Aquí nació María, la Madre Santísima de Dios, aquí fue saludada por el Ángel, aquí se encarnó el Ver-


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bo eterno de Dios. Los ángeles trasladaron la Casa, por primera vez, desde Palestina a Dalmacia, concretamente a Tersato, en el año 1291 bajo el pontificado de Nicolás IV. Tres años más tarde, al comienzo del Pontificado de Bonifacio VIII, la Santa Casa fue transportada a región de Piceno, cerca de la ciudad de Recanati, concretamente a un bosque. Este traslado fue realizado por el mismo ministerio angélico que hasta tres veces más la cambió de lugar, hasta llegar a su último emplazamiento donde lleva más de 300 años. Desde entonces, los pueblos vecinos movidos por tan maravillosa novedad y luego por la fama de los milagros que se difundieron de manera extraordinaria, la Santa Casa comenzó a ser venerada por todo el pueblo, casa cuyos muros sin cimientos permanecen estables e intactos aún hoy. La casa fue rodeada de mármol decorado por Clemente VII en 1534. Clemente VIII P.M. ordenó que en este mármol se describiera una breve historia del admirable Traslado en el año 1595. El Cardenal Antonio M. Gallo, Obispo de Ósimo y Protector de la Santa Casa, lo mandó ejecutar. ¡Tú, piadoso peregrino, venera con devoción y afecto a la Reina de los Ángeles y Madre de la Gracia, para que su Hijo dulcísimo, autor de la vida, por sus méritos y oraciones, te obtenga el perdón de tus faltas, la sanidad corporal y las alegrías de la eternidad!» Benedicto XIV llamó a la Santa Casa «Aula, donde el Verbo Divino se hizo carne, lugar que fue transportado por un ministerio de Ángeles pues así los atestiguan las obras que consultó. Una de ellas es la obra De las fiestas de Jesucristo nuestro Señor y de la Beata Virgen María escrita cuando era todavía cardenal arzobispo de Bolonia. Un documento en donde hablaba de la Santa Casa apoyándose en otros autores como San Pedro Canisio y el conocido historiador cardenal Baronio. Muchos son los documentos antiguos que dan fe y atestiguan la importancia de la Santa Casa sin olvidar la tradición perpetua, los testimonios de los Sumos Pontífices y el sentimiento común de los fieles ante los milagros


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que se producen continuamente». El papa Benedicto XIV en su monumental obra De Servorum Dei Beatificatione et Beatorum Canonizatione (libro III, cap. X, n. 5), escribe: «[...] No faltan quienes se han atrevido a decir que el Traslado de la Santa Casa, en la que el Verbo se hizo carne, desde Galilea a las Marcas es tan solo una fábula, por falta de autores contemporáneos que narren el mencionado traslado.» Avanzando en el tiempo, Pío IX, papa devoto de la Virgen Lauretana desde su juventud, realizó una promesa tras haberse recuperado milagrosamente de la epilepsia permitiéndole abrazar la vida eclesiástica, como deseaba. Esto le llevó a escribir la Bula Inter Omnia de 1852, donde dice que «entre todos los Santuarios consagrados a la Madre de Dios, la Virgen Inmaculada, la venerable y altísima Casa de Loreto es la primera. Es un lugar que brilla y tiene un esplendor incomparable. Esta casa está consagrada por los misterios divinos, ilustrada por los milagros sin número, honrada por la competencia y la afluencia de los pueblos, difusora de la Iglesia Universal. Por tanto, la gloria de su nombre es con razón objeto de culto por todas las naciones y todos los linajes humanos. En Loreto, de hecho, se venera la Casa de Nazaret, tan querida por el Corazón de Dios, hecha en Galilea y que fue arrancada de sus cimientos y por el poder divino transportada a través de los mares; primero a Dalmacia y luego a Italia. Fue en esa misma Casa donde la Santísima Virgen, por eterna disposición divina permaneciendo libre del pecado original, fue concebida, nació, creció y el mensajero celestial la saludó llena de gracia y la bendijo entre todas las mujeres. Precisamente en esa casa, ella, llena de Dios y bajo la obra fecunda del Espíritu Santo sin perder nada de su virginidad inviolable, se convirtió en la Madre del Hijo Unigénito de Dios». Un gran devoto del santuario lauretano fue León XIII, que con ocasión del VI Centenario del Traslado Milagroso, publicó el Breve Félix Nazaretana (23 de enero de 1894) donde le dedicó palabras de entusiasmo: «Esta Casa, como


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narra de manera espléndida la Iglesia fue transportada prodigiosamente a Italia, concretamente a la zona del Piceno por un acto de suprema benevolencia divina. Pronto se abrió al culto en las colinas de Loreto y atrajo inmediatamente las aspiraciones piadosas y la ferviente devoción de todos. Es por ello que este culto ha permanecido vivo a lo largo de los siglos. […] Que todos, y en primer lugar los italianos, comprendan que don tan particular es el otorgado por Dios que con su divina providencia ha quitado la Casa de un poder63 indigno y en un significativo acto de amor nos la ha ofrecido. En efecto, en esa morada bendita empezó el comienzo de la salvación humana, con el gran y prodigioso misterio del Dios hecho hombre, que reconcilia al Padre con la humanidad perdida y renueva todas las cosas.» Será bajo el pontificado del Papa Pecci, cuando se funde la Congregación Universal de la Santa Casa (1883), con el objetivo de promover el culto mariano-lauretano y de ocuparse del cuidado de la basílica. Con Pío X, la devoción lauretana tuvo que enfrentarse a la crítica racionalista del canónigo francés Ulises Chevalier, recogida en el libro Notre Dame de Lorette - Étude historique sur l’authenticité de la S. Casa (1906) donde se cuestionaba tanto la autenticidad de la Santa Casa como la de las trascripciones milagrosas en nombre de la lucha contra la “superstición” y la purificación de la fe. El libro recibió el elogio (pero no el imprimatur) del Maestro de los Palacios Sagrados, porque en su opinión no afectaba a la piedad de los fieles. Es bueno señalar que el entonces Secretario de Estado, el cardenal Rafael Merry del Val, respondió en nombre del Sumo Pontífice a una pregunta formulada por la Santa Sede sobre el libro: «En relación con la reciente publicación del canónigo Chevalier, la intervención del Maestro de los Palacios Sagrados no agradó en absoluto a Su Santidad. A este respecto, Su 63 Es decir los musulmanes, que habían invadido Tierra Santa.


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Santidad no ocultó su disgusto a nadie y me pidió que lo exprese públicamente. De esta premisa se deduce fácilmente que las palabras del R. P. Maestro no pueden poner ningún obstáculo a ulteriores investigaciones y trabajos de refutación». Para que las mentiras que se decían sobre la autenticidad de la Santa Casa y su Traslado milagroso fueran controladas, en 1907 se creó la Congregación Universal o lo que es lo mismo, un “Colegio para la defensa de la Santa Casa a perpetuidad”. De esta decisión tomada, el Papa Sarto le financió al padre jesuita Ilario Rinieri (18531941) un estudio sobre la cuestión lauretana en el que se defendiera la tradición contra los ataques del canonigo Chevalier. Del resultado de financiar al padre Rinieri se publicó una obra en tres volúmenes llamada La Santa Casa di Loreto (Turín 1910-1911). El pontificado de Pío X coincide con los años del modernismo, “síntesis de todas las herejías”, como lo definió en su encíclica Pascendi (1907), donde quedaba claro que la crítica racionalista y escéptica a la tradición lauretana no era tan sorprendente. A este respecto es útil citar las palabras pronunciadas en el Congreso Mariano de Le Puy en 1910, por el que P. Thomas, O.M.C. (con la plena aprobación de Pío X) señaló que en la cuestión lauretana «hay que reconocer el choque de una mentalidad hipercrítica muy cercana al modernismo y una mentalidad que incluso para los mejores pensadores es difícil de defender [...]. La crítica sana puede juzgar entre la escuela recién nacida, que quiere echar por tierra las conclusiones emitidas con pleno conocimiento de los hechos, sin aportar una sólida documentación, basada juicios a priori y lo que el mundo católico siempre ha dado por bueno a través de los Romanos Pontífices, los santos, la tradición popular, los documentos reconocidos como auténticos, las conclusiones de las Comisiones oficiales. La razón correcta no podría dudar. La verdad ciertamente no está en unas pocas opiniones aisladas que


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han distorsionado la historia. [...] Como el protestantismo en el siglo XVII, como el filosofismo en el XVIII, como el racionalismo en el XIX, o el hipercriticismo en el XX, no podrán velar la verdad del hecho histórico. La reliquia es ciertamente auténtica: la verdadera ciencia se inclina y la fe del pueblo cristiano no ha cambiado. Los Papas Romanos no han dejado de proclamar la verdad, la tradición permanece constante. La Santa Casa es precisamente la Casa en la que el Verbo se hizo carne»64. El transporte milagroso de los Santos Muros fue confirmado de manera aún más solemne y definitiva por Benedicto XV, cuando declaró a la Santísima Virgen de Loreto “Patrona de los aviadores y de todos los viajeros aéreos” el 24 de marzo de 1920 y lo hizo precisamente por el reconocimiento de la autenticidad histórica del “vuelo milagroso” de la Santa Casa65. Con motivo del centenario de esta proclamación, el Papa Francisco anunció un Jubileo Lauretano en el santuario del 8 de diciembre de 2019 al 10 de diciembre de 2020. Pío XI durante su papado, bendijo una estatua de Nuestra Señora de Loreto que acompañó la misión al Polo Norte de Umberto Nobile y eligió la ciudad de Loreto para el Congreso Eucarístico Nacional Italiano en 1930. La Santa Sede, en virtud del Tratado de Letrán, también recuperó el control de la basílica y de los bienes que de ella dependían. A este respecto, cabe destacar el discurso que el cardenal Granito Pignatelli de Belmonte dirigió al Papa Pío XI con ocasión del nuevo año (1935) en nombre del Sagrado Colegio. El cardenal, trató muchos temas y uno de ellos lo dirigió a Loreto diciendo: «No queremos, ni podemos pasar por alto y menos aún que se quede silenciado el gran gesto con el que Su Santidad habla de uno de los tesoros más preciados que posee el cristianismo y 64 Cit. in G. GOREL, op.cit., pp. 202-204. 65

Una curiosidad: una medalla bendecida con la imagen de la Virgen de Loreto fue traída por el astronauta estadounidense James McDivitt y sus dos compañeros en el vuelo del Apolo 9 del 3 al 13 de marzo de 1969.


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que se sitúa en nuestra Italia, me refiero a la Santa Casa de Loreto. ¿Puede haber un santuario mariano más venerable que la Casa consagrada con la misma presencia de la Santísima Virgen, habitado por ella en su vida mortal, ese “pequeño tesoro” testigo de la inefable escena de la Anunciación, donde con su “Fiat” aceptó convertirse en la corredentora de la humanidad acogiendo en su seno puro, al Verbo divino? Por eso, Santo Padre, es imposible encontrar a un cristiano que no ame tiernamente a la Santísima Virgen de todo corazón o a un cristiano que no se alegre y regocije ante la vista a la Santa Casa por ello es objeto de su cuidado y preocupación pontificia». El papa Pío XII, concedió el privilegio de poder celebrar el Santo Sacrificio de la Misa durante 24 horas consecutivas con ocasión del 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, en el altar de la Santa Casa y dirigiéndose a los habitantes de las Marcas en Roma el 23 de marzo de 1958, el Papa Pacelli no pudo dejar de mencionar el santuario lauretano: «En cuanto a vuestros valores espirituales característicos, basta pensar en la Santa Casa de Loreto para ver allí una bendición muy especial de María, que os ha hecho y os hace visitar por innumerables almas que se acercan a vosotros con una actitud de piedad sincera, con fe ardiente, profunda humildad y con un espíritu de mortificación propio de todo peregrino verdaderamente devoto». Por su parte, Juan XXIII peregrinó al santuario el 4 de octubre de 1962 para pedir protección para la Iglesia ante la inminente apertura del Concilio Vaticano II. En esa ocasión, además de recordar las visitas que hizo antes de convertirse en Sumo Pontífice, el Papa Roncalli recordó la devoción secular de muchas almas y de muchos de sus predecesores: «Razones de piedad religiosa movieron a Papas y personalidades ilustres de todos los siglos a detenerse en oración en esta Basílica de Loreto, que se extiende en la ladera de los cerros Piceni hacia el Mar Adriático. Animados por la ferviente fe en Dios y por la reverencia a la Madre de Jesús y nuestra, vinieron aquí


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en peregrinación, a veces en tiempos difíciles y de grave ansiedad para la Iglesia. Basta recordar, entre otros, a los Papas Pío II, Pablo III, iniciador del Concilio de Trento, Pío VI y Pío VII, Gregorio XVI y Pío IX, y también a San Carlos Borromeo, San Francisco de Sales y otros santos y beatos, que lo estimularon siempre de forma edificante». Los Papas recientes también han ido a Loreto. Ya hemos mencionado a Juan Pablo II, que fue al santuario cinco veces. El último en visitarlo fue el Papa Francisco, el 25 de marzo de 2019. Benedicto XVI fue en dos ocasiones, concretamente el 2 de septiembre de 2007, al llegar habló a los habitantes de Loreto y les recomendó que nunca olvidaran el “gran privilegio de vivir a la sombra de la Santa Casa”. El 4 de octubre de 2012 hizo un segundo viaje en el que dijo refiriéndose a la Santa Casa durante la homilía: «esta humilde morada es un testimonio concreto y tangible del mayor acontecimiento de nuestra historia: la Encarnación; pues el Verbo se hizo carne, y María se hizo la esclava del Señor, ella es pues el canal privilegiado por el que Dios ha venido a habitar entre nosotros». Y luego continuó señalando que «estaba situado encima de una carretera”. Esto puede parecer bastante extraño: desde nuestro punto de vista, la casa y la calle parecen excluirse. En realidad esta particularidad transmite un mensaje singular sobre la Casa. Su ubicación dice que nunca fue una casa privada, ni perteneció jamás a una persona o a una familia; es una casa abierta a todos que está, por así decirlo, en la calle de todos nosotros. Aquí en Loreto encontramos una casa que nos hace estar, habitar y al mismo tiempo, nos hace caminar recordando que todos somos peregrinos, que debemos estar siempre en camino hacia la otra casa, la casa definitiva, la Ciudad Eterna, la morada de Dios donde habita la humanidad redimida.» Retrocediendo en el tiempo es necesario mencionar aparte, la importante intervención de Pablo VI, que dio un nuevo orden jurídico al Santuario de la Santa Casa pues como ya se ha escrito anteriormente, desde 1507 la Santa


Juan XXIII fue en peregrinación al santuario el 4 de octubre de 1962 para pedir protección a la Iglesia en vista de la inminente apertura del Vaticano II.

Juan Pablo II acudió al santuario en cinco ocasiones y Benedicto XVI en dos.


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Casa estaba directamente sujeta a la Sede Apostólica Este status cambiará en 1698 cuando la casa empiece a ser gobernada por un cardenal protector y luego por la Congregación Lauretana presidida por el cardenal secretario de Estado y representado en Loreto por un prelado. Las convulsiones políticas que tuvieron lugar en distintos tiempos pasados, como el caso de la invasión francesa en 1797 o de la ocupación de los Saboya en 1860, no afectaron jamás al santuario de Loreto que siempre disfrutó de un estatus legal especial. Finalmente, en 1929 se firmó un Concordato entre la Santa Sede e Italia, como ya se ha comentado anteriormente donde el gobierno del Santuario confió la Administración de la Pontificia Basílica de la Santa Casa, encabezada por el Administrador Pontificio de la Basílica de la Santa Casa y nombrado directamente por la Santa Sede siendo el representante de Loreto un Vicario al que se le concedió la dignidad episcopal (cfr. Bula Lauretanae Basilicae del 15 de septiembre de 1934). El 24 de junio de 1965, con la Constitución Lauretanae Almae Domus, Pablo VI suprimió la Administración Pontificia de la Basílica y constituyó la “Delegación Pontificia para el Santuario de la Santa Casa de Loreto” y la Prelatura de la Santa Casa con jurisdicción canónica sobre el territorio municipal de Loreto.

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La presencia de los santos

Proporcionar una lista de todos los santos que han visitado la Santa Casa y se han pronunciado sobre ella requeriría un trabajo separado y ni siquiera sería suficiente66. Así que este trabajo se va a limitar a dar algunos ejemplos, particularmente significativos y útiles para comprender que los santos siempre han creído firmemente tanto en la autenticidad de la Santa Casa como en su traslación milagrosa. 66 Per una visione d’insieme, si rimanda a M. MONTANARI-A. SCHIAROLI, Santi e beati a Loreto, Congregazione Universale Santa Casa, Loreto 2005.


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San Francisco de Asís profetizó la llegada de la Santa Casa a las Marcas en 1215, cuando recibió un convento para sus frailes de la ciudad de Sirolo. Parece ser que, al visitar el edificio, el gran santo habría mirado desde lejos el valle y al bosque prediciendo la llegada milagrosa de la preciosa reliquia (el artista Cesare Maccari representó el episodio en uno de los cuatro segmentos de los pequeños arcos de la cúpula del santuario). Otro santo, San Nicolás de Tolentino, tuvo conocimiento, por medios sobrenaturales, del vuelo de la Santa Casa a las tres de la noche entre el 9 y el 10 de diciembre de 1294, mientras rezaba. Según los relatos, a la llegada de la casa sagrada a suelo italiano, las campanas comenzaron a sonar por sí solas67 en celebración y muchos árboles se inclinaron hacia ella, en señal de homenaje incluso en dirección contraria al viento. Este episodio también es pintado por Maccari en uno de los segmentos ya mencionados. Santa Catalina de Bolonia, cuyo cuerpo está aún hoy incorrupto y milagrosamente sentado (cuando el cuerpo fue exhumado, por orden del Papa, la madre superiora sabiendo que en ella nunca faltó al voto de obediencia, le ordenó que se sentara en la silla, y milagrosamente se sentó) contó una revelación recibida de Jesús sobre la traslación milagrosa de la Santa Casa. El 25 de marzo de 1440 Jesús le habló de la Santa Casa y le dijo: «Debido a la idolatría de esa gente [los turcos que habían ocupado Palestina n.d.a.] la Santa Casa fue traslada a Dalmacia por una multitud de ángeles. Luego, por la misma y otras razones, llevaron esta iglesia tan digna a varios lugares. Finalmente, fue traída por los santos ángeles y colocada permanentemente en Loreto, provincia de Italia concretamente en las tierras de la Santa Iglesia». A este respecto es bueno especificar que Santa Catalina de Bolonia recibió esta revelación cuando 67 Un fenómeno similar, con música celestial escuchada por los habitantes, ocurrió en Genazzano en 1467, cuando la imagen de la Virgen del Buen Consejo llegó milagrosamente, transportada a Italia desde Scutari (Albania) para huir de la invasión islámica.


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todavía no había ninguna publicación impresa que informara sobre los hechos lauretanos. Además, Catalina era una monja de clausura y por tanto nunca había estado en Loreto así que no había tenido la oportunidad de leer la historia que se encontraba escrita la tablilla colocada en el santuario. Finalmente, el detalle del traslado milagroso “en varios lugares”, tal y como lo transmiten “varias tradiciones locales”, no estaba escrito en ningún documento conocido hasta el momento. Sin duda, los fenómenos místicos deben tomarse con precaución, sin embargo, tampoco pueden considerarse como meras invenciones o fantasías. El caso de la Beata Ana Catalina Emmerich es igualmente significativo. Tanto porque gracias a sus experiencias místicas fue posible identificar en Éfeso la casa donde probablemente vivió María Santísima en los últimos años de su existencia terrena, como porque su vida que fue también, un continuo milagro. Inmovilizada en cama por una enfermedad, y además estigmatizada, en los últimos 11 años se alimentó exclusivamente de la Eucaristía. Pues bien, aunque nunca había visto la Santa Casa, pudo describirla con exactitud, declarando que la Anunciación había tenido lugar allí y que sus muros eran absolutamente iguales a los de Nazaret. También tuvo la visión del Traslado Milagroso: «He visto a menudo, en una visión, el traslado de la Santa Casa de Loreto. [...] He visto la Santa Casa llevada por siete ángeles y trasladada por encima del mar. No tenía ningún fundamento [...]. Tres ángeles la sostenían de un lado, otros tres del otro, un séptimo ángel la cogía de delante y todos unidos seguían una larga estela de luz [...]». No podemos olvidar en esta enumeración de santos unidos a la Santa Casa, la famosa visión que tuvo San José de Cupertino cuando llegó a Ósimo, a pocos kilómetros de Loreto, la ciudad donde vivió la última parte de su vida. Vio innumerables huestes de ángeles que subían y bajaban del santuario de la Santa Casa dando testimonio de lo sagrado de ese lugar y de la reliquia que allí se guardaba. Ante ese espectáculo también él se levantó en “un mila-


“Visión que San Nicolás de Tolentino tiene de la traslación de la Santa Casa” Cuadro de Antonio Liozzi (1730–1807). Iglesia de San Miguel, en Sant’ Angelo in Pontano, Italia.

San Nicolás de Tolentino tenía conocimiento, por medios sobrenaturales, del vuelo de la Santa Casa a las tres de la mañana entre el 9 y el 10 de diciembre de 1294, mientras estaba en oración. Según las historias, cuando la residencia sagrada llegó al suelo italiano, las campanas comenzaron a sonar solas y muchos árboles se curvaron hacia ella, en señal de homenaje.

groso vuelo” hecho que hizo innumerables veces y ante miles de testigos, llamándole por ello “el santo de los vuelos”. Esta levitación mística viendo de lejos el Santuario fue atestiguado por muchos de los presentes.


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La estigmatizada Santa Verónica Giuliani también tuvo gracias extraordinarias, haciendo dos peregrinaciones místicas a la Santa Casa de Loreto. Una se realizó el 10 de diciembre de 1714 y otra el 10 de diciembre de 1715 en la fiesta del Traslado Milagroso. La santa nos cuenta que su confesor, por aquel entonces el padre jesuita Mario Cursoni, le dio esta desconcertante orden: “Después de haber tenido esta revelación tú y yo iremos a Loreto a visitar a María SS.ma”. Y así fue, después de haber recibido la comunión, el Espíritu Santo arrebató su alma y comenzó su peregrinación mística a Loreto. En su diario anota: «Como si estuviera volando, me encontré en Loreto, en la Iglesia de María Santísima. Era una Iglesia grande y dentro de ella estaba el altar mayor y una iglesia más pequeña o esto me pareció». En las Actas del Proceso de su beatificación y canonización, su confesor, el P. Cursoni, afirmó que la santa, a quien interrogó sobre este viaje, describió el Santuario tan bien y con tanto detalle, que no podría haberlo hecho sino hubiera estado allí personalmente varias veces. Por eso le preguntó si había estado en Loreto antes de entrar en el claustro, y ella le aseguró que nunca había estado allí. La santa escribió el 10 de diciembre de 1714: «Me di totalmente a María.» y la Virgen se me apareció en la Santa Casa y me aseguró que era “la mediadora entre Dios y las criaturas” y que todas las gracias pasaban por sus manos. Otros santos como San Carlos Borromeo, San Francisco de Sales acudieron a Loreto en su juventud. Fue allí, también, donde San Francisco Javier tuvo la revelación de que debía partir a la India y al Japón, llegando a curar después a varios orientales simplemente por hacerles escribir, de su puño y letra, las letanías lauretanas, que había recitado en su visita al santuario. En la Santa Casa también sanó San Francisco de Borja. San Luis María Griginon de Montfort que se quedó dos semanas enteras y recibió la inspiración para escribir el famoso Tratado de la Verdade-


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ra Devoción a María68. San Benito José Labre vino cada año desde 1775 hasta 1783. San Alfonso María de Ligorio que habló de Loreto en sus Glorias de María defendió la verdad de los traslados milagrosos y la autenticidad de la Santa Casa. También de hicieron peregrinos San Estanislao Kostka, San Luis Gonzaga o San Juan Berchmans. ¿Y cómo no recordar la emoción que sintió Santa Teresa del Niño Jesús cuando, siendo una niña, vino al santuario con su familia? Estos santos que aquí hemos expuesto y otros santos y beatos peregrinaron a Loreto y en la Santa Casa recibiendo gracias extraordinarias que les inspiraron a fundar Órdenes y Congregaciones religiosas. Concluimos con unas palabras de San Pedro Canisio que luchó tenazmente contra las mentiras de los luteranos y que fue el primero en preguntarse sistemáticamente por la autenticidad de la Santa Casa. En su obra De Maria Virgine Libri quinque (1577), en la sección dedicada a Nuestra Señora Lauretana, escribe: «En Loreto, el milagro se manifestó con tal poder, notoriedad, constancia, evidencia y prodigalidad que toda Europa quedó aturdida. Nadie puede escapar, a no ser que sea un osado de la mano omnipotente del Altísimo, pues todos los signos que nos han sido mostrados unidos a los testimonios públicos y al resto de pruebas dan como resultado la verdad de un hecho maravilloso que es el Traslado de la de la Santa Casa de Nazaret».

68 San Luis María Grignion de Montfort fue un gran devoto de la Santa Casa de Loreto. Precisamente por el extraordinario acontecimiento que tuvo lugar allí, la Encarnación de Dios en el seno de la Santísima Virgen María, se puede decir con seguridad que el Santuario de Loreto es el lugar ideal para todos aquellos que practican la devoción mariana. Sí, Loreto es también la Casa de los esclavos de María, según el método enseñado por el gran santo francés en su Tratado de la Verdadera Devoción a María. No es casualidad que Montfort recomendara celebrar con particular solemnidad el 25 de marzo, día de la Anunciación, porque es el día en que Nuestro Señor Jesucristo mismo se hizo esclavo de Nuestra Señora y así lo deja escrito en el primer capítulo del Tratado sobre la Encarnación del Verbo.


Capítulo V

Loreto, baluarte de la Europa cristiana contra el islam El santuario de Loreto está vinculado a importantes hechos históricos. Su papel fue esencial en la lucha del cristianismo contra la agresión islámica, pues cuando Europa se sintió amenazada, se invocó a la Virgen Lauretana para proteger al Papado, a la Iglesia y, en definitiva, la identidad cristiana europea. Para hacernos una idea de la importancia de Loreto, baste con mencionar dos acontecimientos decisivos para la historia de las relaciones entre nuestro continente y el islam. A saber, las Batallas de Lepanto y Viena.

1. La batalla de Lepanto (1571) La batalla de Lepanto frenó la expansión turca hacia el oeste. La victoria de los ejércitos cristianos se debió – además de al heroísmo de los que lucharon y derramaron su sangre– a la intervención de la Virgen, invocada como Virgo Lauretana. Será al final del conflicto naval cuando el santuario reciba algunos símbolos del triunfo como banderas, estandartes y armas arrancadas al enemigo turco. Si no se hubiera producido la derrota, el islam se habría extendido a Europa y habría tomado posesión de nuestras tierras, subyugándonos e imponiendo su dominio político y su religión. Exponemos aquí los escritos del Padre Arsenio d’Ascoli, que en su obra I Papi e la Santa Casa realizó sobre estos acontecimientos: «San Pío V –escribe– había puesto bajo la protección de la Virgen de Loreto el resultado de la gran batalla que en aquel tiempo las naciones cristianas estaban librando contra los turcos.


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En aquel tiempo, los musulmanes estaban haciendo sus últimos esfuerzos en el mar para abrir una brecha en el Mediterráneo occidental y golpear a la Iglesia Católica en el corazón. El Santo Pontífice, por su parte, había ordenado que se rezara continuamente en la Santa Casa de Loreto durante todo el período de la última gran cruzada. La gloria militar de la batalla de Lepanto reverberó en la legendaria figura de Don Juan de Austria, sin embargo, flaco favor se hace si se personifica esta victoria tan solo en él, pues esta victoria no se podría haber conseguido sin la oración confiada de San Pío V que odiaba la guerra y amaba la Iglesia. El 2 de abril de 1566 el papa reunió a los cardenales en el Consistorio y les dijo: “Me armo contra los turcos y sólo la oración puede ayudarme en esto”. El Papa caminó descalzo por las calles de Roma en procesión para inclinar la bondad de Dios hacia su Iglesia; al mismo tiempo que preparó sus armas y levantó torres de vigilancia a lo largo de toda la costa de Roma. El 25 de mayo de 1571 se firmó en Roma la “Liga Cristiana”. Marco Antonio Colonna, comandante de la flota papal antes de embarcarse fue a Loreto con su esposa y puso el destino de la batalla en manos de la Santísima Virgen María. La flota cristiana zarpó de los puertos de Europa y después de 20 días de navegación, encontraron la flota enemiga formada por 300 barcos. Don Juan de Austria, con su rostro hermoso y resplandeciente, como el del arcángel de la victoria, fue de barco en barco con un crucifijo en la mano infundiendo ardor y coraje, izando el estandarte del Papa y la bandera de la expedición, que no era otra que la imagen de la Virgen que había servido como señal de oración para todos los barcos. Ese fue un momento particularmente solemne, pues detrás de Europa y el Papa estaba la Virgen de Loreto invocada por el ardor de sus hijos que estaban a punto de participar en la gigantesca batalla.


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Alrededor del mediodía del 7 de octubre de 1571 comenzó el furioso combate cuerpo a cuerpo y a las cinco de la tarde la batalla terminó. En ese mismo momento, San Pío V estaba examinando con varios prelados el movimiento del tesoro papal, cuando de repente, casi movido por un impulso irresistible, se levantó, se acercó a una ventana y miró extasiado hacia el este; luego regresó junto a los prelados, con los ojos brillantes y llenos de la alegría divina dijo: “No nos ocupemos más de estos asuntos -exclamó-vayamos y demos gracias a Dios. La flota cristiana ha obtenido la victoria”. Despidió a los prelados e inmediatamente se dirigió a la capilla, donde un cardenal fue a felicitarle por tan feliz anuncio y lo encontró inmerso en un llanto de alegría. La noticia oficial, sin embargo, llegó con cierto retraso debido a una tormenta marina que obligó a detenerse al mensajero de Don Juan de Austria que en cuanto llegó (la noche del 21 de octubre de 1571) saludó al papa y exclamó: “El Señor ha respondido a las oraciones de los humildes y no ha subestimado nuestros ruegos. Que esto se transmita a la posteridad y que todo el que nazca alabe al Señor”. A continuación, el papa hizo grabar una medalla con las palabras del salmista: “La diestra de Dios ha hecho grandes cosas y de Dios viene todo esto”. Al valiente general le aplicó la frase del Evangelio: “Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Joannes” (Hubo un hombre enviado por Dios cuyo nombre era Juan) y lo mismo se hizo más tarde con Juan Sobieski en Viena en el 1683. El Pontífice, sobrecogido por la alegría desbordante, ordenó a todos los que estaban en la cama que se levantaran y vinieran con él a la Capilla para glorificar la bondad divina. Por lo tanto, la victoria de Lepanto está íntimamente ligada al Santuario de Loreto y al patronazgo de la Virgen Loretana, por ello, desde ese momento la invocación


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“Ayuda de los Cristianos” fue añadida a las letanías lauretanas después de esta victoria. “Por esto el Papa –según Zucchi– verdaderamente piadoso, hizo oraciones privadas y públicas a Dios y ordenó que en la celda santísima de Loreto se dijeran continuas oraciones a la Virgen para que prestase su favor a los cristianos en el mayor de los peligros y en la mayor de las necesidades. La esperranza del Papa Pío y de las demás personas piadosas no fue vana”. (Martorelli, vol. I, p.531). Como recuerdo y agradecimiento en los medallones del “Agnus Dei” hizo colocar la imagen de Loreto con las magníficas palabras: “Vera Domus florida quae fuit in Nazareth” (La verdadera espléndida casa que estuvo en Nazaret) y por detrás: “Sub tuum praesidium” (Bajo tu protección) para hacer comprender a todos a quién se debía atribuir el mérito de la victoria. Un hecho que no se debe pasar por alto y que nos ratifica la intervención de la Virgen Loretana en el destino de la batalla es que mientras que Marco Antonio Colonna, comandante del ejército papal, partió hacia el Este, su esposa Doña Felice Orsini con otras damas fue a Loreto para rezar por su marido y la victoria. La señora pasó rezando días y noches en oración devota y fue ahí donde sucedió el milagro. Un joven judío, vio el fervor y la fe de la señora mientras rezaba y se convirtió recibiendo el bautismo en la Santa Casa. Su madrina fue Doña Felice Orsini que más tarde tomaría al converso como paje. Terminada la guerra Roma preparó una entrada triunfal para el comandante del ejército papal, pero el Duce cristiano, reconociendo que el mérito de la victoria no era suyo sino de la Virgen de Loreto, pospuso su regreso a la capital y fue a Loreto para agradecerle a la Virgen la victoria. Todo el ejército papal desembarcó en Porto Recanati, el comandante, los oficiales y los cristianos liberados de los turcos y a pie y con la cabeza descubierta subieron la coli-


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na de Loreto, cantando himnos de alegría y dando las gracias a la Virgen por la victoria” (Ivi, Vol. I, pp.430-431). Por su parte, en 1576 llegó a Loreto Don Juan de Austria para cumplir la promesa que había hecho cinco años antes a Nuestra Señora, cuando se fue a la batalla de Lepanto. El retraso en el cumplimiento de su promesa se debe a que tuvo que atender con celeridad asuntos políticos y militares apremiantes. En pleno invierno y a caballo, llegó a Loreto desde Nápoles. Tan pronto como vio Don Juan de Austria el Santuario, se detuvo, se inclinó y se descubrió la cabeza en reverencia. “El general se confesó en el Santuario, dio a la Virgen gracias infinitas y, no satisfecho con ello, añadió una rica donación de dinero al voto ya cumplido. Satisfecha su promesa regresó a Nápoles.” (Ivi, vol. I, pp.433-434). No se puede olvidar un detalle y es que el ejército turco tenía unos 40.000 remeros cautivos en los barcos que iban a Lepanto, muchos de ellos cristianos. Unos quince mil fueron liberados y traídos de vuelta a Europa en barcos cristianos. “Es sabido que el mismo día, antes de que el hecho se diera a conocer, los cristianos esclavizados por los turcos, encadenados para remar, rezaron a Santa María de Loreto por su libertad” (Ivi, vol. I, p.431). Todos los liberados, ya fuese en grupos grandes o en pequeños grupos, fueron a Loreto para dar las gracias y cumplir así la promesa hecha. “Su deseo fue que quedara algún recuerdo de tan celestial milagro realizado y dejaron a su Libertadora las cadenas que les habían unido a los remos” (Ibid., vol. I, 431). Estas cadenas se utilizaron para fabricar las cancelas de los doce altares de la nave central de la Basílica, donde permanecieron en constante recuerdo durante casi dos siglos. Finalmente “habiendo colocado las balaustradas de mármol en dichas Capillas, esas cancelas fueron removidas, y ese hierro mezclado, indiscriminadamente con otro, se utilizó en diversas reformas del Santuario” (Ivi, vol. II, p.134).


El 25 de mayo de 1571 se constituyó la “Liga Cristiana” en Roma. Marco Antonio Colonna, comandante de la flota papal, fue a Loreto con su esposa para poner el destino de la guerra en manos de María. Y en 1576 Don Juan de Austria fue a Loreto para cumplir el voto hecho a la Virgen antes de entrar en la batalla.


La decoración del Gran Salón del Palazzo Colonna, en Roma, celebra el papel de Marco Antonio en la batalla de Lepanto. Fresco de Giovanni Coli y Filippo Gherardi, 1675-1678.


De los 40.000 remeros del ejército turco en Lepanto, muchos eran cristianos. Unos 15.000 fueron liberados en la gran batalla y traídos de regreso a Europa en barcos cristianos. El mismo día, antes de que se diera la batalla, los esclavos cristianos hicieron un voto a Santa Maria de Loreto por su libertad. Con las cadenas de los cristianos liberados se hicieron las cuatro puertas de la Casa Santa, además de las rejas de las Capillas.

Además de las cancelas de las capillas, con las cadenas de los esclavos, se hicieron las cuatro rejas de las puertas de la Santa Casa, que aún permanecen en su lugar como recuerdo. También, con las grandes lanzas se hizo un recinto en torno a la fuente de Maderno, en la plaza de la Basílica. Finalmente, todas estas rejas fueron retiradas porque se impuso otro estilo en las capillas para armonizar con los nuevos altares. Sin embargo, a Sacconi no le gustaban estas balaustradas de mármol que le parecían similares a los palcos de los teatros (cf. Vogel, Índice Hist. 10-5-75). Pero entonces, ¿dónde se llevaron ese hierro de las cadenas de los esclavos cristianos liberados? Pues bien, hoy en día podemos encontrar algunos restos en las mazmorras y otros con diferentes fines no registrados. Fue muy bonito el gesto de estos esclavos que quisieron entregar sus cadenas a su Libertadora como signo de gratitud y amor. Las cuatro puertas de la Santa Casa, aunque sencillas y toscas, están allí para cantar las glorias y victorias de la Virgen y para recordar a todos los que son esclavos de las pasiones que rompan sus cadenas a los pies de María y se levanten libres y puros. […]


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Moroni69 en su diccionario de erudición histórico-eclesiástica, bajo el título “Ancona” afirma categóricamente que el Papa San Pío V llegó a la ciudad dórica en 1566 para ordenar las fortificaciones contra los turcos pero tal vez en esa ocasión lo que realmente hizo fue ir a visitar la Santa Casa a la que había mostrado devoción desde que era Cardenal. Incluso el archivero de la Santa Casa, Pietro Giannuizzi, [...] dice que el Papa visitó Loreto en 1566 para implorar a la Virgen ayuda y asistencia para la Iglesia amenazada por los turcos. También afirma esto el Padre Diego Calcagni, en las memorias de la ciudad de Recanati, en ellas afirma que el Papa visitó Loreto después de la victoria naval y fue en procesión a la Santa Casa. A través del Card. Michele Monelli, el papa envió a la Basílica de Loreto un palio y una magnífica casulla. (Martorelli, vol. I, 425).

2. La batalla de Viena (1683) Un siglo después de Lepanto, en 1683, el cristianismo se encontró de nuevo en peligro. El poder turco se estaba extendiendo por Europa y por eso, una vez más, fue el Romano Pontífice, en ese momento Inocencio XI, quien instó a los estados católicos a tomar las armas para defender a la Iglesia y a la propia civilización europea. La batalla decisiva tuvo lugar en Viena y también la victoria se obtuvo por la intercesión de la Madre de Dios, venerada con el título de Virgen Lauretana, cuya imagen fue traída por el victorioso ejército cristiano que entró en la capital austriaca, libre de peligro. Los protagonistas indiscutibles de la gran cruzada contra el islam fueron el rey de Polonia Giovanni Sobieski y el padre capuchino Marco d’Aviano. En su ya mencionada obra “Los Papas y la Santa Casa”, el P. Arsenio d’Ascoli recuerda el acontecimiento de manera cautivadora: 69 Gaetano Moroni (1802-1883), erudito y dignatario pontificio, fue el autor, entre otras cosas, del Diccionario de erudición histórico-eclesiástica.


Un siglo después de Lepanto, en 1683, el cristianismo volvió a encontrarse en peligro. El expansionismo turco era desenfrenado en Europa. Los protagonistas indiscutibles de la gran Cruzada contra el Islam fueron el noble polaco Giovanni Sobieski y el sacerdote capuchino Marco d’Aviano. Ostentaban la imagen de la Virgen en cada bandera. (Arturo Gatti, 1912-1939. Capilla polaca, Santuario de Loreto)

«Un siglo después de la derrota de Lepanto (1571) los turcos intentaron hundir a Europa y al cristianismo. Mahoma IV, a principios de 1683, le dio a Kara Mustafá el estandarte de Mahoma y le hizo jurar que lo defendería hasta su muerte. El Gran Visir, orgulloso de su ejército de 300.000 soldados, prometió someter Belgrado, Budapest, Viena, desbordar Italia, llegar a Roma y colocar el abrevadero de su caballo en el altar de San Pedro. En agosto de 1683 el capuchino Padre Marco d’Aviano fue nombrado capellán jefe de todos los ejércitos cristianos. Lo primero que hizo fue animar a la gente aterrorizada, después convenció a Juan Sobieski para que fuese con su ejército de 40.000 hombres a Viena. La situación de la ciudad era realmente critica, la ciudad estaba sitiada desde el 14 de Julio e iba a rendirse en cuestión de horas. La imagen de la Virgen estaba en todas


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las banderas y Viena se encomendó a la Virgen. Por su parte, el padre Marco se dirigió hasta la capilla del Kahlemberg, que es la montaña que protege la ciudad al norte, y allí con el ejército cristiano de Juan Sobieski situado en semicírculo celebró una misa. Durante la homilía, el Padre Marco prometió la más resonante victoria y al final de la misa, como si estuviera extasiado, en lugar de decir “Ite Missa est”, gritó “Joannes vinces”, es decir, “Juan, tu vencerás”. La batalla comenzó en la madrugada del 11 de septiembre. Un espléndido sol iluminaba los dos ejércitos que estaban a punto de decidir el destino de Europa. Las campanas de la ciudad sonaban por la mañana, las mujeres y los niños estaban en la iglesia pidiendo ayuda a María…y la victoria llegó antes de la noche; el estandarte de Mahoma y la tienda del Gran Visir terminaron en las manos del gran Sobieski. El pueblo estaba ansioso por contemplar el rostro del héroe y así fue, pues Sobieski precedido por el gran estandarte de Mahoma, vestido de azul y oro, montado en el caballo del Gran Visir hizo su entrada solemne en la ciudad al día siguiente en medio de un delirio de la gente. Por orden de Sobieski, la procesión se dirigió a la iglesia de Nuestra Señora de Loreto, donde se veneraba una famosa imagen de la Santa Virgen. Sobieski sabía que la victoria se debía a ella y por eso a sus pies todo el pueblo se postró agradecido. Se celebró una Santa Misa y Sobieski permaneció todo el rato de rodillas como si estuviera absorto. El padre Marco subió al púlpito y pronunció un gran discurso en el que aplicó un texto evangélico a el triunfador Juan Sobieski: “Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Joannes” (“Hubo un hombre enviado por Dios cuyo nombre era Juan”). La ceremonia continuó grandiosa y solemne en su simplicidad, llena de detalles de buen gusto que resaltan la fe y bondad de Sobieski. El asedio había desorganizado muchas cosas en la ciudad entre ellas el coro de la Iglesia de Loreto, pero como dijo Sobieski: “No importa” y con su poderosa voz cantó el “Te Deum” al pie del altar, al que el pueblo continuó unién-


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dose a él en una sola voz. Ni el órgano, ni la música fueron necesarias pues la multitud cantó piadosamente con emoción y entusiasmo. Llegado el momento, el clero allí reunido deseó concluir y para ello ojeó los misales y libros de rituales en busca de un verso final, pero Sobieski sin prestar demasiada atención siguió improvisando con su voz sonora que se elevó con más fuerza, si cabe, por encima de la multitud: “Non nobis, Domine, non nobis! (“¡No, a nosotros, Señor, no, a nosotros!”) Los sacerdotes respondieron gritando: “Sed nomini tuo da gloriam” (“Pero a tu nombre da gloria”). En los días sucesivos, Sobieski envió inmediatamente un mensaje al Beato Inocencio XI para anunciar su victoria. Los términos del mensaje muestran la humildad y la fe del héroe: “Venimus, vidimus, et Deus vicit” (“Llegamos, vimos y Dios hizo que venciéramos”). Una embajada solemne llevó al Papa el gran estandarte de Mahoma IV, la tienda del Gran Visir y una bandera cristiana que estaba en poder de los turcos. El Beato Inocencio XI por su parte, agradeció a Nuestra Señora de Loreto la gran victoria y envió todos los enseres al Santuario: la bandera que había sido retirada de los turcos y la tienda. La bandera se conserva en la Sala del Tesoro y la tienda fue traída personalmente por Clementina, hija de Sobieski, que se casó con Jaime II, rey de Inglaterra. Con parte de la carpa se hizo un precioso dosel que se utiliza sólo en las grandes solemnidades y con la otra parte se realizaron paramentos eclesiásticos. El Papa, al igual que Sobieski, también atribuyó la victoria a la Virgen Loretana. Su exvoto fue la institución de una fiesta en honor del Santísimo Nombre de María. El 25 de noviembre de 1683 la Congregación de Ritos fijó la celebración de esta fiesta para el domingo después de la Natividad de María. San Pío X la trasladó al 12 de septiembre, día del aniversario de la victoria.


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No se puede olvidar en este relato que, tras la gran batalla de Viena, se encontró bajo los escombros una hermosa imagen de la Virgen de Loreto, en cuyos lados estaba escrito: “In hac imagine Mariae victor eris Joannes; In hac imagine Mariae vinces Joannes” (“Con esta imagen de María serás vencedor, oh Juan; con esta imagen de María vencerás, oh Juan”). Ciertamente fue una imagen traída allí por San Juan de Capistrano, más de dos siglos antes, en las luchas contra los turcos en Hungría y Belgrado. Sobieski quiso que el padre Marco la llevara cuando entrase en Viena, al día siguiente de la victoria. Después la colocó en su capilla y todos los días hizo celebrar la Santa Misa frente a la imagen y cantar las letanías lauretanas. En la capilla polaca de Loreto, el Prof. Gatti, quiso recordar este episodio colocando un cuadro donde aparecía el Padre Marco d’Aviano con la Virgen de Loreto. Por su parte, el Beato Inocencio XI puso la impronta de la Santa Casa con la inscripción: “Santa María di Loreto, ruega por nosotros”, en el “Agnus Dei” del primer y séptimo año de su Pontificado». Verdaderamente en estos, como en muchos otros casos de la historia, la Virgen se apareció “como el más terrible de los ejércitos de una batalla” (Ct 6,10). Queda constancia de ello en el exterior del santuario polaco, donde se conserva una placa que explica cómo después de la batalla, Sobieski entregó el botín aprehendido a los turcos y como fue transportado al santuario lauretano.

3. La heroica defensa del Estado Pontificio Dos siglos más tarde, se libró otra cruzada a las puertas de Loreto, esta vez ya no contra los turcos, sino contra la revolución liberal y masónica dirigida por la Casa de Saboya contra los antiguos reinos italianos, y los Estados Pontificios.


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El milagro de la Santa Casa de Loreto

Esta vez, sin embargo, el resultado no fue favorable pues, aunque el general Christophe Lèon-Louis Lamoriciére luchó valientemente en defensa del Papado en Castelfidardo con los Zuavos papales, el 18 de septiembre de 1860 perdió, podríamos decir, bajo la mirada de Nuestra Señora. “Durante la lucha –escribirá más tarde uno de los voluntarios supervivientes– no perdí de vista la Casa de Loreto. Es dulce pensar, oh buena Madre que una bala me puede llevar a ti en cinco minutos”. Los testigos dicen que todos los soldados del Papa, como verdaderos mártires, «abrazaron el sufrimiento y la muerte con la alegría de los predestinados, como quién se acuesta sobre un lecho nupcial. Todos ellos aceptaron el sacrificio y el paso a la vida inmortal cantando los cantos del amor eterno. La Santísima Virgen dio a los soldados el heroísmo que los animó durante la lucha y fue a la sombra de la Santa Casa que vinieron a ofrecer a Dios, por medio de María, las primicias de sus sufrimientos y algunos de ellos hasta su último suspiro»70. Mons. Dupanloup, en la oración fúnebre dedicada a los caídos por la Iglesia y el Papado, exclamó, entre otras cosas: «¡Oh Santuario de Loreto, ellos te veían luchando! Te apareciste a ellos como el refugio abierto a su alma y a sus ojos moribundos, que te miraban. Estos jóvenes que salieron de Loreto llenos de vida volvieron a ti por la noche, en camillas, con sus miembros mutilados y entre gritos de angustia. Rezaron a los portadores para que los pusieran lo más cerca posible de la divina casa y los que aún tenían fuerzas para hacerlo se arrastraron sobre sus manos y rodillas para acercarse y besar los muros sagrados»71.

70 A. GRILLOT, La Sainte Maison de Lorette, Alfred Mame et Fils Editeurs, Tours, 18767, Cap. XIII - I martiri di Castelfidardo, pag. 169. 71 Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., p. 168.


Capítulo VI

Los grandes acuden como peregrinos Junto a los santos, innumerables personalidades de la historia han visitado el santuario de Loreto como peregrinos. Para confeccionar una lista exhaustiva se requeriría mayor investigación72 pero aun así, veamos algunos ejemplos. 1) En primer lugar, nos situaremos en Francia, que siempre ha tenido un vínculo especial con la Santa Casa. El santuario, como es bien sabido, alberga varias capillas nacionales (la española, la polaca, la suiza, la alemana, la eslava, etc.) pero la francesa, dedicada al rey San Luis IX (1214-1270), tiene un significado especial. En efecto, el gran soberano peregrinó a la santa morada cuando todavía estaba en Nazaret, en la víspera de la Anunciación de 1251 después de haber sido liberado del cautiverio del sultán de Egipto. La capilla, con sus pinturas, recuerda el episodio y la cruzada contra los musulmanes. El rey recibió la Sagrada Comunión en la Santa Casa el 25 de marzo y así Guglielmo de Nangis relató ese día: «Tan pronto como vio la ciudad, se bajó de su caballo y adoró a Nuestro Señor y Nuestra Señora... Ese día ayunó a pan y agua a pesar de sus trabajos, se comportó con admirable devoción, solemnidad y con gran esplendor he hizo que se celebraran las vísperas, los maitines, la misa y los otros oficios de esta fiesta. Todos los acontecimientos contaron con la asistencia de numerosas personas que pueden contar, proclamar y testificar que desde el día en que el Hijo de Dios tomó el cuerpo de la Virgen María en 72 Se sugiere leer G. SANTARELLI, Personaggi d’Autorità a Loreto, Edizioni Santa Casa, Loreto 2010.


Dos de las cinco cruces de tela roja, insignias de los peregrinos cruzados, encontradas entre las piedras de la Casa Santa, descubiertas bajo la ventana de la Anunciación, durante las excavaciones arqueológicas de la década de 1960. Se conservan en el Archivo Histórico del Santuario.

Ventana de la Anunciación.

Nazaret. Litografía del diario de David Roberts, 1842


Huevo de avestruz encontrado debajo de las piedras de la Casa Santa.

Monedas de Guido II de la Roche, duque de Atenas (1287-1308), encontradas en el subsuelo de la Casa Santa.


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San Luis IX recibe la comunión en la Santa Casa de Nazaret. Carlos Lameire, 1896, Capilla francesa.


San Luis IX (1214-1270), rey de Francia, fue en peregrinación a la Santa Casa cuando aún estaba en Nazaret, en la víspera de la Anunciación en 1251, después de ser liberado del cautiverio del sultán de Egipto. En memoria de este hecho y como signo de agradecimiento y devoción, el rey fue representado en la pared de la Santa Casa, en oración, frente a la imagen de la Virgen, vistiendo su manto real y con los grilletes de su cautiverio en su mano derecha y el cetro en la izquierda.

este mismo lugar, el oficio nunca había sido celebrado con tanta solemnidad y devoción. Por último, el piadoso rey hizo que se cantara la misa “en el lugar donde el ángel Gabriel saludó a Nuestra Señora”. Al final de la misa recibió el verdadero pan de los ángeles que es el verdadero Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, con gran devoción y con gran humildad. Y luego regresó a Jaffa». En recuerdo de este hecho y como signo de agradecimiento y devoción, el rey fue representado en la pared de la Santa Casa, en oración, delante de la imagen de Nuestra


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El milagro de la Santa Casa de Loreto

Señora, vestido con el manto real y sosteniendo las cadenas de su prisión a la derecha y el cetro a la izquierda. Según algunos, cuando los tres muros sagrados llegaron a Tersato, los muros ya estaban pintados con el fresco que representaba este hecho. La aureola fue obviamente añadida más tarde, porque Luis IX fue canonizado por Bonifacio VIII en 1297. Otros piensan de manera diferente y afirman que se trata de un fresco posterior. La relación entre Loreto y Francia no terminó con este hecho, sino que continuó. El rey Enrique III (15511589), que no podía tener hijos, apeló a la Virgo Lauretana enviando a la basílica una copa de zafiro con un pie de esmeralda engastado en oro y una tapa de cristal de roca y que contenía un ángel de oro macizo que sostenía un lirio de diamantes. Lo mismo hizo Luis XIII (1601-1643): después de 23 años de esterilidad de su esposa Ana de Austria, por la gracia de la Santísima Virgen Lauretana logró engendrar al futuro Luis XIV (1638-1715) y en señal de agradecimiento donó un ángel de plata maciza de 150 kilos en el momento en que se presenta a María. La pieza era de oro y del tamaño del recién nacido, que pesaba 24 libras. Más tarde, el Rey Sol pidió y obtuvo que la fiesta de San Luis IX se celebrara de forma perpetua y solemne, cada 25 de agosto en la basílica. Además, en una carta del 23 de diciembre de 1655, el propio Luis XIV pidió al Papa que extendiera a la Iglesia universal la fiesta del traslado milagroso de la Santa Casa al 10 de diciembre. Por esta razón no debe sorprender que un capellán francés haya estado presente en el santuario durante siglos. Príncipes, princesas, reyes y emperadores peregrinaron a Loreto. El emperador Carlos IV, Juan Paleólogo de Constantinopla, Federico III, Alfonso de Aragón Rey de Nápoles, muchos soberanos polacos, el emperador Carlos V, Rey Cristian de Suecia, los archiduques Leopoldo, Fernando y Maximiliano de Austria, Carlos IV Rey de Espa-


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ña, la reina Beatriz de Hungría, los duques de Saboya, la Toscana, Parma, Módena, Mantua, por mencionar algunos nombres. En particular, el archiduque Fernando, que más tarde se convertiría en el emperador Fernando II, peregrinó a Loreto cuando era joven en 1598, haciendo un voto ante la Santísima Virgen en el que prometía aniquilar, incluso a costa de su vida, la herejía en Austria. Y así lo hizo, convirtiéndose en un líder de la Contrarreforma. Extraordinaria fue también la asistencia que la Virgen prestó al conde húngaro, Esteban V Báthory, una de las glorias militares de ese país, en la batalla de Campo del Pan contra los turcos, el 13 de octubre de 1479, en que logró vencer en condiciones desesperadas. Tras la invocación a la Santísima Virgen de Loreto y recibir su ayuda, Esteban V Báthory en señal de reconocimiento donó al santuario una enorme estatua de oro de la Virgen con el Niño. 2) El gran Poeta Dante Alighieri en su obra “La Divina Comedia” se refirió de pasada a la casa Lauretana diciendo: “En aquel lugar estaba yo, Pier Damiano,/ E Pietro Pescator estaba en la Casa/ En la costa del mar Adriático” (cf. Paradiso, XXI), aludiendo a San Pedro Damián, que vivía en las Marcas mucho antes de la llegada de la Santa Casa y a San Pedro como la persona que celebraba misa en la Santa Casa de Nazaret. 3) Cristóbal Colón, como se puede leer en su “Cuaderno de bitácora”, conocía muy bien el santuario lauretano y no se excluye que pudiera haber ido allí como un joven marinero, cruzando el Adriático entre 1465 y 1475. Parece ser que, el 13 de febrero de 1493, cuando Colón regresaba a España del histórico viaje que le llevó a descubrir el nuevo continente americano, su flota fue golpeada por una violenta tormenta. El mar –señaló Colón– se volvió tan amenazador que las olas, al elevarse parecían engullir a las dos naves sobrevivientes, la “Niña” y la


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“Pinta”. En la noche del 14 de febrero, el viento se intensificó aún más y las olas se volvieron espantosas. La “Pinta” quedó a merced del viento, desapareció de la vista y se desvió de su rumbo. Ante el peligro, Colón y sus marineros confiaron en la intercesión de Nuestra Señora, a quien le hicieron tres promesas colectivas. A continuación, pusieron en un gorro tantos garbanzos como marineros había en la “Niña”. De todos los garbanzos tres fueron marcados con una cruz y quien los sacara tendría que ir en peregrinación a tres santuarios marianos. En el primer y el tercer sorteo el garbanzo marcado fue sacado por el propio Colón, que se comprometió a ir al santuario español de Santa María de Guadalupe, en Extremadura y al de Santa Clara en Moguer. En el primer santuario ofrecería un cirio de 5 libras de peso. El segundo garbanzo lo extrajo un marinero, Pedro de Villa, a quien Colón prometió el dinero para los gastos del viaje «a Santa María de Loreto, situada en la Marca de Ancona, en el Estado del Papa, que es la Casa donde la Santísima Virgen ha hecho y sigue haciendo muchos grandes milagros». Después de realizar las tres promesas, la tormenta fue amainando gradualmente y la tripulación pudo finalmente desembarcar en la costa española. El pintor Cesare Maccari representó el cumplimiento del voto hecho por Cristóbal Colón en la cúpula de la Basílica de Loreto. 4) El poeta Torquato Tasso (1544-1595) dedicó a la Santa Casa algunos versos que luego fueron tomados para la actual Liturgia de las Horas que se recitan en el día de la fiesta. El poeta fue en peregrinación al santuario el 31 de octubre de 1587 y quiso confiar sus dolores y tormentos a la Virgen. En esos años trabajó en la canción A la Beatíssima Vergine di Loreto. He aquí unos pocos versos. 5) En Loreto descansa también uno de los principales protagonistas de la insurrección anti jacobina en las Marcas, el general Giuseppe La Hoz (1776-1799). La Hoz, milanés de origen español, que había apoyado en un primer


Capilla alemana


En nombre de la tripulación de Cristóbal Colón, Pedro de Villa cumple el voto en la Casa Santa. Cesare Maccari, cúpula de la Basílica de Loreto.

momento a las tropas francesas de Bonaparte, cambió de bando y decidió ponerse del lado de los insurgentes italianos. Liderando en la región la revuelta anti jacobina del 17 de junio de 1799, murió bajo las murallas de Ancona a finales de septiembre de 1799. El 4 de agosto del mismo año entró en Loreto y los franceses abandonaron definitivamente la ciudad mariana que estaba sometida a la Regencia pontificia, que ya había sido establecida el 11 de julio anterior para las Marcas de Ancona y Fermo. Aunque Monaldo Leopardi escribe en su Autobiografía que «con certeza, La Hoz tenía el genio y el pensamiento de Bonaparte y que sólo las circunstancias lo hacían diferente», lo cierto es que al día siguiente de su muerte el cuerpo del general fue trasladado a la basílica de Loreto donde fue enterrado con gran honor en la “Cripta del Crucifijo”. Las dos remodelaciones realizadas en los años 1941 y 1995 encontraron su cuerpo bien conservado. 6) El gran periodista contrarrevolucionario Louis Veuillot (1813-1883) en su obra Roma y Loreto (1841) confirmó su devoción a la Santa Casa, escribiendo: «Nun-


Nave central de la Basílica de Loreto. La cara sur del revestimiento de la Casa Santa sirve de retablo para el altar principal, con la ventana de la Anunciación en el centro.

ca se nos ocurriría pensar que Dios quiera engañarnos en nuestra piedad y nuestro amor. Si no, no habría ordenado a sus ángeles que trajeran al corazón del mundo católico esta casa, lugar del primer misterio de nuestra salvación. Si esto hubiera sido así, seguramente, la habría hecho desaparecer y le habría quitado su falsa apariencia;


Patrona de la aviación. Bendición de los aviones y procesión.

Fresco en la capilla americana, con la patrona de la aviación portada a hombros y la conquista del espacio.


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igualmente habría aniquilado este vano simulacro. Sin embargo, estas santa piedras nos fueron dadas para su veneración por augusto designio pues Dios quien quiso arrancarlas de las manos de los infieles [...]. Dios interviene con gestos clamorosos que saben a milagro pues quieren dar a conocer una importante certeza, no habiendo lugar al error. Por tanto, todo el mundo sabe que es una verdad indiscutible que deriva de la sabia Providencia y que queda ratificada por los testimonios de personas que ratificaron los hechos sobrenaturales y que no habían sucedido para engañar a los hombres. Tales testimonios sobrenaturales, son también conocidos como milagro y son innumerables.» En la ladera que desciende hacia la llanura, hacia el mar, se encuentra el cementerio militar polaco del 2º Cuerpo del Ejército, con los cuerpos de los soldados que heroicamente dieron su vida en la toma de Loreto, durante la Segunda Guerra Mundial.



Apéndice

Loreto, el santuario de los “principios no negociables” El santuario de Loreto puede servir como un pulmón espiritual especialmente para aquellos que luchan por defender los llamados principios o valores no negociables (derecho a la vida, defensa de la familia natural, derecho de los padres a educar a sus hijos). Los acontecimientos que han tenido lugar en la Santa Casa son verdaderamente de gran importancia para la historia de la humanidad y más aún para aquellos que se profesan cristianos.

• La defensa del derecho a la vida desde la concepción...

En esos muros sagrados tuvo lugar el comienzo de nuestra redención. Allí, de hecho, nuestro Señor Jesucristo fue concebido. No sólo eso. También fue el lugar de la Inmaculada Concepción de María Santísima y de su nacimiento. Dentro de esos muros el Verbo se hizo carne y vino a habitar entre los hombres. ¿Cómo no pensar entonces en la dignidad intrínseca del ser humano desde el momento de la concepción? Jesús mismo, el Salvador, asumió la condición humana desde el principio. Nuestro Señor fue un embrión y un feto y vivió durante nueve meses en el vientre virginal de María Santísima. Por lo tanto, Loreto debería convertirse en el punto de referencia espiritual para todos aquellos que trabajan por defender el derecho a la vida de los niños. Porque no hay diferencia entre dignidad y sacralidad entre un no nacido y un nacido, así como no hay diferencia entre un joven y un anciano, entre un hombre y una mujer.


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El milagro de la Santa Casa de Loreto

En cada fase de la existencia el ser humano es siempre así. Por esta razón, la oposición a la manipulación genética, a la producción artificial de niños y al delito de aborto debe ser clara y radical. Cualquier ley que admita el asesinato de niños o su reducción a objetos es intrínsecamente injusta, debe ser derogada, debe ser desatendida. Lo mismo se aplica, por supuesto, a la mercantilización que se desarrolla con la práctica bárbara del útero alquilado, que algunos asocian blasfemamente con la Anunciación que tuvo lugar en la Santa Casa. Es evidente que la comparación no tiene sentido, también porque la Virgen no pidió convertirse en Madre de Dios, simplemente lo aceptó con su “Sí” a la voluntad divina. Un sí abierto a la vida, al que hoy demasiadas personas se cierran con la anticoncepción y el hedonismo desenfrenado.

• ...hasta la muerte natural No podemos olvidar que, según la tradición, San José murió en la Santa Casa de Nazaret, asistido por María Santísima y por Nuestro Señor. Por eso el glorioso patriarca se convirtió en el patrón de los moribundos: nadie en el mundo tuvo una gracia tan grande, es decir, pasar de esta vida a la otra en los brazos de la Virgen y de Jesús. La muerte de San José fue una muerte bendita, la gloria suprema de una vida dedicada al servicio de Dios, de la que se había convertido voluntariamente en un instrumento dócil. Pues bien, para un católico, Loreto podría convertirse en el punto de referencia espiritual para la lucha contra cualquier legislación destinada a introducir la eutanasia, a menudo disfrazada - en nombre de una falsa piedad - con los términos de suicidio asistido o de testamento vital. Los ataques a la vida en su fase terminal son muy peligrosos, porque quieren limitar la dignidad humana sólo a vidas eficientes y saludables. Pero sabemos que en cada condición y en cada situación, por muy dolorosa y trágica que sea, los seres humanos siempre conservan su nobleza. Lo que necesitan los enfermos no es que los maten, sino re-


El santuario de los “principios no negociables” 133 cibir una atención que les alivie el sufrimiento y la asistencia de sus seres queridos. Como le pasó a San José. Eliminar a los enfermos no es un gesto de amor, sino de egoísmo, detrás del cual se esconden a menudo los intereses económicos.

• La defensa de la familia natural, fundada en el matrimonio

• El derecho prioritario de los padres a la educación

La Santa Casa de Nazaret es el lugar donde vivió la Sagrada Familia, un modelo para todas las familias. Por lo tanto, Loreto es el lugar privilegiado para rezar por la institución familiar, hoy amenazada dentro y fuera de la Iglesia. Luchar tanto en la esfera pública como en la espiritual por la defensa de la indisolubilidad del matrimonio y de la única y verdadera identidad de la familia, compuesta por un hombre y una mujer, es hoy una batalla y un desafío decisivo. Ante las modas dominantes, la Santa Casa de Loreto debe convertirse en el centro del que sacar fuerzas para reafirmar alto y claro: no al divorcio, no a las parejas de hecho y a las uniones homosexuales, pecados que destruyen la sociedad, de la que la familia, estable y unida, es la célula fundamental. Y considerando que la Santa Casa era propiedad de la Sagrada Familia, también es necesario luchar por una verdadera justicia social y una economía familiar, que incluya el reconocimiento y la protección del derecho a la propiedad y el apoyo a la natalidad.

En la Santa Casa Nuestro Señor creció y fue educado por su Madre y San José. Jesús vivió con su familia hasta la edad de treinta años, pasando una existencia de oración y trabajo, obediencia y sacrificio, sobriedad y pureza. Entre esos muros la misma Virgen fue criada y educada por sus padres, Joaquín y Ana. Loreto es por lo tanto el punto de referencia también en este tema, hoy tan controvertido. En las escuelas públicas, controladas por el Estado, se


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El milagro de la Santa Casa de Loreto

inculca la indiferencia religiosa, los valores anticristianos y la ideología de género desenfrenada impuesta a todo el alumnado y que tiene como objetivo disolver la propia naturaleza humana. Por tanto, es más necesario que nunca reafirmar el sacrosanto derecho prioritario de los padres a educar a sus hijos según los principios en los que ellos creen. De ahí también la necesidad de crear escuelas de padres, libres de vínculos estatales y auténticamente católicas. Ningún poder puede separar a los niños de sus familias y adoctrinarlos contra la voluntad de sus padres. • La lucha por la pureza y la castidad La Santa Casa ha acogido la Sagrada Familia, caracterizada por la perpetua virginidad. Jesús, María y José conservaron la pureza de cuerpo y espíritu a lo largo de sus vidas de manera íntegra. Vivir con continencia antes del matrimonio, durante el matrimonio o a lo largo de la vida es hoy en día para muchos, incluyendo a los católicos, una tarea imposible. Sin olvidar la importancia que ha tomado el consumo de pornografía de manera desenfrenada y el uso de los métodos anticonceptivos. Se ha perdido, por tanto, el sentido del sacrificio y la importancia de la pureza, tanto que cada capricho y cada placer parece convertirse en un derecho, legalmente reconocido, protegido e incluso impuesto. La Sagrada Familia es un ejemplo de vida para todos, padres e hijos, jóvenes o ancianos.


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