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5. Otras industrias rurales

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Sobre los autores

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industria urbana y rural en el Perú colonial tardío | 193

A pesar de la necesidad de recipientes de vidrio, su producción tuvo serias dificultades: altos costos de producción, especialización de la mano de obra y un mercado específico. El valle de Ica fue uno de los centros principales de producción vidriera, dado que allí se producía la barrilla o hierba del vidrio (sosa) y que contaba con otros ingredientes del vidrio, así como bosques de algarrobo para la leña necesaria para los hornos. Entre otros obrajes de gran trascendencia, destacó el obraje de la hacienda Macacona en el siglo XVIII, perteneciente al hacendado y vidriero Francisco Bernaola. Desde 1704 y durante medio siglo, Bernaola mantuvo el obraje, pese a todos los avatares por los que tuvo que pasar, pues la hacienda fue confiscada por la Inquisición en 1718 y fue motivo de controversias en torno a su propiedad. Ese año, Macacona estaba apreciada en 22.653 pesos. Ya sin Bernaola, Macacona contaba con 26 esclavos para 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados del país.

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Posteriormente, en 1775, la hacienda y obraje vidriero pasaron a manos del comerciante Cristóbal Schier y Vandique, quien, al no ver cumplidas sus expectativas, los traspasó en 1778 al hacendado Juan José de Salas, que en la práctica abandonó la producción de vidrios porque era muy costosa: no solo eran escasos los especialistas, sino también la leña que debía ser traída desde cada vez más lejos.43 Un factor adicional fue la producción de vasijas (ollas, botijas y tinajas) de barro a lo largo y ancho del país. En particular, la zona de Ica tenía una larguísima tradición de fabricación de vasijas en las ollerías.

5. Otras industrias rurales

La economía rural tuvo, además, numerosas actividades transformadoras. Muchas haciendas contaban con implementos para la elaboración de productos derivados de su producción principal. Así, los olivares de Magdalena y Surco, en Lima, producían aceite y lo vendían por valor de más de 71.000 pesos anuales, según un cálculo efectuado en la segunda mitad del siglo XVIII. 44 Algunas haciendas trigales contaban también con molinos de granos (por ejemplo, las haciendas limeñas de La Pampa, Santa Clara o San Pedro Nolasco), mientras que otras haciendas con producción pecuaria elaboraban productos lácteos para su venta en las ciudades cercanas. Importante fue también la elaboración de manteca al interior de haciendas ganaderas. De otro lado, las haciendas de la costa producían cal y ladrillos para la construcción y, algunas, ingredientes para la elaboración de azúcar. Las unidades rurales producían también adobes de barro.

Otras industrias coloniales fueron los astilleros, las maestranzas y los molinos de pólvora. La falta de madera en la costa peruana hizo que la fabricación

43. Macera 1977: 96-101 y Ramos 1989: 69-96. 44. Vegas de Cáceres 1996: 93.

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