One Percent Magazine | Agosto 2020
Conoce la historia con
Helmuth Duckadam, el héroe de Sevilla Transcurría el 7 de mayo de 1986 cuando el Fútbol Club Barcelona y el Steaua de Bucarest se enfrentaron en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla en la final de la Copa de Europa de la temporada en curso. La ocasión era propicia para que el equipo español se alzase con el máximo cetro continental por primera vez en su dilatada historia. Los azulgranas tenían como contrincantes a un equipo con un potencial, futbolístico y económico, sensiblemente inferior y además contaban en las gradas con el apoyo de 60.000 fervorosos aficionados. Sin embargo, un inesperado protagonista emergió como figura indiscutible y eterna de aquel encuentro, el guardameta rumano Helmuth Duckadam, quien con su colosal actuación dio el título al Steaua, convirtiéndose así en El héroe de Sevilla para toda una generación de ciudadanos rumanos ávidos de un referente cultural en plena dictadura comunista de Nicolae Ceausescu. Aquel partido suponía la segunda comparecencia del Barcelona en la final de la Copa de Europa. En
la primera había sucumbido frente al Benfica por tres tantos a dos en un encuentro disputado en la ciudad helvética de Berna. Tras ganar el título nacional de Liga en la temporada 1985-1986, el Barcelona había completado una brillante trayectoria en la máxima competición continental, dejando en la cuneta en cuatro ajustadísimas eliminatorias al IFK Gotemburgo sueco, a la poderosa Juventus de Michel Platini y Michael Laudrup, al Oporto y al Sparta de Praga. El Steaua, por su parte, había disfrutado de un exótico periplo, aunque no exento de dificultades, hacia la ciudad hispalense eliminando al Anderlecht, al Kuusysi Lahti finés, al Zenit de Leningrado y al Valerenga noruego. Aquel Barcelona estaba entrenado por el técnico inglés Terry Venables y contaba con un núcleo duro de históricos del club como Urruti, Alexanco o Migueli, a los que sumaba la calidad del centrocampista alemán Bernd Schuster y el olfato goleador del escocés Steve Archibald. Un equipo que aunaba experiencia internacional, calidad,
y poderío físico. En cambio, el Steaua estaba formado íntegramente por futbolistas rumanos, la mayoría de ellos esforzados obreros del balompié. No obstante, entre todos ellos sobresalía la calidad de dos futbolistas que años después despuntaron en la liga española, Gavril Balint en el Burgos y Marius Lacatus en el Oviedo. Con este panorama, el pronóstico de la final parecía tener un claro signo y este no era otro que una victoria del equipo catalán. No obstante, desde el pitido inicial quedó patente que el equipo rumano no quería ser un mero 41