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El aprendizaje en familia

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BIBLIOGRAFÍA

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El aprendizaje en familia

Sí, claro, todos, ¡desde que yo me acuerdo, desde que nací, hacía zapatos, todos! ¡Todos hacíamos zapatos y jugábamos…! Germán Espinel

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El oficio de la zapatería se aprende en el seno de la familia, mirando, respirando el ambiente en el quehacer cotidiano. Cuando el oficio está ligado de manera inexorable al sustento, hay una fuerza vital que une a ese trabajo. Las familias, como semilla del aprendizaje de la vida, ofrecen el espacio de transmisión de conocimiento para sus proles. Esta condición conlleva la creatividad y el desarrollo como emprendedores y seres humanos que crecen colectivamente.

Como ya se vio en el primer capítulo, en muchos casos la vivienda cumplió la función de ser, a la vez, el lugar del trabajo. La familia crecía literalmente en medio de cueros y zapatos. En ese ambiente de aprendizaje las hijas e hijos asimilaban el oficio. Andrea Hernández, administradora de la fábrica de Calzado Hecar HT, tiene en su memoria la historia de la familia siempre vinculada al calzado, así como el trabajo y el esfuerzo realizados por todos para llegar a consolidar la microempresa que tienen en el presente. El lugar donde está la fábrica también es el lugar de vivienda, espacio que ha sido logrado a través de la zapatería:

Mi papá empezó a edificar y vivíamos aquí arriba [en el barrio]. […] Cuando llegaron alquilaron una casa diagonal a Montaño que ahora se llama El Baquetón. Trabajábamos allá, y ya cuando mis papás ahorraron un poco de dinero para empezar a construir en el lote, todo era taller y en las piecitas era donde vivíamos, y ya cuando empezaron a construir, abajo fabricábamos y arriba vivíamos.

Cuando yo era chiquita, de diez años, yo bajaba y le decía a algún guarnecedor que me diera trabajo en mis vacaciones o en mis tiempos libres y les ayudaba a los guarnecedores. Yo era ayudante de guarnecedor y me pagaban. Les pegaba los forros, ojaletes, remaches, las cositas que llevaba la bota y ellos cosían. Mi hermano también trabajaba. En esa época hacíamos tenis blancos y esos tenis se

cosen por el borde. Todos ayudábamos. Mi mamá cosía. De hecho, este lote de esta casa se pagó cosiendo tenis blancos.

Llegábamos de estudiar y todos trabajábamos, unos emplantillaban, otros cosíamos, otros quemaban hebra. Y ya vino la universidad y de pronto en la semana no bajaba, pero los fines de semana sí ayudaba y cuando tenía vacaciones me metía […] ahora los hijos de mis hermanos, de dieciséis y veintidós años, ellos también vienen y ayudan a emplantillar.[128]

De esta manera, los padres y la familia fueron la fuente de transmisión del oficio de la zapatería desde hace varias generaciones en el barrio. La casa-taller se constituyó en el espacio de recreación del conocimiento del clan familiar. Los niños aprendían en su grupo familiar e incluso de la comunidad que los circundaba, que, en este caso, era el barrio mismo, dedicado a la zapatería. El conocimiento se construía a través de la interacción social mediada por la cultura. Toda la familia, o la mayoría, estaba involucrada en el proceso productivo, los hijos junto a los trabajadores, o los padres y los hijos en una relación de trabajo y aprendizaje. Yanet Espinel, comerciante independiente de calzado, recuerda cómo aprendió el oficio en el barrio Las Cruces:

A cada uno de nosotros, mis padres nos daban un oficio determinado de lo de la zapatería cuando ya terminábamos las tareas escolares. Yo nací en el año 1958 […] en el año 1968 mis papás ya me ponían a la terminación del zapato, que era colocar los recuños y quitar las hebras de la cosida. Me mandaban a coser los zapatos y a brillar los zapatos, y meterle periódico adentro para que no perdieran la forma. También cuando hacían los cortes, que eso se llama modelado, el estilo del diseño de los cortes, a mí me tocaba martillar alrededor del corte, de cada pieza echarle solución y luego con un martillo cerrar, hacerle como un dobladillo a la capellada, a todas las partes que integraban el zapato.[129]

A través del trabajo familiar, se desarrollaba un sentimiento de pertenencia, el cual era visible en las actividades cotidianas, además de que se lo-

128 Andrea Hernández, entrevista. 129 Yanet Espinel Bernal, comerciante de calzado, entrevista virtual, septiembre de 2020.

graba transmitir el oficio, aprendiendo de forma empírica. Dicho aprendizaje se ha trasmitido en el tiempo, por lo que los oficios, los nombres y la división del trabajo han permanecido.

Por ejemplo, la etapa de producción en la cadena de oficios es la misma. La producción se refiere al proceso generado por la actividad conjunta, no tanto a través de procedimientos planificados, sino porque se conoce una forma de realización. La producción abarca a otros agentes, como los trabajadores satélites, los vendedores de insumos y la familia que, aunque no recibe un sueldo, disfruta en general de las ganancias obtenidas[130]. Alcira Rodríguez Rozo creció en Las Cruces. Sobre las relaciones familiares y su asocio con la práctica recuerda:

Yo me crie en la zapatería porque mi mamá era guarnecedora. Mi papá era zapatero, pero yo no lo conocí porque yo estaba muy pequeña. Mi mamá trabajó siempre en eso y nosotros nos criamos en eso. Desde pequeña le ayudaba a trabajar a ella. Mi mamá tenía un taller de guarnición y trabajábamos todos para unas fábricas. Ya después nos independizamos y seguimos en el oficio. Yo trabajé en fábricas y en varios talleres de zapatería hasta que ya puse mi fábrica, se llamaba Calzado Rod, desde 1978 hasta el año 1995.[131]

Johanna Acosta Rincón, administradora del Almacén De Lujo y una de las nietas de Héctor Rincón y Blanca Carreño de Rincón —quienes crearon los almacenes hace más de cuarenta años—, reconoce que el motor del desarrollo es la familia. La organización familiar predomina también en este almacén de calzado. Es la base de su funcionamiento. Una de las políticas internas que tienen es la de atender ellos mismos sus almacenes; así la tradición familiar que nació con sus abuelos permanece en el tiempo. La abuela no solo construyó un proyecto económico para su familia, sino todo un concepto acerca de cómo debían ser los almacenes.

La abuela se ha caracterizado por ser una persona muy exclusiva con lo que hace. Ella quería que el negocio fuera completamente diferente a lo que había en el resto del mercado […] ella diseñó todo el tema de la estantería, de los colores, las vitrinas, de tal manera

130 German Espinel Bernal, entrevista virtual y recorrido de derivas urbanas en el barrio Restrepo. 131 Alcira Rodríguez, entrevista virtual.

que marcara la distinción dentro del mercado del comercio […] Cada local tiene un dueño y una administración independiente […] ella se los dejó a los hijos y ellos a nosotros, y siempre la política de ella, por decirlo de alguna manera, es el que tiene tienda que la atienda.[132]

El arte de la zapatería es un oficio que crea unos vínculos especiales en las familias, los cuales perduran, después de al menos tres generaciones. Sin embargo, es claro que se requiere adaptarse a las nuevas circunstancias y a la vez conservar unos principios que permitan cuidar la herencia de lo aprendido. Al respecto, la diseñadora de calzado Yara Aristizábal señala:

De la generación de mi mamá pocos siguieron en el calzado. A muchos les dio duro adaptarse a la tecnología. Nosotros la continuamos con mi hermana, aunque yo seguí la parte artesanal. ¿Por qué la seguí?, porque los productos que nosotros hacemos son de a uno, yo tengo clientes por mayor, pero también son productos muy elaborados que no se hacen en cantidades grandes.[133]

Robert Páramo López es biólogo marino. Terminó su carrera en 1990, ejerció tres años y se decidió a regresar para encargarse de la empresa fundada por su padre, Orlando Páramo, y su madre, Magnolia López. En la actualidad, Robert es el representante legal de Calzado Orpar, que lleva 45 años en el comercio, en la especialidad de zapato para hombre. Sin embargo, todo empezó con sus padres; según él todo nació “de un sueño de salir adelante”:

Mi mamá era guarnecedora y con mi papá lograron tener una de las empresas del sector del calzado para caballero. Desde hace diez años hemos decidido mermarnos. Yo era un exportador muy grande, logramos abrir nueve tiendas, vendíamos nuestro propio producto, pero debido a los problemas que se han venido presentando ahora solo tenemos dos tiendas y la fábrica para la elaboración de

132 Johanna Acosta Rincón, entrevista. 133 Yara Aristizábal, entrevista virtual.

los zapatos […] Después de estar sacando 500 pares [al] día, estamos sacando 200 pares a la semana.[134]

El aprendizaje inicial del arte lo realizó en familia y este vínculo es que lo une todavía a ese proyecto de vida que inició con el abuelo Rosendo:

Mi hermano y yo llegamos de tres y cuatro años a Bogotá. Uno viviendo ahí entre los cueros aprende el arte de guarnecedor. Así que le guarnecía a mi papá. Mi hermano aprendió la parte administrativa, a despachar cortes, y ha sido toda la vida. Apenas terminamos el bachillerato, el sueño de mi papá era que estudiáramos […] Fui el primero de toda la descendencia de mi padre y de mi madre y logré sacar adelante el título. Luego mi hermano menor estudió y se especializó y mi hermano mayor no estudió, se dedicó a trabajar en el negocio. El mayor y yo somos los que aprendimos la zapatería.[135]

El Restrepo tiene una impronta de historias y memorias del cuero y el calzado que requiere ser valorada más allá de las políticas económicas. Estas políticas, a su vez, implican tener en cuenta factores sociales y culturales que potencien la experiencia y el trabajo, puesto que los fabricantes y trabajadores del barrio se han formado básicamente de manera empírica por más de tres generaciones. Al menos dos generaciones del siglo XX y dos del siglo XXI han vivido, estudiado y trabajado la producción de calzado desde el legado familiar.

134 Robert Páramo López, gerente Calzado Orpar, entrevista virtual, septiembre de 2020. 135 Robert Páramo López, entrevista.

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