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REFLEXIONES DE DOS ZAPATERAS DEL BARRIO
Sobre el Calzado y la identidad cultural del barrio Restrepo
Por Yara Aristizábal* En la historia de mi familia, el oficio de la elaboración de zapatos llegó en la década de los años setenta del siglo XX, a través de mis padres, Teresa Hurtado y Víctor Aristizábal, quienes, siendo muy jóvenes, emprendieron una industria zapatera en el corazón del barrio Restrepo al sur de Bogotá. En su pequeño negocio se hacía con amor cada par de zapatos a la medida, lo que conllevó que empezaran a llegar personas de toda la ciudad por sus zapatos. Con el tiempo, el barrio Restrepo se volvió el sitio de referencia de actores, equipos de producción de cine y televisión, grandes diseñadores, estudiantes de diseño, presentadoras, modelos, reinas de belleza, entre otros personajes de la vida nacional. Ya a finales de la década de los años ochenta, en el caso de nuestra empresa se empezó a definir un mercado específico. La línea en la que somos líderes hasta el día de hoy, en Colombia y Latinoamérica, apunta a las tendencias del calzado para el mundo de los drag queens, travestis y transformistas y, en general, la comunidad LGBTI+.
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Con el tiempo, esta comunidad diversa y alternativa ha encontrado en mi propuesta zapatera, en mi taller y en mi escuela, un espacio y una manera de realizar sus sueños y así “pararse en sus propios tacones”.
El Restrepo, como se cuenta en el libro Recuperación social de la memoria local de Antonio Nariño 2009, ha sido, desde la década de los años veinte del siglo pasado, un importante centro de trabajo del cuero, que inició con las marroquinerías y talabarterías que se aprovisionaban de este material en las curtiembres del barrio Las Granjas de la Fragua, hoy conocido como el barrio Santander de la localidad de Antonio Nariño. Estas curtiembres posteriormente se trasladaron al barrio San Benito de la localidad de Tunjuelito.
Con los años, la zapatería se convirtió en una industria pujante y llegamos a ser en el barrio Restrepo un clúster productivo con marcas propias, que
en su conjunto fueron reconocidas en el mundo productivo como “los zapatos del Restrepo”. Surgieron ferias especializadas de moda y, entre ellas, las de cuero, calzado, accesorios y afines. En el barrio se consolidaron eventos socioculturales que alcanzaron un importante reconocimiento en la ciudad. Son célebres la semana del Restrepo Fashion y la Semanota Comercial, actividades constituyentes del programa estratégico denominado Vitrina Turística y Comercial.
Con la llegada de modernas administraciones locales, se buscó fortalecer el sector, y se llegó incluso a promover y concertar misiones internacionales de intercambio y comercialización con Europa y Asia. Al mismo tiempo, se desarrollaron capacitaciones que buscaban garantizar las condiciones para el fortalecimiento de procesos de asociatividad, así como la excelencia de la calidad del calzado en la búsqueda del reconocimiento de este producto como “denominación de origen”.
Hoy en día, todavía en la calle 20 sur, junto a los emblemáticos almacenes Montaño y H. Ríos y pese a la pandemia, los zapateros más antiguos del territorio se reúnen “el lunes de zapatero”, para contar sus recuerdos e historias al son de tangos, rancheras y canciones populares, mientras degustan obleas o helados tradicionales, y una que otra cerveza que no puede faltar, sentados en los andenes de la “calzada” que los vio sacar adelante a sus familias. Este es el momento de descanso de una generación que sabía cómo hacer a mano un buen zapato, cómo tener satisfecho al cliente con calidad y trabajo, y “cómo calzar a su distinguida clientela”, pero que hoy por la edad, la competencia y los cambios de lo artesanal a lo industrial ya no son valorados como se debiera, en un mercado que busca cosas de moda, pero económicas, así sean importadas, principalmente de China, con menor calidad y a precios que no admiten competencia.
Pensar en la importancia de la historia del patrimonio inmaterial del territorio como el conjunto de saberes, dichos, prácticas y oficios que preservamos, como legado cultural para las siguientes generaciones, hace que este documento sea muy relevante para los habitantes del Restrepo, investigadores del patrimonio, y agentes institucionales y sociales interesados en entender y valorar este legado patrimonial de nuestra ciudad.
En mi caso, siendo una joven diseñadora de modas pude viajar y conocer escuelas en Europa, específicamente en Italia, donde me especialicé en
modelismo de calzado y aprendí de tendencias y nuevos procesos, para implementar en el taller familiar. En Italia se ha cualificado una nueva generación de zapateros del Restrepo que, como en mi caso, al regresar a Colombia con mi primera hija, hemos relevado a mis padres, y continuado con este sueño y esta tradición del calzado como identidad y legado de nuestros ancestros.
El Restrepo, para mí, es la historia de mi familia, de lo que hacemos, de lo que soñamos, diseñamos y construimos para el futuro. También es la historia de muchos colombianos y bogotanos que caminamos por la vida sin cansancio, porque sabemos lo que significa para los nacidos y formados en este territorio “estar parados en nuestros propios zapatos”.
*Empresaria. Se dedica al arte de la zapatería en el barrio Restrepo. Como Yara dice: "crecí entre zapatos". Es la única mujer modelista que se encontró en el barrio. Su almacén de zapatos se llama Calzado Jhorbam.
Mi historia y la del calzado en el Restrepo
Por Flor Silva* Esta historia empezó en el año de 1988. En el barrio Restrepo iniciaba un proceso de industrialización a través de la producción de calzado a pequeña escala y que conllevaría que el barrio fuera un lugar próspero.
En esos tiempos no había adelantos tecnológicos ni existía una empresa legalmente constituida. Se trataba de una producción muy artesanal. Muchos de los primeros productores provenían de los barrios Chapinero y Las Cruces, en donde antes se concentraba la producción de calzado, y comenzaron a establecerse pequeñas curtiembres de cuero, primordiales para la producción de calzado. Estas, años más tarde, se trasladarían a otros sectores. Para entonces se instauraron también los primeros locales comerciales especializados en la venta de diferentes insumos importantes, tales como: pegantes, tachuelas, solución, hilos, hormas, suelas, entre otros. Gracias a todo este desarrollo empezó una producción artesanal de botas y zapatos. Fue en ese momento que se establecieron allí los primeros locales dedicados a la venta de calzado.
La exhibición de las mercancías se hacía en los pasillos o patios de sus casas, y por ahí cada ocho días se salía a recorrer las grandes zonas comerciales de la ciudad a ofrecer los productos. Así fue como el Restrepo se volvió el principal abastecedor de casi todos los almacenes de la ciudad.
La repartición de tareas es una práctica que aún hoy permanece en el oficio. En los talleres de zapatería hay un artesano dedicado a cortar, otro a guarnecer, y así hasta tener el producto acabado. Hay algunos que saben hacer todo el proceso, que por lo general son los de mayor edad y experiencia, y a quienes dentro del gremio los llaman polifuncionales.
Mi historia en particular empieza en la marroquinería, en el barrio Chapinero, más o menos hace unos veinticinco años. Allí aprendí empíricamente la elaboración de bolsos, monederos, billeteras y demás. En el año 2000 incursioné en la elaboración del calzado; aprendí inicialmente el finizaje (la terminación de este producto) y, poco a poco, todo el proceso que lleva la elaboración del zapato.
En el año 2013 más o menos, me trasladé al barrio Restrepo, donde adquirí mayor conocimiento y nuevas técnicas en la elaboración de los zapatos. Allí era más fácil encontrar los productos y materiales necesarios. Poco a poco la empresa fue creciendo y nuestros productos empezaron a ser muy apetecidos por su calidad y suavidad. Eso fue un gran triunfo, pero luego llegaron las nuevas reformas y leyes, las cuales nos perjudicaron ya que el comercio empezó a caer y el contrabando llevó a la crisis a las pequeñas empresas, tanto así que vi cómo muchas fueron cerrando definitivamente. Con mucho trabajo y dificultad he tratado de mantenerme a flote con mi empresa. Ahora atravesamos un momento muy crítico a nivel mundial debido a la pandemia, lo que nos llevó a cerrar por muchos meses y nos dejó al punto de pensar si lo mejor era cerrar la fábrica… Pero aún sigo al frente luchando y esperando que se empiece a reactivar nuevamente la economía.
*Dedicada a la zapatería desde hace 21 años. Creó junto a Mario Reyes, la fábrica - taller de calzado Ardipiel’s