ARTE Y DEVOCIÓN
UNA RETROSPECTIVA SOBRE LA PLATERÍA DE LAS COFRADÍAS MURCIANAS: AL RESPECTO DE ZARADATTI Y SUS LÁMPARAS PARA NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO Ignacio José García Zapata | Profesor titular de Hª del Arte de la Universidad de Granada
A
finales del siglo XVIII, la platería, al igual que sucedió con el resto de las artes, se vio inmersa en un proceso de renovación estética dentro de los nuevos gustos imperantes difundidos por las academias y refrendados por las élites sociales. Este proceso de cambio, marcado por la recuperación del lenguaje de la Antigüedad Clásica, no estuvo exento de resistencia por parte de algunos segmentos de la sociedad, donde la tradición vernácula estaba más que arraigada. En este sentido, uno de los casos más elocuentes, documentado por el profesor Pérez Sánchez, se dio con la renovación de la Iglesia de San Lázaro Obispo de Alhama de Murcia. Este templo afrontó durante el último cuarto del Setecientos una serie de actuaciones arquitectónicas y de renovación del ajuar y del mobiliario litúrgico en las que se observa perfectamente esa reticencia por la adopción del nuevo estilo, sobretodo a propósito del nuevo retablo del altar mayor. La realización de este reta-
blo, ejecutado por Francisco Ganga, se paralizó a instancias del conde de Floridablanca, bajo el pretexto de contar con una invención confusa y desarreglada, llegándose a plantear entonces, a propuesta del maestro mayor de la Catedral de Murcia, algunos cambios en la traza con el fin de acercar el retablo a los nuevos gustos academicistas1. El retablo, que finalmente se dejó concluir ante el avanzado estado de ejecución, no fue sino el detonante de la disputa, dado que las nuevas intervenciones en la sacristía nueva, el camarín y la capilla de la comunión no contaron con el pertinente y necesario visto bueno de la Real Academia de Bellas Artes, institución a la que no se había informado de las nuevas actuaciones. Por este motivo, y ante la denuncia del arquitecto y académico Lorenzo Alonso, las obras fue1 Acerca del retablo, véase: C. de la PEÑA VELASCO, El retablo barroco en la antigua diócesis de Cartagena, 1670-1785. Murcia, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, 1992, pp. 455-458.
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ron paralizadas y sometidas a una revisión, resultando de todo ello elegido el proyecto del propio Alonso, quedando Ganga bajo las órdenes del académico2. En los tres espacios —la nueva sacristía, el camarín y la capilla de la comunión— se impuso perfectamente el nuevo aire neoclásico. Por ejemplo, la capilla eucarística, de planta central y cubierta con una gran cúpula, se levantó con sencillas líneas y una ornamentación contenida. No obstante, donde mejor se aprecia la huella clásica es en lasacristía, una estancia rectangular detrás del presbiterio y bajo el camarín, que cuenta con cuatro portentosas columnas de orden jónico en sus ángulos, sosteniendo los puntos donde se cruzan las vigas, que a su vez acaban en pilastras del mismo orden y que es2 En relación, con las intervenciones neoclásicas en la parroquia de San Lázaro Obispo de Alhama de Murcia, véase: M. PÉREZ SÁNCHEZ, “Las obras neoclásicas de la parroquia de San Lázaro de Alhama”. Imafronte nº 8-9 (1992-1993), pp. 329-336.