NO SE CRECE Hubo varios destratos más hasta que hacia fines de septiembre volvió el “toqueteo” de las mal llamadas retenciones, impuestos a la exportación a los que apelaron todos los gobiernos de las últimas décadas, excepto entre 1991 y 2001, cuando desaparecieron “totalmente” con el tándem Menem-Cavallo. Se reinstalaron en 2002 y hasta ahora siguen sacándole dinero al campo. No cabe duda de que este último movimiento que interpuso el recorte por 2-3 meses de los DEX en soja, la reaparición de diferenciales y otras yerbas tiene que ver directamente con maniobras del Gobierno para lograr hacerse urgentemente de dólares. Y apuntó al único sector que los produce: el campo. Evidentemente no entienden que es imposible plantear cualquier proyecto productivo-empresario con un horizonte de apenas 2 o 3 meses, y a la espera de un próximo zarpazo en
cualquier momento. Así no se crece. Y tampoco se puede esperar que el sector más dinámico de la economía, como la hormiga de la fábula, siga sobrellevando obligadamente aportes extraordinarios para sostener a un Estado cada vez más grande e improductivo.
DIVIDIDOS El campo sigue trabajando “tranqueras adentro”, que en general lo hace muy bien, aunque después se queje de que el resto del país no lo “entiende” (conoce). Es más, hasta se da el lujo de presentarse dividido en muchas de las principales cuestiones o intentos de negociación, con actitudes más cercanas al partidismo político, que a la defensa de los intereses gremiales.