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ARTE, CULTURA Y TOROS: LLEGA LA FERIA A MURCIA
# Pedro José García Rex
Concejal de Cultura, Turismo y Deportes del Ayuntamiento de Murcia
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a huele a Feria en Murcia, ya huele a mojado el albero de nuestra plaza de toros; ha llegado septiembre y con él llegan a Murcia los días de fiesta y regocijo y de celebración de corridas, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide.
A las cinco de la tarde se llenarán de gente los tendidos y las gradas que conforman la arquitectura circular de la plaza. Llega la fiesta por antonomasia, donde se come y se bebe, se ve y se es visto: la fiesta nacional o simplemente nuestra fiesta. El muro occidental de la tribuna proyectará su sombra hasta el centro del ruedo y al sonido de un clarín, tras la señal del presidente, dos alguacilillos montados a caballo y vestidos con uniformes del siglo XVII lo saludarán. Aplausos. La banda tocará un pasodoble, los alguacilillos trotarán por la arena para colocarse delante de los toreros llamados a la gloria de la tarde; ya saboreada en esta arena por Paco Ureña, Pedro Hernández 'El Cartagenero', Gavira, Pepín Liria, Rafaelillo, José Ortega Cano entre tantos otros.
Los toreros con sus cuadrillas y sus pesados trajes de luces, medias rosas y zapatillas de color negro formarán un conjunto luminoso bañado por el sol. El color se convertirá en luz y sus pasos en la insinuación de una geometría que se desliza por un universo partido entre el sol y la sombra de la plaza, una metáfora entre la vida y la muerte.
Los toreros se santiguarán por última vez y saludarán al presidente antes de colgar sus capotes de paseo en la barrera. Todo ocurrirá de manera lenta, respe-
tuosa. De nuevo llegará otra orden –un toque de clarín– e irrumpirá así en la arena del ruedo el primer toro de la tarde comenzando a escribir otra página de la historia a golpe de naturales, verónicas, chicuelinas, largas cambiadas, gaoneras, serpentinas y pases de pecho.
Una historia que ya aparecía reflejada en una de las Cantigas de Santa María escritas por nuestro querido Alfonso X El Sabio. En concreto en la 144 donde se narra un milagro que tuvo lugar en una fiesta en la que estaba presente un toro. No sería el único; Federico García Lorca dejó escrito; “Creo que los toros es la fiesta más culta”; Hemingway se enamoró del arte y de la manera que tenían los toreros de enfrentarse a sus miedos en la lidia con el toro, y el propio Vargas Llosa lo comparó con la danza escribiendo: “En un baile produces algo que es absolutamente emocionante, hermoso y al mismo tiempo efímero, al igual que en la corrida”.
Y es que la tauromaquia no es solo un espectáculo público propio de una cultura o un país. Un país que pierda su cultura es un pueblo sin carácter, o mejor dicho, sin alma. El toro, y todo lo que conlleva, es fuente inspiradora del Arte y por lo tanto de la Cultura como podemos ver en la obra de Picasso, Dali, Manet, Goya, Fortuny, Sorolla, Botero, Zuloaga o Barceló en el cine de Almodovar, Barden Saura, Martín Patino o Berlanga; pero también, de Camarón a Calamaro y de Sabina a Morente. El ‘arte torero’, que decían Gabinete Caligari, ha inspirado a músicos de todos los encastes y hechuras.
Sin cambiar de tercio, creo que la tauromaquia en sí es el arte de las Artes, en la que se sintetizan otras expresiones artísticas como la música, la escultura o la pintura; en la que el hombre al enfrentarse al toro crea una obra de arte al arriesgar su vida y plantar cara a la muerte.
Entiendo que la fiesta de los toros haya convivido, desde su origen, con la polémica, y provoque grandes pasiones a favor y en contra; llama la atención cómo han ido cambiando los argumentos con el paso del tiempo. Una situación que persistirá mientras exista el espectáculo y mientras haya aficionados que, como dijo el maestro Antonio Bienvenida: “Tengan más toros y toreros en la cabeza”. Ellos son los que la han defendido y mantenido a lo largo de la historia.
Para mí, es difícil olvidar a las ganaderías que han paseado por Murcia, como la de Fuente Ymbro, Salvador Domecq, Jandilla, Fermin Bohorquez, las Ramblas, Victorino Martín, Olga Jiménez o Victoriano del Río y a grandes toros que dieron lo mejor en el albero de la plaza de La Condomina bajo la atenta mirada de sus mayorales: como ‘Perdido’, indultado por el rejoneador Diego Ventura, o ‘Filósofo’, que corrió la misma suerte de mano de Enrique Ponce.
Efectivamente está cambiando la sensibilidad, pero permanece la esencia, que no es más que un toro bravo y un torero valiente; y mientras estos dos actores provoquen emociones y pasiones, la fiesta y la Feria de Murcia se mantendrá, a pesar de la permanente polémica entre defensores y detractores.
Para rematar la faena, invito a todos los murcianos y murcianas que disfruten mano a mano con la Feria, pues si sienten la emoción de una tarde de toros se convertirán en incondicionales. Yo he tenido la suerte de sentirla.