Los curacas hechiceros de Jauja
mismas.41 Por lo mismo, no es ese el camino que interesa transitar en lo que resta del capítulo. Más importante resulta ahora abstraer, de la enmarañada red de intereses en juego, un elemento central para nuestra discusión sobre las relaciones entre curacas, profundizando así en la conexión entre dichos personajes, la legitimidad curacal y las acusaciones de hechicería. En la provincia de Jauja, los visitadores de la idolatría no actuaban solos, sino que más bien el éxito de sus gestiones contra supuestos curacas idólatras se medía por el nivel de apoyo que estos representantes del arzobispo pudieran recibir de otros caciques para llevar a buen cabo la acusación. Por eso, no es casual que, al igual que en el caso analizado en el capítulo precedente, se dijera que el visitador Martínez Guerra había pagado a unos indios de su propio bolsillo para que viajaran a la Ciudad de los Reyes a capitular al cacique principal y gobernador de Luringuanca, don Juan Picho, protagonista de esta historia. 4. Caciques contra caciques Como se vio al inicio de este capítulo, en el incidente de la mesa mágica en Concepción dos personajes entraron en escena: don Francisco Llocllecachin y don Domingo Hernando de Mendoza. Según las declaraciones de los hechiceros implicados, era por ellos que don Juan Picho temía perder el gobierno de Luringuanca. Respecto de la identidad de los personajes en cuestión, de don Domingo Hernando de Mendoza es poco lo que sabemos. Es altamente probable, sin embargo, que se tratara de un cacique más de Luringuanca. Acerca de don Francisco Llocllecachin [Llucllicaçhin, Llocllacachin, Llocllacachin] Cangaguala, en cambio, sabemos que, al momento de iniciarse la causa, era cacique principal de una de las parcialidades del pueblo de Mito, así como uno de los enemigos más importantes de don Juan Picho. Como era de esperarse, don Juan se amparó en esta enemistad para descalificar la causa eclesiástica que contra él se iniciaba. En su declaración, además de negar que conociera a los hechiceros acusados, dijo que los testigos en su contra hablaban inducidos «de sus enemigos de enuidia del Govierno». En especial, don Francisco Lloclle había ordenado a los alcaldes ordinarios de Mito, en su calidad de cacique de dicho pueblo —en donde además residía— que capturaran a Pedro Guaman, testigo clave para acusar a don Juan Picho.42
41 Dentro de la bibliografía ya citada, consúltese especialmente los trabajos de Acosta 1979; 1982a; 1982b; 1982c; 1987a; 1987b; y, Lavallè 1982 para la relación entre doctrineros y campañas de la idolatría. Para el conflicto entre el clero regular y el secular, véase Duviols 1977 [1971]; 1986; 2003; y, García Cabrera 1992. 42 Véase f. 62r y la declaración de Juan Benito (en Sincos el 24 de octubre de 1691), alcalde encargado de la captura. Según él, don Francisco Lloclla Cachin le dijo «prendiese a [a]quel yndio porque era delinquente como alcalde ordinario que era de aquel Pueblo el qual preso era Pedro Guaman por que
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