Juan Picho, curaca y hechicero
¿Quiénes disputaban a don Juan Picho el poder y por qué? ¿Cómo se conectaba la coyuntura en torno de 1690 con la historia más general del curacazgo de Luringuanca? ¿Qué relación existía entre el gobierno interino que ejercía don Juan y los problemas de sucesión que afrontaba la familia de caciques principales en «propiedad» del curacazgo? Las preguntas antecedentes nos obligan a retroceder varias décadas y a explorar, valiéndonos de testimonios externos a la causa de hechicería, el derrotero del poder en el repartimiento de Luringuanca. 2. Curacas legítimos e ilegítimos Discutir sobre la legitimidad de los señores étnicos coloniales es hacer referencia, en buena medida, a los mecanismos de acceso al poder. Y precisamente el acceso de nuestro principal acusado, don Juan Picho, al cargo de cacique principal y gobernador interino de Luringuanca fue, por decir lo menos, irregular. Don Juan no pertenecía a la familia de la cual habían provenido tradicionalmente los caciques del repartimiento desde el siglo XVI, los Limaylla, si bien tenía un parentesco más bien lejano con ellos. A pesar de esto, don Juan, indio principal de Sincos, era de casta de caciques, pero difícilmente podía alegar supremacía respecto de otros indios principales y caciques segundones como él, a no ser que gozara del favor de las autoridades del Rey. 10 A diferencia de don Juan Picho, los Limaylla habían disfrutado del cargo de caciques principales desde el siglo XVI. Esta posición los situaba por encima de sus caciques segundas personas, de los gobernadores interinos y de los indios principales que ejercían autoridad sobre las distintas parcialidades reducidas en los pueblos del repartimiento. Un extenso pleito de sucesión, ventilado ante la Audiencia de Lima y ante el Consejo de Indias entre 1655 y 1677, así como otras evidencias documentales, muestran los serios problemas que afectaron la sucesión curacal de Luringuanca, así como el complejo juego de alianzas en torno a la misma. Respecto de estas alianzas, la causa de hechicería de 1690 era una expresión parcial, aunque significativa, un fragmento de un continuum que alguien podría extraer arbitrariamente si se guiara por la ilusión de «suficiencia» que a veces genera un expediente de idolatrías por el visitador. Véase los testimonios de Lorenzo de Verástegui, Antonio de la Vega y Pedro García (29 de noviembre), españoles de Mito que supuestamente la presenciaron, en f. 14v. Ellos introducen la ligera pero trascendente variación de que don Juan Picho habría consultado en repetidas oportunidades a Diego Yacan, y no solo en la reunión de Sincos que dio inicio a las averiguaciones. Su esposa, Juana Yalotiqui, era hija de un Guacrapaucar. Sobre la relación entre los Guacrapaucar y los Limaylla, véase el capítulo cuarto. 10 En un poder otorgado por todos los curacas de Luringuanca, don Juan Picho fue presentado como hijo mayor de don Tomás Picho, cacique del ayllu Mataguasi. Sobre don Pedro Quispi Paytan Picho y don Juan Tomás Picho, caciques de tasa de Luringuanca en 1649, véase ARJ. Protocolos, t. 7 (Pedro de Carranza) [1649], f. 41v-44r.
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