5 minute read

¿PARA QUÉ EMPECÉ EL AYUNO?

TODO COMIENZA CON UNA HISTORIA. Estabaharta,hartadeestarharta.

De haber pesado en mi vida adulta no más de 48 kilos y haber sido flaca en los años 80-90 cuando se usaban los cuerpos con un lindo volumen, 90-60-90, al cumplir 44 años, dejé de ser flaca para ser “mal rellena” porque engordé en la cara y en la panza: tripita y flotadores, modo “michelín”.

Advertisement

La menopausia me sorprendió más desinformada que mi primera regla y eso que ya era “grande” o mejor dicho “vieja” para estar a ciegas, pero así sucedió.

Tuve los síntomas propios: sudoración, cambios de humor, que según yo no tenía, pero mis hijos dicen lo contrario; sequedad en la piel, y alteraciones en la mucosa vaginal; lo que más me afectaba era mirarme al espejo y verme “hinchada”, con la cara super rellena y pérdida total de la poca cintura que nunca tuve.

Además, me coincidió con un divorcio, entonces fue un coctel brutal menopausia + divorcio = bomba molotov. Yo le atribuía a mi reciente divorcio, mis cambios de humor, pérdidas de memoria, “bajones”, desganos, pero luego de muchos años entendí que fue la menopausia lo que me causó todos los dolores y malestares que padecí.

A fuerza de ser sincera, la menopausia tuvo para mi, peores consecuencias que mi divorcio.

En ese tiempo fui con mis amigas de toda la vida, Achi, Lucía y Susi, a San Francisco, California. Nos hospedamos en la casa de un prestigioso médico ginecólogo, y su extraordinaria esposa, Miryam.

Le pregunté a él sobre la menopausia, “aprovechando la consulta gratuita”, y lo relacionado con la sequedad vaginal y de piel. Me contestó: “hoy te preocupan esas cosas, a partir de los 60 te va a preocupar no caerte, porque el riesgo que corres de romperte los huesos con cada caída, es altísimo”.

Me quedé profundamente impactada, pensé: “esto va en serio, ¿por dónde arranco?, hoy tengo “michelines” y 12 kilos demás, sofocos, cambios de humor, pero mañana voy a tener osteoporosis, sarcopenia, fracturas y quien sabe qué más”.

Pero mi problema inmediato era la grasa abdominal; no tenía claridad para pensar en el resto; no obstante, ya los había puesto en “mi bandeja de entrada”, para ocuparme de ellos, “apenas pueda”.

Pertenezco al grupo de mujeres sin ninguna habilidad “innata” para hacer deporte; algunos conocidos míos empezaron con las maratones y yo me dije: “si Forrest Gump, lo pudo, quizá yo pueda también; capaz sea suficiente con ser tenaz”.

Y empecé a entrenar. Corrí 7 carreras de 42 km y varias de 21 km, sumado a eso los kilómetros del entrenamiento. Y tocó, además, visitar nutricionistas y traer las hojas de dietas por semanas a mi casa y el famoso “nos vemos en dos semanas”, que te dice el nutricionista.

Pero, te digo algo: yo era sencillamente incapaz de seguir la dieta más de dos días de seguidos, entonces a pesar de mis entrenamientos, tampoco lograba recuperar mi peso, ni mi aspecto físico de antes. Estaba en un callejón sin salida.

Álvaro, uno de mis hijos, tenía 18 años y había estado unos meses en Washington y al volver de ahí me dijo: “yo no voy a desayunar más. Un japonés ganó el premio Nóbel de Medicina sobre los múltiples beneficios del ayuno”. Me quedé mirándole, y pensé: “estas ocurrencias que trae este chico de Estados Unidos”.

Luego vino mi otro hijo del Brasil, Santiago, y me dijo que él practicaba el ayuno; y yo escéptica, dije: “¿salir de mi casa sin mi café con leche, pan y mermelada? ¡¡Imposible!!”. Hasta que me dijeron firmemente: “por qué no pruebas el ayuno intermitente, es lo indicado en tu caso”.

Yo, de toda la vida, era incapaz de salir de mi habitación sin un café con leche endulzado con edulcorante. Luego de ese “primer café” ya le agregaba el famoso pan integral tostado con mermelada “light” ¡¡qué HORROR!! Lo peor es que eso era lo único que cumplía de la dieta que me daban los nutricionistas.

No podía seguir una dieta de restricción calórica, con 5 hijos en mi casa y eventos familiares, muchos a Dios gracias.

Comía de todo, entonces era una candidata ideal para obviar el desayuno y disfrutar a pleno el almuerzo o la cena en familia.

Al suprimir el desayuno, ya estaba incorporando a mi vida una “restricción calórica mínima”, pero en mi caso, ayudaba ya esa disminución. Hoy, después de 5 años de practicar el ayuno intencionado, me sigo asustando de la falta de información que tenemos y como vivimos en el oscurantismo, cuál si estuviéramos en la Edad Media, en lo que se refiere a nutrición básica.

¿Para qué empecé el ayuno? Para restringir calorías una vez al día. Recién cuando fui evolucionando en esta práctica e interiorizándome más, escuchando y sintiendo mis sensaciones, descubrí las demás super ventajas que tiene el ayuno. ¡Y me volví fanática con razones!

Espero que disfrutes muchísimo de esta lectura y que te sea super útil para todos los años que te quedan por vivir.

1. LA MENOPAUSIA Y LAS HORMONAS

La disminución de los niveles de estrógenos y progesterona trae consigo un montón de cambios negativos en nuestro cuerpo.

La grasa se acumula más en el abdomen. Comes lo mismo de siempre, haces la misma cantidad de ejercicios, igual subes de peso. Estás mucho más fatigada, con cambios de humor y dificultad para dormir o para volverte a dormir, si te despiertas de madrugada. Agrégale a estos síntomas, los sudores nocturnos y la disminución de la libido.

Las mujeres al llegar a los 50 años estamos super hartas de tener la regla cada mes desde los 13 años, aproximadamente, y recibimos el cese de la menstruación como un evento FELIZ. Pero, lastimosamente, los cambios que se experimentan en esta etapa pueden percibirse como un tsunami. No estamos preparadas para ello.

Si bien se habla de hormonas como el estrógeno, progesterona y testosterona, hoy sé que la insulina, es también una hormona, y las alteraciones de la misma hace que la menopausia se viva peor, como verás más adelante.

El desbalance hormonal en nuestro cuerpo afecta a nuestro metabolismo. Y, a esta altura de la lectura seguro te estarás preguntando: ¿Qué tiene que ver el ayuno con todo esto?

La respuesta es: el ayuno ayuda a re-balancear nuestras hormonas. Cuando ayunamos, hormonas como la insulina, la grelina y la leptina empiezan a actuar de manera positiva y van a obtener la energía de la grasa corporal.

A estas hormonas, yo las llamo: “mis nuevas mejores amigas”. Hay todo un capítulo sobre ellas.

Me costó años entender que bajar la grasa requiere de dos pasos: qué comemos y cuándo comemos.

¿Te ha pasado que para bajar de peso empiezas una nueva dieta y al principio bien, pero luego te estancas o peor aún, recuperas tu peso?

Eso pasa porque con una buena dieta atacamos el problema a corto plazo: qué comemos. Pero el problema a largo plazo es el cuándo comemos. Esto último es lo que va a regular el problema hormonal y eso lo logramos con el ayuno intermitente.

Controlar cuándo voy a comer me llevó a controlar lo que debo comer y ese estado de autocontrol me llevó en la menopausia a centrarme en lo que me hace bien:

- ejercicios de fuerza en un gimnasio para luchar contra la sarcopenia y la osteoporosis;

- tratamientos ginecológicos para evitar la sequedad vaginal;

- controles de análisis de sangre a fin de evaluar terapias hormonales sustitutivas;

- enfocarme en los nutrientes que hacen bien a mis músculos, de manera a seguir siendo funcional a medida que avancen los años.

Me ayudó a ponerme en primer lugar, para no ser una carga para mis hijos en el futuro.

Aprendí de las indicaciones que dan en los vuelos de las aerolíneas:

PONERME YO PRIMERO LA MÁSCARA DE OXÍGENO.

TIP#1: PONTE TÚ PRIMERO LA MÁSCARA DE OXÍGENO

This article is from: