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3. Nomenclatura y extensión de las tenencias agrícolas

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Sobre los autores

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PoblaCión, ProduCCión agraria y MerCado interno, 1700-1824 | 37

la caña de azúcar, mientras que por el sur se extendían los viñedos. Asimismo, entre estas propiedades, se intercalaban las chacras de indios donde predominaban los cultivos de panllevar. En las estribaciones de los Andes, había tierras dedicadas al ganado mayor y menor.22 En el entorno de las ciudades serranas, la variedad productiva estaba dictada por el terreno quebrado y sus diferentes altitudes, pero no era raro encontrar cultivos de caña de azúcar, hortalizas, legumbres y frutas en ciertos valles abrigados y cercanos a dichas urbes. De todos modos, en los Andes se imponía un paisaje agrario diferente, más orientado a la ganadería, los granos y los tubérculos autóctonos.

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En el virreinato peruano, se pueden distinguir áreas donde predominaban ciertos cultivos; sin embargo, la naturaleza de la empresa del siglo XVIII impide hablar de una especialización absoluta. El sistema de transporte, condicionado de forma estricta por un ciclo climático que periódicamente tornaba impracticables las vías de comunicación, y un sistema monetario presionado por la exportación del metal impedían el imperio del monocultivo, al estilo de la llamada “economía de plantación”. Tanto los grandes hacendados corporativos o individuales, como los comunes de indios y los pequeños agricultores, debían destinar áreas importantes a la producción de panllevar para el abastecimiento propio y de sus trabajadores, así como al cultivo de forraje para las bestias de tiro. Incluso, las haciendas de caña incluían significativas extensiones de cultivo de alfalfa para alimentar a las recuas de mulas, indispensables en determinadas tareas de molienda y de transporte. Por esta razón, solo cabe hablar de una especialización relativa de determinadas zonas del virreinato, siendo la costa la que más se desarrolló en este sentido.

Hecha la salvedad sobre los alcances de la noción de especialización para la agricultura virreinal, es posible destacar la existencia de áreas donde predominaba la explotación de un determinado recurso. El algodón se producía en Piura, Tacna y en ciertas áreas de Chincha. La ganadería era importante en Piura y Lambayeque. La caña de azúcar predominaba en Lambayeque, Trujillo, Lima e Ica; aunque también se cultivaba en las quebradas más cálidas de Abancay, en los distritos de Aymaraes y Cotabambas, en la ceja de montaña de Calca, Lares y Urubamba, y en la de Junín (Tarma y la zona del valle de Huallaga inmediata a Huánuco). La coca era un cultivo crucial en la montaña de Huánuco, Huamalíes, Huanta, las quebradas de Abancay, Cuzco e incluso Puno. El sur chico, además de Arequipa y Moquegua, era área de viñedos. A lo largo de la costa, la alfalfa era un cultivo omnipresente. En la sierra se combinaban, a diferentes altitudes, las chacras y haciendas de panllevar, los campos de papas y otros tubérculos, los cañaverales y la ganadería.23

22. Cushner 1980: 129. 23. Macera 1977a: 68-69.

38 | Magdalena ChoCano

Además, la geografía agraria no era estática, pues estaba influida por la demanda y por los cambios del medio ambiente. La disminución de los precios del azúcar se combinó con el auge de zonas productoras en el Caribe y Brasil que menoscabaron la producción azucarera de la costa norte del Perú. Ya hacia 1720, muchas haciendas de caña de Lambayeque quedaron abandonadas (Palomina, Popan, Sipán, San Nicolás, San Juan, Cayaltí, San Cristóbal, Cojal, Chumbenique, la Otra Banda, La Viña), al mismo tiempo que grandes extensiones de tierra comenzaron a destinarse a la ganadería y cobraban impulso los tabacales.24 En los valles aledaños a la ciudad de Lima, los trigales fueron desapareciendo debido, teóricamente, a los debatidos efectos de los terremotos, a la par que se generalizaba el “triunfo de la caña de azúcar”. Así también, se detecta la decadencia de cañaverales en Urubamba y Vilcabamba, Calca y Lares, mismos que fueron sustituidos por cocales. La producción minera y la concentración de población que conllevaba fueron un estímulo para esta reconversión. A ello posiblemente, sea necesario agregar la pérdida de mercados producida por el recorte del territorio del virreinato en el último tercio del siglo XVIII, cuando el Alto Perú con los ricos yacimientos mineros de Potosí y otros pasaron a formar parte del recientemente creado virreinato del Río de la Plata.25

3. Nomenclatura y extensión de las tenencias agrícolas

Hace unas décadas, los antropólogos Eric Wolf y Sydney Mintz intentaron plantear prototipos diferenciados de “hacienda” y “plantación”. La primera fue definida como una propiedad rural explotada mediante una pequeña inversión de capital, con una producción destinada a un mercado reducido y cuyos beneficios servían tanto a la acumulación de capital como a la satisfacción de las aspiraciones sociales del propietario. La segunda, en cambio, se caracterizó por una gran inversión de capital y una clara orientación a un gran mercado, cuyo beneficio obtenido servía para la acumulación de capital. Para el contexto peruano del siglo XVIII, se emplea rara vez el término “plantación”; sin embargo, bajo la usual denominación de “hacienda”, se ha agrupado a una gran variedad de unidades de producción. Muchas eran fincas o fundos de extensión limitada, unas tenían decenas de esclavos y otras apenas disponían de un pequeño grupo de trabajadores fijos. Algunas se beneficiaban directamente de las asignaciones de mitayos, es decir, de los trabajadores indios obligados a laborar en una empresa agraria por un determinado período, mientras que otras recurrían estacionalmente al trabajo de jornaleros o intentaban fijar a un determinado número de

24. Macera 1977b: 153. 25. Mörner 1978: 81.

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