PA C I F I C U N IO N
PRIMAVERA 2022
EN ESPAÑOL
Llamados a
ENSEÑAR y guiarlos al SEÑOR
PACIFIC UNION COLLEGE
APRENDER CON RESOLUCIÓN. ASCENDER EN FE. SERVIR CON AMOR.
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MÁS DIVERSO
COLEGIO DE ARTESEN LOSLIBERALES EE. UU.
Al prepararse para este número especial del Recorder —nuestro tercer número Llamados a anual dedicado a la ENSEÑAR educación— nuestro y guiarlos al SEÑOR editor del Recorder tuvo el privilegio de visitar las escuelas adventistas que aparecen en las fotografías. Estamos orgullosos de compartir fotos de estudiantes, profesores y personal de Adobe Adventist Christian School, Bakersfield Adventist Academy, Calexico Mission School, Fresno Adventist Academy, Glenview Adventist Academy, Lodi SDA Elementary School, Sacramento Adventist Academy, Saguaro Hills SDA Christian School, Sierra View Junior Academy, Thunderbird Adventist Academy y Thunderbird Christian Elementary. Estamos agradecidos con Cynthia Mendoza, una escritora independiente con sede en el sur de California y colaboradora frecuente de publicaciones adventistas, quien desarrolló el grupo de artículos que anclan nuestros informes de este número y se centran en los beneficios de la educación adventista. PA C I F I C U N IO N
PRIMAVERA 2022
En este número:
EN ESPAÑOL
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El arraigo de las raíces y despliegue de alas
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El amor que se requiere
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Un legado familiar en la fe y la educación
12 De acólito a pastor 15 Una extensión de la vida en el hogar 20 A veces el campo misionero está al final de la callee 23 La construcción del triángulo perfecto 25 Convertir desafíos en objetivos 27 Directorio de escuelas en la Pacific Union Conference
Recorder PA C I F I C U N I O N
E N E S PA Ñ O L
El Pacific Union Recorder en español es una publicación trimestral que llega a alrededor de 20,000 hogares adventistas en Arizona, California, Hawaii, Nevada y Utah. Nuestra misión es informar, educar e inspirar a nuestros lectores a la acción en todas las áreas del ministerio. Director Ray Tetz Editor Alberto Valenzuela Edición de copia Virginia Félix • Beatriz Hinojosa Diseño/diagramación Stephanie Leal • Alberto Valenzuela Casa publicadora Pacific Press Publishing Association www.pacificpress.com
Adventist Health 916-742-0429 Kim Strobel strobeka@ah.org
Holbrook Indian School 505-399-2885 Chevon Petgrave cpetgrave@hissda.org
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Corresponsales editoriales
Postal Regs: The PACIFIC UNION RECORDER EN ESPAÑOL (ISSN 0744-6381), Volume 4, Number 2, is the official journal of the Pacific Union Conference of Seventh-day Adventists and is published quarterly. Editorial office is at 2686 Townsgate Rd., Westlake Village, CA 91361: 805-497-9457. Periodical postage paid at Thousand Oaks, CA, and additional mailing offices. Subscription rate: No charge to Pacific Union Adventist church members; $20 per year in U.S.; $25 foreign (U.S. funds); single copy, $5. POSTMASTER: Send address changes to: Circulation Department, PACIFIC UNION RECORDER EN ESPAÑOL, Box 5005, Westlake Village, CA 91359. recorder@adventistfaith.com.
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Por Berit von Pohle
El arraigo de las raíces y despliegue de las alas
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e ha dicho que la educación te da dos cosas: te da raíces y te da alas. Al considerar mi experiencia escolar, esa es ciertamente mi experiencia. No puedo descartar la bendición de haber sido criada en una amorosa familia cristiana adventista del séptimo día, ni la oportunidad de crecer en una comunidad que daba un alto valor a la educación, específicamente a la educación adventista. Pero cuando considero dónde están mis raíces, sé que están profundamente plantadas en las aulas donde experimenté maestros que cuidaron y nutrieron a sus estudiantes. Esas raíces fueron regadas y atendidas por maestros que también se aseguraron de que recibiésemos la luz de Jesús a medida que crecíamos. A esas raíces se les cuidó junto con otras, en comunidades donde aprendimos lo académico, pero también nos llevaron a experimentar a un Dios amoroso. No se me malinterprete, ¡no fue una experiencia perfecta! Hubo días en los que algunos maestros se olvidaron de regarnos, y tal vez incluso días en que inadvertidamente pisaron nuestras hojas. Pero, en general, mis años escolares hicieron profundizar mis raíces en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, raíces en la capacitación profesional y raíces en las relaciones con tantas personas que continúan siendo una parte importante de mi vida. Las raíces proundas proporcionan un entorno
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en el que niños, adolescentes y adultos jóvenes pueden sentirse suficientemente seguros como para tener diferentes experiencias: pueden comenzar a poner a prueba sus alas. A veces la idea de explorar esas nuevas experiencias no se le hubiese ocurrido al estudiante, pero el maestro o la maestra notan y alientan los talentos y las capacidades. Recuerdo cuando en el tercer grado mi maestra me pidió que dirigiese al resto de la clase en un canto durante un programa escolar. Si bien siempre me ha gustado la música, todavía no puedo entender qué motivó esa situación, excepto que tal vez mi maestra vio indicios de liderazgo en esa joven alma. Si bien no está incluida en mi currículum oficial, fue una experiencia que me declaró la necesidad de ser receptiva a nuevas oportunidades y a la tutoría de los demás. Recuerdo a una profesora cuando estudiaba en la academia que se interesó en mí personalmente, utilizando conversaciones casuales para hacer sugerencias (algunas bienvenidas y otras no) sobre qué niños podrían no ser los mejores compañeros. Más allá de las conversaciones personales, esa maestra comenzó a ayudarme a ver cómo algunos de mis intereses podrían conducir a una carrera profesional. Después «creó» cursos que no
se ofrecían en la academia para ayudarme a estar preparada para el futuro. Recuerdo a los profesores universitarios que proporcionaron el espacio para explorar una relación personal con Jesucristo y me dieron las herramientas que resultaron invaluables durante los veranos trabajando en un campamento de verano. Recuerdo a los profesores de la escuela de posgrado que mejoraron mis primeras experiencias de enseñanza para que yo también pudiese ser parte de la profundización de las raíces y el despliegue de las alas de la siguiente generación.
¡Qué podría ser más satisfactorio que ver a los estudiantes a los que he enseñado a lo largo de los años extendiendo sus alas y volando! Sí, algunos trabajan para esta iglesia, y otros trabajan en educación, pero eso no es lo más importante. Hacen una diferencia en sus familias, en sus comunidades, en sus iglesias y en el mundo. ¡Los maestros adventistas producen un impacto positivo! Berit von Phole es vice presidente de educación de la Pacific Union Conference.
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El amor que se requiere
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Por Nicole Mattson
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uando crecía, experimenté a Dios de varias maneras especiales, que incluyen la participación en un culto llamado SOLAR: Escuela de Luz y Realización. Mis padres me sacaron en el tercer grado de la escuela pública donde asistía para asistir a la «escuela» de SOLAR, y pasamos los días aprendiendo a hacer macramé y velas en la arena. Cuando mis padres se dieron cuenta de que la calidad académica de SOLAR era extremadamente deficiente, no tardaron en ponernos de nuevo en la escuela pública. Nunca había oído hablar de una escuela adventista hasta que mi padre conoció y se casó con una mujer adventista cuando yo tenía 11 años. Asistí a mi primera serie evangelística con ella y con entusiasmo llegué a casa con una copia de El triunfo del amor de Dios, mejor conocido como El deseo de todas las gentes. Más tarde, por decisión de mi madre, asistí a una academia adventista durante mi segundo año de secundaria. Fue allí donde el profesor de inglés, Rondi Aastrup, vio algo en mí y me preguntó si podría ayudar como editora del Cedar Log en Cedar Lake Academy al año siguiente, cuando regresaría como junior. También fue durante ese año que conocí a Jesucristo por primera vez. Sabía que había algo diferente en ese lugar y no podía olvidar el cambio que se empezó a llevar a cabo en mi corazón. Sin embargo, no pude regresar a Cedar Lake al año siguiente. Mis padres se alejaron de la iglesia y con eso también terminó su compromiso con la educación adventista. Regresé a la escuela pública y me absorbí profundamente con un joven que sería mi esposo antes de graduarme de mi último año, ya que esperábamos a nuestro primer hijo ese otoño. Nuestros segundo y tercer hijo nacieron durante los siguientes cuatro años, pero mi esposo cayó cada vez más profundamente en un estilo de vida que lo encerró en un mundo peligroso donde las amenazas nos inmovilizaron. Los traficantes de drogas frecuentaban nuestra casa, buscando pago e incluso confrontándome físicamente mientras trataban de encontrarlo. A medida que sus hábitos y relaciones externas continuaron, supe que no podía continuar en esa relación. Mientras cumplía condena en la cárcel local, me comuniqué con el pastor de la iglesia adventista y su esposa, Bob y Angie Joseph. Angie y yo comenzamos estudios bíblicos, y comprometí mi vida con Jesús. Poco después, me bauticé junto con mis tres hijos. Mi esposo estaba muy enojado conmigo por mi decisión y en más de una ocasión dificultó nuestra asistencia a la iglesia. Un sábado, quitó los cables de las bujías para que los niños y yo no pudiésemos ir a la iglesia. En otra ocasión, me dirigí con los niños a la iglesia mientras él estaba sentado en el capó de mi auto, hasta que frené abruptamente, lo envié rodando y nos fuimos. No iba a dejar que él me impidiera ir a la iglesia. La batalla se prolongó durante varios años. Finalmente, pude salir del desgarrador matrimonio de forma permanente y comencé a trabajar en diferente lugares para mantener a mis hijos. Durante ese tiempo,
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La enseñanza era mi pasión y mi camino en la vida finalmente se despejó lo suficiente como para poder darme cuenta. la pequeña escuela adventista en Traverse City, Michigan, buscaba una ayudante de maestra, y me invitaron para entrevistarme. Aunque había sido una buena estudiante mientras crecía y me encantaba aprender, no sentía que esa fuese mi vocación. Acudí a la entrevista, me ofrecieron el trabajo y lo rechacé. Contrataron a otra persona, finalmente cancelaron su invitación y me llamaron de nuevo, insistiendo en que al menos lo probase y viese si me gustaba. Fue entonces que encontré mi vocación. La enseñanza era mi pasión y mi camino en la vida finalmente se había despejado lo suficiente como para poder darme cuenta. Trabajé allí durante dos años y después decidí que necesitaba volver a la escuela y obtener un título para poder convertirme en una «verdadera maestra». Me inscribí en la universidad local, obtuve mi título y puse a mis propios hijos en la escuela de iglesia durante uno de esos dos años. Durante el segundo año, me desanimé y los puse en la escuela pública, una decisión de la que más tarde me arrepentiría, ya que eso les abrió gusto por las cosas que se quedarían con ellos en los años venideros. En ese momento supe que tenía que mudarme a Andrews University y dejar los sistemas de apoyo familiar y de amigos que teníamos, o renunciar a cualquier pensamiento de convertirme en una maestra adventista. Me tomé un año «libre» y continué trabajando como cajera de banco mientras contemplaba qué hacer. Seguí sintiéndome impresionada de mudarme a Andrews con mis tres hijos, así que eso fue lo que hice. Necesitaba un lugar para vivir y Dios me proporcionó una maravillosa ayuda en Tom Witzel, quien me ayudó a encontrar el perfecto, aunque pequeño, hogar para quedarme a un precio que podía pagar. Necesitaba cuidado para mis hijos menores y, a veces, los dos mayores cuando asistía a clases: Dios me dio a Lori y Brian Manley y a su dulce familia. Nos cuidaron excelentemente a todos y me apoyaron en tiempos difíciles.
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Necesitaba ayuda con la matrícula: Andrews tenía un maravilloso programa para madres solteras llamado «Génesis» que proporcionaba apoyo financiero y logístico. Quería asegurarme de que mis hijos estuviesen en la escuela adventista: el director de la escuela primaria Ruth Murdoch, Jim Martz, se aseguró de que tuviese las becas para cubrir su colegiatura. El maravilloso personal me proporcionó dinero de vez en cuando, como Wanda Poole y Kurt Frey, que me dieron las sobras del suministro de pan de la cafetería y se aseguraron de que nunca nos quedásemos sin pan. El mecánico de Don’s Auto me ayudó a mantener mi auto en la carretera. Repetidamente, Dios proveyó a través de todas las personas maravillosas en mi vida que creyeron en la educación adventista. Cuando llegó el momento de mi primer trabajo como maestra, aterricé en Battle Creek Academy, donde enseñé durante 12 años. Fue allí donde vi a mis hijos asistir a la escuela secundaria, encontré un esposo maravilloso y fui «nutrida» por el mejor equipo de educadores que cualquiera podría pedir: personas como Kevin Kossick, Phyllis Essex, Jean Anderson y Charlene Lavallee me guiaron y me asistieron, mostrándome el amor de Cristo todos los días. Me gusta decir que «crecí» como cristiana en ese lugar, aunque mi viaje ciertamente no ha terminado. ¡Mi plan es seguir «creciendo» hasta que Jesús venga! Mi camino no ha sido fácil, pero estoy muy agradecida por todas las personas que he mencionado y muchas más, personas que aman a las personas, aman la educación adventista y aman a Jesús. Ese es el tipo de personas que dan vida a personas como yo, una persona que ama a la gente, ama la educación adventista y ama a Jesús. El ciclo se perpetúa porque ese es el amor que se requiere. _____________________________ Nicole Mattson es la superintendente de educación de la Arizona Conference.
Un legado familiar en la fe y la educación
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uando eres un adventista de cuarta generación cuya madre sirvió como maestra y administradora en escuelas adventistas durante más de 45 años y cuyo abuelo fue aconsejado personalmente por Ellen White para asistir a Oakwood University, es casi inevitable que también sigas un camino educativo similar. Para Brian Allison, director de la Glenview Adventist Academy en Phoenix, Arizona, no hay sendero en el que prefiera andar que el que proporciona su rica herencia adventista, una herencia que abraza plenamente como propia. Nacido en South Bend, Indiana, cerca de Notre Dame Universiy a la sombra del famoso mural «Touchdown Jesus», Allison acredita a sus padres por ser «los mejores padres que cualquiera pudiese tener». Allison recuerda a su difunto padre, Harold M. Allison Sr., graduado de la Shiloh Adventist Academy en Chicago, como un gran ejemplo para sus cuatro hijos: Brian, Harold, Marvin y Michael. Allison Sr. nunca pudo terminar la universidad debido a que tuvo que atender la granja familiar mientras sus hermanos servían en la guerra de Corea.
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La madre de Allison, Bonnie S. Allison, graduada de Battle Creek Academy y Emmanuel Missionary College (ahora Andrews University), pasó 45 años como maestra o directora en el sistema escolar adventista. Los cuatro hermanos Allison asistieron a escuelas adventistas toda su vida, incluso se graduaron de Andrews University y pasaron a servir en el ministerio y el campo médico. A pesar de su fuerte base en la religión y la educación adventista, el camino no siempre fue fácil o lineal para Allison. La escuela secundaria fue relativamente relajada para él; no veía la necesidad de esforzarse mucho, dado que los maestros tendían a ser más fáciles con él ya que su madre era la directora. En la preparatoria, participó en deportes sin preocuparse mucho por sus calificaciones. Su firme, pero amoroso padre, sin embargo, no ignoró su comportamiento, y el joven atleta tuvo que hacer frente a la realidad, descubriendo que tendría que esforzarse para sacar buenas notas, a diferencia de sus días en la escuela secundaria. «Fue por la gracia de Dios y los maestros que se preocuparon por mí que pude graduarme de South Lancaster Academy», recuerda Brian. El siguiente paso fue ir a college y, desafortunadamente, no le fue mucho mejor; los estudios le seguían siendo bastante desafiantes. Brian decidió
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tomarse un receso en su tercer año en Andrews y buscar trabajo. Comenzó a trabajar para YMCA, convirtiéndose en personal asalariado. Después de cinco años, decidió probar college una vez más y descubrió que, con un poco más de madurez, la escuela le resultaba ser una experiencia más agradable. Con un horario académico repleto, un trabajo casi a tiempo completo y un espacio en el equipo de gimnasia en Andrews, su GPA (nota media) fue 3.6; sin embargo, todavía le faltaba un año completo de clases para completar sus estudios cuando decidió aceptar una invitación para ser el preceptor asistente de muchachos en Georgia Cumberland Academy (GCA). «Esa fue una de las mejores experiencias que había tenido hasta ese momento. Trabajar, enseñar y ser mentor de jóvenes fue algo increíble — dice — supe a partir de ese momento qué era lo quería hacer. Pero Dios tenía otros planes». Después de un año en GCA, Brian fue a trabajar para su padre y después obtuvo lo que pensaba en ese momento que era el trabajo de sus sueños como miembro del equipo de jardinería en un club campestre privado. Después de nueve meses en el club campestre, se le ofreció un puesto como asistente del superintendente de greens y, tres meses después de eso, la administración del club le ofreció una colegiatura
completa para asistir a Penn State University para obtener una certificación de superintendente de greens y la garantía de un puesto en el club, una casa en el campo de golf y un sueldo de seis cifras. «¿Qué de volver a Andrews para terminar?», le preguntó su madre cuando Brian le dio la noticia. Le dijo a su madre que esa era una oportunidad increíble que sería un tonto si la desaprovechaba, pero también le prometió que haría todo lo posible para volver a Andrews. Decidió enviar varias solicitudes a Andrews, que estaba seguro de que serían rechazadas, pero no lo fueron, una vez más Brian se encontró empacando su automóvil y dirigiéndose a Berrien Springs para darle una tercera oportunidad a su educación. La tercera fue la vencida, porque no solo finalmente completó sus estudios, sino que también conoció a su esposa. Hoy, Brian y Tanna-Marie Allison tienen 29 años de casados y una hija, que también es un producto de la educación adventista y ahora dirige un exitoso negocio de videografía. Actualmente, los Allison son empleados de la Arizona Conference. Tanna se desempeña como subdirectora en Thunderbird Adventist Academy. «La educación adventista es la única razón por la que estoy donde estoy. Me fueron dadas muchas oportunidades para hacer otras cosas —recuerda— pero Dios, a través de las oraciones
de mi madre, se aseguró de guiarme de regreso a la educación adventista. He conocido a muchas personas maravillosas que han producido un impacto positivo en mi vida. A medida que he envejecido, me doy cuenta de que esos maestros, mentores, colegas y amigos desempeñaron un papel importante en lo que soy». Para Brian Allison, el valor fundamental de la educación adventista trasciende lo académico. «Podemos educar y graduar a médicos, abogados, pastores, maestros e incluso al presidente de los Estados Unidos, porque todos tienen que ir a la escuela en algún lugar —indica— pero si hacemos eso y no les damos las herramientas para el día del Señor, entonces hemos fracasado. Si presentamos a nuestros estudiantes a su Mejor Amigo por la eternidad y les damos las herramientas para estar de pie en el Día del Señor, hemos tenido éxito». Incluso más allá del elemento espiritual, Brian cree que la educación adventista sigue siendo una inversión que vale la pena. «Hay grandes escuelas en todos los ámbitos de la educación. Pero realmente creo que las escuelas adventistas producen un impacto positivo porque, independientemente de su tamaño, cuando estás en una escuela adventista, estás en familia. Y ser parte de una familia, creo, es la diferencia que hacen las escuelas adventistas».
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De acólito a pastor «Pagaré por tu educación, cualquier carrera que elijas —le dijo su padre— excepto pastor».
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l escuchar las palabras de su padre, el joven Bernardo Sámano tomó la decisión de perseguir de todos modos lo que sabía que era el llamado de Dios para su vida. Es un llamado que ha abrazado con entusiasmo desde sus días como estudiante en Calexico Mission School (CMS), donde actualmente se desempeña como maestro de Biblia y donde ha servido en otros roles de liderazgo a lo largo de los años. Si alguien cree en el poder transformador de la educación adventista, es Bernardo Sámano. Nacido y criado en México en una devota familia católica, Bernardo tenía la mira puesta en convertirse en sacerdote, y de jovencito fungió de monaguillo, incluso convirtiéndose en presidente del grupo de monaguillos a la edad de 12 años. Sus padres habían estado separados por un tiempo, pero cuando se reunieron a mediados de su adolescencia, eso
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incluyó un traslado a un nuevo hogar y una nueva escuela: Calexico Mission School. Siendo un joven profundamente religioso, Bernardo se complació en descubrir que tomaría clases de Biblia en su nueva escuela. A su llegada a CMS, Bernardo también se conectó rápidamente con un sacerdote local y comenzó a ayudarle a llevar a cabo cursos comunitarios sobre teología de la liberación. Pero al poco tiempo, Bernardo tuvo una especie de brusco despertar cuando las cosas que aprendía en la clase de Biblia en la escuela comenzaron a entrar en conflicto significativamente con lo que le habían enseñado toda su vida, y actualmente estudiaba con el sacerdote y enseñaba a otros. Comenzó a ir con el sacerdote con preguntas difíciles, principalmente sobre el sábado. También se había mantenido en contacto con su mentor en México, el obispo de la diócesis de la que había sido parte, y comenzó a hacerle preguntas, inicialmente con la intención de poder demostrar que el pastor adventista estaba equivocado. Pero en lugar de demostrar que el pastor estaba equivocado, Bernardo siguió aprendiendo más y más, hasta que un día el sacerdote cerró la Biblia frente a él con frustración y le dijo: «Haz lo que quieras». A la los16 años, Bernardo Sámano tomó la decisión de bautizarse en la Iglesia Adventista. «Pero ya estás bautizado», le dijo su madre, recordándole de su bautismo cuando era un bebé. Su padre amenazó con dejar a su esposa de nuevo si dejaba que su hijo se bautizase en una religión diferente. Pero tales amenazas no tenían poder sobre el poder del Espíritu Santo. Bernardo comenzó a compartir su nueva fe con su familia y al poco tiempo su madre y sus hermanos mayores también se bautizaron, así como otros miembros de su familia. «Después de estar expuesto a las doctrinas bíblicas, estaba convencido de que el mundo necesitaba conocer las enseñanzas de la Iglesia Adventista», reflexiona Bernardo. «La invitación recibida de mi maestro de clase de Biblia para convertirme en pastor afirmó mi convicción». Como resultado de su testimonio y sus esfuerzos, 34 amigos y familiares aceptaron la fe adventista y se unieron a la iglesia, y desde entonces el Espíritu Santo ha usado a Bernardo para guiar a muchos más a abrazar «la bendita esperanza», como lo expresa en sus propias palabras.
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A pesar de la falta de apoyo financiero de su padre, Bernardo estudió teología en la Universidad de Montemorelos y más tarde obtuvo su maestría en Religión de Andrews University. Su trayectoria profesional lo llevó a muchos roles docentes, pastorales, de liderazgo y administrativos en México y en los EE. UU., incluso en CMS: de 1989 a 2000 enseñando inglés como segundo idioma, español, matemáticas y otras materias, además de servir como capellán y director interino; de 2012 a 2017 como director de desarrollo; y actualmente como maestro de Biblia desde 2018.
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Si bien el currículum profesional de Bernardo es vertiginoso en su gran longitud y volumen, el hilo que atraviesa cada rol y cada logro no es solo el servicio a la iglesia, sino un profundo amor por Jesucristo y una convicción personal sincera de que el mensaje adventista del séptimo día es fundamentalmente necesario y transformador que toca cada área de la vida, no solo espiritualmente. En cada papel que ha desempeñado, ya sea como administrador, maestro o pastor, ha compartido su amor por Cristo con los demás. Una de las formas como el mensaje adventista, a través de su sistema educativo, hizo una marcada diferencia en su vida fue a través de un estilo de vida saludable. El deseo de estudiar más la Biblia no fue lo único que Bernardo trajo consigo a CMS cuando era un adolescente. Siguiendo el ejemplo de los únicos maestros religiosos que había conocido hasta ahora en su vida, Bernardo, aunque solo era un adolescente, también fumaba y bebía. En su visión del mundo, según el modelo de sus maestros anteriores, fumar y beber era una parte normal de la vida, algo que los hombres hacían. «Aparte de la iluminación espiritual, la educación cristiana me enseñó a valorar y cuidar mi vida. Le dio a mi vida un propósito y una dirección», dice. «Es por el mérito de Jesús y el precio que pagó por mi salvación que soy de valor». En otras palabras, se veía a sí mismo como teniendo un valor muy real y un valor innegable, lo suficiente como para apreciar y cuidar su cuerpo en lugar de dañarlo. Hoy, Bernardo y Silvia Sámano, su esposa de más de 40 años a quien conoció en Montemorelos, son los alegres padres de dos prósperos hijos adultos, los cuales también asistieron a escuelas adventistas y han elegido servir a Dios en sus respectivas profesiones y en su vida de iglesia. ¿Por qué es la educación adventista una inversión que vale la pena? «Llevar a un niño de la cuna a la cárcel no cuesta nada. Llevar a un niño de la cuna al cielo es costoso; le costó a Jesús morir en la cruz —indica Bernardo— cualquier inversión que hagamos en el futuro de nuestros hijos y el desarrollo del carácter siempre es una inversión que vale la pena».
Una extensión de la vida en el hogar ¿C
ómo eran tus lunes por la mañana en segundo grado? ¿Esperabas jugar con tus amigos en el recreo después de no verlos durante varios días? ¿O temías los lunes porque sabías que el maestro te iba a dar una paliza? Que tal cosa sucediese regular y abiertamente parece intolerable para la gente del siglo XXI que vive en una sociedad libre, pero era una parte muy real de la vida de segundo grado para el jovencito Jonathan Park. Nacido y criado en Corea del Sur, Park, presidente de la Southeastern California Conference, experimentó de primera mano a una edad muy temprana lo que significaba seguir a Cristo independientemente de las dolorosas consecuencias terrenales.
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Ambos padres de Jonathan aceptaron el mensaje adventista cuando eran adultos jóvenes y se dedicaron fervientemente al ministerio, principalmente como plantadores de iglesias. Hasta el día de hoy, activamente buscan oportunidades para ganar almas, dar estudios bíblicos y llevar a otros a la iglesia adventista. Su dedicación ha sido una inspiración para él. Durante los primeros años de su educación Jonathan asistió a escuelas públicas coreanas, donde era obligatoria la asistencia los sábados. Aunque en el primer grado se le permitió faltar a la escuela el sábado, en segundo grado el castigo lo esperaba todos los lunes por la mañana por no haber asistido el sábado. El maestro lo golpeaba y le hacía esperar en el pasillo de rodillas con las manos en alto. Las diferentes convicciones religiosas no se reconocían y mucho menos se respetaban. Aunque los padres de Jonathan suplicaron a la escuela que se le diese un mejor tratamiento, finalmente tomaron la decisión de retirar a su hijo de la escuela pública y en su lugar enviarlo a la escuela adventista «más cercana», que estaba a dos horas en autobús. Debido a que la escuela estaba tan lejos, la familia hizo arreglos para que su hijo —que estaba en la primaria— se quedase en el dormitorio para estudiantes de secundaria y preparatoria, lo que le convirtió en el más joven del grupo. Mientras reflexiona sobre esa experiencia, ahora Jonathan la compara con un arreglo similar al que Ana hizo para que su hijo, el joven Samuel, fuese a vivir y estudiase con el sacerdote Elí. Jonathan aprendió rápidamente a disfrutar de sus nuevos arreglos y disfrutó de la vida con los estudiantes mayores, así como de la amabilidad y el estilo de vida saludable y positivo mostrados por los maestros. En su adolescencia, la familia emigró a los Estados Unidos, donde Jonathan asistió a la San Pasqual Academy (SPA) cuyo internado en ese momento estaba cerca de Escondido, California. «Atesoro muchos buenos recuerdos de San Pasqual Academy», comenta Jonathan de sus días en esa escuela. «Aprecio a todos los maestros,
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porque fueron tanto padres como maestros para todos nosotros». Un recuerdo que a Jonathan le gusta particularmente es el próspero programa de gimnasia dirigido por Paul Chung y la tutoría que recibió bajo su dirección. «Él impactó mi vida al guiarme, permitiéndome crecer como un estudiante responsable y, finalmente, como un hombre», recuerda Jonathan. «Pasó tiempo de calidad conmigo y con todos sus estudiantes, invitándonos a su casa para cenar y pasar tiempo juntos». Jonathan aprecia el hecho de que Chung, junto con la facultad de SPA, enseñó a los estudiantes el valor de la honestidad, el trabajo duro y los valores cristianos adventistas, no solo en la escuela y académicamente, sino al pasar tiempo con los estudiantes fuera de las clases y la tutoría. La decisión de ser pastor fue bastante fácil para Jonathan después de toda una vida de ejemplos de fe en su propia familia, de sus padres y de un tío que es pastor (ahora retirado), y los ejemplos de bondad y tutoría que se le mostraron a través de maestros y mentores adventistas. Aunque su familia nunca lo presionó para que fuese pastor, fueron los mayores partidarios de Jonathan a través de la afirmación positiva, el aliento y la oración incesante. A través del ejemplo de su tío, Jonathan aprendió que como pastor tiene el privilegio y la responsabilidad de ser un impacto positivo para la eternidad en la vida de las personas. Jonathan ha dedicado su vida a ser un impacto positivo para la eternidad a través del servicio a la iglesia. Obtuvo su maestría en Divinidad y doctorado en Ministerio de Andrews University. Pastoreó numerosas iglesias en California hasta 2013, cuando pasó a servir en la Southeastern California Conference, como
vicepresidente de Ministerios de Asia/Pacífico de 2010 a 2013, secretario ejecutivo de 2013 a 2021, y ahora como presidente. Jonathan y Ashley Park son padres de tres hijos adultos, y casi adultos, todos los cuales prosperan en sus respectivos estudios y profesiones como director de enseñanza en una escuela adventista, misionero estudiantil y uno por graduarse en la academia. Para Jonathan Park, la educación adventista es algo que experimentó de primera mano, incluso antes de asistir a una escuela adventista. La vio modelada en la vida de sus padres primero y después en sus maestros y mentores. Él cree que la educación adventista es una extensión de la vida en el hogar y, como tal, es una herramienta poderosa para edificar el reino de Dios. Cree que cuando los jóvenes tienen una base positiva y saludable en su experiencia adventista tanto en el hogar como en la escuela, eso los prepara para el mundo de la mejor manera posible. «Creo en la educación adventista. Si no creyese en ello, no habría puesto a mis tres hijos en escuelas adventistas», enfatiza Jonathan. «El valor de lo que se enseña en el hogar es muy importante y la educación adventista ofrece otra capa de valores cristianos que los niños necesitan experimentar para expandirse y crecer».
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Oremos por nuestros
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maestros y estudiantes
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uando Martha Havens llegó por primera vez a los Estados Unidos para aprender inglés, no tenía idea de que aprendería mucho más que un segundo idioma; descubriría su pasión y vocación en la vida. Nacida en Colombia, Martha, quien actualmente se desempeña como directora asociada de educación primaria para la Pacific Union Conference, se crio en un ambiente
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A veces el campo misionero está al final de la calle decididamente católico, común en gran parte de América Latina, aunque mucho más fuerte durante su infancia y sus años como joven adulta. Su madre escuchó y aceptó el mensaje adventista cuando Martha era una niña, e hizo todo lo posible para inculcar estos nuevos valores en sus hijas, pero fue un gran desafío. El padre de Martha estaba preocupado por la nueva religión de su esposa y, en realidad, se oponía bastante. Mientras Martha crecía, la religión era en gran medida una fuerza impulsora en la sociedad en casi todos los aspectos de la vida —social, profesional y financieramente—. Los protestantes a menudo se enfrentaban a una persecución abierta. Martha recuerda que las monjas los instruyeron a ella y a otros niños a arrojar piedras a las iglesias protestantes. Que un individuo o una familia se desviase abiertamente de la religión predominante podría significar la pérdida de posición social y oportunidades. Cuando Martha y sus hermanas fueron mayores, acompañadas por su madre, vinieron a los Estados Unidos para aprender inglés. Aprender un segundo idioma, particularmente el inglés, abriría muchas puertas y oportunidades para las señoritas en su país natal. Antes de viajar, la madre de Martha le contó al pastor de la pequeña iglesia adventista sus planes y le pidió recomendaciones de lugares en los Estados Unidos donde podrían conectarse con más adventistas. El pastor recomendó encarecidamente una comunidad en el sur de California llamada Loma Linda. En lo que respecta al viaje personal de Martha
Havens, el resto, podría decirse, es historia. Nunca miró hacia atrás. En contra de los deseos de su padre, permaneció en los Estados Unidos después de que sus hermanas y su madre regresaron a Colombia. Luego se bautizó en la iglesia White Memorial en Los Angeles, y también conoció a su esposo Doug Havens mientras asistía a lo que ahora es la La Sierra University, donde recibió su licenciatura y maestría. Sin embargo, cuando la pareja decidió casarse, todavía enfrentaban algunos desafíos relacionados con la religión. Las bodas religiosas que no fuesen las católicas, a diferencia de las bodas civiles, no estaban legalmente reconocidas por el gobierno en Colombia, donde habían ido a casarse. Martha tuvo que rechazar públicamente la religión reconocida a nivel nacional, lo cual significó que su nombre estaría pegado en el frente de la catedral junto con otros que habían hecho lo mismo. Su certificado de matrimonio de los Estados Unidos fue aceptado, y su matrimonio legalmente reconocido porque el certificado se consideraba un documento de gobierno a gobierno. Por cierto, en el momento de esta publicación, Doug y Martha Havens tienen 50 años de casados y han disfrutado de una vida de servicio dedicado a los niños. Mientras estaba en La Sierra, Martha descubrió su «campo misionero», como maestra de escuela primaria. Un director adventista que trabajaba en una escuela pública se detuvo en La Sierra en busca de estudiantes universitarios para ayudar en el programa de escuelas públicas que atendía a
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Lo que Martha más aprecia de trabajar en la educación adventista es la oportunidad de compartir abiertamente a Cristo con sus estudiantes. niños desfavorecidos. El programa incluyó una excursión a la granja lechera que formaba parte del campus de La Sierra University (en ese entonces Loma Linda University). La granja lechera incluía vacas, pollos e incluso algunas ovejas. En ese momento, la lechería, que ya no existe, era en realidad una atracción muy popular para las familias adventistas del área que a menudo llevaban a sus hijos pequeños después del almuerzo del sábado para acariciar a las vacas y las ovejas. Pero muchos de los niños en el programa de la escuela pública nunca habían visto algo así. «Fue muy impactante —recuerda Martha— no podía creer que hubiese niños desfavorecidos en mi propia ciudad. Fue entonces cuando decidí dedicarme a la enseñanza y nunca me he arrepentido». La enseñanza no solo atrajo a Martha debido al impacto positivo que podría hacer en la vida de los estudiantes, sino también por el importante papel
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que desempeña en la sociedad y la fuerza laboral en general. «Sin buenos maestros no habría otras profesiones», dice. «Los maestros hacen científicos, abogados y cualquier otra profesión». Al principio de su carrera, Havens trabajó en el sistema de escuelas públicas por un tiempo, pero finalmente pasó a la educación adventista y ha servido en el sistema desde entonces. Lo que más aprecia de trabajar en la educación adventista es la oportunidad de compartir abiertamente a Cristo con sus estudiantes. También adopta el enfoque integral de la educación que ofrece la educación adventista: social, espiritual, física y académicamente. «Animo a los padres a mirar a sus hijos como a una persona completa, no solo en cuanto a sus logros académicos. Hay muchos programas que ofrecen programas académicos sólidos», comenta Martha. «En la educación adventista, los maestros muestran a Cristo a través del programa académico y el servicio».
La construcción del trángulo perfecto
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ecir que Norma Sánchez cree en la educación adventista es no hacer justicia a su experiencia, sin embargo, esa es la forma más clara de expresar cuán profundamente comprometida está con la educación adventista. Nacida y criada en Sonora, México, de padres misioneros, Norma, una maestra de K-2 en la Saguaro Hills Adventist School en Tucson, Arizona, proviene de una larga línea de maestros. Tanto por parte de su madre como de su padre hubo muchos maestros en su familia y, aunque él no lo era formalmente, su padre también fue un gran maestro en el sentido de que era realmente bueno para explicar las cosas y muy paciente al hacerlo. Norma asistió a escuelas públicas hasta aproximadamente el séptimo grado, pero durante la escuela secundaria asistió al Colegio del Pacífico, una academia adventista en México, y finalmente a la Universidad de Montemorelos. Debido a la forma como está estructurado el sistema educativo en México, Norma se graduó de Montemorelos como maestra de escuela primaria a la edad de 19 años. Dada la fuerte influencia en su vida de su padre y sus tías, que eran maestras, Norma también eligió la enseñanza como carrera, a pesar de que su madre la había alentado a estudiar para convertirse en secretaria.
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«Siempre disfruté al enseñar a los más pequeños —comenta Norma— me es muy satisfactorio cuando los estudiantes aprenden y dicen cosas como “¡ya entiendo!” o “¡lo capté!”. Esa es una de las mayores recompensas de ser maestra». Cuando completó su programa de enseñanza, Norma le dio su certificado o título —similar a un diploma— a su padre. «Estaba muy orgulloso de mí», recuerda. Norma pasó cinco años enseñando en México, y el viaje de su vida finalmente la llevó a establecerse en Arizona después de haber vivido en Europa y en diversos lugares en los EE. UU. debido a que su esposo estaba en el ejército. Al perder su trabajo en Saguaro Hills trabajó en diferentes lugares durante unos años. El tiempo dedicado a trabajar en otros sitios, sin embargo, no fue en vano, ya que aprendió nuevas habilidades, incluidas habilidades informáticas, y también siguió orando para que Dios le abriese una puerta nuevamente en la enseñanza. Sus oraciones fueron contestadas; finalmente fue contratada de nuevo y ha estado en Saguaro Hills desde entonces. «Estaba muy emocionada. ¡Saltaba de alegría!», dice. Hoy, como maestra de K-2, Norma Sánchez dedica su corazón y su tiempo para servir a los estudiantes y a sus familias, no solo en el aula en
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lo académico, sino a través del estímulo constante. Algunos de los estudiantes de Saguaro Hills provienen de un ambiente de escuela pública. Muchos padres llevan a sus hijos a la escuela en busca de entornos más seguros o porque no pudieron encontrar ninguna otra escuela para sus hijos, pero terminan gustándoles tanto que mantienen a sus hijos allí. «Creo que es por la tranquilidad que reflejamos —señala Norma— y aprecian el tiempo y el esfuerzo que dedicamos a los estudiantes. Confío en la sabiduría de Dios para que me ayude a guiar a los estudiantes». Las clases más pequeñas son una de las mayores bendiciones de la educación adventista, cree Norma, y eso es lo que permite a los maestros realmente brindar a cada estudiante la atención personal que requieren. Los padres también aprecian el currículo desafiante y los buenos valores, como la honestidad, que sus hijos aprenden. Una preocupación que surge a menudo para los padres, sin embargo, son las finanzas: «¿Podremos hacer los pagos?». Norma les abre aquí su corazón y comparte su propio testimonio de cómo Dios proveyó para su familia, tanto cuando ella crecía como también cuando era una madre que invirtió en la educación adventista para sus hijas. «En un momento dado mis padres tuvieron tres hijos en un internado adventista al mismo tiempo —indica— era caro para ellos; no sé cómo lo hicieron. Mi papá solía decir: “No sé cómo obtuve el dinero, pero se pagó la factura”». Como madre de tres hijas adultas, Norma también invirtió en la educación adventista. Ella recuerda haber orado a menudo: «Señor, ¿cómo voy a pagar por esto?». De alguna manera se pagó. «Compartir esas experiencias me da la confianza para decir a los padres: “Dios proveerá”», dice. «Animo a los padres a no tenerle miedo a la colegiatura, sino a tener fe. Y cuando comparto mi experiencia de fe, también crezco». Un sentimiento común compartido por Norma y tantos otros que también creen en la educación adventista es el invaluable enfoque integral — social, espiritual, física y académicamente— que ofrece a los estudiantes. «Iglesia, familia y escuela equivalen a un triángulo perfecto para la educación», comenta.
Convertir desafíos en objetivos A
veces las personas no eligen su camino profesional en la vida, los elige a ellos. O, mejor dicho, Dios elige para ellos. Eso es exactamente lo que Pedro Ojeda, director de Holbrook Indian School (HIS) en Arizona, diría si se le preguntase por qué eligió la educación como carrera. «Era conocido por afirmar enfáticamente que nunca enseñaría ni predicaría», recuerda Pedro de un momento en su vida en el que estaba bastante seguro de lo que no haría. «Pero una vez que Dios me guió hacia la educación adventista cerrando claramente otras puertas en dos momentos importantes de mi vida, nunca miré hacia atrás». Pedro Ojeda nació en Cuba pocos años después de que se estableciese el sistema actual de gobierno. Sus padres, que fueron misioneros durante muchos años, tuvieron la suerte de haber oído hablar del mensaje adventista a través de La Voz de la Esperanza en la radio, y estudiaron en el colegio adventista en Cuba antes de que el nuevo régimen cerrase la expresión religiosa. La familia se mudó a Jamaica cuando Pedro era muy pequeño y asistió a escuelas adventistas toda su vida, comenzando en el jardín de infantes en la
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escuela adventista en lo que entonces se conocía como West Indies College en Jamaica. Completó la escuela intermedia en Puerto Rico y la escuela secundaria en Walla Walla Valley Academy (WWVA). Uno de sus mejores recuerdos de la escuela es cuando llegó una semana tarde para su segundo año en WWVA y tarde a su primera clase, que era una clase de Biblia. Pedro, que era muy tímido debido a su acento jamaicano y, en sus propias palabras, su comportamiento de «ciervo atrapado en los faros», recuerda cómo el niño que se sentó a su lado lo hizo sentir muy bienvenido. Pedro era tan tímido que, de hecho, fue votado como «el más tímido» en su último año de secundaria. A pesar de su timidez, disfrutó mucho al participar activamente en el club de Pathfinders. Pedro asistió y se graduó de Walla Walla College con un título en Administración de Empresas y una concentración en Mercadotecnia. Aunque dijo que nunca enseñaría, Dios lo guió a oportunidades de enseñanza. Fue mientras enseñaba en Montana que le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin a principios de 2002. «Ese fue el peor año de mi vida — recuerda — pero Dios hizo un milagro a través de un gran equipo de médicos en el University of California Medical Center en San Francisco. Debería de haber muerto de esa enfermedad. Ha estado en remisión desde el 3 de enero de 2003. Así que no puedo decir que superé ese desafío, sino que Dios lo hizo por mí». El impacto de esa experiencia fue profundo y extenso. A pesar de perder su trabajo como profesor, la familia, que ahora incluía a su esposa y sus dos hijas, permaneció en Bozeman durante 11 años, pero fueron años productivos con experiencias significativas, que incluyen mantener varios otros trabajos y desarrollar amistades de toda la vida. «Encuentro que cada experiencia que he tenido, incluso el trabajo en construcción después de tener cáncer, ha sido útil en el trabajo que tengo ahora como director — comenta Pedro — ya no me pregunto por qué me pasaron ciertas cosas. Todo tenía un propósito». En cuanto a la enseñanza en sí misma, algo que dijo que nunca haría, hoy es algo que ama
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y por lo que tiene pasión, especialmente en HIS. «Alguien me dijo que una vez que conociese a los estudiantes en HIS, me enamoraría de ellos y ha sido muy cierto — dijo — los jóvenes de todas partes, pero especialmente los marginados como los nuestros, necesitan amor desesperadamente, aceptación, consistencia y oportunidades». A Pedro le encanta proporcionar ese amor y aceptación a los estudiantes, y es un firme creyente en la educación adventista por esa y muchas otras razones. «La educación adventista me ha dado un fuerte sentido de familia. Ha sido una bendición ser parte de un grupo que tiene sus cimientos en Jesús», menciona. «Al inicio de mi carrera decidí no ser alguien que se disgustase con la hipocresía y dejase la iglesia por eso. Reconozco que soy el peor pecador en el mundo y debo seguir los principios de Dios lo mejor que pueda, lo que incluye no hacer a un lado a las personas y creer que a través de una relación personal con Dios cualquiera puede cambiar. En general, creo que los adventistas aman y aceptan a las personas que creen en servir a los demás sin importar lo difícil que tal cosa pueda ser». Aparte de la fe y el aspecto espiritual, Pedro también cree en el enfoque de toda la persona de la educación adventista. En Holbrook, ese enfoque se conoce como MAPS1: bienestar mental, académico/artístico, físico y espiritual. «La educación adventista lo cubre todo de una manera equilibrada», dice. Para los estudiantes o las familias que pueden estar preguntándose si la educación adventista es una inversión que vale la pena, él ofrece algunas palabras de aliento y «algo para reflexionar». «Los animo a echar un vistazo a la cultura popular y la influencia generalizada de las redes sociales y preguntarse si eso proporciona satisfacción y felicidad duraderas», indica. «La educación adventista ayuda a guiar a los estudiantes a retrasar la gratificación, a diferencia de la cultura actual de “lo quiero ahora”, y los desafía a ser seguidores de Dios, lo cual es bueno y duradero. No hay nada temporal o fugaz al seguir a Dios». Mental, Academic/Arts, Physical, and Spiritual
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recorrido a la
Un
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Impactando vidas en Arizona PAR A EL FUTURO
Arizona Adventist Education Un recorrido a la excelencia
ESCUELAS Adobe Adventist Christian School Apache Junction/Mesa Cochise Adventist Christian School Bisbee
Ya sean pequeñas o grandes, nuestras escuelas adventistas en Arizona están impactando las vidas de estudiantes, padres, maestros, congregaciones y comunidades de norte a sur, de este a oeste. Los estudiantes están aprendiendo a ser líderes, influenciadores e impactadores cristianos a través del servicio, las clases y el liderazgo espiritual. Estamos produciendo estudiantes líderes… estudiantes siervos.
Glenview Adventist Academy Glendale/Phoenix Maricopa Village Christian School Laveen Prescott Adventist Christian School Prescott Saguaro Hills Adventist Christian School Tucson Thunderbird Adventist Academy Scottsdale Thunderbird Christian Elementary Scottsdale
A Z A D V E N T I S T E D U C AT I O N.O R G
Verde Valley Adventist School Cottonwood Yuma Adventist Christian School Yuma
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ESCUELAS PRIMARIAS Y ACADEMIAS Armona Union Academy (K-12) auaweb.com
Bakersfield Adventist Academy (K-12) bakersfieldacademy.org
Central Valley Christian Academy (K-12) cvcaonline.net
Chowchilla Adventist Elementary
chowchilla22.adventistschoolconnect.org
Dinuba Junior Academy dinubajracademy@gmail.com Foothill Adventist Elementary foothilladventistschool.com
Fresno Adventist Academy (K-12)
faa.org
Hollister Adventist Christian School hollistersdaschool.org
Los Baños Adventist Christian School losbanosadventistschool.org
Miramonte Adventist Elementary miramonteschool.org
Monterey Bay Academy (9-12) montereybayacademy.org
Mother Lode Adventist Junior Academy (K-10) motherlodeja.org
Mountain View Academy (9-12) mtnviewacademy.org
Peninsula Adventist School
peninsula22.adventistschoolconnect.org
Capacitación de estudiantes PROVEYENDO EDUCACIÓN Y MINISTERIO
Central California Adventist Education Un recorrido a la excelencia
San Francisco Adventist School sfasonline.org
Sierra View Junior Academy (K-10) svja.org
Templeton Hills Adventist School thaskto8.org
Valley View Junior Academy (K-10) vvaaonline.org
VHM Christian School vhmchristian.org
559-347-3000 • CCC E D U.A D V E N T I S T FA I T H.O R G CENTROS DE ENSEÑANZA PREESCOLAR
CVCA Helping Hands Preschool Milpitas Discoveryland Sonora Kiddie Kollege Valley View Children’s Center
209-538-6443 408-263-7626 209-532-8612 805-481-7534
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Jesús Vivir como
APRENDIENDO, AMANDO, Y GUIANDO
La educación en una escuela adventista puede ayudar a tu hijo a hacer mejores decisiones y crecer para ser un fiable líder de la comunidad. Creemos que el diseño de Dios incluye el desarrollo de «toda la persona» —mental, física y espiritualmente.
O‘AHU Adventist Malama Elementary School (808) 696-3988 Mālama Na Keiki O Wai‘anae Preschool (808) 696-3988 Hawaiian Mission Academy (808) 536-2207 Hawaiian Mission Academy Ka Lama Iki (808) 949-2033 Hawaiian Mission Academy Windward Campus (808) 261-0565 KAUA‘I Kāhili Adventist School (808) 742-9294 Kāhili Adventist Preschool (808) 634-5423 MAUI Hawaiian Mission Academy Maui (808) 877-7813
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HAWAI‘I Kohala Adventist School (808) 889-5646
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Maui Adventist Pre-elementary School (808) 793-2645
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istEd
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Kona Adventist Christian School (808) 323-2788 Mauna Loa School (808) 935-1545 Mauna Loa Preschool (808) 935-1545
BISHOP ADVENTIST CHRISTIAN SCHOOL Bishop, California bishop22.adventistschoolconnect.org (760) 872-1036
BISHOP RAINBOW CONNECTION (PRESCHOOL) Bishop, California (760) 972-1272
DEAMUDE ADVENTIST CHRISTIAN SCHOOL Ogden, Utah www.ogdenchristianschool.org (801) 731-3140
FALLON ADVENTIST CHRISTIAN SCHOOL Fallon, Nevada fallon22.adventistschoolconnect.org (775) 423-4185
RIVERVIEW CHRISTIAN ACADEMY
Nevada-Utah Conference
Adventist Education Un recorrido a la excelencia
Nuestras escuelas permiten que los alumnos desarrollen una vida de fe en Dios y usen su conocimiento, habilidades y entendimiento para servir a Dios y a la humanidad. Para más información sobre la educación adventista en nuestro territorio ir a www.nuceducation.org.
Reno, Nevada riverviewacademy.org (775) 322-0714
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SUMMIT CHRISTIAN ACADEMY Salt Lake City, Utah www.scautah.us (801) 613-1722
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SUSANVILLE ADVENTIST CHRISTIAN SCHOOL Susanville, California susanvilleca.adventistschoolconnect.org (530) 257-5045
VEGAS VALLEY ADVENTIST ACADEMY Las Vegas, Nevada www.vvaa4u.org (702) 871-7208
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Excelencia para la eternidad INICIANDO A LOS ESTUDIANTES EN EL SENDERO CORRECTO DE LA VIDA
Northern California Adventist Education Un recorrido a la excelencia
Adventist Christian Elementary School of Red Bluff (530) 527-1486
Foothills Adventist Elementary School (707) 963-3546
Napa Christian Campus of Education (707) 255-5233
Adventist Christian School of Yuba City (530) 673-7645
Fortuna Junior Academy (707) 725-2988
Orangevale SDA School & Kingdom Kids Christian Preschool (916) 988-4310
Bayside SDA Christian School (510) 785-1313 Chico Oaks Adventist School (530) 342-5043 Clearlake SDA Christian School (707) 994-6356
Galt Adventist Christian School (209) 745-3577
Pacific Union College Elementary (707) 965-2459
Hilltop Christian School & Preschool (925) 778-0214 (925) 779-9297
Pacific Union College Prep School (707) 200-2648 Paradise Adventist Academy (530) 877-6540
Crescent City SDA School (707) 464-2738
Humboldt Bay Christian School (707) 822-1738
Echo Ridge Christian School (530) 265-2057
Lodi Academy (209) 368-2781
El Dorado Adventist School (530) 622-3560
Lodi SDA Elementary (209) 368-5341
Feather River Adventist School (530) 533-8848
Middletown Adventist School (707) 987-9147
Rio Lindo Adventist Academy (707) 431-5100 Sacramento Adventist Academy & Preschool (916) 481-2300 Tracy SDA Christian Elementary School (209) 835-6607 Ukiah Junior Academy (707) 462-6350 Vacaville Adventist School (707) 448-2842
Pine Hills Adventist Academy (530) 885-9447
Westlake SDA School (707) 263-4607
Pleasant Hill Adventist Academy (925) 934-9261
Yreka Adventist Christian School (530) 842-7071
NORTHERN CALIFORNIA CONFERENCE OF SEVENTH-DAY ADVENTISTS
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Redwood Adventist Academy (707) 545-1697
Paradise Adventist Elementary School (530) 877-6540
Redding Adventist Academy
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(530) 222-1018
32 PA C I F I C U N I O N R E CO R D E Reducation@nccsda.com E N E S PA Ñ O L www.ncceducation.org (916) 886-5645
Educar para hoy, preparar para la eternidad Southeastern California Conference Office of Education
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Glorificando a Dios A TR AVÉS DE L A EXCELENCIA AC ADÉMIC A
Southern California Adventist Education Un recorrido a la excelencia
CENTROS DE EDUCACIÓN PREESCOLAR A+ Adventist Children’s Center Adventist Education Simi Valley Preschool Child Development Center of SFVA Conejo Adventist Preschool SBJA Discoveryland Child Care and Infant Center lruka Yochien Los Angeles Discoveryland Preschool Three Angels’ Preschool and Infant Center ESCUELAS K-8 Adventist Union School Antelope Valley Adventist School Conejo Adventist Elementary East Valley Adventist School Linda Vista Adventist Elementary Los Angeles Adventist Elementary Ridgecrest Adventist Elementary San Fernando Valley Elementary Simi Valley Adventist School South Bay Christian School West Covina Hills Adventist School White Memorial Adventist School ESCUELAS K-12 Glendale Adventist Academy San Fernando Valley Academy San Gabriel Academy ACADEMIA CON INTERNADO 9-12 Newbury Park Adventist Academy
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