Capítulo 7 Batallas mágicas y legales Abia bandos y parcialidades entre los yndios [de Jauja] y que de la parte del dicho Don Cristobal Calderon estandolo oiendo este testigo a cosa de las ocho de la noçhe desian que primero le saldrian dientes al gallo o que floreseria el chuño que tomase posesion el dicho Don Lorenzo, y que la chicha que estaban haçiendo se auia de auinagrar, que el pan que auian de amasar se auia de podrir y que bido lo referido a susedido en la forma que lo predigeron de que le a causado a este declarante notable confusion. Declaración de Vicente Pérez. Mito, 1689 Se ha de atender a la Justificasion de mi querella que es solo mirar la honrra de Dios y en lo posible desarraigar desta gente miserable tanto daño como el demonio tiene apoderado en las Almas destos miserables [...] Digo que quando me querella es tan justa pues solo mira a los desagrauios de su deVina Magestad quando se halla tan ofendida con tanta supersticiones y maleficios Con que este valle esta contaminadas. Denuncia de don Carlos Apoalaya, 1691
El 10 de marzo de 1698, un día antes de su muerte, don Carlos Apoalaya terminó de redactar su testamento. En su última voluntad, el cacique principal de Ananguanca pidió ser enterrado en la iglesia de Chupaca, su pueblo natal. El cuerpo debía depositarse cerca del altar mayor, «con tierra, sin aparato de caja ni otra cosa». Su voluntad de prescindir de una «caja» o ataúd no pasaría de ser una disposición excéntrica o inusual si no fuera porque, nueve años antes, su mujer encontró la muerte debido a hechiceros que, valiéndose de la brujería, recurrieron a un simulacro de ataúd para arrebatarle la vida de a pocos. En efecto, luego de que doña Sebastiana Cusichaqui cayera enferma en 1689, los sirvientes hallaron debajo de su cama un muñeco de cera con forma femenina. Envuelto en diferentes telas —algunas de ellas provenientes del guardarropa de la cacica—, el muñeco había sido atado con cabellos —también de doña Sebastiana— y sus manos, anudadas «en forma de difunto». Para garantizar la efectividad del hechizo, al bulto se le atravesó la cabeza, los brazos y la La disposición testamentaria del curaca en ARJ. Protocolos, t. 16 (Juan de Mesa Valera) [1698], f. 277r. El testamento ha sido publicado por Hurtado Ames (2001) y, nuevamente, por Hurtado Ames y Solier Ochoa (2003: 34-40), donde se encontrará otros ejemplos de testamentos de indios nobles del valle.