Capítulo 3 El escenario No es posible aún señalar todos los caracteres que diferencian el área cultural del Mantaro; ésa es una de las metas importantes de la etnología en el Perú; nosotros nos hemos de referir únicamente al aspecto que consideramos como el fundamental: es en el valle del Mantaro donde se ha realizado el proceso de transculturación más vasto y profundo de la población india del Perú. José María Arguedas 1953: 110
A fines del periodo colonial, el valle de Jauja había alcanzado fama en el virreinato peruano por su clima benigno, su suelo fértil, su riqueza ganadera, su nutrida población y los numerosos vestigios que testimoniaban su importancia durante el tiempo prehispánico. En su descripción de las provincias pertenecientes al Arzobispado de Lima, el cosmógrafo mayor del Reino, Cosme Bueno (1951[1764]: 48-49), aseguraba que «Esta Provincia fue una de las más opulentas de gente en tiempo de los Incas, como lo manifiestan las ruinas de las Poblaciones y Castillos». José de la Rosa, en su inédita Descripción general de la América meridional de 1789, afirmaba que «Hallanse en el distrito de este Partido [de Jauja] algunas Poblaciones, antiguas arruynadas y algunas pequeñas fortalezas de los Yndios Gentiles». De la Rosa ensalzó además la abundante producción textil nutrida por las prósperas haciendas ganaderas. En términos similares, Mariano Millán de Aguirre (1965[1793]: 136-137), en su descripción de la intendencia de Tarma de 1793, afirmó que «parece que la naturaleza á manos llenas ha derramado en este afortunado Pais sus liberalidades». Desde los pueblos de Jauja se abastecían los centros mineros adyacentes con harinas, semillas y otros «varios frutos» y, a la capital del virreinato, anualmente con cuarenta mil cabezas de ganado de Castilla y dos mil de cerda. Los caracteres específicos de la zona y de sus habitantes se habían ido configurando a través de un complejo proceso histórico que hoy solo comenzamos a entrever. Entre octubre de 1533, fecha en que la hueste de Francisco Pizarro llegó al valle, y el momento en que Bueno, De la Rosa y Millán de Aguirre escribieron sus descripciones —fines del siglo XVIII—, los habitantes permanentes y temporales del valle fueron protagonistas y testigos de un largo proceso marcado por profundas Véase AGI. Indiferente General, 1657.