
6 minute read
VIII. El centralismo fiscal: Transferencias de dinero de las cajas subalternas a la caja real de Lima
352 | RamiRo albeRto FloRes Guzmán
La gran ofensiva fiscal no solo afectó a un amplio segmento de la población colonial (conformada por hacendados, mineros, obrajeros, artesanos, pequeños labriegos, vendedores minoristas e indígenas de diversa extracción), sino que atacó frontalmente los intereses de aquellos grupos que tradicionalmente habían usufructuado una parte sustancial de las rentas comunales, como los caciques, corregidores y curas. No sorprende, por tanto, que muchos de los sectores descontentos se avinieran a la formación de alianzas multiétnicas para consumar una de las mayores oleadas revolucionarias experimentadas en el área andina durante el convulsionado período de 1770-1780, cuyo clímax fue la Gran Rebelión de Túpac Amaru II. La evidencia expuesta demostraría que sí existe una correlación entre reforma fiscal y protesta popular en el último cuarto del setecientos; aunque no se puede afirmar que la relación sea tan mecánica, pues hay muchos otros factores en juego que ayudan a explicar no solo por qué muchos individuos se levantaron contra el sistema, sino también por qué otros no lo hicieron o incluso se pusieron abiertamente a favor de la contrarrevolución.
Advertisement
VIII. El centralismo fiscal: Transferencias de dinero de las cajas subalternas a la caja real de Lima
El sistema fiscal fue creado bajo un criterio centralizador y jerárquico, con el propósito de concentrar la mayor parte del presupuesto en una sola tesorería: la caja matriz de Lima. Esta centralización de los ingresos tenía sentido si tomamos en cuenta que esa caja era la principal pagadora del Estado colonial. Ello permite entender la importancia crucial del sistema de transferencias entre cajas, pues permitía drenar los recursos fiscales generados en las provincias hacia la capital para el financiamiento de los gastos más importantes del presupuesto virreinal.
Según la legislación vigente, las cajas subalternas debían remitir los sobrantes de sus cuentas a la caja matriz del virreinato. En el caso del Perú, todas las cajas debían enviar el resto líquido de sus cuentas (descontados los gastos administrativos básicos) a la tesorería limeña, la cual agrupaba todos esos fondos en un ramo particular conocido como Venido de Fuera. La conducción de estos capitales era confiada, por lo general, a un transportista de azogues (“asentista de la carrera del azogues”), quien debía entregarlo a los oficiales reales de la caja de Lima. No obstante, ese ramo particular no monopolizaba todas las transferencias llegadas de las cajas subalternas, sino tan solo el resto del consolidado de las cuentas al final del ejercicio fiscal.
Por lo común, los oficiales reales de las cajas provincianas enviaban los fondos sobrantes de cada uno de los ramos de Hacienda que administraban al mismo ramo específico de la caja de Lima. Por lo mismo, el examen de las transferencias monetarias de las cajas subalternas a la matriz limeña no debe restringirse al ramo de lo Venido de Fuera, sino incluir los caudales que llegaban a cuenta de
Fiscalidad y Gastos de GobieRno en el PeRú boRbónico | 353
GRáFICO 6 DISTRIBUCIóN GEOGRáFICA DE LOS INGRESOS DE LA CAJA REAL DE LIMA (en porcentajes)
100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0%
1706 1721 1755 1762 1771
Fuente: Elaboración propia.
A lto Per ú
B aj o Per ú
L i m a
distintos ramos como Tributos, Novenos, Mesadas o Alcabalas. Debido a esta dificultad metodológica, resulta excesivamente trabajoso realizar la auditoría de las cuentas para un período muy largo, por lo que solo presentaremos cuadros de algunos años específicos con el objetivo de mostrar cómo fue variando la distribución geográfica de los ingresos de la caja real de Lima desde inicios del siglo XVIII hasta la década de 1770, cuando se produce la disgregación del Alto Perú de la jurisdicción del virreinato peruano. Para ello, hemos consolidado los envíos procedentes de las cajas provinciales, según su ubicación, en dos grandes grupos: Alto Perú y Bajo Perú. Estos montos los hemos separado de las rentas generadas en Lima, para examinar la evolución de los ingresos de la caja real de Lima procedentes de esas tres áreas geográficas (véase gráfico 6).
A partir del análisis del gráfico 6, podemos apreciar un cambio paulatino en el peso de las contribuciones por área geográfica a lo largo del setecientos. Así, por ejemplo, en el caso de las transferencias de las cajas del Alto Perú a Lima, su participación se redujo desde casi un 60% a inicios de siglo hasta representar menos del 1% de los ingresos totales de la caja real de Lima, pocos años antes de que ese territorio fuera transferido al control del virreinato del Río de la Plata en 1776. Esta pérdida de importancia de los envíos de dinero desde las cajas
354 | RamiRo albeRto FloRes Guzmán
altoperuanas reflejaría, de un lado, la crisis secular de la minería en esa región, así como un proceso de redireccionamiento de la economía colonial hacia las provincias del Bajo Perú, lo que se manifiesta claramente en el gradual aumento de las contribuciones procedentes de esta zona. En efecto, las transferencias de numerario de las cajas reales del Bajo Perú, que habían representado apenas un 3% del total para 1706, aumentaron consistentemente hasta alcanzar casi el 30% de los ingresos totales de la caja de Lima en 1771. Este aumento podría ser atribuido al despegue de la minería en regiones como Hualgayoc y Pasco, así como a una temprana mejora en la eficiencia recaudatoria de varias cajas provinciales peruanas.
Si bien es evidente que a lo largo del siglo XVIII se produjo una paulatina “peruanizacion” de los ingresos de la Real Hacienda, no podemos ofrecer una respuesta concluyente a este hecho, sino adelantar dos hipótesis: a) Durante el setecientos se dio un aumento general de la actividad económica productiva en las provincias bajoperuanas, lo que eventualmente se traduciría en una expansión de la base imponible; o b) Existió una voluntad del gobierno por aumentar la presión tributaria en el Bajo Perú, para ya no tener que depender de los siempre fluctuantes envíos de las cajas altoperuanas que, hasta el siglo XVII, habían sido el sostén fundamental de las finanzas del Estado colonial. Sea cual fuere la explicación, lo cierto es que la separación del Alto Perú en 1776 no supuso un impacto significativo para las arcas del gobierno virreinal peruano, lo cual contradice hasta cierto punto la tesis del historiador Guillermo Céspedes del Castillo, para quien una de las principales causas de la decadencia del virreinato del Perú fue la separación de los territorios altoperuanos de su jurisdicción, a fines del siglo XVIII. 88
Por otro lado, lo que sí aumentó de forma considerable fueron las rentas generadas en la capital con relación al total del presupuesto virreinal. En efecto, los ingresos propios de la caja real de Lima, que representaban un 28% en 1706, subieron a un 46% en 1721, 58% en 1755 y 72% en 1771. Estas cifras demostrarían claramente el triunfo de la política de centralización fiscal preconizada por los Borbones, lo que sería, a su vez, un reflejo de la creciente concentración de la economía peruana en la capital.
Un descubrimiento sorprendente que se desprende del análisis de las cuentas de gastos es la pobre capacidad de ejecución presupuestaria durante buena parte del siglo XVIII. Este hallazgo es producto de la contabilización de los residuos no gastados durante un ejercicio presupuestal y que pasaban al año siguiente, los cuales eran llamados indistintamente con el nombre de ajustamientos, abonos o existencias. Estos montos por lo general aparecían en la
88. Véase Céspedes 1946.